Concepciones antagónicas en el diseño de elementos para espacios urbanos valiosos.
Un artículo publicado en “Voces de Cuenca” el pasado 11 de febrero (ver aquí) anuncia la próxima construcción de una pasarela, paralela al paso en la muralla, del Arco de Bezudo. Y esto hace menester una observación puntual.
En todo diseño urbano pueden proponerse, para una misma necesaria función, dos soluciones conceptualmente antagónicas: O incorporar un “producto” radical en forma y material que contraste con el entorno existente, o bien buscar una intervención sencilla cumplidora del mismo fin funcional.
En Cuenca, con una clásica actitud de acomplejamiento iletrado, por parte de la corporación municipal se viene optando siempre por la opción ostentosa, además de cara o muy cara. Y -como viene siendo habitual- encargando sin concurso ideas proyectuales que, según su punto de vista, mejorarían la ciudad, sin caer en la cuenta de que el casco histórico de Cuenca ya es fantástico en sí mismo. Así pues, de no haber cautela con nuevas incorporaciones, lejos de mejorarlo lo pueden estropear, como viene sucediendo.
Desgraciadamente bastantes proyectistas -arquitectos y escultores, sobre todo- priorizan en los respectivos diseños el conseguir que sus “productos” destaquen con sus obras, para intentar deslumbrar al Organismo poco avisado. Y, al tiempo, potenciando su “ego” personal a costa de sacrificar la sencillez de lo idóneo, que valore más el entorno preexistente, por medio de intervenciones simples y no por ello inferiores desde el punto de integración en el lugar, ya valioso en sí.
Vamos a ver algunos ejemplos de muestra, en cuanto a desastres proyectuales en nuestra ciudad.
a.- Destrucción de la Plaza Mayor con su Catedral, cuando determinado consistorio aceptó eliminar la arboleda existente, que sabiamente fue plantada por generaciones muy anteriores; arboleda que daba belleza y sombra en los tórridos días veraniego, y claro ahora, ¡qué remedio!, sustituidos por sombrillas y parasoles.
Eso además de cambiar el pavimento, antes de canto rodado -material propio del lugar- por placas (ya muy deterioradas en gran parte) de granito; por cierto muy caro, que, además de suponer más radiación calórica en verano, por el tipo de material, añade peligro de patinazos en días de lluvia o nieve y que, además, no es propio del material calizo tradicional de Cuenca.
b.- Otro desafuero lo tenemos en plaza Mangana, con el mamotreto a la Constitución que, además de crear un doble foco de atención restándola de la Torre, añade el pisar muros correspondientes a la sinagoga judía que allí existía -y luego iglesia-. Justamente, en mis años de profesor, levantamos en gráficos de planta, fachadas y volumétricos de cómo debía ser la antigua sinagoga.
Del bodrio -en cuanto a su integración volumétrica en la zona- emerge el Museo de las Ciencias, que sustituyó al hospital de beneficencia existente. Mejor no hablar…
c.- También ahora se pretenden, para una supuesta accesibilidad al Casco Histórico, unas escaleras mecánicas y ascensores desde el Auditorio. Una actuación compleja y muy cara. Adolece de una severa problemática, en cuanto al impacto sobre el Patrimonio construido existente y que, en realidad, busca facilitar la llegada de turistas que llegando al aparcamiento del auditorio asciendan para llegar a las Casas Colgadas y exclusivamente a esa zona. Esto es algo que no favorece a los vecinos del Casco histórico pues, obviamente, no se van a desplazar hasta ese distante lugar del Auditorio para subir a sus casas en lo alto. Cuando, sin embargo, con un simple tranvía, no necesitado hoy ya de cableado, podría resolver sin apenas dispendio económico -como en otros lugares de España y otros países- el acceso desde el puente de la Trinidad a la ante-plazoleta de los Arcos y Ayuntamiento. Tranvía que, no teniendo necesidad de girar en la pequeña anteplaza, sería como un ascensor de superficie. El acceso a la parte más alta desde calle de San Pedro podría conseguirse por medio de microbuses ubicados en la parte posterior del convento de las Petras -ya sin monjas- y sólo separado de dicha calle por una valla sin valor patrimonial.
d.- Tampoco puedo olvidarme de la destrucción -por pura especulación urbanística- de Carretería con sus antiguos y entrañables edificios, gracias a un poco respetuoso plan urbanístico de los años 60.
e.- Hay más desafueros, pero no puedo dejar de mencionar, por el despilfarro económico que ha supuesto, el denominado “bosque de acero y cristal”, que, en su ubicación próxima al rio Júcar y su arboleda, se colocó ahí con un diseño de choque “vanguardista” y, hasta hoy, abandonado por inútil.
Encargos proyectuales “a dedo” para aumento del “ego” de sus autores y menoscabo de nuestra ciudad y arcas públicas, por supuesto, demasiado bien pagados, eso sí, con dinero público proveniente de impuestos.
f.- Bueno, finalmente pues, he de referirme a la nueva ocurrencia de otro diseño similar, en cuanto a “epatante por lo modernoso” y potenciador del consabido “ego” del gabinete de arquitectos a los que, ¡cómo no!, también se ha encargado “a dedo”: una pasarela con un metro de separación de la baranda en el paso al lado del “Arco de Bezudo”.
La idea funcional de esta separación entre vehículos y peatones es algo que ya venía pidiéndose, pero el enfoque del tipo de diseño es el mismo que cuando se construyó el “bosque de acero y cristal”, pues, según se indica, será también una pasarela de metal y cristal, ¡recordemos los materiales del bosque de acero! Es decir, con la idea de la corporación municipal en la misma línea de lo expuesto en proyectos anteriores. O sea, cae en la misma mentalidad, esto es un diseño de impacto que se pretende “avanzado” y, en mi opinión, simplemente “modernoso” y caro.
El Casco Antiguo de Cuenca alberga suficiente belleza para no necesitar artilugios añadidos.
Hace ya unos años propuse -sin honorarios- al Ayuntamiento, a través de una concejala, una solución muy sencilla en diseño y muy económica para la ubicación de un paso paralelo, tal como se pretende. Que quedan agrupados en los cuatro gráficos a continuación reproducidos.
Dicho proyecto consistía en una pasarela pegada al muro de separación del paso “Arco de Bezudo”, pero no separada un metro, como ahora se pretende, sino de forma que la propia baranda de piedra existente fuese también aprovechada, por su otro lado, como protectora del paso.
La pasarela tenía, como mucho, dos metros de anchura y con base de paso por medio de tablones de madera, al igual que de los que hay en el puente de San Pablo, apoyados en dos sencillas vigas longitudinales, de perfil metálico que fuesen de parte a parte.
Al otro lado de la pasarela, una sencilla barandilla metálica protegería al peatón.
De esta forma tan sencilla y económica se cumpliría la necesaria función de separar tránsito de viandantes de automóviles; y lo que es primordial en concepto de diseño: el impacto visual en el lugar seria casi imperceptible manteniendo el protagonismo de la muralla y Arco de Bezudo.
Lo menos es más como filosofía proyectual.
Bueno, pues parece ser que, una vez más sin concurso para conocer opiniones ciudadanas, se opta nuevamente, por el consistorio, aceptando una solución, ostentosa y mucho más cara… Más de lo mismo.
Fdo.: Rodolfo Picazo Pérez.
Dr Arquitecto y Titulado urbanista. Máster en Patrimonio. Exprofesor de “Intervención en el Patrimonio”, ”Estructuras arquitectónicas clásicas”, ”Paisajismo Urbano”, ”Urbanismo y gestión Urbanística”. Conferencias y cursos en España y otros países, además de dilatado ejercicio profesional en Urbanismo y Arquitectura
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