Frente a las losas del pasado y del presente de Cuenca, deben generarse expectativas de futuro
El 9 de marzo ha constituido un hito democrático en la historia del tiempo actual conquense. Los profesores Fernando Casas, Constancio Aguirre, Francisco de los Cobos, Rodolfo Picazo y Juan Andrés Buedo han realizado la presentación del libro "Reivindicación del tren para el progreso de Cuenca", del que es autor este último, si bien -por sus diversas aportaciones en la ideación de todo él- todos ellos han colaborado en la estructura y el contenido general de la obra.
En este acto hondo, afable y veraz se hizo un repaso de los aspectos más descollantes que han causado el escalonado deterioro del bienestar general de esta provincia, con unas disrupciones económicas y sociales que la han situado de plano en los últimos lugares de la escala nacional de indicadores estadísticos en dichos ámbitos. Un demacrado retrato de marginación general que, acumulado durante años, ha culminado con el cierre de la línea del tren convencional Madrid-Cuenca-Valencia.
Explicó muy bien esta distorsión pública el doctor Fernando Casas, que, con puntillosidad, destacó el espurio proceder del Ejecutivo regional castellano-manchego, más interesado obtener el voto de las provincias boyantes y con mayor contingente poblacional que en practicar una legítima política de igualdad y más ecuánime. Así pudimos observar que a Cuenca la tienen como pariente pobre para obtener financiación de NextGenerationEU, que luego ni aplica ni gestiona el Gobierno de García-Page como en puridad debe hacer. Y ya podemos pedir transparencia, información de dónde van a parar esos fondos y del resto de aspectos colaterales, que la JCCM y sus rehenes, mirando al cielo, silbando y con aspecto zumbón, ocultan a la ciudadanía cualquier petición realizada por los movimientos sociales que demandan aclaraciones a este respecto. Ahí se hallan las peticiones presentadas ante las Cortes Regionales y el propio Parlamento Europeo respecto al tren: ocultismo absoluto y falta de diligencia total.
Colateralmente nos hallamos la consecuencia que toda esta desgobernanza acarrea, y que no es otra que la marginación plena de la provincia de Cuenca, minuciosamente expuesta por el doctor Constancio Aguirre, a través de una descripción magistral de las principales secuelas que este proceder ha reportado (desde la decisión de quitar a Cuenca la capitalidad de la Comunidad Autónoma hasta la postergación en la construcción de las autovías, hasta derivar en la última quita, la del tren y el conjunto del demarraje/abrevadero de la estación del AVE de la ciudad emplazándola allá en la "conchinchina"), con el consecutivo problema del despoblamiento y la desvertebración territorial.
Una pésima política que el doctor Francisco de los Cobos centró en el área específica de los procedimientos salidos del Ministerio de Transportes y de Movilidad, todos con nombre propio y puertas giratorias dispuestas para premiar la "koldomafia" imperante en algunos de sus órganos, en especial dentro de Adif. Una versión directa de este estudioso que sabe como pocos que la rentabilidad de las líneas de alta velocidad (AVE) y su fuerte inversión no compensa los costes socioeconómicos. En el centro de las decisiones han estado los intereses políticos-electoralistas del partido del Gobierno en cada momento, basados en el gran mito que el AVE ha representado para la población: el mito de la modernidad, de la velocidad, de la integración en Europa, de las infraestructuras como generadoras de desarrollo económico y empleo, de la tecnología salvadora capaz de eliminar las distancias. Se ha practicado una insensatez en las políticas públicas que, si a alguien han beneficiado ha sido a las grandes constructoras,
Pero el AVE, hay que decirlo, se ha tragado 57.200 millones de euros hasta ahora, lo que ha supuesto más del 40 % del total de la inversión en infraestructuras de transporte. Con ellos se han construido 3.400 kilómetros de vías, que movieron unos 30 millones de pasajeros en el año 2018 (un 4,8 % del total de pasajeros del ferrocarril). En contraste, Cercanías movió 562,2 millones de viajeros en ese año, lo que supone el 90 % de todos los usuarios del ferrocarril, con una inversión de 3.600 millones de euros en el mismo periodo. El resto de la red que aún funciona (unos 15.000 kilómetros, a pesar del cierre de líneas) prácticamente no ha recibido inversiones. Una corrupción ferroviaria que ha acabado tragándose nuestro ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia.
A pesar de que la propaganda oficial ofrece AVE a todas las provincias y se le llena la boca con la “vertebración territorial” que nos traerá en un futuro, la realidad es que la alta velocidad provoca un aumento de los desequilibrios territoriales. Sirve para unir los grandes núcleos de población y convierte el territorio por el que pasa y no para en un gran vacío, un “no lugar”. Son ya innumerables las poblaciones, entre las que destaca Cuenca, que han perdido el tren en los trayectos en los que se ha construido una nueva línea de alta velocidad, pero no es mucho mejor la suerte de las agraciadas con una parada. Las expectativas de crecimiento económico y de aumento del empleo en ciudades como Puertollano, Ciudad Real o Córdoba, por citar a las primeras a las que les tocó el gordo, no se han cumplido, sino que es más habitual el efecto contrario, la ciudad más importante absorbe la actividad del resto y aumenta la dependencia de estos núcleos. El caso de Cuenca y sus trolabuses es paradigmático.
La consecuencia más grave de la apuesta por “el todo AVE” ha sido el proceso de deterioro continuo que ha sufrido la red ferroviaria convencional que, anémica de inversiones, no recibe ni el mantenimiento mínimo. En estos 30 años han aumentado los tiempos de viaje, han bajado las frecuencias, se han perdido viajeros, son frecuentes los retrasos y averías, se han cerrado estaciones y líneas, ha disminuido el número de trabajadores y empeorado sus condiciones de trabajo… El resultado es una red inconexa, ineficiente e incapaz de cubrir las necesidades de movilidad de la población. No es de extrañar que la cuota del ferrocarril haya bajado al 3 % de los kilómetros recorridos por habitante, lo que favorece la opción del coche y aumenta la ya abultada aportación del transporte al cambio climático.
El referido deterioro lo presentó, con ejemplos y señales el doctor Rodolfo Picazo, que nos introdujo en las gambadas urbanísticas causadas a Cuenca con una serie de decisiones del Ayuntamiento y la Diputación propias de políticos de poca monta y desconectados completamente de la opción óptima en la toma de decisiones en materia de ciudades intermedias, obviadas en Cuenca al completo. Y así ha trascendido ya en redes sociales respecto a la aberración del Arco de Bezudo y los remontes al Casco Antiguo de Cuenca.
Algo ya denunciado antes del acto glosado, que persuadió a los allí presentes que constituye una afrenta al sistema democrático atribuir a individuos con escasa preparación y desmesurado afán de lucro, competencias para imponer por decreto el desmantelamiento de una línea férrea de gran valor patrimonial, cultural y económico, favoreciendo pelotazos urbanísticos en los terrenos del ferrocarril, como tiene explicado el profesor Fernando Casas.
Al quehacer del gobierno adverso de García-Page le acompañan un conjunto de medidas de destrucción del ferrocarril que, como son tan impopulares entre la ciudadanía, las rebaña este gobierno regional de retóricas y planes ridículos; el principal de estos se enmarca en el plan de poner una equis o una cruz, delante de Cuenca, que es una falsedad, poco democrática y sin porvenir. Es inaudito que el gobierno regional cocine un improvisado plan, de espaldas a la ciudadanía, para que Cuenca no avance. Un engendro que carece de viabilidad técnica, financiera y administrativa y va en contra de los deseos de una gran parte de la población, como demostró la Encuesta CITCO_MCV. Cierre definitivo de la línea de ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia, llevada a cabo por el Gabinete de Exploración y Análisis Sociológico, entre diciembre 2021 y enero 2022, bajo la coordinación del doctor Juan A. Buedo, que asumió el papel de moderador del acto de presentación y cerró éste.
Últimos comentarios