El 9 de marzo de 2024 fue un hito democrático en Cuenca. Los profesores Fernando Casas, Constancio Aguirre, Francisco de los Cobos, Rodolfo Picazo y Juan A. Buedo presentaron el libro "Reivindicación del tren para el progreso de Cuenca".
En este acto hondo, afable y veraz se hizo un repaso de los aspectos más descollantes que han causado el escalonado deterioro del bienestar general de esta provincia, con unas disrupciones económicas y sociales que la han situado de plano en los últimos lugares de la escala nacional de indicadores estadísticos en dichos ámbitos. Un demacrado retrato de marginación general que, acumulado durante años, ha culminado con el cierre de la línea del tren convencional Madrid-Cuenca-Valencia.
El amplio serial de desgobernanza ha acarreado la marginación plena de la provincia de Cuenca, minuciosamente expuesta por el doctor Constancio Aguirre, a través de una descripción magistral de las principales secuelas que este proceder ha creado (desde la decisión de quitar a Cuenca la capitalidad de la Comunidad Autónoma hasta la postergación en la construcción de las autovías, para derivar en la última quita, la del tren y el conjunto del demarraje/abrevadero de la estación del AVE de la ciudad emplazándola allá en la "conchinchina"), con el consecutivo problema del despoblamiento y la desvertebración territorial.
Estos malos frutos solo pueden invertirse mejorando la gobernanza pública, proceso mediante el cual las instituciones públicas, tanto gubernamentales como no gubernamentales, gestionan recursos y toman decisiones en beneficio de la sociedad. Este concepto abarca la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas, elementos clave para construir un estado eficiente y responsable. Comprender la gobernanza pública es esencial para fomentar una ciudadanía activa y garantizar un desarrollo sostenible en nuestra provincia.
Un aspecto importante de la gobernanza pública es la manera en que se gestionan las relaciones entre el Estado, la sociedad civil y el sector privado. En muchos casos, el éxito de un modelo de gobernanza depende de la capacidad de estos actores para colaborar eficazmente. Existen estudios que sugieren que la inclusión de actores no estatales en el proceso de gobernanza puede facilitar la innovación y la creación de políticas que respondan de manera más efectiva a las necesidades locales. Además, las ciudades que han adoptado modelos colaborativos de gobernanza, como Toronto en Canadá, han demostrado tener mejor rendimiento en áreas como la vivienda asequible, la movilidad y la sostenibilidad ambiental. Por tanto, entender la gobernanza pública como un proceso multifacético y dinámico es esencial para abordar los desafíos contemporáneos.
Proceso que brilla por su ausencia en toda la provincia de Cuenca, y especialmente en su capital. En concreto se requiere con toda urgencia un cambio de ciclo político, dispuesto a encarar la transformación de las Administraciones públicas reinantes en el ámbito de aplicación conquense. No se parte aquí de cero, basta con acudir al estudio Administración 2030: una visión transformadora, publicado por el Observatorio para la Transformación del Sector Público, donde la Fundación PwC y EsadeGov revelan los desafíos que debe afrontar la Administración a lo largo de este periodo. Un envite cardinal que no aparece por ninguna parte en estos alrededores.
De aquí nace la pregunta obvia: ¿Cómo tendría que ser la Administración en 2030? Según el estudio, la Administración pública debería redefinir su misión para dar respuesta a unas demandas sociales que van por delante en la próxima década. “La Administración de 2030 tendrá que ser íntegra y centrada en el ciudadano, con una burocracia más líquida que la haga ágil en sus respuestas. Digital, profesional y con talento. A un coste razonable y continuamente evaluado”, escriben los autores, Rafael Catalá y Óscar Cortés. Para poder afrontar dichos retos, el estudio propone impulsar 20 medidas para transformar la Administración pública en la próxima década. Unas providencias que nuestros políticos se saltan sin sentido y hasta de espaldas a ellas -como en el caso de los aparcamientos sacados del Plan X Cuenca-.
Las teclas de perturbación y dejadez administrativa manifestadas por este último croquis (que poco tiene de técnica planificadora) vienen movidas por saltarse cinco ejes que dan brío a la gobernanza pública, que hace aguas en los elementos siguientes
- Transparencia: Es esencial implementar una transparencia real en la administración de recursos y decisiones públicas.
- Rendición de cuentas: Los funcionarios públicos deben ser responsables ante la ciudadanía.
- Participación ciudadana: La inclusión de los ciudadanos en la toma de decisiones mejora la calidad de las políticas públicas.
- Colaboración intergubernamental: Los diferentes niveles de gobierno deben trabajar en conjunto para una gestión eficiente.
- Fortalecimiento institucional: Promover integridad y calidad en los servicios públicos, además de la innovación.
De aquí que la ciudadanía y las fuerzas vivas demanden mayor transparencia al gestionar el Plan X Cuenca. Al ser crucial también por varias razones. Cuando los ciudadanos tienen acceso claro y veraz a la información sobre cómo se administran los recursos y se toman decisiones, es más probable que confíen en sus instituciones. La opacidad genera sospechas, mientras que la apertura fomenta el respeto y la legitimidad.
Permite la trasparencia asimismo el empoderamiento de los ciudadanos, facilitándoles participar de manera informada en la toma de decisiones, fiscalización y evaluación de políticas públicas. Esto refuerza la democracia y asegura que las necesidades de las personas sean escuchadas y atendidas.
Al ser transparentes, los gobiernos pueden identificar ineficiencias en sus procesos y rendir cuentas de manera más efectiva. Además, las auditorías y controles externos se hacen más viables. Refleja así un compromiso ético por parte de los gobernantes y funcionarios de priorizar los intereses públicos sobre los privados.
Un buen ejemplo de transparencia se da cuando los gobiernos publican presupuestos claros, informes de gastos o contratos públicos accesibles. En un mundo ideal, la transparencia no solo sería una política, sino también una cultura profundamente arraigada en todos los niveles gubernamentales. Un hecho que genera dudas de cumplimiento al escuchar las declaraciones de los políticos necesitados de reemplazo en el nuevo ciclo político expectante en Cuenca.
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