Desde la sociedad civil, pretendemos convocar a Instituciones
Públicas y empresas a la colaboración y compromiso con Cuenca
como destino de turismo de calidad y lugar para el arte y la cultura.
Es de justicia y necesidad, porque Cuenca necesita hoy,
si cabe más que nunca, de impulso y proyección.
Esta idea que impulsamos un grupo de ciudadanos conquenses
se ha plasmado en un gran proyecto que esperamos
que ilusione a nuestros conciudadanos y a las Instituciones,
y devuelva a Cuenca la vitalidad perdida.
Asociación Cuenca Abstracta 2016,
Cuenca 2016. Arte. Cultura. Patrimonio. Paisaje.
Dossier de Febrero de 2015.
Esta es la gran dedicatoria con la que abro mi último ensayo, Particularismo de Cuenca. Sociología de la vida cotidiana y cambio social, iniciado varios meses atrás, después de tomar la puerta de la jubilación. Cruzada esta verja, me queda el consuelo de que el envejecimiento no es inmutable, como destacó Mónica Salomone. Aunque viene poniéndome ya en guardia ante las terapias de antiedad, cada día más en boga, abandonando al mismo tiempo varios de los blogs que tutelo y abriendo uno específicamente dedicado a la tercera edad. Con esto vendré a sumarme a esa celebración que Antonio Muñoz Molina, con su homenaje a los viejos tremendos, denominó “celebración incondicional del mundo”.
En este respeto y ofrenda a mi tierra de nacimiento y vida, como viejo maestro ya retirado, y como pauta de reflexión para las generaciones más jóvenes, antes de que comience mi personal declive mental, necesito convencer a los habitantes de Cuenca de que en la nueva sociedad de nuestros días nos vemos emplazados a inéditas organizaciones, que surgen de la creciente complejidad de los problemas. Las demandas continuas, urgentes y generalizadas de abundantes bienes y servicios de una población en crecimiento no se pueden satisfacer a través de soluciones meramente individuales. La incertidumbre en que vivimos se corresponde a transformaciones como el debilitamiento de los sistemas de seguridad que protegían al individuo y la renuncia a la planificación de largo plazo: el olvido y el desarraigo afectivo se presentan como condición del éxito. Esta nueva (in)sensibilidad exige a los individuos flexibilidad, fragmentación y compartimentación de intereses y afectos, se debe estar siempre bien dispuesto a cambiar de tácticas, a abandonar compromisos y lealtades. El sociólogo Zygmunt Bauman, uno de los máximos exponentes del pensamiento europeo actual, se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y a la fragilidad de los lazos solidarios que parecen depender solamente de los beneficios que generan. Bauman exhorta en mostrar cómo la esfera comercial lo impregna todo, que las relaciones se miden en términos de costo y beneficio -de «liquidez» en el estricto sentido financiero-.
Destaca Bauman que, dada la velocidad de los cambios, la vida consiste hoy en una serie (posiblemente infinita) de nuevos comienzos… pero también de incesantes finales. Ello explica que en nuestras vidas resulte abrumadora la preocupación por los finales rápidos e indoloros a falta de los cuales los comienzos serían impensables. Entre las artes del vivir moderno líquido y las habilidades necesarias para practicarlas, saber librarse de las cosas prima sobre saber adquirirlas.
La sociedad como ámbito de peligro e inseguridad, de sospecha global, ha desplazado a la comunidad como ámbito de cercanía y seguridad. Las relaciones contractuales societarias, “frías” e impersonales, han desplazado a las relaciones “cálidas”, familiares o más personales (podemos recordar la figura de Ferdinand Tönnies quien nos hablaba de las virtudes de la Comunidad frente a elementos deshumanizantes que encontramos en la Sociedad). En el mundo actual –no sólo en el occidental– dominado por la impersonal y capitalizada cultura tecnológica y de consumo de masas: “la solidaridad tiene pocas posibilidades de brotar y echar raíces. Las relaciones destacan sobre todo por su fragilidad y superficialidad”.
Estamos asistiendo al espectáculo de una precariedad sin precedentes de los vínculos humanos, que podemos entender en forma de fugacidad de las lealtades comunales y en forma de fragilidad y revocabilidad de los compromisos y las solidaridades. El nuevo individualismo, el debilitamiento de los vínculos humanos y el languidecimiento de la solidaridad son consecuencia de impulsar una Globalización negativa unilateral, es decir, “la globalización del capital, el crimen o el terrorismo, pero no de las instituciones políticas y jurídicas capaces de controlar a los primeros”. El precio que debe pagarse a diario, dice Bauman, podemos entenderlo “en forma de trastornos y devastación sociales”.
El nuevo orden global, como sugiere Saskia Sassen, otra de las primeras sociólogas del tiempo presente, no debe desvincularse de lo local. Muy al contrario, lo global se visualiza en realidades locales. Para ser más precisos, como especifica esta misma socióloga, la globalización económica debe entenderse también en términos de sus múltiples localizaciones, “y no sólo en términos de los procesos amplios y extendidos que se dan a nivel macroeconómico y dominan las descripciones más corrientes del fenómeno, es más, hace falta destacar que algunas de esas localizaciones generalmente no se codifican como procesos relacionados con la economía global. La ciudad global puede concebirse como una instancia estratégica de localizaciones múltiples”.
Viene a ser un complejo ámbito que la obra en la que estoy trabajando en estos instantes pretende centrar en Cuenca y su particularismo. La singularidad de Cuenca en el espacio donde se materializan estos nuevos impulsos de comunicación que son las grandes ciudades, definidas por Saskia Sassen como “ciudades globales” o por Manuel Castells, por ejemplo, como “ciudades informacionales o ciudades de la información”, se encuentra en que se ve afectada por fracciones, segmentos o porciones de los fenómenos sobresalientes que se expresan en las condiciones materiales de esas ciudades y territorios, que son:
- la expansión explosiva;
- la exaltación de los medios de comunicación y la velocidad, en sus múltiples significaciones;
- la movilidad como un tema de conectividad y velocidad;
- los nuevos programas derivados de los sistemas de conectividad y la gran dimensión;
- las transformaciones en los hábitos del consumo y del ocio;
- la disolución, la fragmentación, la discontinuidad, el caos;
- la pérdida de identidades espaciales;
- paradójicamente, la ruptura del mundo como unidad, y la diversidad, entre otros.
Las nuevas generaciones están siendo socializadas vertiginosamente en una cultura de consumo que penaliza con el estigma a todos aquellos que quedan al margen del consumo de bienes y servicios, de artículos y productos tanto de primera necesidad como sobre todo de aquellos productos que asociamos a una vida placentera, con reconocimiento y éxito social. Se forma a las nuevas generaciones desde edades tempranas como miembros de una sociedad que sobrevalora la estética del consumo y no la ética del esfuerzo o del sacrificio.
Hoy hay una enorme cantidad de gente que quiere el cambio, que tiene ideas de cómo hacer el mundo mejor no sólo para ellos sino también para los demás, más hospitalario. Pero en la sociedad contemporánea, “en la que somos más libres que nunca antes, a la vez somos también más impotentes que en ningún otro momento de la historia”, declaró Bauman en una entrevista realizada por Justo Barranco. Manifestó también a éste que “todos sentimos la desagradable experiencia de ser incapaces de cambiar nada. Somos un conjunto de individuos con buenas intenciones, pero que entre sus intenciones y diseños y la realidad hay mucha distancia. Todos sufrimos ahora más que en cualquier otro momento la falta absoluta de agentes, de instituciones colectivas capaces de actuar efectivamente”.
El envejecimiento de la población en las economías desarrolladas obliga a repensar fórmulas que garanticen el Estado de bienestar a largo plazo y la crisis de los refugiados muestra nuevamente cómo en un mundo globalizado ningún país es ajeno a las grandes tendencias mundiales. Alude John Scott (en El cambio, la nueva normalidad, El País, 20 de enero de 2016) al Informe riesgos globales 2016 presentado en la antesala del Foro Económico Mundial, que dibuja un mapa de amenazas inédito hasta ahora, en el que las migraciones involuntarias son el primer riesgo por probabilidad y las catástrofes medioambientales, el de mayor impacto potencial. Este escenario no podemos perderlo de vista, y, ante él, subraya Scott que deben ponerse en marcha acciones que contribuyan a reducir las amenazas y maximizar las oportunidades.
Desde un ángulo antropológico, “particularismo” es un concepto historiográfico que se aplica a la historia de Europa Occidental, para definir la defensa de una particularidad o condición particular, especialmente las particularidades religiosas, estamentales y locales (en cuestiones forales, consuetudinarias -usos y costumbres, derecho consuetudinario, usatges-, económicas -fiscales, monetarias, metrológicas-, culturales -lingüísticas- e incluso protocolarias y simbólicas) frente a la tendencia unificadora, centralizadora y absolutista de la monarquía autoritaria del Antiguo Régimen.
Y pasados a la perspectiva sociológica, que es la configuración que ajusta el análisis de mi ensayo, nos traslada la misma a la tesis planteada en la primera parte del libro Sociología de la vida cotidiana, de Agnes Heller: Para llegar a la “esencia humana” es preciso pasar de la particularidad a la individualidad, superar la alienación, esto es, la “desesencialización”. Este tránsito, paso o evolución comprende o abarca otros movimientos; a saber: el de una sociedad estática a una sociedad dinámica (y cuanto más dinámica más «pura»); el alejamiento progresivo de las “barreras naturales”; el de las comunidades “integradas” a la comunidad (de la) “mercancía”; el de las objetivaciones de la vida cotidiana a las “objetivaciones genéricas superiores”. En síntesis, del hombre particular al individuo.
En toda sociedad hay una vida cotidiana y todo hombre, sea cual sea su lugar ocupado en la división social del trabajo, tiene una vida cotidiana, detecta Heller. Este hombre particular presenta como característica la reproducción es decir, la capacidad del hombre de apropiarse del mundo que le tocó vivir. El aspecto educativo de la vida cotidiana reitera la presencia del mundo en el particular y lo contrario y, además, sustenta la máxima de autores de historias de vida que, como Franco Ferrarotti, afirman que en una historia de vida está contenida la huella de la sociedad donde vive el narrador.
En Cuenca ese particularismo se recluye en el rasgo más destacado de la ciudad, que es su belleza surgida, por un lado, de la armonía entre naturaleza y espacio arquitectónico y, por otro, de su larga trayectoria histórica que nos ha dejado un importante legado cultural y monumental. Por eso mismo, la aproximación al centro histórico de Cuenca, como dijo el profesor Miguel Ángel Troitiño, ha de verse como el resultado de una lectura histórico-cultural que se fundamenta en un análisis que tiene como pilares fundamentales: una visión dinámica de la realidad urbana, un entendimiento de la ciudad como legado histórico-cultural y una comprensión de los centros históricos en cuanto realidades urbanas vivas. Un enfoque que tampoco conviene olvidar en este año de celebraciones. Y así vengo a hacerlo también en mi análisis de la estructura de la vida cotidiana conquense.
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