En el instante de rotular un libro como el ahora presentado, visto todo su contenido y observados el fondo y la forma del mismo, a tenor de lo que representa siempre un ensayo verificador de estas características, es decir, un texto donde se presenten reflexiones personales bien estructuradas y argumentadas acerca de un tema, me atrevo a significar que nos hallamos -afortunadamente- con un GRAN INVENTARIO DE LA MARGINACIÓN DE CUENCA, tanto en el pasado, como en el presente y un más que previsible futuro.
Sus 100 capítulos, que se dice pronto, conforman un glosario actuarial de promesas políticas incumplidas, dejación de funciones de la dirigencia pública y de proyectos no ejecutados, que han reportado el aislamiento y la exclusión socioeconómica de nuestra provincia. Y, ratifico, viene a cubrir un vacío que Cuenca necesitaba tapar. Básicamente porque contiene página a página, elaboradas con una esmerada y hábil destreza intelectual, la instruida compilación de ideas, aspiraciones y planteamientos que, desde su inicio, recorren los caminos más aptos para cumplir los objetivos que se había propuesto su autor, Eulalio.
Hallamos en este volumen un conjunto de apreciaciones y valoraciones bien aquilatadas, sabiamente argumentadas y ordenadas según el discurrir de la coyuntura sociopolítica de la región castellano-manchega y su entronque con la situación general de nuestro país; sin olvidar ni un minuto, de manera explícita e inmediata, la incrementada parálisis de la provincia de Cuenca a consecuencia de la marginación que las instancias oficiales vienen repercutiendo sobre los ciudadanos que la habitan. Un alejamiento en la calidad de vida de estos que obligaron al autor a edificar su gran tesis y resuelta conclusión: Cuenca debería cursar los trámites precisos para abandonar Castilla-La Mancha y adherirse a la Comunidad de Madrid junto a la provincia de Guadalajara.
Pero es preciso enfatizar, principalmente en estos instantes, cuando la obra expresamente se presenta a la opinión pública, un hecho que se delata en la página 9 del libro, en su prefacio. Esto es, que el criterio y la proposición de este escritor se quiso hundir, injusta y puerilmente, en los pantanos de la censura por parte del principal inculpado y sus medios “afines” o sufragados, que cerraron sus puertas para que la proposición de Eulalio quedase ignorada en la cueva del olvido. Sin embargo, no han podido todos esos “pajaritos políticos” ocultar el incontable número de incumplimientos -cartografiados en superficiales programas, promesas y proyectos electorales- que ha ido fijando y ahora se rememoran en este libro. Demuestra con él, así, lo que ha reportado este carruaje de desgobernanza de García-Page; esto es, una parálisis económica y un incontrovertible aislamiento social vivido en su día por la mayoría de la población conquense, y en especial por los trabajadores, sus familias o el pequeño empresario.
Los malos aires lanzados contra Eulalio y sus ideas por los expansores del oficialismo, ponen a todos estos contra las cuerdas de la ética comunicacional. Actuando así, consciente o instintivamente, se colocan en las antípodas de la corriente que, iniciada durante el último tercio del siglo pasado, se agranda a partir de la irrupción de la revolución digital en los años noventa. Un período durante el cual se extiende la convicción de que un periodismo ético es indispensable para construir sociedades democráticas y pluralistas, sociedades abiertas. En principio, el periodismo, como cualquier actividad profesional, ha de tratar de alcanzar unas metas que le legitimen socialmente y para lograrlo tiene que recurrir a los instrumentos adecuados. De donde emana otra gran pregunta concernida, al igual que acontece en el caso de las demás profesiones, es decir, cuáles son las metas que dan a la actividad periodística sentido y legitimidad social. Bien lo saben estos dos experimentados profesionales que me honro en tener sentados aquí a mi lado. Seguro que podrían darnos decenas de ejemplos relativos al necesario fortalecimiento del periodismo profesional, porque facilita una mayor riqueza informativa y de opinión, se exprese a través de medios digitales o en papel, puesto que la clave no es el medio, sino la necesidad de contar con profesionales bien preparados, que se hagan responsables de sus noticias y opiniones. Y ahora más que nunca, como apuntaba Juan Cruz en Un golpe de vida.
La fórmula de un asunto de esta naturaleza recae en ampararse en la responsabilidad para poder infundir confianza. Sin esa confianza en la información recibida la ciudadanía se encuentra desasistida, porque conoce la realidad en muy buena medida a través de los medios de información, hasta el punto de que podría hablarse de una “construcción mediática de la realidad”. Esto exige que el periodista y la empresa informativa se hagan responsables de sus expresiones y opiniones, sean escritas u orales, de modo que se conozca al autor y también el medio en que se publican.
Eulalio López Cólliga en estas páginas, además, ejerce con autoridad unas altas dosis de Responsabilidad Social. En cambio, quienes le han dado con las puertas en las narices, han verificado una mala afición por los juegos de suma negativa, que es una constante en el mundo humano, propenso a pensar en términos de “esto o aquello”, cuando lo inteligente suele ser recurrir a juegos de suma positiva (“esto y aquello”), para contar con mayor riqueza en cada ámbito.
En el momento que estamos viviendo la política necesita de nuevas formas, para una mejor gobernanza, que ayude a fortalecer la democracia. Por eso conocer los elementos de la comunicación política tiene que ser uno de los primeros pasos, para poder adentrarse en un mundo que busca mecanismos y herramientas que ayuden a que los líderes políticos puedan conectar con el ciudadano. ¿Se hace esto en Castilla-La Mancha en general, y particularmente en Cuenca? Me parece que no. Basta darse una vuelta por este ensayo para corroborarlo. En esta porción autonómica, como exhiben los conocimientos de Eulalio, prácticamente cojean cada uno de los elementos que aglutina la comunicación política. Falla el contenido de la ideología, la estrategia, las tácticas, los mensajes, los medios de comunicación, los consensos de poder.
En el caso de la marginación de Cuenca es preciso destacar especialmente dos: la estrategia y el consenso de poder.
La estrategia es uno de los elementos clave, para aplicar la comunicación política con mayor responsabilidad y menos improvisación. La estrategia es un plan que contiene un conjunto de tácticas para lograr un objetivo determinado. En la política, la estrategia puede ser llegar al poder, ejecutar políticas públicas, concentrar mayor espacio de poder, o seguir en el poder para una reelección. La estrategia debe ser producto de un riguroso análisis, en el caso de una elección, el diagnóstico será para evaluar los sentimientos y emociones predominantes de las personas, a los contrincantes potenciales, a la prensa, o a la sociedad en general. En el caso de estar en el gobierno, este estudio se puede parecer al de las campañas electorales, pero principalmente deben investigarse a los actores que van a influir en el gobierno, de manera positiva o negativa, y medir su nivel de influencia. La estrategia hace seria a la política, la fortalece. Los actores expuestos, los políticos, serán mejor vistos por la ciudadanía y el margen de improvisación se reducirá. Y, como expone muy bien Eulalio, la seriedad política brilla por su ausencia en Cuenca, basta ver el Libro Negro de la Marginación de Cuenca, editado por la Plataforma por Cuenca y prologado por Raúl del Pozo, y con simultaneidad leer el ahora presentado, para confirmar que la historia se repite, mostrando en esta provincia la peor cara de la marginación y la exclusión social.
¿A qué obedece esto? A una carencia imperdonable de consensos de poder, que acoge al elemento de mayor relevancia, porque la búsqueda del consenso es el motor para que la política cobre vida. Para que un político tome decisiones o se exprese sin traspiés, siempre deberá someterse a la búsqueda del consenso. Esto se da porque los políticos necesitan el respaldo de diferentes sectores o actores, para construir su espacio de poder; si ya cuentan con un consenso que les permite mantenerse en la política, y no quieren arriesgar a exponerse más, sus mensajes y acciones serán para mantener su espacio de poder. Luego, como vemos hay una combinación de política y comunicación, pero si analizamos un poco más también intervienen áreas como la psicología social o la sociología. Inclusive herramientas de la economía como la teoría de juegos se usan para la toma de decisiones.
En resumidas cuentas, y como conclusión, la comunicación política no es una ciencia, sino, un arte, porque permite diferentes recursos al momento de accionar, con el uso de herramientas, para poder construir consensos. Un consenso que ha huido de Cuenca y que entre todos tenemos que recobrar con prontitud. Un rescate, una reconquista para la que este libro resulta un buen espejo.
Gracias.
Me encontraba esta tarde revisando cierta documentación en el directorio de mi hemeroteca personal reservado a Barómetros electorales, cuando de pronto leo un messenger en el que recibo una más que interesante información publicada en Voces de Cuenca (ver aquí), donde en el subtítulo tajantemente se dice que "ninguna formación conquensista secunda abiertamente la propuesta de Juan Andrés Buedo", después de titular la noticia como "Rechazo, dudas y expectación en los grupos conquensistas ante la coalición electoral Cuenca Resiste". Ni me molesta, ni afecta tampoco a la concepción en diseño -insisto en esto: se halla aún delineándose, luego es un anteproyecto, sujeto a la preceptiva evaluación conjunta de todos cuantos se hallen dispuestos, que los hay, a entrar en una alianza de estas características-, puesto que las reacciones a una proposición así es la más común. Si bien la Psicología Electoral ofrece técnicas aptas para un análisis directo de la posición en la que se hallan todos los entrevistados por el periodista firmante.
En esta provincia es más que evidente que se ha consumado la fractura clara y real entre el método tradicional de hacer política y las nuevas necesidades que la sociedad demanda. Frente al inmovilismo o la inhibición, es el momento de la acción. Hemos perdido demasiado tiempo en contiendas partidistas que —sin afectar a los ciudadanos, sino a la distribución de cargos y poder en el seno de los maquinarias— nos han perjudicado. Por eso y por otras razones los ciudadanos han lanzado un mensaje claro y contundente: los modelos tradicionales de hacer política no facilitan demasiado las soluciones que se necesitan en estos cruciales momentos. Así lo confirma el último Barómetro del CIS, al que me remito.
Que esto es así lo demuestra la proliferación de movimientos y plataformas, de nuevos partidos que surgen y recogen una idea común que tiene que ver con la inoperancia del sistema, y en concreto en el territorio de esta provincia, que es claro y definitivo: “Hasta aquí hemos llegado”, frente a las añagazas de los dos partidos rotatorios en el poder de Cuenca, según han demostrado numerosos trabajos y publicaciones, repletos de datos y andaduras que lo confirman. La foto fija de PP y de PSOE atisba una llamada de atención traducida en pérdida masiva de votos dirigidos en buena parte hacia nuevas coaliciones y que se puede resumir en el desencanto primero y la irritación después, de la ciudadanía conquense. Pero el método D'Hondt, que es el sistema contenido en la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General española, y que se utiliza para repartir los escaños o concejales entre las candidaturas de forma proporcional al número de votos obtenidos, perjudica a los partidos pequeños y a las coaliciones "no extendidas". Este es el fondo llano y claro de mi propuesta para la que etiqueté como CRe (o sea, Cuenca Resiste, de gran impacto como se ha visto, pero sujeta la propia marca a las modificaciones derivadas de la evolución de los acontecimientos).
Lo que no es modificable es la llamada a un nuevo liderarzgo político en Cuenca. Está más que demostrado y particularmente lo demostré en el libro Cataluña ensimismada al tratar este concepto. Veamos.
Pese a la multiplicidad de formas en las que ha sido definido el fenómeno del liderazgo y la lógica confusión que se ha producido como consecuencia, siguiendo a Northouse, se pueden identificar una serie de elementos constantes en todos los intentos: es un proceso; trae aparejada la influencia; se ejerce dentro o con respecto a un grupo y va encaminado a una meta, sea cual sea esta[i]. Al enfoque genérico de las cualidades personales del líder se ajusta, por ejemplo, la definición de Reuter hecha en 1941 según la cual el liderazgo es: “el resultado de la habilidad para persuadir y dirigir hombres, sin perjuicio del prestigio o poder que deriva del cargo u otras circunstancias externas”. Pero esta perspectiva arrastra un déficit explicativo, puesto que la lista de rasgos potenciales a tener en cuenta puede llegar a ser tan larga que resultará harto difícil determinar la conexión entre un rasgo determinado y el mayor o menor éxito de un líder, según expuso Santiago Delgado y dejó plasmados en la tabla siguiente.
Tabla de Santiago Delgado en “Sobre el concepto y el estudio del liderazgo político” (2004)
En la democracia representativa se desconfía de los liderazgos, por distintas razones. Desde un punto de vista ideológico, entronizar a un líder y otorgarle cierta bula supone admitir parcialmente el fracaso o los límites de la propia aspiración representativa y deliberativa. El liderazgo, llevado al extremo, es la negación de la democracia por más democrático que haya sido el método para escoger a ese líder. Por otro, la democracia nace históricamente como modelo de representación frente a las monarquías absolutas y, posteriormente, los regímenes totalitarios del siglo XX. El sueño democrático nace contra la pesadilla del tirano. Por tanto, es connatural a la modernidad desconfiar de un líder destacado, considerado más como un vestigio sospechoso del atavismo del poder inmoderado que como un guía en un entorno hostil.
Frederick Hilmer fija los cinco componentes principales del liderazgo: inteligencia, energía, determinación, confianza y ética. El desafío clave hoy en día es el ejercicio de los dos últimos: confianza y ética.” Continuamente, al igual que Hilmer, los expertos observan que el liderazgo político requiere esos cinco ingredientes y especialmente los dos desafíos. Así quedarán aglutinados cabalmente en los respectivos estilos de liderazgo político, que describe el consultor Alfredo Paredes[ii] y quedan englobados en la siguiente imagen.
Cada líder político tiene su propia personalidad y forma de relacionarse con la gente. Para Carlos Denton, presidente y cofundador de la firma encuestadora CID Gallup, hay seis personalidades en las que podría perfilar a cualquiera de ellos, “cada uno con sus fortalezas y debilidades, sus potenciales y requerimientos”.
Un líder político[iii] puede ser: empático, triunfador, visionario, pragmático, populista o disruptivo. Aunque, “probablemente cada uno tiene una personalidad principal definida, y otra secundaria. Nadie es totalmente de una forma”, argumenta Denton, quien ha sido asesor de presidentes y aspirantes a presidentes en varios países. Esas seis personalidades las reunió en el libro “¿Tiene usted potencial para ser líder político?”
El directivo de CID Gallup afirma que en ese contexto, la política tiene que ver cada vez menos con los partidos políticos. “Ahora son mucho más importantes las personas, los personajes y no los partidos”, mantiene Denton, para quien la tendencia la han marcado los milénicos[iv].
Otro consultor político Antonio García Maldonado[v] sostiene, sin embargo, que la tensión entre personalismo y democracia, lejos de desaparecer, no hará más que incrementarse en la era dinámica de las redes, el avance científico-técnico y el auge asiático, pese a los discursos horizontales. Los partidos tienen, por tanto, un reto importante ante sí. Y los líderes, más trabajo que en otras épocas. Si se ha definido el liderazgo como una mezcla de talento y suerte, en esta época de retórica en red pero de premios a la jerarquía hará falta adoptar un enfoque cercano a ese “ironista melancólico” que Manuel Arias[vi] describió como “alguien que sabe que los órdenes individual y colectivo jamás lograrán alinearse de manera satisfactoria, porque es imposible que eso suceda”. Por tanto, García Maldonado recalca que ningún líder puede renunciar a tres cosas aparentemente contradictorias entre sí. Así, utilizando un término popularizado por el economista Dani Rodrik, resume el trilema del liderazgo político en la dificultad o imposibilidad de conciliar:
El calentamiento mediático y tecnológico refuerza la paradoja y la dificultad, que, en opinión de García Maldonado, no hará más que incrementarse en los próximos años. La red, lejos de suponer la jubilación del líder, lo hace más necesario que nunca al multiplicar exponencialmente las voces en disputa. Por otro lado, esa misma red hace imposible volver a las antiguas retóricas jerárquicas con las que se justificaba la necesidad de ese líder. Se imponen buenos equipos dispuestos a ceder el protagonismo al número uno y evitar ruido interno en un momento histórico incierto y sobrecargado de mensajes cambiantes. Es lo que comprenden en España los partidos más asentados, y entre más dudas los partidos asambleístas y horizontales como la CUP, Comunes, Compromís o Bildu . La izquierda siempre ha sido más suspicaz con los liderazgos, por experiencia y origen históricos y por lo que tiene la figura del líder de negación de su esperanza en el colectivo.
Bajo las condiciones asumidas del trilema del liderazgo, el refuerzo de la cabeza visible no se produciría en detrimento de la organización sino en pos de su supervivencia y, finalmente, en aras de su capacidad para implementar las políticas que defiende. La paradoja es que el líder sería así más esencial y al mismo tiempo más instrumental que nunca. El líder es, más que en otros momentos históricos recientes, representante y voz del partido, no de su propia ambición. Por tanto, en las democracias liberales no cabe identificar los hiperliderazgos como contrarios a la democracia. Más bien todo lo contrario. Un equilibrio complejo, propio de una sociedad en mutación y sujeta a diversos vaivenes.
La vida política de Cuenca lleva renqueando desde la última década del siglo pasado por carecer de los líderes pertinentes, más avispados y mejor equipados para gerenciar los asuntos públicos de este lugar; competentes, por encima de cualquier localismo exagerado, para emprender un camino de progreso diferente al llevado a cabo durante los últimos veinte años, y, en consecuencia, dispuesto para la satisfacción general del conjunto de la población conquense. Algo que requiere tanto coraje como capacidad de acuerdo. Lejos de los malos ejemplos de Barreda, Cospedal, Cenzano, Guijarro, Chana o Dolz, que sólo han llevado a efecto una política deshilvanada, sin proyectos, sin ilusiones globales, aquejada de anemia racional y emocional, e igualmente agarrotada por símbolos mitológicos y bulos encantados, yo me vuelco en los lecciones transmitidas por Adela Cortina[vii], al demandar el logro de una autoridad moral. Obtener ésta supone tener olfato para captar las necesidades y deseos del pueblo conquense, incluso para crearlos cuando las gentes todavía no los han sospechado, y tener arrojo suficiente como para embarcarles en la empresa de perseguir el sueño diseñado sin sectarismos de ninguna especie. Esto implica atender ineludiblemente la gran demanda de esta profesora de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia:
“(…) es necesario que haya líderes en política con visión de futuro y coraje para defender propuestas irrenunciables, porque quien ostenta el poder, la potestad, tiene una enorme capacidad de orientar el futuro si puede conciliarlo con la auctoritas, con la autoridad moral ganada a pulso. Pero los modelos de liderazgo han variado mucho desde la figura del líder carismático, capaz de seducir por su fuerza de atracción personal, a la exigencia más prosaica de que, amén de tener cierto carisma, el líder sea persona competente, bien preparada, eficiente, eficaz, capaz de generar confianza, con previsión de futuro y entusiasmo, pero también honrada y ejemplar. Los iluminados son peligrosos, porque tienden a emplear su capacidad de seducción para manipular las emociones en provecho propio y de su grupo, procedimiento aún más peligroso cuando las redes sociales amplían el poder de manipulación. Por el contrario, gentes con coraje y responsabilidad por el bien común son las que hacen falta. Y por eso mismo, líderes que ofrezcan buenos contenidos.”
Adela Cortina añade asimismo otro módulo imprescindible para que pueda darse el buen liderazgo. Este elemento lo coloca en la necesidad de buenos seguidores para poder sustanciarse, porque los followers, tan apreciados en Twitter e Instagram, deben traducirse aquí en una ciudadanía lúcida, implicada en el proyecto europeo, consciente de su crucial importancia para Cuenca, Castilla-La Mancha, para España y para el orden mundial. Pero, por desgracia, no es así. Esta profesora lamentaba que en las campañas electorales de corte nacional las referencias a Europa era casi inexistentes hasta 2019, y encuestas sobre los valores de los jóvenes, como las publicadas por el Instituto de la Juventud o la Fundación SM, muestran que su interés por la política europea es muy escaso, que en el orden de las comunidades políticas se sitúa en el último lugar. La máxima que traduce esto es que “no hay buenos vasallos sin buenos señores”, según venía a decir el misterioso texto del Cantar de mio Cid, pero “en sociedades democráticas bien puede decirse que no hay buen liderazgo sin buena ciudadanía, tan protagonista de la cosa pública como los líderes”.
[i] Santiago Delgado Fernández, “Sobre el concepto y el estudio del liderazgo político”, Psicología Política, Nº 29, 2004, 7-29.
[ii] Alfredo Paredes, Estilos de liderazgo político/I, Forbes México, 15 de septiembre de 2015. https://www.forbes.com.mx/estilos-de-liderazgo-politico-i/
[iii] Carlos Denton, ¿Tiene usted potencial para ser líder político?. CID/Gallup Latinoamérica, Costa Rica, 2018.
[iv] Milénico y milenial son alternativas en español al anglicismo millennial, término con el que se hace referencia a las personas pertenecientes a la llamada generación Y, nacidas aproximadamente en las dos últimas décadas del siglo veinte. En los medios de comunicación se encuentran a menudo frases como «La red social va por un millón de ‘millenials’», «El 67 % de los “Millenials”, gente nacida entre 1981 y 1995, comparten detalles personales con sus compañeros de trabajo» o «El 67 % de los ‘Millenials’ (entre 16 y 30 años) compraron por internet en el primer trimestre de este año». Este término da nombre a los integrantes de la llamada generación Y, que en la actualidad tienen entre veintiuno y treinta y tres años y que, sin ser nativos digitales, se caracterizan por su familiaridad con internet y las nuevas tecnologías; también, entre otros rasgos, destacan por ser individualistas, pero contar con gran conciencia global y medioambiental, así como por haber crecido en una época de bonanza económica, pero encontrarse hoy con dificultades para entrar en el mercado laboral.
[v] Antonio García Maldonado, El trilema del liderazgo político, Agenda Pública-El País, 10 de enero de 2018.
[vi] Manuel Arias Maldonado, La democracia sentimental. Página Indómita, S.L.U., Barcelona, 2016.
[vii] Adela Cortina, ¿Faltan líderes en Europa?, El País, 29 de mayo de 2018.
04/10/2022 en Actividad de partidos políticos, Actualidad, Administraciones públicas, Ciencia, Cultura, Economía y Empleo, Gestión parlamentaria, Gestión urbanística, Historia, Libros, Medios de Comunicación, Partidos políticos, Política, Sociedad, Televisión, Transportes, Web/Tecnología | Enlace permanente
Si Cuenca quiere salir de la ruina y coger la mano del progreso, necesita amenazar el trono de Page, repleto de cómplices y de siervos con estómagos agradecidos, que han sumido de consuno a esta provincia en la decadencia con su pésima actuación y generalizada discriminación. La desinversión en la red viaria y especialmente el desmantelamiento del tren convencional han tocado ya la cima de la resignación y han encencido el rayo de la contestación de sus pobladores. Por esto se está viendo la exigencia de llevar a la práctica con todas las consecuencias y el mayor ímpetu posible una Agrupación Electoral multipartidista para cuantos comicios se celebren en 2023 y, a través de esta gran locomotora, acceder a los flujos de poder que retornen a estas tierras las píldoras de la prosperidad que el cuerpo general de su población requiere para acceder al bienestar que en justicia le corresponde.
Me causó mucho recelo la entrevista que me hizo días pasados un periodista del medio de comunicación que ha censurado al profesor Fernando Casas, hábil administrativista y gran experto en Ciencia Política; interviú de la que -como suponía- nada ha trasladado a la opinión pública conquense. El redactor insistió, una y otra vez, en sonsacarme quiénes van a formar esa agrupación diseñada bajo la marca de CUENCA RESISTE. Si algo le dejé claro es que la filosofía de este rótulo ha de salir del impulso de las personas que honestamente habitamos la franja de dos grandes organizaciónes ya formadas y con actividad sociopolítica muy dinámica: Cuenca Ahora y Unión Europea de Pensionistas. A partir de la reunión de trabajo que debe llevar a efecto el primero de estos dos grupos -yo, como delegado de Cuenca, cuento con todo el apoyo de UEP, según me ha notificado la ejecutiva nacional-, daremos el paso adelante adecuado. Ya anticipo que no seré yo tampoco el gran líder político provincial que capitaneará esta gran alianza; ni tengo edad, ni fuerzas físicas para hacerlo, aunque sí estaré detrás intelectualmente, pues la experiencia ganada no puede quedar en baldío, lo mismo que el conocimiento empírico en este tipo de eventos. Lo bueno que tenemos ya ambas formaciones es la coincidencia en la estrategia y en el programa, que lógicamente iremos adaptando al resto de partidos y entidades que se vayan adhiriendo. Si Teruel Existe y Soria ¡Ya! lo hicieron, Cuenca Resiste (CRe) tiene modelo y base para lograrlo en menos de un mes.
Bajo este entoldado, creo, deben estar también las decenas de colectivos de diferentes ámbitos (social, sindical, ecologista, climático, etc.) que trabajan con un doble objetivo: de una parte, planificar nuevas acciones de movilización social e incidencia institucional en favor del transporte ferroviario; y, de otro lado, movilizarse frente al cierre de la línea de tren regional que conecta la Comunidad de Madrid con Valencia. Es decir, la Coordinadora Estatal por el Tren Público, Social y Sostenible, la Alianza por el Clima y Ecologistas en Acción, que son los convocantes de la movilización organizada para el próximo domingo 2 de octubre a las 12:30 horas en Plaza de España como protesta por el intento del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana de cerrar el servicio ferroviario entre Aranjuez, Cuenca y Utiel. Ahí nos veremos, a la vez que invito a los asistentes a tomar conciencia de que Cuenca Resiste ha de ser el frente contra un ciclo político agotado y, entre todos, hay que amueblar un hogar que podamos habitar tod@s los conquenses. Una morada en la que las ideologías y las siglas queden en un segundo plano, cediendo protagonismo a la perfomance política resuelta para edificar un claustro común de los pobladores y los ancestros de este territorio.
Hay que tener muy claro que, como termina de decir el veterano Luis María Ansón, tras cuarenta años de democracia en España, los partidos políticos, salvo excepciones, se han convertido en agencias de colocación, dedicadas a enchufar a parientes, amiguetes y paniaguados. Son empresas, siempre al borde de la quiebra técnica, que solucionan sus problemas económicos tirando del presupuesto del Estado. Y enredan para disimular la cantidad de trampantojos que hacen con el fin de recibir dinero a través de las más diversas artimañas. Algunas agrupaciones han dispuesto de notables fulleros y de hábiles tramoyistas del truco y el cuento chino. En La Araucana, Ercilla escribió un verso que hoy provocaría la rechifla de los partidos y la pena de los ciudadanos: "A posponer el político está obligado, por el sosiego público, el privado".
En este último cenobio se halla concretamente García-Page, el distribuidor de prebendas y favores de Castilla-La Mancha -ni me atrevo a denominarle presidente, ni mucho menos gobernante-, al que hay que sacar de Fuensalida sí o sí. No le cabe otra opción a Cuenca. El periodista Graciano Palomo hace más de dos años y medio retrataba a Page diciendo que "no deja de ser un hijo político del más fabuloso fabulador de la política llamado José Bono". Así, estamos saturados de ver su maliciosidad cuando sale en tromba a desmarcarse de su jefe de filas con palabra gruesa e insinuaciones tremendas. Y, como aclara Graciano, son sus acto pura palabreria, porque hechos, hasta el momento —igual que ocurre con sus coleguillas Lambán y el extremeño Fernández Vara—, ni medio y respecto a Cuenca menos aún. Su "plan Marshall" Toro Verde es una película cómico folclórica en toda regla, que causa vergüenza ajena. Con la hemeroteca en la mano se demuestra su cinismo endémico y tangencial. El jefe de gobierno autónomo castellano manchego —mayoría absoluta—, entre otras cosas, ha dicho esto: "Algún día habrá que llevar al Código Penal a aquellos que hacen todo lo contrario de lo que prometen…". El profesor Fernando Casas le ha demostrado cómo sus palabras no son avaladas por los hechos, ni en el caso del tren ni en muchos otros. Luego que no nos venda ahora la milonga de la inversión esa del Toro Verde a tres años vista (2025). ¡Venga ya!
No había hecho la primera comunión Emiliano y ya era del PSOE, aunque en ese momento no lo supiera. Se fue haciendo mayor al lado del más adelantado de los druidas de la política, un tal José Bono, palabras mayores. No es ni un advenedizo, ni un loco, ni un ambicioso sin escrúpulos, sino un profesional de la política con el olfato de un perro pachón, como le ha descrito hace unos día otro periodista, Agustín Valladolid. Éste advierte que cuando alguien así se tira a la piscina, o se trata de la reacción natural del que ve cómo el fuego avanza imparable, o estamos ante un movimiento de blindaje de quien, legítimamente, no está dispuesto a que sean otros los que arruinen sus aspiraciones. O de ambas cosas a la vez. Y, queridos amigos, en Cuenca no podemos admitir que esto continúe, ya que de lo contrario la juventud se habrá ido -como lo ha hecho la más valiosa- y quedaremos aquí los viejos y mayores sin fuerza para empujar el tren del desarrollo avanzado.
Quiero decir con esto que resulta inexcusable en el ciclo electoral que se avecina cambiar las personas que nos "malgobiernan", suplirlas desde CRe por otros líderes políticos más entendidos en materia de transformación social y de emprendimiento económico. Lo que significa que, con presteza, debemos buscar a la persona idónea para ocupar la plaza vacante de Líder identificable de esta nueva dirigencia. Los expertos en psicología del votante así lo aconsejan, y, entre todos ellos, el más destacado: Daniel Eskibel.
El profesor Santiago Delgado Fernández hizo una propuesta de síntesis sobre el concepto y el estudio del liderarzgo político, que me ahorra disquisiciones y permite entender mejor esta demanda (ver aquí). En su trabajo publicado en la revista de Psicología Política, tras reparar en algunas de las definiciones dadas sobre el liderazgo y exponer los enfoques de estudio más comunes, concluye haciendo una propuesta propia de síntesis que resulta útil para la comprensión del liderazgo político entendido como proceso; en ella se tienen en cuenta elementos tales como: la trayectoria vital, incluyendo los rasgos personales, el entorno y la situación para el ejercicio del liderazgo político; el pensamiento, el proyecto y la agenda política del líder; la presencia y el papel de los seguidores y, por último, la acción política como espacio para la legitimación del liderazgo. Pues bien, en la fragua interna de CRe estamos trabajando para dar rostro a esa cabeza tan necesitada.
Obviamente, y desde aquí, tiendo mi mano a la colaboración de cuantas mujeres y hombres "de Cuenca" se sientan tentados en ayudar a personificar que ese/a líder entre en la forja. Gracias de antemano.
28/09/2022 en Actividad de partidos políticos, Actualidad, Administraciones públicas, Ciencia, Cine, Cultura, Deportes, Economía y Empleo, Gastronomía, Gestión parlamentaria, Gestión urbanística, Historia, Juegos, Libros, Medio Ambiente, Medios de Comunicación, Música, Partidos políticos, Política, Religión, Sociedad, Televisión, Transportes, Viajes, Web/Tecnología | Enlace permanente
No era una broma, no. Los chupópteros del voto y desafuero del poder -Page y cía- ni se lo imaginaban, ni pueden todavía creerse el éxito de la resistencia cívica desatada contra ellos y que se ha ido desarrollando en su primera fase con los plantes (hasta 8, por ahora, y veremos...) en protesta por el cierre del tren convencional Madrid-Cuenca-Valencia.
En medio de toda esta articulación, ayer nos ha llegado la buena nueva del Comunicado de Cuenca Ahora (ver aquí). Una dicha autenticada por el hecho de que la noticia sobre el ferrocarril salga en TVE (ver aquí), lo que da muestra de la importancia de la misma. Algo que, como bien dice esta asociación, ratifica y da impulso a la acción de la reconquista de este tren, es decir, "todavía no ha acabado la partida".
Hay que apoyar íntegramente a "Cuenca Ahora" y hay que hacerlo con unidad, generosidad y compromiso total. Estos atributos están ensamblados a un crucero jurídico que, como explica la notificación aludida, inició la agrupación el pasado mes de junio al crear un equipo experto en Derecho entre sus socios juristas, con el fin de estudiar e interponer un sólido recurso contencioso-administrativo ante la Audiencia Nacional, tras la publicación en el Boletín Oficial del Estado la Resolución de la Secretaría General de Transportes y Movilidad de actuación para el desarrollo de un proyecto integral de movilidad, desarrollo territorial y transformación urbana, por el que se establece el Protocolo para adecuar el tramo de la línea de ferrocarril convencional Tarancón-Utiel a un uso social distinto, previo cese del servicio de viajeros.
Desde el primer momento la asociación, sigue diciendo en su comunicado, ha considerado a la Audiencia Nacional la jurisdicción competente para interponer dicho recurso. De esta forma, Cuenca Ahora planteó que la resolución administrativa afectaba a tres Comunidades Autónomas contra el Protocolo del Gobierno que, como su texto indica, es considerado como "el marco de actuación de las distintas Administraciones Públicas firmantes del mismo para la celebración de los distintos instrumentos y convenios que resulten precisos para lograr los objetivos suscritos en el Protocolo, lo que lo convierte en un acto administrativo totalmente recurrible por una Asociación ciudadana que tiene como fines la defensa de la provincia de Cuenca, sus gentes y la lucha contra la despoblación".
Ahora, la Audiencia Nacional ha admitido a trámite ese recurso contra el protocolo del Gobierno sobre el cierre y desmantelamiento de la línea de tren Tarancón-Cuenca-Utiel. Y el Gobierno tiene actualmente 20 días para remitir el expediente administrativo al tribunal, que también deberá ser enviado a Cuenca Ahora para formalizar la demanda y realizar las posiciones jurídicas que amparan la pretensión de la asociación.
De esta manera, como agrega la asociación, la Audiencia Nacional se considera competente en la materia y la Disposición recurrida susceptible de recurso. Por ello, Cuenca Ahora solicitará, como medida cautelar, la suspensión de la aplicación del Protocolo del Gobierno, en especial las medidas más lesivas e irreversibles como el desmantelamiento de las vías ferroviarias. ¿Se enteran políticos buñuelos del PSOE afectados? Frente a estos, el merecido aplauso que se ha ganado la actuación de Cuenca Ahora debe ser reforzado con una Fase 2, sustitutiva de la espiral de plantes frente a la Casa del Pueblo.
Hay diversas fórmulas en Ciencia Política para apoyar la decisión de Cuenca Ahora de mostrar su total disposición a recurrir, uno a uno, todos los instrumentos y convenios que desarrollen y apliquen el Protocolo del Gobierno. Y una prescripción está en el aditamento de una Gran Mesa en favor del protocolo contra el desmantelamiento del Tren Regional Madrid-Cuenca-Valencia. Una receta sencilla, gratuita y con enorme poder, ya que consiste en confeccionar un pliego de firmas con el nombre y DNI de los ciudadanos que apoyen esa aplicación, tanto digitalmente como en papel; haciéndolo pueblo a pueblo y en las tres Comunidades autónomas afectadas: Madrid, Castilla-La Mancha y Valencia.
Aquí dejo la idea. Un boceto que se puede encontran en cualquier manual de Gestión Pública encarada a la optimización de recursos en favor de los ciudadanos, con el fin de que estos bienes, fuera de la intermediación partidista, se utilicen con honestidad, eficiencia, eficacia y que cada ciclo gubernamental pueda aportar un avance significativo en la mejora de las condiciones de vida de la sociedad.
La sociedad civil tiene que estar presente y actuante para que la propuesta sea una realidad. Contra el olvido de Page y su corte temática de toreros en verde, los ciudadanos tenemos muy claro que elegimos a nuestros mandatarios, pero no les otorgamos patente de corso para que actúen como les venga en gana, sino en base a objetivos y compromisos previos, claros, medibles y exigibles. Por descontado, sin perder nunca la vista en un sistema verdaderamente libre, participativo y responsable.
La única forma de lograrlo es con una participación ciudadana activa y decidida. El núcleo de la filosofía política de esa "fase 2" propuesta se encuentra en las siete razones argumentadas por Rafael Olivares García[1], director del Centro para la Evaluación del Desempeño Gubernamental CEDeG.
A todo lo cual podríamos añadir el significado del acto de perseverar y terminar lo que se empieza. Esto encarna materializar las intenciones. Muchas veces, tomamos una iniciativa, y puede que incluso demos el primer paso algún fin de semana donde la suerte nos sonría. Sin embargo, al primer indicio de adversidad, cansancio, aburrimiento o ajetreo, tiramos la toalla como si nada y dejamos que la iniciativa se llene de telarañas en el garaje (mental, metafórica o literalmente) por el resto de la eternidad. El acto de perseverar y terminar lo que se empieza implica romper con ese ciclo tan común y asumir el control de nuestra vida. Implica tomar las riendas del destino y convertir el “algún día” en “hoy”. En ello hemos estado y estamos los materializadores de los plantes, que hasta no lograr que nos devuelvan lo que es nuestro (el tren) seguiremos con las múltiples tácticas del arte de perseverar, enseñadas por Peter Hollins[2].
[1] Olivares García, Rafael. La Rebelión Ciudadana: Manual para construir un gobierno municipal ciudadano apartidista (Spanish Edition) (p. 103). Edición de Kindle.
[2] Hollins, Peter. Cómo terminar lo que empiezas: El arte de perseverar, pasar a la acción, ejecutar los planes y tener disciplina (Peter Hollins Español nº 3) (Spanish Edition) (p. 6). Edición de Kindle.
El escritor y periodista, que acaba de publicar el libro 'Tierra vieja', considera que en España hay un supremacismo urbano por parte de los habitantes de las ciudades, que están "muy crecidos" y miran por encima del hombro a las personas de pueblo.
Antonio Pérez Henares.Guillermo Mestre
Noticia publicada en HERALDO, el 8/5/2022 (ver aquí)
El periodista y escritor Antonio Pérez Henares considera que el término 'España vacía', generalizado al hablar del problema de la despoblación de las zonas rurales del país, es un "insulto" de las personas que viven acomodadas a los usos y costumbres de la ciudad, como define la Real Academia en su diccionario a los urbanitas.
'Tierra Vieja', una novela histórica sobre la vida de sus antepasados castellanos en los siglos XII y XIII, es el nuevo libro del escritor nacido en Bujalaro (Guadalajara) en 1953. Pérez Henares critica a los urbanitas por ir a "las tierras de España, ese inmenso territorio, como si fuera una postal o con afán de medrar a base de engañar".
En la España rural "vive gente que lo labra, siembra, pastorea, resiste, cuida y lo conserva. Necesita muchas cosas, pero monsergas y políticos en reata a la caza de poltrona eso desde luego que no", afirma.
Preguntado por si esa tierra vieja que da el título a su novela sería en la actualidad la España a la que se denomina comúnmente como despoblada, y si está de acuerdo con el término de 'España vacía', el periodista asegura que ese término no es otra cosa sino "un insulto de urbanitas sobrados de soberbia y fatuidad, amén de una gatera de aspirantes a caciques".
Según Pérez Henares, se da en España un supremacismo urbano por parte de los habitantes de las ciudades, que están "muy crecidos" y miran por encima del hombro a las personas de pueblo. "El intento de imponer sus delirios y doctrinas es cada vez mayor. Lo de la queja porque un gallo cante y moleste, el relax del 'guerrero asfáltico', amén de caricatura, es punta del iceberg de acoso al mundo y medio rural", considera.
El lector de 'Tierra Vieja' se sumerge en una novela que rememora los lugares donde comenzó a formarse nuestro presente gracias a la labor de héroes anónimos que forjaron la historia de España poniendo en juego sus vidas en un periodo marcado por la Reconquista.
Sostiene Pérez Henares en su novela que la semilla de la nación española brotó de pasiones, amistades, rencores, pueblos y vivencias. "Surgió esencialmente de una voluntad y un sentimiento común de las gentes", apunta.
Al comparar aquella época con la actual, y a la pregunta de si puede la polarización política de hoy, los rencores entre territorios o la dependencia del Gobierno con fuerzas independentistas echar por tierra esa unión, el autor considera que esta no es la primera vez que se pretende "envenenar" esa semilla. "El riesgo es evidente, pero creo que se menosprecia la fuerza oculta y enraizada de esta nación y de este pueblo".
Para escribir 'Tierra Vieja', Pérez Henares ha preferido rescatar las historias de los hombres y mujeres del pueblo llano, en lugar de gloriar a reyes, nobles o guerreros. Explica que la gente de a pie, "héroes" de entonces, vivía "en la dura frontera medieval con los dominios islámicos, con una mano en la estiba del arado y la otra en la lanza", y a la par subraya que los héroes de ahora "son quienes labran, sudan, cosechan y sufren para sacar adelante sus explotaciones, con costes cada vez mayores y recibiendo cada vez menos por ello, aunque luego en los mercados se pague a precio de oro lo que ellos han cultivado".
El escritor de Bujalaro empapa el libro con el "principio de dignidad" para referirse a "las gentes de a pie, de toda España", una dignidad que se mantiene hoy presente en los pueblos con "su aguante, su ayudar al que está al lado". "Lo que pasa es que acabamos por creer que la realidad es lo que nos sirven a todas horas en los platós de la telebasura y que las piaras que por ellas se revuelcan son los referentes a los que imitar", señala.
También recorre el libro una fuerza que "siempre pugnaba por renacer y rebrotaba" la tierra vieja. Sobre si cree que este fenómeno se dará en el futuro, el periodista se expresa un "poquillo optimista", tanto en lo real como en lo metafórico, pues "la resistencia y la respuesta es cada vez mayor" en los campos y en las mentes.
"No rendirse es ya una heroicidad. Pero hartos, muy hartos, sí que están. Lo demostraron en la manifestación más impresionante que ha visto Madrid en los últimos años. Más de medio millón" de personas que protestaron en las calles de la capital el 20 de marzo, recuerda.
Al mismo tiempo, se queja de que los medios, a su juicio, prestaron poca atención a la protesta. "Si hubieran sido un par de docenas montando una astracanada animalista o haciendo una 'performance', hubiera habido un montón de cámaras y durante un mes hubieran hablado de ello en las tertulias", lamenta.
Pérez Henares destaca que los personajes de 'Tierra Vieja' fueron "hombres libres" porque lucharon en "peligrosas fronteras para poderlo ser" y para alcanzar "sus fueros, sus derechos, acceder a la propiedad de una tierra y poderla trasmitir a sus hijos".
Tiempos en los que tenía una importancia capital la religión, que de la Edad Media se adaptó al Renacimiento, pero que -admite- ha perdido mucho fuelle. Preguntado por si la religiosidad ha dado paso a una fe distinta movida por las ideologías, el periodista no duda al manifestar que, "en efecto, ideologías, pero no las clásicas, pues el marxismo, aunque se proclame, está también ya caducado", han ocupado ese espacio: "Este popurrí de ismos de obligado cumplimiento, modas convertidas en dogmas, son el sustitutivo. Lo expongo con preocupación y desde el agnosticismo religioso personal. Es un escenario preocupante y que da vértigo".
"Ahora en Europa nos asomamos a una situación inédita en la historia de la Humanidad. Desde el paleolítico Dios ha estado ahí y ahora empieza a no estar. Es algo que no ha sucedido nunca y que, además, solo sucede en este estadio y zona de civilización que es la nuestra", describe. Con esta novela, Pérez Henares dice haber "aprendido a recordar lo que no se debe olvidar jamás".
Por eso, la promoción del libro incluye la sentencia de que España nunca quedará vacía mientras se recuerde su historia, una confianza que puede venirse abajo si en las aulas la Historia no deja de perder peso. "Lo que está sucediendo con la educación en España y este Gobierno está perpetrando contra las generaciones futuras, es una aberración y una atrocidad. Un crimen contra nuestra historia, nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra raíz. Revertirlo es algo de extrema y absoluta necesidad", considera.
Ubicada temporalmente entre los siglos XII y XII, y geográficamente en la frontera de lo que hoy es Extremadura, las alcarrias, los ríos Tajo y Guadiana, la novela recuerda la trascendencia de Castilla, "el territorio donde se decidió entonces el futuro y la historia". Por ello, el escritor cree que lo ideal ahora no sería "pensar cada uno por separado y haciendo de cada Comunidad una taifa y de cada preboste un emir",
Juan Andrés Buedo describe plenamente en este ensayo la coyuntura política, económica, sociodemográfica de la Comunidad de Castilla-La Mancha en el momento presente, aplanada por el déficit de gobernanza de García-Page y todo su equipo.
Se encuentra distribuido en una amplio número de librerías de toda España, que pueden visitarse en los enlaces sacados de aquí.
ISBN/13: 9788411288163
Num. Páginas: 402
Tamaño: 150 X 210 mm
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Año de publicación: 2022
Editorial: Grupo Editorial Círculo Rojo SL
Categoría: Ensayos literarios
Introducción
ORIENTACIONES PRELIMINARES PARA UN TIEMPO DE CAMBIO
El 21 de febrero de 2021 abrió La Vanguardia de Cuenca una serie de artículos especializados que, a la sombra del título genérico de La corrala de Page, arrancaba con el conjunto de premisas que marcan desde 2019 los actos y las determinaciones de la actualidad política en la comunidad autónoma presidida por el citado regidor. Me refiero concretamente a la versada opinión que Eulalio López Cólliga, exdiputado provincial de Cuenca, transmite semana a semana al presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Un conjunto de apreciaciones y valoraciones bien aquilatadas, sabiamente emplazadas y ordenadas según el discurrir de la coyuntura sociopolítica de esta región y su entronque con la general de nuestro país.
Ambos eslabones me han convencido de la necesidad de realizar un dictamen politológico como el realizado a continuación. Despega este con las consideraciones formuladas en la cuarta crónica de la corrala, con cuyos preceptos vamos a arrancar esta introducción.
Si observamos las encuestas del CIS desde 2019, año en que se encendió en ese sacrosanto lugar sociológico la denominada cocina de Tezanos, se observa que ninguno de los líderes políticos españoles llega al aprobado en la valoración de los ciudadanos y los niveles de confianza resultan similares. No es que este fenómeno resulte nuevo, puesto que desde 1996 los datos del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas indican que la desconfianza hacia la política es casi una situación permanente, solamente superada en momentos muy puntuales por otros aspectos como las expectativas.
Según remarcó Leticia Rodríguez Fernández, docente y directora del Grado en Comunicación Corporativa, Protocolo y Organización de Eventos en la Universidad Nebrija, cuando se constituyen los gobiernos, las decisiones tienden a comunicarse desde la perspectiva partidista e incluso se ficciona el relato si puede hacer daño a la reputación del Gobierno. Nada nuevo, aunque ácido y provocador de mal cuerpo cuanto más cercano se nos aparece. Este es el caso de las Noticias CMM, un boletín obsequioso con Page y su corrala.
En 1992, el sociólogo Steve Tesich hacía alusión al concepto de ‘posverdad’ al referirse a una sociedad que aceptaba la mentira en política, ya que esta servía para protegerles de algo más aterrador: la verdad. Los políticos de la posverdad son líderes capaces, por ejemplo, de crear narrativas que nieguen el cambio climático a pesar de las evidencias científicas. La política (opinión pública y narrativa de los medios) se ha desconectado casi por completo de la política legislativa. Se recurre al impacto fácil y rápido que motive la interacción y se utilizan en ocasiones campañas de propaganda negra para desprestigiar al contrario. La microsegmentación es extensible también a la comunicación en otros medios. Así, los políticos terminan dirigiéndose únicamente a sus audiencias sin confrontar ni preocuparse por los discursos de otras formaciones ni sus potenciales consecuencias sociales. Acudir a la CMM en horario de noticias es la demostración más clara de lo que termina de indicarse. Existe una constante partiditis crónica que deriva de los hiperliderazgos: los partidos tienden a ofrecer una única voz, una única referencia válida o a lo sumo dos. Se minimizan las voces disidentes dentro del partido y el resto de los miembros, bajo estrategia coral, refuerzan el mensaje del dirigente. Estos líderes son capaces de depurar los problemas de los partidos y resultan además difíciles de sustituir, circunstancia que propicia el populismo.
Esto aconseja demandar cierta responsabilidad social en la política que vaya más allá de los objetivos partidistas, que busque el bienestar de la sociedad. La comunicación debe ser una herramienta al servicio de la política, una herramienta que aproxime las autoridades a la ciudadanía y nos ayude a entender los objetivos y propósitos de quienes nos gobiernan. Los medios de comunicación, todos, tienen tendencias políticas en sus noticias, con un favoritismo y apoyo recíproco que es evidente. Por esto la objetividad ha de ser el estandarte a la hora de emitir la información política, puesto que en una democracia parlamentaria como la nuestra el pleno funcionamiento de las instituciones y la independencia de poderes son premisas para que el sistema político funcione de manera sana, justa y ética.
El poder legislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial deben ser independientes entre sí y tener una cantidad de poder equivalente. Uno no debe apoderarse del otro, tampoco influenciar el trabajo del otro. Sabemos cuán difícil es y hay cientos de casos de relaciones promiscuas entre los poderes. En ese escenario, la prensa debe ejercer la función de traer información al ciudadano común sobre el funcionamiento de los tres poderes. Al final, en teoría, el pueblo es responsable de poner a esas personas allá ante todo. La prensa se convierte, como dicen algunos teóricos, en el cuarto poder, una institución por sí sola cuyo deber es fiscalizar a los demás y garantizar el funcionamiento saludable de ellos para la población.
Desde los tiempos de José Bono, en Castilla-La Mancha existe una sobreabundancia de la política de álbum familiar, como se denomina a esta fórmula predominante en toda la región, y que constituye uno de los elementos principales, por ejemplo, de la recesión económica conquense ―que no se corresponde con su nivel de renta, más alto―. Parece mentira que habiendo dinero potencial en Cuenca (ya lo dijo un inteligente y joven delegado de la Agencia Tributaria que hace unos años estuvo ahí destinado), se emplee tan mal este, y se invierta ―o peor, no se haga― de una manera tan torpe, como Eulalio López Cólliga viene denunciando con perspicacia y puntualidad en cada uno de los referidos capítulos publicados en La Vanguardia de Cuenca. Pero esto hay que entenderlo ―no justificarlo, ni mucho menos admitirlo―: a nivel privado, los conquenses, que poseen un sentido del ahorro emulgente, austero, de corto alcance y sin someterlo a grandes riesgos, administran sus hogares mejor de cómo lo hacen los representantes políticos elegidos.
La causa de esto último radica en la ley de hierro de Robert Michels. Así lo explica en su gran obra Sociología del partido político en la democracia moderna. Estudio de las tendencias oligárquicas de los grupos políticos (1911). En ese libro se formulaba la llamada ley de hierro de las oligarquías, es decir, la conclusión empírica de que la tendencia hacia la oligarquía es inherente a todo partido organizado. De donde se deduce que la democracia, entendida como gobierno por el pueblo, es irrealizable; siempre gobierna una minoría. Michels se inscribe en la escuela elitista de Mosca y de Pareto, dos gigantes de la sociología política. Como explica el profesor Linz[i], las objeciones esgrimidas contra la ley de hierro son principalmente semánticas; pero los hechos no han cesado de confirmar los enunciados de Michels: los partidos se oligarquizan, los dirigentes son cooptados desde la cúpula, los políticos se burocratizan, y sus intereses prevalecen sobre los generales. Cualquier observador de la sociedad contemporánea comprueba la veracidad de las conclusiones de Michels. Esto revela el general descrédito de los partidos y los altos porcentajes de abstención electoral.
A la ley de hierro de las oligarquías, trasladada al momento presente y circunscribiéndola a Castilla-La Mancha, cabe rotularla como simple y befa corrala política, que gira alrededor del amo de llaves: Emiliano García―Page, alumno disciplinado del expresidente de la comunidad autónoma José Bono, portador muchos años del prontuario de este y acostumbrado a actuar con las exinanidas recetas y procederes del maestro. Su principal emblema es la palabra, la sonrisa y la promesa; mientras olvidan él y los más próximos, sin embargo, que lo que espera la gente de los políticos está en que hagan su trabajo y les dejen en paz, es decir, que hablen de sus cosas lo menos posible. A la mayoría de los ciudadanos les da igual si los rojos y los morados son amigos o no, si los azules y los naranjas se van de copas al salir del pleno/Cortes de C-LM o si los violetas y los verdes se rayan el coche cuando hay ocasión. La prueba está en que, como destacó hace ya unos años la periodista Araceli R. Arjona, por mucho que se empeñan en tirarse públicamente los trastos a la cabeza cual marujas, aún no tienen espacio fijo en los programas del corazón. Se supone que son empleados públicos, no gente de la farándula y, si acaso tienen color, ese es el gris.
Existe un envilecido e irrespirable cobertizo, un mal invento transmitido a través de las frustraciones ideológicas nacidas con el neoliberalismo y sus traumas, al que dicha comentarista prefirió llamar «patio de corrala de hombres con corbata», un artificio bochornoso que ha terminado por denominarse crispación política. Compone esta un simulacro que está minando la fe de los que todavía creen en ellos y ha convertido España en un país en perenne y machacona campaña electoral. Un hastío, vaya. Da igual si miras a Madrid, a Barcelona, a Toledo o al ayuntamiento de tu pueblo. Si en la calle aumenta la violencia, en los parlamentos se ha puesto de moda el insulto y la mentira.
Poca pedagogía política realizan los caminantes de la corrala, olvidadizos de programas al tiempo que manteros representativos de dudosa calidad o cortos pasos, demasiado acostumbrados a desdeñar el punto básico de la dedicación de un político: dejarse la piel al gestionar las obras de tu calle, las inversiones de tu región, agilizar la subvención del colegio de tus niños, etcétera. Y pretenden que, mientras ellos se deciden ―tarde y a menudo mal― a hacer eso por lo que se les paga, los demás andemos armando el puzle de las lindezas que se intercambian.
Unas indelicadezas que los electores estamos obligados a recordar antes de depositar nuestro voto, puesto que política y mentira suelen ser buenas compañeras. El problema, sin embargo, es que los políticos de hoy mienten con torpeza; seguramente, a no pocos les haría bien recordar las recomendaciones que algunos sagaces británicos dejaron escritas allá a principios del siglo XVIII[ii]. Estas premisas incitan a la lectura de El arte de la mentira política, un opúsculo satírico atribuido a Jonathan Swift, aunque en realidad es un panfleto (de 1727) cuya autoría corresponde a un amigo suyo, John Arbuthnot, que se sirve del humor para desplegar su crítica contra la política en la Inglaterra de fines del siglo XVIII, en particular, la practicada por los whigs, los liberales. Sobra decir que Swift y su amigo eran tories, conservadores. La confusión ha empujado a hacer pasar por académica la famosa definición de la mentira política cuando es una humorada. La definía como «el arte de convencer al pueblo, el arte de hacerle creer falsedades saludables, y ello con algún buen fin». Andrés Betancor nos evitó aguantar carros y carretas poniendo las cosas en su auténtico lugar: «La mentira, convertida en política y ensalzada como estrategia ganadora, es la que cava aún más la fosa de la legitimidad de las instituciones»[iii].
Ante este peligro, resalta Betancor que el humor siempre ha sido una poderosa arma de crítica social y subraya que acierta Arbuthnot cuando, al ridiculizarla, caracteriza a la mentira política como un arte; el arte de las «falsedades saludables». Reivindica, como buen tory, el derecho del pueblo a mentir. Rechaza que sea un monopolio en manos del Gobierno, máxime cuando afirma que el pueblo no tiene un «derecho a la verdad política». No tiene este derecho, pero sí, en cambio, el derecho a mentir, a difamar, a calumniar a los políticos. Recomienda, por último, cómo ha de ser la mentira que se difunde entre el público a fin de animar y alentar al pueblo: «Es necesario que no supere los grados habituales de verosimilitud». Y «no es el mejor medio de hacer creer algo al pueblo el quererle hacerle tragar mucho de golpe; cuando hay demasiados gusanos en el anzuelo es difícil atrapar a los peces».
Observado esto, conviene acogerse a las explicaciones de Betancor, catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad Pompeu Fabra, que nos sitúa en el buen camino aclarando que la credibilidad es esencial, puesto que ofrece la apariencia de verdad, semblante que permite a la mentira servir de tapadera. De aquí que Cervantes le hiciera decir a Don Quijote que «tanto la mentira es mejor cuanto más parece verdadera, y tanto más agrada cuanto tiene más de lo dudoso y posible». La mentira atrae al mentiroso tanto como engaña al mentido porque, como decía Charles Baudelaire, «tu mentira me embriaga, y mi alma se abreva».
De hecho, como es bien sabido, en el mundo contemporáneo, este que hemos dado en llamar de la posverdad, la mentira política ha superado, tanto en gravedad de sus contenidos como en el alcance de su influencia, todo cuanto Jonathan Swift, esta vez sí, en una obra de su autoría, Los viajes de Gulliver (1726), le ponía en su boca: «Le dije que un primer ministro, o ministro presidente, ... era un ser exento de alegría y dolor, amor y odio, piedad y cólera, o, por lo menos, que no hace uso de otra pasión que un violento deseo de riquezas, poder y títulos. Emplea sus palabras para todos los usos, menos para indicar cuál es su opinión; nunca dice la verdad sino con la intención de que se tome por una mentira, ni una mentira sino con el propósito de que se tome por una verdad».
No puede pasarse por alto que los ciudadanos, atónitos, asisten al espectáculo de la desvergüenza. Y de la falta de respeto: el máximo atentado a la dignidad del ciudadano. Se nos niega, como veremos en muchos episodios recogidos a lo largo de estas páginas, el reconocimiento de que nuestra opinión, nuestro perdón, es importante para el gobernante. «Me engañan, no me piden indulgencia y, además, me quieren convencer de que nunca ha existido la mentira», afirma Betancor. Se revierte así en nuestra contra el proceder desvergonzado del gobernante. Los silencios de García Page a los escritos dirigidos por Eulalio López Cólliga lo dicen todo. Nunca ha tenido el presidente castellanomanchego una sola palabra de contrición en su angosto martinete de mala administración, asentado en el apartado de El presidente responde[iv], sin hacerlo salvo en contadas ocasiones y tambaleando la verdad política con unas respuestas simples, mondas y descalzas.
Este proceder alimenta el descrédito de las instituciones y el alma que le da vida: la política, concluye Betancor. Obra de esta manera abre paso al demérito de la política y de los políticos: «Más gasolina al incendio que se vive en España en el peor momento posible. Y luego se extrañan del incremento de la ultraderecha. Son ellos los que la alimentan creando un círculo “virtuoso” en el que frente-populismo y ultraderecha se necesitan para seguir creciendo».
Sin verdad no hay confianza, afirmaba el historiador Timothy Snyder, en su libro El camino hacia la no libertad[v]. Y ¿cómo puede existir y funcionar un Estado democrático de derecho sin confianza cuando es la seguridad la que le da sentido? Una respuesta que necesita sacar de la acción política casos como los que veremos en los distintos capítulos de este libro, desenvuelto en la metafísica de que la mentira, convertida en política, ensalzada como estrategia ganadora por los ciegos que ignoran, con avaricia, la historia de España es la que cava aún más la fosa en la que se va enterrando poco a poco la legitimidad de nuestras instituciones. Precisamente, aquellas que nos salvan de la barbarie y en mitad del ataque de los bárbaros. «Tu mentira me embriaga, y mi alma se abreva en el odio y la sinrazón; en la desunión. Tu mentira es la enemiga de la democracia», proclama el profesor Betancor.
Tenemos que ser conscientes de que hemos contraído el virus autonómico y de este no puede sacarnos el gobierno de Page, que forma parte de la frívola e inane casta autonómica, en los términos tipificados por Sandra Mir y Gabriel Cruz[vi], que en 2012 decían tajantemente: «Ambulancias que no se mueven, policías que se persiguen, incendios que no se apagan, escuelas que confunden… para darnos cuenta de esto, lo mejor que nos podía haber pasado ha sido la crisis. La estela que va dejando a su paso es como un detergente que limpia los colores con los que se camuflaban las mentiras que durante muchos años nos hemos ido tragando. La crisis nos ha dejado en punto muerto, así que hemos hecho una ITV a fondo de este país, y con mucho sentido del humor le vamos a contar a su dueño, que es usted, que tiene mucho más que pérdidas leves de aceite». Han pasado diez años y el escenario perdura, como nos ha dejado ver la presencia, los atributos y las entrañas más destacadas de la pandemia de la COVID-19. La inspección técnica de las heridas causadas por esta gran plaga, que publiqué[vii] meses atrás como esbozo sociológico, es otra causa inductora de la estructura y el contenido del presente libro, encarado a mostrar los cambios que ha ocasionado esta pandemia y el alcance en los modos de vida, de la convivencia y la producción. Hechos que afectan también a la propia democracia, conmovida por estos cambios, los cuales perturban sus instituciones, tanto en su funcionamiento como en sus distintos controles.
Como ha indicado el controvertido presidente del CIS, José Félix Tezanos[viii], la vida política va a quedar condicionada durante bastantes años «por la forma en la que determinados países hemos reaccionado ante las amenazas de la pandemia». Igual que sucedió en épocas no lejanas de conflictos bélicos, se ha realizado un descomunal esfuerzo económico. De aquí que resulte muy necesario entender lo sobrevenido entonces y extraer las conclusiones más pertinentes para encarar los horizontes de salida de esta pandemia. Va a dejar esta unas sociedades gravemente heridas en el plano humano, económico y laboral, y, a la par, «transformadas en el plano emocional y en lo concerniente a las actitudes sociales y las valoraciones políticas», pronostica el mentado profesor. Por esto mismo ―pienso como él― es importante la edificación de unas políticas poscoronavirus con mucho conocimiento de causa y, en paralelo, que sean conscientes de los nuevos estados de opinión y de las reivindicaciones ciudadanas irrumpidas. Ya no cabe más política contraproducente.
Lleva la sociedad enfrascada desde mediados del siglo XX y principios del siglo XXI, actualmente y en un futuro próximo, en lo que se conoce como El cambio, en general, que está influyendo en todos los estamentos de la vida social y a nivel personal; y que nos obliga, según los estudios de Juan Ferrer[ix], a replantearnos constantemente nuestras ideas, nuestros hábitos, nuestros trabajos, nuestras relaciones sociales y nuestras costumbres. En definitiva, nos obliga a reinventarnos cada día si no queremos quedar relegados y al margen de la sociedad y de nosotros mismos.
Desde finales de los años 60 del siglo pasado, se han producido tantos cambios y tan rápidos que la sociedad, al igual que las personas, han tenido dificultades para digerirlos e ir adaptándose paulatinamente a un cambio permanente y acelerado, provocando transformaciones radicales y disruptivas tanto en la sociedad como en las personas. Esto conlleva una metamorfosis en la forma de pensar y, más importante aún, en las actitudes, en las costumbres de la gente y en sus comportamientos. En estos instantes, es preciso añadir los profundos cambios ocasionados por la pandemia, cuyas consecuencias sobre la salud y la vida de millones de personas ha acarreado un nuevo régimen de prioridades en el debate público.
El profesor Daniel Chernilo[x] ha elaborado una contextualización socio-histórica de la irrupción, expansión y posibles consecuencias a medio plazo de la crisis global del coronavirus. En ella mantiene que la dimensión sin precedentes de la crisis gatillada por el coronavirus se debe al desanclaje entre tres dimensiones fundamentales de la vida moderna: (a) una economía genuinamente global y con una capacidad casi irresistible de movilizar recursos; (b) instituciones internacionales altamente competentes, pero sin capacidad real de acción autónoma; y (c) estados-nación políticamente sobrecargados de demandas que no pueden satisfacer porque arrastran crisis fiscales desde hace décadas, así como el desmantelamiento de sus políticas públicas y servicios sociales.
Nos está trasladando el coronavirus unas lógicas de comportamiento distintas, sobre todo al particularismo español, demasiado anclado en su «quejumbre permanente y generalizadora», que criticó Julián Marías y que se teje a fuerza de expresiones lastimosas, de queja continua, en efervescencia atrasada y que se evidencia sobre todo en nacionalismos ―todos, los centralistas y los periféricos― de vista corta y paso cruzado, que hemos podido recoger en bastantes movimientos y declaraciones del presidente castellanomanchego. Había y hay otros modos y diferentes fórmulas más eficientes para enfrentarse a estos, a través de la oportunidad que ofrece la pospandemia, ampliando y profundizando la ola solidaria y conscientemente politizada y movilizada que fuerce a los gobiernos a un cambio en favor del bien común, la solidaridad y ayuda mutua. No solo se trata, en palabras del prestigioso profesor, investigador y salubrista Joan Benach[xi], de revitalizar servicios sociales golpeados por las políticas neoliberales mercantilistas, sino también de poner en marcha un proceso de cambio radical que permita hacer frente a la crisis ecosocial y climática que vivimos y, al mismo tiempo, cambiar nuestras vidas individuales y cotidianas para avanzar hacia un mundo más humano y realmente sostenible creando una «economía homeostática», que gaste mucha menos energía primaria y adapte el metabolismo ecosocial a los límites biofísicos de la Tierra.
Lo cual ha de conducirnos a abandonar unos cuantos vértices de la lógica económica y cultural del capitalismo. Por ello, cree esencial dicho sociólogo que la población más crítica y politizada capte profunda y ampliamente que lo que está en juego es el colapso de la humanidad; así observa los cuatro retos principales sobre los que hay que reflexionar y trabajar:
Tras el shock de la crisis, hemos entrado en el shock económico de la pospandemia, y las decisiones políticas por tomar serán el laboratorio social donde se va a jugar el futuro de la humanidad. Será un tiempo de creciente miedo e inseguridad, un caldo de cultivo perfecto para demagogos y neofascistas. Frente a estos hay que prescindir de cuantos atisbos se dirijan a implantar una sociedad tecno-digital autoritaria, que nos acerque a la vigilancia y control implantados en China y otros países asiáticos. La otra vía general que debemos imaginar e impulsar es luchar por una sociedad mucho más democrática, que cuide la vida en todos los órdenes. La COVID-19 nos enseña la importancia de la salud pública y la equidad, así como la necesidad de cuidar a las personas, a la vida y a nuestro entorno, y cuán fundamental es crear una economía que se organice en torno al bienestar humano, el cuidado de la vida y la estabilidad ecológica en lugar de la acumulación incesante de capital.
El nuevo mundo al que nos dirigimos, según ha anticipado el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik[xii], el mayor experto en resiliencia, destapa que nos hallamos ante una crisis existencial, en el sentido en que amenaza la existencia misma de la sociedad tal y como la teníamos organizada. Por esto conviene recordar que en este planeta se han producido cinco extinciones masivas que han destruido hasta el 95 % de las especies vivas. Hemos pasado por glaciaciones y calentamientos. La subida del nivel de los mares ya acabó con plantas, animales y alguna civilización. Cuando las aguas se retiran, encontramos fósiles de organismos marinos en la montaña, o restos de culturas desaparecidas. Pero el ser humano se adapta. Durante los periodos de frío, se hizo cazador; en las épocas templadas, agricultor. Después del coronavirus, habrá cambios profundos, nuevas leyes y valores. Es la regla.
También subraya las cosa positivas que traerá el coronavirus: «Reflexionaremos y discutiremos la manera de construir una nueva forma de vivir juntos. Tenemos la referencia de la peste negra. En pocos años, murieron la mitad de los europeos. Ya no se podía cultivar, no había suficiente mano de obra. Desaparecieron viñedos y campos de cereal. Pues incluso algo tan terrible como aquello tuvo efectos insospechados. La mano de obra de los supervivientes se convirtió en algo tan caro que desaparecieron los siervos. Antes de la peste de 1348, la mayoría de los seres humanos se vendían como parte de la tierra. Las ciudades perdieron población, pero las casas se abarataron y esto facilitó el éxodo rural. Cuando yo nací, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, no había Seguridad Social, ni un sistema de pensiones. Pero después de cada crisis hay cambios culturales. Luego, vistos en perspectiva, los consideramos inevitables, aunque ahora lo que nos llega es confusión y desconcierto. Después del coronavirus, creo que la familia y la pareja se verán reforzadas».
Un podcast de la revista Nueva Sociedad[xiii] percibe que la pandemia llegó para alterar nuestro presente, pero también las imágenes de futuro. Esa publicación digital en audio literalmente afirma: «Si en algún momento el futuro representó la idea de progreso, ahora no parece ser otra cosa que incertidumbre. De pronto, nos descubrimos frágiles. La sensación de pérdida de control sobre nuestras vidas convirtió las imágenes del mundo que viene en una clara amenaza. El temor al avance de un virus que no conoce fronteras se potencia en tiempos en que ya se venían difundiendo múltiples relatos de aletargamiento. Y es allí donde vuelve a aparecer la figura del Estado fuerte como garante del bienestar, pero también del orden. En un intento por aferrarnos a algo, el miedo a lo desconocido puede generar lazos de solidaridad, pero también reacciones autoritarias. En tiempos como estos, toca más que nunca combatir los dogmas y sus efectos políticos para darle lugar al pensamiento crítico. Se trata de pensar qué mundo queremos para empezar a encontrar un nuevo tiempo de lo vivible».
Para divisar esos nuevos tiempos, puede servirnos de gran ayuda también el politólogo y expresidente del CIS Fernando Vallespín. Saca a colación la paradoja de encontrarnos en condiciones excepcionales en casi medio mundo y, con esto, ver las declaraciones y actuaciones de muchos líderes nacionales e internacionales, con lo que no podemos evitar aplicar una misma máxima: ese es un líder, ese no. Su tesis es que, bajo las condiciones de la política normal, la mayoría de los liderazgos son constructos de las estrategias de comunicación, son impostados. Cuando cambian las tornas y se pasa a condiciones excepcionales, se quedan, sin embargo, desnudos. No hay política de comunicación capaz de sostenerlos. Salvo que, y en esto reside la cuestión, tengan ciertos atributos específicos, alguna condición natural, no inducida, que denote su auténtica estatura. A él le ha pasado con las declaraciones de Emmanuel Macron o de Angela Merkel, o las de Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda; y por mí pasa continuamente lo mismo cada vez que observo el ser, el estar, el viajar, el declarar, el justificar, el confundir y el evidenciar los dañados sostenes del tipo de gobernanza llevada a cabo por el presidente, el vicepresidente y los consejeros de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
El fundamento de dicho profesor concuerda con lo explicado por la científica titular del CSIC-IPP, Marta Fraile, a la que no le suena bien la que denomina banda sonora de la gestión de la crisis del coronavirus, donde repiquetea a todo volumen el lenguaje dominante masculino, que tan habitual resulta cuando se trata de la esfera política. Las metáforas que a menudo se escuchan sobre la expansión de la pandemia hacen referencia a la guerra, la ofensiva, el combate o la resistencia en la lucha contra el coronavirus. Alusiones que nos recuerdan a espacios ocupados y protagonizados mayormente por hombres donde se perpetúan los estereotipos de género.
Algunas líderes de varios países del mundo han tomado decisiones contundentes, pero se han desmarcado de ese discurso beligerante. No les ha faltado arrojo y decisión a la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen; a la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, o a la canciller alemana, Angela Merkel, para implementar medidas inmediatas ante la aparición y el incremento de los casos de coronavirus en sus respectivos países. Sin dudas y de forma inmediata. Con declaraciones cristalinas a los medios de comunicación desde el primer momento sobre la seriedad de la crisis y la necesidad de implementar medidas drásticas.
Por el contrario, los grandes fracasados en esta crisis están siendo los «hombres fuertes», los machos populistas y todos los que emprenden la lucha contra el virus como una confrontación bélica. Pero, «si pulimos más la lente con la que los/las contemplamos nos damos cuenta también que hay otra variable no menos importante, la cultura política específica que, para empezar, ha hecho posible que tantas mujeres lleguen al poder», descifra Vallespín. Es el caso de la escandinava o la neozelandesa, también la alemana, donde las pautas de cooperación predominan sobre las de confrontación, esas donde la política ―invirtiendo a Clausewitz― es hacer la guerra con otros medios.
Del abanico de argumentaciones recopiladas, cada día más amplio y variado, trasciende una atisbo que no conviene desdeñar, y es el de que 2020 siempre será recordado como el año del coronavirus, tal y como el año 2008 fue el año de la crisis de las hipotecas subprime o el año 2000 fue el año del pinchazo de la burbuja puntocom. Así lo expresa David González, Director del IDHUS[xiv], que, al darnos una visión de los cambios y avances que tenemos por delante, nos pone en guardia ante la impotencia para eliminar de la psique humana el impacto tan grande que estos eventos tienen sobre todos nosotros y, sin embargo, «son situaciones que sientan las bases para transformaciones más profundas que luego tienden a cambiar las dinámicas sociales, económicas y tecnológicas, en general para bien, aunque eso solo se puede ver y deducir mirando hacia atrás y con un análisis muy amplio de aquello que vino `después´ de cada una de estas crisis». Por esto mismo, dibujar las líneas maestras de la humanidad no es tarea fácil precisamente ahora, cuando todavía no tenemos el beneficio que el tiempo nos otorga para echar la vista atrás y comprobar qué tenemos por delante basándonos en ello.
Lo pertinente, en el instante de ahondar en el estudio de las dinámicas que se han puesto en acción hasta el momento para poder predecir y analizar hacia dónde se dirigen, es indicar primero que se trata de un proceso que, lejos de estar sustentado por bolas de cristal o análisis intuitivos, requieren de una altura de miras considerable para poder tomar la foto genérica de cada una de las áreas que el informe citado incluye, como parte del esfuerzo y trabajo del IDHUS por «avanzarse a los resultados que esperamos surjan de los procesos actualmente en marcha en el conjunto de nuestra sociedad, una vez esta se recomponga de los estragos que la pandemia actual está causando», determina su mismo director. Ahí está justamente el análisis que realiza con detenimiento de las diferentes áreas de vida que pueden verse afectadas por los cambios que están en marcha y, de esta manera, pueda obtenerse una idea global de lo que se nos presenta por delante en estos próximos años. Un análisis, cuyo valor sumatorio junto a otros ―como el que en esta misma obra se ha efectuado―, nos sirva para reflexionar sobre el estado de nuestra civilización y el rumbo que esta lleva.
En todo este encadenamiento de conjeturas, Federico Steinberg piensa que lo más probable es que algunas de las tendencias que ya estaban en curso se refuercen, como la plasmación de los límites y riesgos de la hiperglobalización (que llevarán a cierto repliegue del comercio y a la puesta en valor de algunas industrias estratégicas); el descrédito de las políticas neoliberales (que han dejado a los Estados mal preparados para afrontar la pandemia y han reforzado el individualismo en detrimento del sentimiento de comunidad); el aumento de la desigualdad (derivado de las distintas capacidades de los ciudadanos para aprovecharse de la internacionalización y la digitalización); o el ensimismamiento de Estados Unidos (que por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial ha renunciado durante la etapa final de la era Trump a ejercer un papel de liderazgo internacional y se fue replegando, hasta la llegada de Biden).
Desde los tiempos de Bono y Barreda, el gobierno castellanomanchego ha carecido de lo que se conoce como visión global de la acción política en la intervención autonómica. Esto significa que ha carecido de una fórmula autóctona de pensamiento. Un método por aplicar por la Junta de Comunidades en general y en todo momento, ejercitando el intelecto de todas las fuerzas políticas a levantar puentes entre temas, sobre posibles causas y posibles efectos, sobre un asunto o situación específica. Donde mejor se constata esto es en la información de la televisión regional, la radio pública y una buena ristra de medios de comunicación, que dibujan un serial de crucigramas de réplicas y contrarréplicas entre PSOE y PP sobre el tema dominante en la actualidad de cada jornada.
Genéricamente, la posesión de una visión global de las cosas comprende algo tan sencillo y complejo como saber vislumbrar de forma clara, documentada o intuida las consecuencias y los efectos colaterales de una o una serie de acciones. Basta poner ahora un conciso ejemplo: la tramitación del reto demográfico en Castilla-La Mancha. Como comprobaremos en el extenso capítulo a él dedicado privativamente, los borradores e informes que giran alrededor del Anteproyecto de Ley de Medidas Económicas, Sociales y Tributarias frente a la Despoblación y para el Desarrollo del Medio Rural en Castilla-La Mancha si algo generan en los expertos es una crítica áspera de estos por la tramitación lenta, deslavazada e insegura de un texto que peca de inconexiones y vacíos como consecuencia de la demostrada asincronía funcional que irradia un proyecto sin perspectiva integral. Por el contrario, tener una visión global demuestra un nivel de madurez alto de los políticos que la poseen y asegura una toma de decisiones más certera. Certifica en todo instante que se ha hecho un análisis serio de los riesgos y consecuencias de una actuación, justamente porque se tiene esta agudeza sistémica, que significa que se conoce, no solamente el asunto, sino también su impacto en el entorno. Esto ayuda a comprender una situación con una visión 360° y en tres dimensiones con todas sus implicaciones:
A lo largo de la vida ocurren eventos inesperados, imprevistos, que influyen y cambian de forma radical el curso de nuestra existencia. Para estos lances, es necesario estar mejor preparados, si no de forma física ―pues son imprevisibles―, sí de forma mental y de actitud, de manera que cuando sucedan no nos cojan desprevenidos con las graves consecuencias que se derivan, como se ha visto durante la crisis del COVID-19 en todo el mundo. Juan Ferrer, a la hora de explicar por qué ha habido países que lo han superado mejor que otros, recurre a tres palabras clave en gestión de empresas que se son anticipación, planificación y gestión. Su obra sobre los tiempos inciertos tiene varios capítulos que tratan sobre el cambio y los cambios que se están produciendo en la globalización, en el trabajo, en la economía, el progreso tecnológico, la digitalización, la robótica, el teletrabajo, los jóvenes y su futuro, los cambios demográficos y los seniors, las nuevas formas de relaciones sociales, las nuevas profesiones, las nuevas formas de hacer política... El cambio, como destaca, nos obliga a repensar y a replantearnos nuestras vidas de cara al futuro, ligado a un nuevo paradigma: «Nada es estable y todo cambia».
Este canon ha cobrado lozanía con la amenaza brutal del virus, que «ha despertado en muchos la conciencia de que dependemos unos de otros, y de que solo superaremos esta crisis desde la preeminencia del bien común y desde los principios de la equidad y la solidaridad. O desplegamos políticas públicas que eviten nichos de exclusión social o el virus campará a sus anchas. O nos cuidamos todos o nadie estará fuera de peligro»[xv].
El valor de lo público y el trabajo de sus profesionales asimismo se ha visto reforzado en nuestras sociedades. Una revalorización que nos muestra otros interesantes debates. Por un lado, la confianza en la protección que nos dispensa la sanidad pública debe combinarse con un nivel razonable de responsabilidad individual. Además, aplaudir a lo público requiere repensar el debilitamiento de lo público que han supuesto años y años de recortes, de privatizaciones y de discursos contra los impuestos porque, se decía, «el dinero, donde mejor está, es en el bolsillo de los ciudadanos».
Con la crisis del coronavirus, la democracia se ha quebrantado igualmente. A las instituciones se las ha reprochado casi simultáneamente la debilidad de sus respuestas y el exceso de las excepcionalidades decretadas para el ejercicio de las libertades públicas. Una cosa y la otra, según entiende la revista Temas. La falta de recursos de protección, el déficit de herramientas jurídicas, la descoordinación de los mandos... por una parte. Y, por otra parte, la limitación de derechos fundamentales, como la movilidad y la reunión, con controles insuficientes o cuestionables.
Este periodo excepcional reclama la necesidad de actualizar los mecanismos legales y procedimentales para dar respuesta a tales situaciones con efectividad, con seguridad jurídica, con proporcionalidad y con los contrapesos institucionales adecuados. La pandemia nos ha ido convenciendo de que los desafíos se afrontan mejor desde la unidad y la colaboración leal.
El conjunto de argumentos que se han resumido pasaremos a ampliarlos en los capítulos a los que se da paso, dispuestos para aclarar las amplias debilidades encontradas en el gobierno salido de las elecciones de 2019 en Castilla-La Mancha. Unas heridas a las que hay que poner remedio con presteza y dominio de la situación, porque corre mucha prisa dar respuestas satisfactoria a las demandas derivadas de la pandemia. Esto requiere fabricar nuevos resortes de políticas poscoronavirus, haciendo inevitable frenar el malestar entre los excluidos de la ola de crecimiento económico, consumo y prestaciones sociales mejoradas. Un nuevo enfoque poblado de propuestas programáticas orientadas a brindar las «seguridades sociales y personales» propias de sociedades avanzadas. Aquí se emplaza el epicentro de las políticas inteligentes y tenaces para transformar a Castilla-La Mancha en el ciclo poscoronavirus. Veamos pues.
Introducción
ORIENTACIONES PRELIMINARES PARA UN TIEMPO DE CAMBIO
[i] Juan J. Linz, Michels y su contribución a la sociología política, Fondo de Cultura Económica, México, 1998.
[ii] Jonathan Swift, El arte de la mentira política. Ediciones Sequitur, Madrid, 2019.
[iii] Andrés Betancor, La mentira como político, Expansión, 19 de noviembre de 2019.
[iv] https://www.castillalamancha.es/gobierno/presidente/el-presidente-responde.
[v] Timothy Snyder, El camino hacia la no libertad. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2018.
[vi] Sandra Mir y Gabriel Cruz, La casta autonómica. La delirante España de los chiringuitos locales. La Esfera de los Libros, Madrid, 2012.
[vii] Juan Andrés Buedo, El trance del coronavirus. Un esbozo sociológico de la pandemia. Europa Ediciones, Madrid, 2021.
[viii] José Félix Tezanos, Más allá de las mascaradas políticas, Revista TEMAS, n.º 316, abril de 2021.
[ix] Juan Ferrer, Tiempos inciertos. El Gran Cambio. Edición: http://www.triunfacontulibro.com, 2020.
[x] Daniel Chernilo, El `desanclaje´ entre globalización, sistema internacional y estados-nación, Agenda Pública-El País, 3 de abril de 2020.
[xi] Cfr. la amplia y aclarativa entrevista concedida a www.sinpermiso.info, en 29/03/2020, bajo el titular: Hay que aprovechar esta pandemia para hacer un cambio social radical.
[xii] Carlos Manuel Sánchez, Boris Cyrulnik, neurólogo y psiquiatra: Después de una catástrofe, siempre hay una revolución, entrevista publicada en XLSemanal, en https://www.xlsemanal.com/conocer/psicologia-conocer/20200421/boris-cyrulnik-neurologo-y-psiquiatra-resiliencia-recuperarse-trauma-crisis-coronavirus.html.
[xiii] Vid. ¿Qué pasa con el futuro?, Nueva Sociedad, abril 2020, https://nuso.org/podcast/que-pasa-con-el-futuro/.
[xiv] Instituto IDHUS, Procesos de Futuro: Una visión global del avance tecnológico y social de la humanidad. Ediciones Blurr, Madrid, 2020.
[xv] Editorial, Democracia y pandemia, Revista TEMAS, n.º 315, marzo de 2021.
MANIFIESTO
El pasado 30 de noviembre la secretaria general de transportes y movilidad del Gobierno de España visitó la ciudad de Cuenca, con el objetivo de anunciar el cierre definitivo de la línea de ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia, que será llevado a cabo con la inminente implantación del Plan de Movilidad XCuenca, que deja sin servicio ferroviario de viajeros el tramo Aranjuez-Cuenca-Utiel y que ha sido diseñado con la connivencia de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, la Diputación Provincial de Cuenca y el Ayuntamiento de Cuenca.
Multitud de municipios, colectivos, partidos políticos, sindicatos, plataformas, asociaciones y personas particulares han mostrado su total rechazo a la supresión de los servicios ferroviarios.
Si se cierra la línea de tren nunca se recuperará, se perderá para siempre un servicio del Estado que ha sido de utilidad durante muchísimos años, ayudando a la movilidad de las personas que viven en pequeños núcleos de población, así como a la movilidad de una manera económica a las capitales que atraviesa, y que debería seguir siéndolo con las debidas inversiones de modernización y adaptación a las necesidades de la población. Arrancar las vías del tren es cerrar una puerta al transporte de viajeros y mercancías del futuro.
Pero, en las últimas décadas, coincidiendo con el agotamiento de recursos por parte de la Alta Velocidad, se ha descuidado su mantenimiento, siendo casi inexistente en la última década. Ello, unido a la política de reducción de servicios y horarios en los últimos años, además de los transbordos injustificados, han provocado unas incidencias y aumento de los recorridos que consideramos alarmantes, provocando una disminución de su uso. Además, el pasado 7 de enero de 2021, debido al temporal Filomena, el Ministerio de Transportes, RENFE y ADIF, decidieron un “cierre temporal” del tramo Cuenca-Utiel. Cierre que finalmente se convertiría en definitivo a lo largo del tiempo, pese a las afirmaciones de su arreglo por parte de los responsables políticos.
No podemos quedar impasibles ante el atropello de eliminar una infraestructura tan importante, que vertebra el territorio, que forma parte de nuestro patrimonio, que está amortizada e integrada en el entorno, que siempre ha estado ligada a la generación de actividad empresarial, industrial y social, debiendo ser un aliado para el desarrollo del territorio, además de ser el medio de transporte más ecológico, económico y sostenible.
Por estos motivos la Unión Europea declaró el año 2021 como “Año Europeo del Ferrocarril”. La mencionada inacción ante los problemas de esta línea y la decisión de su cierre contraviene las directrices europeas sobre el desarrollo sostenible y un modelo de futuro encaminado al transporte masivo de personas y mercancías por ferrocarril, de las que España se encuentra todavía muy lejos de los objetivos marcados, y que el cierre de una línea que puede ser estratégica, atenta contra los pilares de la declaración del Año Europeo del Ferrocarril.
a Ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana anunció que el Gobierno de España dispone de 24.200 millones de euros para impulsar la red ferroviaria española, con una distribución equilibrada entre la alta velocidad y la red convencional, con especial atención a la mejora de las Cercanías y el impulso de los tráficos de mercancías. Mientras en otros territorios se apuesta y se invierte en el ferrocarril, en nuestra línea no solo no se invierte, sino que se elimina.
La provincia de Cuenca, la 5ª más extensa de España, se quedaría únicamente con una estación de ferrocarril, (la del AVE a 8 kilómetros de la capital), algo inaudito en nuestro país.
Con el anunciado Plan de Movilidad XCuenca los pueblos de su trazado no ganan nada, solo pierden una importante infraestructura ferroviaria, ya que el transporte de bus a demanda no está funcionando en otros pueblos, y más pronto o más tarde quedará en nada, y además las vías verdes que sustituirán a las vías férreas no están funcionando en otros territorios debiendo ser asumido el mantenimiento por parte de los ayuntamientos, sin tener recursos para ello.
Desde la Agrupación “Pueblos con el Tren”, así como las organizaciones y plataformas que la integran, y demás firmantes de este manifiesto, conscientes de la importancia estratégica, de futuro y desarrollo para nuestra tierra que supone la línea de ferrocarril convencional Madrid-Cuenca-Valencia, solicitamos:
1.- La retirada del Plan de Movilidad XCuenca.
2.- La rehabilitación integral de la línea de ferrocarril convencional Madrid-
Cuenca-Valencia en un contexto único de fondos estructurales destinados a impulsar la red ferroviaria española.
3.- El mantenimiento de la Obligación de Servicio Público para la línea, estableciendo las cuantías necesarias para ello.
4.- El establecimiento de horarios adecuados para garantizar el transporte de viajeros. Recuperación del servicio de lanzaderas con origen/destino Cuenca, permitiendo a los ciudadanos viajar a los principales núcleos de población volviendo el mismo día.
5.- Acabar con los transbordos injustificados que retrasan el tiempo de viaje en exceso.
6.- Adaptar la línea para el uso de transporte de mercancías, que permita la unión entre Madrid, como principal mercado de España, y el Puerto de Valencia, principal entrada y salida de mercancías española en el Mediterráneo, así como las áreas industriales que recorre a lo largo de la línea, convirtiéndola en una herramienta de desarrollo empresarial.
7.- Aprovechar su valor medioambiental, histórico-artístico y paisajístico para proyectos turísticos. La rehabilitación del patrimonio ferroviario, actualmente en un estado de degradación absoluta, para darles los usos adecuados haciendo que se cree un dinamismo económico y social en torno a ellas, sólo tiene sentido con tren, no sin él.
8.- Extender los servicios de Cercanías de Valencia hasta el municipio de Camporrobles, dotando de acceso rápido y directo a Valencia a los vecinos.
9.- Mejora de los caminos de acceso a las estaciones que se encuentran fuera del casco urbano, reduciendo la distancia a los mismos, y adaptándolas a las necesidades actuales, así como el mantenimiento de las estaciones y en especial la de Cuenca en su ubicación actual.
10.- Creación de una serie de puertos secos y apartaderos estratégicos, en base a estudios de mercado, con carácter intermodal, que conjuguen el transporte ferroviario y por carretera con los principales núcleos industriales, así como con las principales vías de comunicación.
En Cuenca, a 16 de diciembre de 2021
Agrupación PUEBLOS CON EL TREN
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