En el instante de rotular un libro como el ahora presentado, visto todo su contenido y observados el fondo y la forma del mismo, a tenor de lo que representa siempre un ensayo verificador de estas características, es decir, un texto donde se presenten reflexiones personales bien estructuradas y argumentadas acerca de un tema, me atrevo a significar que nos hallamos -afortunadamente- con un GRAN INVENTARIO DE LA MARGINACIÓN DE CUENCA, tanto en el pasado, como en el presente y un más que previsible futuro.
Sus 100 capítulos, que se dice pronto, conforman un glosario actuarial de promesas políticas incumplidas, dejación de funciones de la dirigencia pública y de proyectos no ejecutados, que han reportado el aislamiento y la exclusión socioeconómica de nuestra provincia. Y, ratifico, viene a cubrir un vacío que Cuenca necesitaba tapar. Básicamente porque contiene página a página, elaboradas con una esmerada y hábil destreza intelectual, la instruida compilación de ideas, aspiraciones y planteamientos que, desde su inicio, recorren los caminos más aptos para cumplir los objetivos que se había propuesto su autor, Eulalio.
Hallamos en este volumen un conjunto de apreciaciones y valoraciones bien aquilatadas, sabiamente argumentadas y ordenadas según el discurrir de la coyuntura sociopolítica de la región castellano-manchega y su entronque con la situación general de nuestro país; sin olvidar ni un minuto, de manera explícita e inmediata, la incrementada parálisis de la provincia de Cuenca a consecuencia de la marginación que las instancias oficiales vienen repercutiendo sobre los ciudadanos que la habitan. Un alejamiento en la calidad de vida de estos que obligaron al autor a edificar su gran tesis y resuelta conclusión: Cuenca debería cursar los trámites precisos para abandonar Castilla-La Mancha y adherirse a la Comunidad de Madrid junto a la provincia de Guadalajara.
Pero es preciso enfatizar, principalmente en estos instantes, cuando la obra expresamente se presenta a la opinión pública, un hecho que se delata en la página 9 del libro, en su prefacio. Esto es, que el criterio y la proposición de este escritor se quiso hundir, injusta y puerilmente, en los pantanos de la censura por parte del principal inculpado y sus medios “afines” o sufragados, que cerraron sus puertas para que la proposición de Eulalio quedase ignorada en la cueva del olvido. Sin embargo, no han podido todos esos “pajaritos políticos” ocultar el incontable número de incumplimientos -cartografiados en superficiales programas, promesas y proyectos electorales- que ha ido fijando y ahora se rememoran en este libro. Demuestra con él, así, lo que ha reportado este carruaje de desgobernanza de García-Page; esto es, una parálisis económica y un incontrovertible aislamiento social vivido en su día por la mayoría de la población conquense, y en especial por los trabajadores, sus familias o el pequeño empresario.
Los malos aires lanzados contra Eulalio y sus ideas por los expansores del oficialismo, ponen a todos estos contra las cuerdas de la ética comunicacional. Actuando así, consciente o instintivamente, se colocan en las antípodas de la corriente que, iniciada durante el último tercio del siglo pasado, se agranda a partir de la irrupción de la revolución digital en los años noventa. Un período durante el cual se extiende la convicción de que un periodismo ético es indispensable para construir sociedades democráticas y pluralistas, sociedades abiertas. En principio, el periodismo, como cualquier actividad profesional, ha de tratar de alcanzar unas metas que le legitimen socialmente y para lograrlo tiene que recurrir a los instrumentos adecuados. De donde emana otra gran pregunta concernida, al igual que acontece en el caso de las demás profesiones, es decir, cuáles son las metas que dan a la actividad periodística sentido y legitimidad social. Bien lo saben estos dos experimentados profesionales que me honro en tener sentados aquí a mi lado. Seguro que podrían darnos decenas de ejemplos relativos al necesario fortalecimiento del periodismo profesional, porque facilita una mayor riqueza informativa y de opinión, se exprese a través de medios digitales o en papel, puesto que la clave no es el medio, sino la necesidad de contar con profesionales bien preparados, que se hagan responsables de sus noticias y opiniones. Y ahora más que nunca, como apuntaba Juan Cruz en Un golpe de vida.
La fórmula de un asunto de esta naturaleza recae en ampararse en la responsabilidad para poder infundir confianza. Sin esa confianza en la información recibida la ciudadanía se encuentra desasistida, porque conoce la realidad en muy buena medida a través de los medios de información, hasta el punto de que podría hablarse de una “construcción mediática de la realidad”. Esto exige que el periodista y la empresa informativa se hagan responsables de sus expresiones y opiniones, sean escritas u orales, de modo que se conozca al autor y también el medio en que se publican.
Eulalio López Cólliga en estas páginas, además, ejerce con autoridad unas altas dosis de Responsabilidad Social. En cambio, quienes le han dado con las puertas en las narices, han verificado una mala afición por los juegos de suma negativa, que es una constante en el mundo humano, propenso a pensar en términos de “esto o aquello”, cuando lo inteligente suele ser recurrir a juegos de suma positiva (“esto y aquello”), para contar con mayor riqueza en cada ámbito.
En el momento que estamos viviendo la política necesita de nuevas formas, para una mejor gobernanza, que ayude a fortalecer la democracia. Por eso conocer los elementos de la comunicación política tiene que ser uno de los primeros pasos, para poder adentrarse en un mundo que busca mecanismos y herramientas que ayuden a que los líderes políticos puedan conectar con el ciudadano. ¿Se hace esto en Castilla-La Mancha en general, y particularmente en Cuenca? Me parece que no. Basta darse una vuelta por este ensayo para corroborarlo. En esta porción autonómica, como exhiben los conocimientos de Eulalio, prácticamente cojean cada uno de los elementos que aglutina la comunicación política. Falla el contenido de la ideología, la estrategia, las tácticas, los mensajes, los medios de comunicación, los consensos de poder.
En el caso de la marginación de Cuenca es preciso destacar especialmente dos: la estrategia y el consenso de poder.
La estrategia es uno de los elementos clave, para aplicar la comunicación política con mayor responsabilidad y menos improvisación. La estrategia es un plan que contiene un conjunto de tácticas para lograr un objetivo determinado. En la política, la estrategia puede ser llegar al poder, ejecutar políticas públicas, concentrar mayor espacio de poder, o seguir en el poder para una reelección. La estrategia debe ser producto de un riguroso análisis, en el caso de una elección, el diagnóstico será para evaluar los sentimientos y emociones predominantes de las personas, a los contrincantes potenciales, a la prensa, o a la sociedad en general. En el caso de estar en el gobierno, este estudio se puede parecer al de las campañas electorales, pero principalmente deben investigarse a los actores que van a influir en el gobierno, de manera positiva o negativa, y medir su nivel de influencia. La estrategia hace seria a la política, la fortalece. Los actores expuestos, los políticos, serán mejor vistos por la ciudadanía y el margen de improvisación se reducirá. Y, como expone muy bien Eulalio, la seriedad política brilla por su ausencia en Cuenca, basta ver el Libro Negro de la Marginación de Cuenca, editado por la Plataforma por Cuenca y prologado por Raúl del Pozo, y con simultaneidad leer el ahora presentado, para confirmar que la historia se repite, mostrando en esta provincia la peor cara de la marginación y la exclusión social.
¿A qué obedece esto? A una carencia imperdonable de consensos de poder, que acoge al elemento de mayor relevancia, porque la búsqueda del consenso es el motor para que la política cobre vida. Para que un político tome decisiones o se exprese sin traspiés, siempre deberá someterse a la búsqueda del consenso. Esto se da porque los políticos necesitan el respaldo de diferentes sectores o actores, para construir su espacio de poder; si ya cuentan con un consenso que les permite mantenerse en la política, y no quieren arriesgar a exponerse más, sus mensajes y acciones serán para mantener su espacio de poder. Luego, como vemos hay una combinación de política y comunicación, pero si analizamos un poco más también intervienen áreas como la psicología social o la sociología. Inclusive herramientas de la economía como la teoría de juegos se usan para la toma de decisiones.
En resumidas cuentas, y como conclusión, la comunicación política no es una ciencia, sino, un arte, porque permite diferentes recursos al momento de accionar, con el uso de herramientas, para poder construir consensos. Un consenso que ha huido de Cuenca y que entre todos tenemos que recobrar con prontitud. Un rescate, una reconquista para la que este libro resulta un buen espejo.
Gracias.
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