Los poderosos siempre han usado la táctica de desviar la atención de los ciudadanos. Entretenernos con un sinfín de actividades de ocio o generar debates sobre temas irrelevantes son técnicas usadas desde hace miles de años para distraernos y evitar que nos centremos en las cuestiones verdaderamente más relevantes para el bien de la población. Con la aparición de la tecnología, esta situación ha dado una nueva vuelta de tuerca, incrementando exponencialmente las opciones de entretenimiento y las posibilidades de control sobre los ciudadanos. Se utilizan técnicas que atacan a nuestro subconsciente y condicionan tremendamente nuestra vida, nuestros pensamientos, nuestra forma de entender la realidad, nuestro comportamiento y nuestra forma de relacionarnos.
Se utilizan técnicas que atacan a nuestro subconsciente y condicionan tremendamente nuestra vida, nuestros pensamientos, nuestra forma de entender la realidad, nuestro comportamiento y nuestra forma de relacionarnos.
De esta manera, se implantan modas, modelos de pensamiento, géneros musicales, enemigos, películas con propaganda sumergida y una infinidad de modos de influenciarnos. Estamos condicionados por la sociedad en que vivimos. Las vestimentas, la cultura, los periódicos, las costumbres. Una multitud de aspectos que moldean nuestra mente consciente e inconsciente.
Cada día observamos el creciente número de horas que los adolescentes dedican diariamente a las redes sociales. Hablan de cuatro, cinco y hasta siete horas colgados del móvil y totalmente enredados y encerrados en un universo paralelo. Entre sorpresa y escepticismo, el resto del personal vamos por la misma senda, dedicando mayor tiempo cada vez a ese mundo tan nuevo y tan hipnotizante. Luego no quedamos indemnes.
Esta manera de utilizar la tecnología no es gratuita. Sus aspectos negativos nos salpican a todos. En el centro de todos ellos encuentro el problema de la atención. Nuestra atención es el bien más buscado por toda la tecnología de las redes que funcionan con el mismo mecanismo que las drogas, nos provocan dependencia y ansiedad Todo está diseñado para que pasemos allí el mayor tiempo posible. Saltamos de una información a un comentario, luego un twit, un video, un bulo, una noticia falsa, unos datos estadísticos manipulados, un comentario provocador… todos nos empujan a un sumidero donde nuestra atención es secuestrada y conducida por un tobogán sin descanso, en una suma constante de puntos de interés a cual más atractivo. Enseguida entendemos que ninguna red social está diseñada para que tengamos tiempo para pensar.
Hoy las redes se han convertido en armas de distracción masiva, expresión que tomo del título de un libro de Berto Díez que se centra sobre todo en la manipulación.
Y vemos que la propuesta está funcionando maravillosamente bien. Crece el individualismo. Decaen las acciones sociales. Estamos ante las generaciones menos reivindicativas y más asentadas. Nadie habla de luchar. Están desaparecidos de la mayoría de las manifestaciones o reivindicaciones, salvo excepciones como la de los plantes para la recuperación del tren convencional Madrid-Cuenca-Valencia. La receta tecnológica funciona. Funcionan las armas de distracción masiva. Crece el número de personas que ya no quieren saber nada de las noticias de cualquier informativo. Se conforman con el menú interesado que les selecciona su red favorita. Todo está programado como una gran pantalla que distrae y oculta los problemas reales.
Las distracciones digitales se están convirtiendo en un dañino hábito en nuestro día a día, que están reduciendo nuestra productividad, nos arrebatan mucho tiempo y nos privan de socializar presencialmente con personas que tenemos justo a nuestro lado. Puede verse más a fondo este preocupante asunto, en el artículo de Nahum Montagud Rubio, al que me remito.
A río revuelto, ganancia de pescadores. O, lo que es lo mismo, hay quien sabe nadar y guardar la ropa y aprovechar en beneficio propio la confusión que genera la desinformación. Y en eso los especialistas son los partidos políticos. Así lo muestra el análisis de 49 288 mensajes lanzados por los principales actores políticos españoles en Twitter entre septiembre de 2019 y febrero de 2020, en los que los tópicos abordados coinciden en su mayoría con contenidos desinformativos desmentidos por las mismas fechas por los principales verificadores, como Maldita.es y Newtral.
El estudio, elaborado por los investigadores del proyecto DisinformationPoliticsLab de UNIR, analiza también, mediante técnicas de aprendizaje automático, las 2 730 noticias publicadas en el periodo señalado por los verificadores sobre contenidos falsos, con el objetivo de determinar la posición activa de los actores políticos con representación parlamentaria en la promoción y diseminación de estos contenidos desinformativos. El trabajo se centra en el papel de los partidos PSOE, PP, Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox en esta materia. Y, más cercano a nuestra problemática, se halla aquí la omisión desinformativa observada respecto a las acciones reivindicativas depuradas semana a semana desde los camino de cien plantes desarrollados en Cuenca en demanda de la reapertura del tren regional irracionalmente suprimido, para favorecer la reactivación económica del Ciudad Real y Albacete en contra de la deprimida Cuenca, nublada de unos políticos provistos de minúsculos macutos dialécticos de representación pública y mínima formación en las esferas de interterritorialidad económica y social.
La desinformación es un instrumento fundamental en las llamadas “guerras híbridas” porque genera inestabilidad, fomenta la polarización política, impide los consensos, debilita la convivencia social armónica. En nuestros tiempos, la palabra desinformadora es viralizada por las redes sociales y por algunos medios de comunicación que se vuelven mecanismos de manipulación al servicio de círculos de interés económico privado o de algunas fuerzas políticas.
La desinformación es el sustento de las llamadas “guerras de distracción” que se utilizan en la política de países de todos los continentes. Así la palabra deja de ser lo que es en la historia sagrada “en el principio era la palabra y la palabra estaba con Dios y la palabra era Dios”. Y se convierte en arma de distracción masiva, al servicio de cualquier humano con ansias de poder. En Cuenca tiene nombre propio: el hermanamiento del trípode PSOE-CEOE-Ministerio de Transportes, con personas cuyos nombres y apellidos estamos hartos de pedirles más rubor y modestia, junto a mayores dotes de inteligencia en los plantes.
Continuaremos el contraste de todo ello en futuras colaboraciones.
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