José Vicente Ávila, periodista de marca y conquense de pro, recogió hace años que agosto es el mes más festivo en la provincia de Cuenca. Los datos y los acontecimientos bien lo prueban: "Nada menos que 155 pueblos de la provincia de Cuenca, incluida la capital, celebran fiestas patronales en agosto, el mes festivo por excelencia, pues algunas localidades pasaron sus fiestas a este octavo mes del año, entre ellas las capitalinas de San Julián, desde 1964. La palma festiva de honores de patronazgo se la lleva San Roque, que se celebra en 26 poblaciones y barrios pedáneos de Cuenca, el día 16. Le sigue un día antes, la Virgen de Agosto en 16 localidades, Virgen de la Asunción y de numerosas advocaciones marianas. Los primeros días del mes son para Virgen de las Nieves, celebrada en cinco pueblos para terminar con San Bartolomé (10 pueblos) y San Agustín, tres. Destacan: las Ferias y Fiestas de San Julián en Cuenca, las de San Clemente, Iniesta, Belmonte y Mota del Cuervo, y a nivel de barriadas, las Fiestas del Grupo La Paz, el Pozo de las Nieves y Buenavista (Bella Vista)."
Y Cuenca se llena de vida con una intensa temporada de festejos taurinos. Celebraciones que desde hace nueve años a mi me traen siempre el recuerdo de un apreciado amigo e inolvidable compañero, Heliodoro Cordente Martínez, más conocido como "Dorito" por todos. Éramos casi de la misma quinta y coincidimos en algunos quehaceres profesionales e intelectuales. Después de su larga enfermedad nos dijo adiós el 23 de julio de 2013.
Unos años antes le dediqué un artículo, "Vivencias de Dorito y política constructiva", reconociéndole el tiempo entregado a Cuenca, dando luces al conocimiento de la literatura y practicando la belleza estremecedora de la poesía, entre otras actividades en las que agrandaba sus marchamos de amistad. Y lo hacía con esa modestia personal que solo una persona de buen corazón sabe consumar. Con él la actualidad se personalizaba en lo próximo y lo más querido, en un hallazgo de consonancias y disonancias entre lo colindante.
Me regaló por entonces su opúsculo Vivencias, y pasaron varias semanas para que dispusiera de varias horas libres, lo leyera y le dedicara aquel homenaje. Lo hice desde la plataforma de su soneto Al envidioso (n.º XVI de ese cuadernillo):
Es peor que el cobarde el mentiroso,
mayor ruin el tacaño que el mendigo
el peligro más grande, el enemigo
y más que el enemigo, el envidioso.
Además de taimado y codicioso
es verdugo del más atroz castigo,
testimonio del más falso testigo,
veneno del reptil más ponzoñoso.
A un toro se le ve venir de frente
y enviste con nobleza y con bravura,
pero no ocurre así con la serpiente.
que enroscada, te acecha en la espesura
dispuesta a lanzar, impunemente,
su letal y traidora picadura.
El soneto me puso a las puertas de Plutarco y sus consejos sobre Cómo sacar provecho de los enemigos, porque me consta que, a partir de Dorito, las enseñanzas de ese historiador, biógrafo y ensayista griego, son siempre más alusivas para la gente común de Cuenca, y en especial para sus políticos. Los cuales se pierden entre anomalías de envidia y enemistad, por ser gente que no sabe aún que “la amistad es animal de compañía, no de rebaño”; una máxima inseparable, sobre todo entre los cefalópodos del poder, de este aforismo también de Plutaco: "Muchos hombres cazan a los ignorantes con la adulación." Basta con mirar a la cara y poner oídos al rostro y las manifestaciones de Mtz. Guijarro, Sahuquillo, Chana, Dolz y Page para captar esta transgresión.
Hay que alejarse de estos y acercase más al legado de Dorito, muy extenso y memorable. Y, sobre todo ahora en agosto, cuando la atmósfera de los pueblos conquenses queda repleta de este torero y escritor. Vistió el traje de luces por vez primera el 8 de mayo de 1966 en Huesca, con tanto éxito, que toreó varias novilladas económicas por Aragón y Navarra. El 28 de agosto de ese año obtuvo la Oreja de Plata que la Peña Taurina Conquense concedió al triunfador de la novillada de la Feria conquense. Fue su presentación en la tierra que le vio nacer, alternando con el rejoneador Francisco Mancebo y los novilleros Juan Antonio de la Cruz, Gitanillo de Cuenca y Juan Antonio Aguado.
Los festejos se fueron sucediendo y el 1 de junio de 1967, fiesta de la Virgen de la Luz, se estrenó el pasodoble que le compuso Rufino Martínez Ramírez durante la novillada en la que actuaron José Pérez “Pelucho”, Antonio de la Cruz, Gitanillo de Cuenca, Dorito y Miguel García “Miguelín II”.
Su última actuación en Cuenca fue el 19 de agosto de 1973 lidiando un novillo de Francisco Andreu en la desencajonada, alternando con Joselito de Jaén que lidió otro. Su última actuación de luces fue en El Herrumblar. Durante su etapa como novillero sin caballos, desde 1966 hasta 1973, en la que alternó con El Curi, Curro Fuentes, El Estudiante, Gitanillo de Cuenca, y hasta con Manolo Montoliú (Manuel Bonichón) toreó más de cuarenta festejos, dedicándose durante muchos años a actuar como director de lidia en numerosos festejos en la provincia, dando sus últimos pases en Altarejos en 2008.
Su amor y pasión por la historia de Cuenca le llevaron a publicar una quincena de libros entre los que destacan “La Cuenca marginada del Siglo XVI”, “Toponimia Conquense” y el gran Volumen de 580 páginas sobre Historia de La Tauromaquia Conquense. Todo un compendio taurino conquense desde 1500 a 2000, que editó la Diputación Provincial de Cuenca.
La tauromaquia es una tradición cultural arraigada en Cuenca particularmente, centrada en la lidia de toros bravos. Este espectáculo taurino se ha convertido en un símbolo de la identidad española, aunque también ha generado controversia y críticas por parte de grupos defensores de los derechos de los animales. En concreto, desde la Antropología, se han realizado análisis de la Fiesta de los Toros buscando claves para comprender los valores y significados que encierra. Algunos estudios han enfocado en las prácticas y creencias relacionadas con la tauromaquia, explorando su trasfondo milenario y su papel como catarsis en las cercanías de la muerte. Sin embargo, es importante señalar que las interpretaciones simbólicas y la idea del sacrificio ritual en las corridas de toros españolas han sido objeto de debate y sobreinterpretación.
Justo por esto, y para obviar bagatelas y menudencias, hay que acudir al trabajo escrito de Heliodoro Cordente. El cual, frente a la insignificante cultura de los detractores del arte del toreo, tienen la obligación de entender y conocer los aspectos positivos de la tauromaquia, como una manera de no echar más leña al fuego a una fiesta que tantas agresiones sufre desde numerosos y distintos flancos.
Dígase, por ejemplo, que la fiesta está más viva que nunca, que se ven muchos jóvenes en los tendidos de las plazas, que los antitaurinos son una minoría insignificante y que el animalismo es una moda que, como todas, pasará al olvido en un corto plazo.
Las estructuras empresariales y económicas del sector son sólidas y modernas; las plazas, establecimientos cómodos, y los clientes, personajes satisfechos por el servicio que reciben.
Añádase que los espectáculos taurinos actuales son divertidos para los espectadores y emocionantes para los aficionados. ¡Nos seguimos acordando de ti, Dorito!
Últimos comentarios