Álvaro Pombo ganó el Nadal 2012 con «El temblor del héroe»
A partir de los 65 uno empieza a experimentar terror y temblor. Así se siente Román, profesor jubilado ante las personas que le admiran… o le aman. Con «El temblor del héroe» (Destino) Álvaro Pombo ganó el Nadal 2012. Pasados los setenta, el escritor cántabro no tiene miedo; saborea cada palabra con un buen Rioja. Las cosas claras, y las patatas fritas, con mucha sal.
—¿Román es «inactual»?
—Es un valor a la baja. El joven periodista –de prensa digital- que lo etiqueta así supone que la actualidad es la realidad: si no eres novedad, no eres real.
—Román no se lleva bien con los medios de comunicación. ¿Usted sí?
—No comprende el mundo contemporáneo y hay que entender dónde vivimos. Yo me llevo bien con el presente.
—Y escribe una novela de ideas, con citas... de Kierkegaard, por ejemplo.
—Sus libros, como «El concepto de la angustia», son vigentes. Es una obra seminal que está presente en mis novelas: la posibilidad, el mal instantáneo, la superficialidad, la angustia infantil... Héctor, el periodista, es un niño angustiado que se aferra a alguien que finge que le ama, pero sólo lo desea sexualmente.
—«El temblor del héroe»: Patinar sobre la superficie o enraizarse hasta las cachas. He aquí el dilema. Si la elegancia, etimológicamente, es elegir, ¿qué elige Álvaro Pombo?
—Patinar es deslizarse sin apoyarse para no hundirte en el hielo: relacionarse con la realidad sólo rozándola puede ser un bien, pero pasar por la superficie de las cosas es, también, eludir el compromiso. Esas personas que dan la impresión de que aman todo un poco, sin dejar que nada les atrape. Yo planteo el reto de dejarse atrapar, para no acabar siendo una sombra. Tratar a los otros como personas, no como números o direcciones de internet.
—Vivimos tiempos de sombras...
—La gente parece feliz de convertirse en «e-mail». Una forma alegre de «no ser», un avatar digital...
—Parafraseando a Zweig, «la embriaguez de la metamorfosis»...
—La red es una danza de la muerte, de las sombras. Si nuestras relaciones se reducen al «chateo» experimentaremos la desazón de no apoyarnos sobre nada sólido.
—¿Mantiene relaciones sólidas?
—Soy un solitario con un reducido círculo de amistades; aunque, a diferencia de mi personaje, que ha elegido la distancia, yo prefiero el compromiso.
—¿Su compromiso es UPyD?
—UPyD me ha enseñado a trabajar en grupo. La gente trabaja sin esperar gratificaciones inmediatas, porque tardará años en hacerse grande. También he colaborado en el Proyecto Hombre con personas al servicio de los demás. Creo que ahora que vivimos el silencio de Dios, nosotros debemos ser la Divina Providencia para que este mundo no se vaya a la porra.
—¿Le llamamos caridad o su acepción laica de solidaridad?
—Aprecio las viejas palabras. Prefiero caridad, que es el amor ardiente por las personas. Solidaridad no me gusta: esa gente que se va a Haití cuando tiene cerca muchos haitís. El próximo muy próximo les resulta tedioso.
—Volviendo a UPyD. ¿Es un proyecto regeneracionista?
—Queremos una regeneración de la política. Rosa viene de la socialdemocracia, Gorriarán de la lucha contra el terrorismo...
—¿Y Toni Cantó?
—Él viene del mundo guapo y se ha metido en un mundo feo y cotidiano.
—«El temblor del héroe» ofrece una visión trágica de la homosexualidad. No va a gustar a los organizadores del Gay Parade...
—Mis amigos homosexuales militantes me lo reprocharán. Representan una forma de sensibilidad válida, aunque minoritaria y difícil de sobrellevar sin caer en contradicciones. Amar a una persona del mismo sexo no es algo malo, pero sigue siendo incómodo.
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