El autor propone varias teorías psicológicas para entender las raíces de estas conductas aberrantes y su persistencia en el tiempo, desde el análisis ético-filosófico hasta las neurociencias, pasando los trastornos de la personalidad y la enfermedad mental, pero sin dejar los procesos psicológicos de persuasión-sumisión, que hacen que miles de años después, todo siga igual.
Resulta muy aconsejable su lectura a dos políticos que rigen -para mal- los destinos de la provincia de Cuenca en la actualidad y que se ven delatados, para peor, en sus últimas declaraciones realizadas a los medios de comunicación de la "marca Page", volviendo a glorificar al mar muerto del desacreditado e inicuo Plan X Cuenca, técnicamente menesteroso y políticamente anormal.
Por esto mismo, en un mundo donde las decisiones políticas tienen un impacto profundo en nuestras vidas, resulta alarmante reflexionar sobre los factores que contribuyen a la incompetencia en el ámbito político. La neuropolítica de la incompetencia es un área de estudio emergente que fusiona la neuropsicología con la política, permitiéndonos comprender cómo ciertos rasgos neurológicos y comportamientos pueden influir negativamente en la capacidad de gobernar. Luego sería de innegable valor en el caso aludido explorar la fascinante intersección de tales movimientos y declaraciones, examinando características como la impulsividad, el psicoticismo y el narcisismo, así como su relación con la mala gestión y la corrupción. Seguro que, de existir en Cuenca mejores profesionales de la comunicación y una prensa auténticamente independiente, así lo harían de común acuerdo.
El grupo marcado debe aprender que la neuropolítica de la incompetencia se refiere al estudio de cómo los factores neurológicos influyen en la toma de decisiones políticas y en la efectividad del liderazgo. En lugar de limitarse a analizar las decisiones políticas desde una perspectiva tradicional basada exclusivamente en la teoría política o la economía, este enfoque amplía el espectro al incluir aspectos psicológicos y biológicos.
Las investigaciones en este campo sugieren que ciertos rasgos de personalidad —como la impulsividad, que puede llevar a decisiones apresuradas sin una adecuada evaluación de consecuencias, o el narcisismo, que fomenta una falta de empatía hacia las necesidades de los demás— son particularmente prevalentes entre los políticos. Esto puede resultar en un abuso de poder y una ineficacia administrativa, afectando drásticamente la calidad del liderazgo y, en última instancia, la vida de los ciudadanos.
Diversos estudios han demostrado que los rasgos de personalidad están intrínsecamente ligados a la forma en que los individuos toman decisiones y gestionan situaciones complejas. En la política, algunos de estos rasgos pueden contribuir a lo que muchos consideran una "alarmante prevalencia de políticos marcados por la inutilidad". Por ejemplo:
- Impulsividad: Los líderes impulsivos tienden a tomar decisiones sin reflexionar adecuadamente, lo que puede conducir a políticas mal fundamentadas y a la creación de crisis innecesarias.
- Psicoticismo: Este rasgo incluye características como la agresividad y la insensibilidad, lo que puede resultar en un estilo de liderazgo autocrático y poco receptivo a la crítica.
- Narcisismo: La tendencia a priorizar la imagen y el interés personal por encima del bien común puede fomentar la corrupción y la traición en contextos políticos.
El reconocimiento de estos rasgos no solo es vital para entender el comportamiento de los políticos, sino también para desarrollar estrategias que mitiguen estos efectos. A través de una mejor comprensión de sí mismos y de sus conductas, los líderes pueden adoptar enfoques más efectivos y empáticos en su gestión.
La neuropolítica también se interesa en cómo identificar y mitigar estos comportamientos perjudiciales. Algunas estrategias incluyen:
1. Evaluaciones psicológicas: Implementar evaluaciones de personalidad en procesos de selección para cargos públicos puede ayudar a identificar rasgos problemáticos antes de que una persona asuma roles de responsabilidad.
2. Formación en habilidades emocionales: Los programas de desarrollo profesional que enfoquen en la inteligencia emocional pueden ayudar a los líderes a reconocer y gestionar sus emociones, así como a mejorar su empatía y habilidades interpersonales.
3. Transparencia y rendición de cuentas: Fomentar un ambiente donde los políticos sean responsables de sus acciones puede contribuir a reducir la corrupción y el abuso de poder.
4. Intervenciones basadas en la neurociencia: Utilizar conocimientos de la neurociencia para diseñar intervenciones que ayuden a los líderes a tomar decisiones más informadas y menos impulsivas.
La neuropolítica de la incompetencia nos ofrece una lente valiosa para examinar la calidad del liderazgo político en nuestra sociedad. Al explorar cómo ciertos fenómenos neurológicos y psicológicos pueden dar lugar a comportamientos ineficaces, podemos empezar a comprender por qué tantos políticos caen en patrones de corrupción, traición y mentira.
En última instancia, la mejora de la competencia política no depende únicamente de la educación y la experiencia; también requiere un esfuerzo consciente por parte de los futuros líderes para reconocer y abordar sus propias limitaciones. Sabemos que el camino hacia un liderazgo más efectivo y responsable es un reto complejo, pero a través de la neuropolítica, podemos trabajar hacia un futuro en el que la ineptitud administrativa y el abuso de poder sean cosa del pasado.
Dicho lo cual, hemos de regresar nuevamente al doctor Gonzalo Adán, que defiende cómo es posible detectar cuándo un político será corrupto o mentiroso. Y alega que igual que hemos llegado a hacer una selección estricta, rigurosa y eficiente de profesiones importantes para la sociedad, como médicos, pilotos, militares o funcionarios, ¿por qué no se pueden aplicar esos principios de selección a los aspirantes a políticos? Igual no tiene que ser la sociedad quien organice esto porque los partidos están consagrados en la Constitución y esta les otorga la responsabilidad de elegir los que van a listas, pero ¿por qué no se establece un procedimiento de selección psicotécnica que filtre aquellos perfiles que previamente se han considerado no aptos o ineptos para ser políticos? Debería de haber desde experiencia acreditada hasta tests psicológicos de equilibrio mental, como cuando se aspira a ser enfermera en un hospital. ¿Todo esto evitará que no haya casos de corrupción e ineptitud? No, también hay militares, pilotos o médicos ineptos, pero los falsos positivos serán menores si existe este proceso de selección.
Hay gente enganchada a la política como a una droga, y, por falta de normas para gestionarlos, se da pie a que personas sin escrúpulos y sin autocontrol campen a sus anchas. Influencia, poder, manejo de dinero, trato de favor. "Para ejercer el poder hay que poner normas que vayan más allá de la mera ley de la selva. En los partidos muchas veces acaban ascendiendo personas que no están preparadas para ello porque son las más fuertes, con menos escrúpulos y que menos capacidad tienen para sentir culpa", afirma textualmente el doctor Gonzalo Adán. De donde surge inmediatamente la pregunta del millón: ¿Por qué no hacemos nada? A lo que responde que esto es atribuible al enorme poder de manipulación de los políticos ineptos. Hay un manual de manipulación que viene de Grecia y Roma: los tiranos llegaban al poder asesinando a su predecesor, pero, a cambio, daban fiesta, alimento y seguridad. Eso hace que el resto te dé igual. También tendemos a la sumisión porque es más cómodo callarte que estar peleando en la barricada. Cuando ves que te engañan permanentemente y no puedes hacer nada, pasas a no sufrir y lo aceptas. La obediencia interna en los partidos es otro factor.
Afortunadamente, la incompetencia política es un constructo operativo. Queremos decir con ello, y así lo venimos denunciando en los 108 plantes realizados hasta el momento para defender la reapertura del tren regional Madrid-Cuenca-Valencia, que hoy en día puede medirse la torpeza, la impericia y la ineficacia, aunque sea a través de indicadores indirectos, por ejemplo, mediante el malestar que supone la propia acción política, el rechazo que la sociedad siente por los políticos, o el desprestigio de ciertos gobernantes y de su desempeño. Basta con hacer una encuesta cualitativa preguntando por la insatisfacción de los afectados por el cierre de esa infraestructura -como ya se hizo en el libro "Reivindicación del tren para el progreso de Cuenca"- para comprenderlo al instante y comprobar que en las declaraciones de Guijarro y Chana si algo sobresale es un cúmulo de justificaciones descaradas, innecesarias e impulsadas por una repulsiva estrategia de autoimagen, alejada de los deseos de los ciudadanos.
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