(Publicado en Zona Crítica de eldiario.es-Caffe Reggio, aquí)
“Reseteados, formateados o como se diga”, dijo Cospedal al respecto de los ordenadores, con esa otra misérrima estrategia que consiste en hacerte la tonta cuando te para un agente de tráfico
Como haría una organización criminal cualquiera que quisiera borrar el rastro de sus delitos, el Partido Popular borró, hasta 35 veces, los discos duros de los ordenadores de su Tesorería, procedió a cambiarlos y pretendió alterar sus números de serie. Sucedió pocas semanas antes de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, entre octubre y noviembre de 2015, aunque forma parte de su modus operandi: Carmen Navarro, gerente actual del PP, está imputada por haber borrado la información que contenían los discos duros de su antecesor, Luis Bárcenas. Alterar el número de identificación de un ordenador es ilegal, por lo que Hewlett Packard, la empresa informática que los había suministrado, se negó a hacerlo, ante una insistencia de los de Contabilidad del PP que han calificado de “desagradable”. Cómo sería la cosa.
Lo que ha hecho el PP con sus ordenadores es gravísimo, pues significa que en la calle Génova, sede nacional de un partido que ha gobernado y aspira a gobernar este país, actúan como auténticos mafiosos, aunque aún no les ha caído ni la del titiritero: debieran estar todos y todas en prisión preventiva incomunicada y sin fianza.
A diferencia de los de las marionetas, María Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular, fue entrevistada el sábado en el programa LaSexta Noche, donde, eso sí, dejó patente una vez más el nivel político de su banda. Un nivel político directamente proporcional a su nivel moral. Incapaz de ofrecer a la ciudadanía (entre la que se encuentran esos siete millones de masoquistas que aún votarían al PP) otra cosa que no fuera mentir, recurrió a la estrategia Pantoja, que, cuando se paseaba por Marbella, antes de ser una presa común, musitaba a su entonces pareja, el malversador de fondos públicos Julián Muñoz: “Dientes, dientes, que eso es lo que les jode”; y perpetraba una sonrisa. Como la otra noche perpetró sonrisas Cospedal, esas muecas sibilinas que se dibujan aspirando a transmitir tranquilidad de conciencia pero que apenas emborronan la verdad: no solo no alcanzan a ocultarla sino que la dejan en mayor evidencia.
“Reseteados, formateados o como se diga”, dijo Cospedal al respecto de los ordenadores, con esa otra misérrima estrategia que consiste en hacerte la tonta cuando te para un agente de tráfico (eso si no huyes a toda velocidad y te llevas la moto de un policía por delante). Según la secretaria general del PP, esos ordenadores estaban ya “muy viejos” y había que, digamos, ponerlos a punto. Para que los pudiera usar otra persona en la oficina, añadió. En plan austero y sostenible. Llevaba una camisa vaquera, que, deducimos, es lo más parecido a una regeneración que, ante la rebelión de esos cachorros de Nuevas Generaciones que piden la cabeza de Rajoy, encontró Cospedal en su armario apolillado de mantillas y capotes.
Las respuestas de la dirigente pepera fueron un insulto a la inteligencia de los españoles, una más de sus abiertas tomaduras de pelo y un documento para la hemeroteca que será muy útil en el futuro, cuando esta Amanda de sonrisa falsa, laca en el pelo, no importaba nada, se encuentre de nuevo en el banquillo con él, con él, con él, con él, con él. La vida es eterna.
Pero además fueron una nueva demostración de que el PP ha perdido definitivamente la vergüenza, si es que la tuvo alguna vez: mandar a esta mujer de sparring a la tele es darlo todo por perdido excepto la confianza en una idiotez dispuesta a dejarse engañar por el casual look con anillo de Pomellato. Cuanto más insistía Cospedal en que todo lo de los ordenadores era mentira, más mentirosa resultaba (le salía el tiro por la culata a la impulsora de la repugnante Ley de Caza de Castilla-La Mancha).
Cuando le recordaron lo de su “indemnización en diferido”, se fue por peteneras intentando hacerse la graciosa: ya saben, dijo, dirigiéndose a la audiencia, no se les ocurra usar la palabra diferido, está prohibida, y preguntó a Iñaki López, moderador de la entrevista, si en la tele no había programas en diferido. Tal cual. Este es en directo, acertó a responder el de LaSexta Noche, con los ojos prácticamente como platos.
Entre el bochorno y la indignidad, Cospedal solo llevó bien las riendas del más burdo ataque: llamó a Bárcenas delincuente, mentiroso y sinvergüenza. Es otra de las estrategias de cuarta a las que recurrió la líder: te pones como una fiera contra tu propio chivo expiatorio y así tú pareces inocente. Está muy visto. Puro paripé. Pero luego el público aplaude, María Dolores saca dientes, dientes, que es lo que nos jode, y aquí no ha pasado nada.
¿Qué tiene que pasar? ¿Qué sentido común a todos los ciudadanos decentes se tiene que activar para que esta banda de ladrones salga esposada del plató de Génova? ¿No se dan cuenta los votantes del Partido Popular de las mentiras de su secretaria general y de su incapacidad para defenderlas? ¿No se vuelven cómplices en las urnas de los delitos contra la cosa pública que ha cometido el PP? ¿Un voto no es un cómplice?
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