
Hace unos minutos, mientras daba el último sorbo al café con leche del desayuno y me recreaba ante la televisión regional (CMM), sobre todo escuchando a un admirado periodista conquense al que me liga una inherente defensa de todo el costumbrismo de esta tierra, José Vicente Ávila, me he decidido a viajar con la inteligencia artificial (IA) y comprobar su potencialidad, correrías y avances. Y, a fe cierta, el resultado me ha satisfecho.
Primero, a una aplicación (Gemini) le he pedido que creara un poema sobre las Turbas de Cuenca. En cuestión de segundos, sin titubeos ni confusiones me ha obsequiado con una pieza magistral, Ecos de la Madrugada Conquense:
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