Este fin de semana, como acostumbro, he subido paseando hasta el aparcamiento en lo alto, fuera del Casco histórico en la que se denomina Zona del Castillo. Por la calle San Pedro es un martirio, y hasta peligroso para subir, a causa de la cantidad de coches que suben y bajan, incluso a demasiada velocidad. Mientras, la plaza de la Catedral sigue sin existir. Es sencillamente una calle de tránsito, ensanchada en un lateral y, para colmo, es ahí donde giran los grandes autobuses interurbanos.
He observado que a la altura del aparcamiento, en lo alto de esa parte del Castillo, han montado ya la estructura para situar la "tirolina" que atravesando la hoz del Huécar llegará a la otra parte, cruzando el hermoso valle; donde ya se observan coches aparcados en fila a lo largo de ese camino existente, que conecta la arribada de la futura tirolina, por detrás del "parador".
La ubicación coincide con la idea que propuse -y dirigí como ejercicio práctico- en la asignatura de la que me encargaba como profesor de la Politécnica. El trabajo se desarrolló en equipo, con tres de mis alumnos -entre otros trabajos a que se podía optar- que eligieron ese (Aitor Aldecocea Hernández,Álvaro del Campo Funez, Germán Culebradas Fernández). La diferencia es que nosotros proponíamos una pequeña cabina de teleférico que, saliendo desde esos dos puntos, transportaba al personal de un lugar al otro pudiéndose ir y volver en ese teleférico y luego llegar en coche, dejándolo en un pequeño aparcamiento o a lo largo del arcén del camino, o bien andando hasta el aparcamiento del Auditorio.Y viceversa.
La llegada en coche al aparcamiento de esa parte alta del Barrio del Castillo era necesario realizarla, pasando por la Cueva del Fraile, con el objeto de evitar que el numeroso trasiego de coches y motos impidiese conseguir finalmente convertir la explanada frente a la Catedral en una bella y tranquila plaza sin coches. Los autobuses desaparecían y eran sustituidos por un tranvía sin necesidad de giro -hoy ya posible sin cableado- que acabase en la anteplaza y un microbús conectaría el principio de la calle San Pedro con la zona alta de esta vía y el Barrio del Castillo.
Ese microbús tendría su principio en la parte posterior del convento de las Petras, convertida en plaza y conectada con San Pedro con trayecto hasta el aparcamiento del castillo.
Éste era el proyecto y no una tirolina. Ante esto, me pregunto: La gente que se lance desde el punto de la tirolina próximo al aparcamiento de arriba... ¿Cómo retorna a ese punto desde el otro más bajo cercano al parador? Reconozco no ser experto en tirolinas. Pero...
Y otra cosa. ¿Se va a conseguir, por fin, evitar ese paso continuo de coches y autobuses, como ocurre actualmente, por la explanada frente a la Catedral? Causa esencial por la que aún no merece la categoría de plaza. Dudas e interrogantes de las que surge la incógnita que aparece descolgada: ¿Se conseguirá por fin una auténtica plaza alrededor de la hermosa catedral de nuestra ciudad?
Rodolfo Picazo Pérez (Urbanista y Doctor Arquitecto)
-------------------------//
ANEXOS
Últimos comentarios