El concepto de "neuropatía social" en ciudades estancadas o en declive no es un término médico, sino una metáfora sociológica que podría describir el deterioro de las redes sociales, económicas y culturales en comunidades afectadas por el estancamiento o declive urbano, como se constata en Cuenca. Este fenómeno viene a incluir:
- Aislamiento social: La pérdida de conexiones entre los habitantes debido a la migración, desempleo o falta de oportunidades.
- Disfunción económica: Reducción de actividades económicas que afecta la calidad de vida y genera desigualdad.
- Impacto psicológico: Aumento de problemas como depresión o ansiedad en poblaciones sin perspectivas de mejora.
- Deterioro urbano: Infraestructuras abandonadas que simbolizan la falta de inversión y cuidado.
En este contexto, la "neuropatía" sería una analogía con el daño en los sistemas nerviosos periféricos, reflejando cómo las ciudades pierden su capacidad para "comunicarse" y funcionar eficazmente.
La neuropatía social en ciudades en declive impacta notablemente la calidad de vida de sus habitantes. Una pérdida que gira alrededor de estos cinco estratos de gran calado:
1. Aislamiento y debilitamiento del tejido social
Desconfianza y soledad: El cierre de espacios comunes, la migración de vecinos y la reducción de actividades comunitarias generan sentimientos de soledad y desarraigo.
Pérdida de redes de apoyo: Las relaciones de ayuda mutua entre vecinos se debilitan, dificultando el soporte emocional y práctico ante dificultades.
2. Desempleo y pobreza
Menos oportunidades: El cierre de empresas y la falta de inversión incrementan el desempleo y la informalidad, aumentando la precariedad económica.
Desigualdad: Se amplía la brecha entre quienes pueden marcharse y quienes quedan atrapados en la ciudad estancada.
3. Deterioro psicológico y emocional
Aumento de enfermedades mentales: Se incrementan la depresión, ansiedad y estrés debido a la falta de perspectivas y el entorno degradado.
Desmotivación: La sensación de que "nada va a mejorar" puede llevar a la apatía y la baja autoestima colectiva.
4. Degradación del entorno físico
Espacios públicos abandonados: La suciedad y la inseguridad aumentan, lo que contribuye a que los residentes eviten áreas comunes.
Vandalismo e incidencia delictiva: La falta de vigilancia y mantenimiento propicia la aparición de conductas antisociales.
5. Fuga de talento y juventud
Éxodo demográfico: Los más capacitados y jóvenes buscan oportunidades en otros lugares, lo que agrava el envejecimiento y la falta de dinamismo local.
Recuperar la calidad de vida requiere estrategias integrales, coordinadas y a largo plazo: revitalizar espacios, invertir en empleo y reconstruir el tejido social. Aunque el término “neuropatía social” no es un concepto académico formal ni aparece de forma literal en la literatura científica, sí existen numerosos estudios y enfoques que describen, analizan y relacionan el deterioro de los lazos y capacidades sociales con la falta de oportunidades en ciudades en declive. Usan términos como decadencia urbana, estancamiento urbano, capital social erosionado, exclusión social, o “urban decay” y “shrinking cities”. Para el caso concreto de Cuenca hay dos libros de primer orden -de los que humildemente soy autor- que así lo manifiestan, y por eso recomiendo su lectura; son Particularismo de Cuenca y Enigmas del porvenir de Cuenca. Luces y sombras para salir del estancamiento.
Entre los estudios -ignorados al completo por la dirigencia política, administrativa y política de Cuenca- que recomiendo consultar, a los efectos aquí tratados, resulta útil Robert Putnam (“Bowling Alone”, 2000), quien analiza cómo la pérdida de redes comunitarias y confianza mutua (“capital social”) afecta a comunidades, especialmente en contextos económicos adversos. Asimismo son muy prácticos los estudios sobre Detroit, Cleveland y ciudades industriales de Europa del Este, en los cuales se muestran que la reducción de oportunidades laborales lleva a la migración, fragmentación social y debilitamiento del tejido comunitario. Igualmente no conviene olvidar unas cuantas investigaciones en sociología urbana, especialmente aquellas que han encontrado que el deterioro del entorno físico y la pérdida de servicios provocan aislamiento, lo que empeora indicadores de bienestar y esperanza de vida.
Psicólogos urbanos y psiquiatras han encontrado que la falta de perspectivas, estigma social y espacios abandonados produce efectos similares a una “neuropatía social”: apatía, aumento de enfermedades mentales y ruptura del sentido de pertenencia. En este espacio se emplazan los efectos de un singularismo conquense: el anacrónico "ea", que urge desterrar.
El "ea" de Cuenca y de la Mancha es una interjección extremadamente versátil y característica del habla local, usada para expresar desde resignación, ánimo, acuerdo, hasta aceptación o simplemente para zanjar una conversación. En Cuenca, su uso frecuente como sinónimo de resignación o para dar por cerrado un tema puede funcionar, en la práctica, como una excusa para evitar responsabilidades o justificar comportamientos pasivos: es una forma de decir "es lo que hay" o "no se puede hacer nada", liberando al hablante de mayor implicación o autocrítica. Algo muy nefasto, como explicó el profesor Fernando Casas en su artículo Pelear por el tren al grito de ¡ea!.
Esta economía de palabras, típica de la cultura manchega, puede interpretarse como una estrategia de minimalismo comunicativo, pero también como una coartada para eludir el esfuerzo de cambiar o de enfrentarse a los problemas, lo que algunos podrían calificar de "comportamiento personal parasitario". Así, el "ea" no solo refleja una idiosincrasia local, sino que, en ciertos contextos, puede ser una fórmula para justificar la inacción o la falta de compromiso personal, disfrazando la pasividad bajo una resignación colectiva y culturalmente aceptada.
Por todo lo dicho, ha llegado la hora de pasar del ‘ea’ y el ‘a ver si voy’ al ‘me pongo, según refleja la investigación que dirigí durante 2019 junto a un extenso y muy preparado equipo de investigadores. Realizada bajo el patrocinio de la Asociación Cuenca Abstracta, elaboró un Plan de City Marketing que da esperanzada contribución para el desarrollo de la ciudad, y, de forma concomitante, para el conjunto de la provincia. Sin embargo, el poder local-provincial la metió en un cajón y, con ello, se han perdido seis años, que han derivado en la grave incidencia del menoscabo y la degradación de la mayoría de indicadores socioeconómicos y de bienestar de todo el territorio de Cuenca. Las cifras cantan y las mentiras salen de la boca de los injustos togados campaneros del PSOE. Basta leer la prensa y ver en ella las afirmaciones de gente como Guijarro, Sahuquillo, Chana, Dolz y toda su recua.