En lugar de bajar la cabeza, o darse con ésta contra la pared -a la vista de los resultados de su Gobierno recesivo-, la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, aseguraba el pasado miércoles que las encuestas en la región indican que lo que su Ejecutivo lleva haciendo tres años y medio "empieza a dar sus frutos" y que los ciudadanos confían en un Gobierno del PP y en otorgar este partido "otra vez" la responsabilidad de gobernar y "una mayoría absoluta". ¡Toma! Todo parece indicar que a ella, lo mismo que a sus acólitos, se les está comiendo el miedo ante las próximas elecciones. Sus declaraciones van ligadas, con su ceguera política, a la declinante estampa de la geografía de apuñalamiento a las clases medias europeasque ha dado la política descarnada neoliberal, en la que han sumido al conjunto de los ciudadanos. Una política favorecedora de la irritante e inadmisible pérdida de derechos, siempre unida al empobrecimiento de las mayorías y el enriquecimiento de las élites.
Semanas atrás explicó este patético espantajo el profesor Luis García Montero (vid. Señoras y señores: los ciudadanos, en Público.es, 29 de enero de 2015), conviniendo el punto medular de su apreciación en la apertura en estos momentos de un nuevo tiempo, revuelto por lo que van a decir los ciudadanos en las urnas. Básicamente porque, de pronto, toda Europa se ve en la obligación de escuchar la opinión y la voluntad de los ciudadanos, algo novedoso en unas democracias impotentes y acostumbradas ya a olvidar las pretensiones de la soberanía popular en favor de los lobbies económicos.
Frente a la nube de Cospedal y el ignorante sinsentido de Rajoy, autores de una programación social, política y económica elaborada en contra del pueblo, nuestros ciudadanos se acercan paulatinamente –en la línea de lo que han dicho ya los griegos- a decir basta ya a este capitalismo especulativo, y que no aceptan una democracia basada en unas cuantas libertades formales, pero sin relación con un sistema equitativo en la producción y el reparto de la riqueza.
Está ayudando a este cambio el no tragarse los ciudadanos tampoco las mentiras de un poder mediático en manos de los especuladores. Las nacientes formas de comunicación, sobre todo las Nuevas Redes Sociales, han roto el dominio absoluto de los que se limitan a crear opinión al servicio de un sentido común, un miedo y una prudencia dibujada por las élites. Contra lo que creen los dirigentes del PP castellano-manchego, hoy tienen más fuerza y credibilidad esas redes que "su" televisión mugrienta e inconfesable, ante la que no funciona ya ninguna manipulación del pánico o el desasosiego. El envés de toda esta defraudación la hallamos en las experiencias de carne y hueso transmitidas en segundos, y propagadoras de testimonios auténticos en cuestión de minutos sin falseamiento alguno.
En las elecciones venideras, como dice García Montero, el ámbito de la representación política es importantísimo. Para el caso de Castilla-La Mancha ningún votante ha de olvidar el pucherazo electoral impulsado por Cospedal, y debe intentar que lleguen a las Cortes de Castilla-La Mancha más y mejores partidos políticos que los confinados PPSOE. Esto requiere una reflexión sólida y bien fundada por parte de las clases medias de nuestra región, que deben darse a sí mismas una consistente lección de democracia. Así harán trascender a los especuladores y sus vasallos que la población no está dispuesta a soportar más los experimentos del laboratorio. Quitándoles votos a populares y socialistas, por lo mal que lo han hecho en la región durante tanto tiempo, es decir, "centrando" el voto adecuadamente, no se despistarán de una de las cuentas incorruptas de la sociología electoral: la bondad de los poderosos nace de su miedo o de su egoísmo. Sólo dejarán de ser crueles cuando sientan que es mejor perder un poco que perderlo todo.
Dentro de esta crueldad se sitúa la ausencia de reconocimiento por Cospedal y los suyos de que si algo nos han reportado a los ciudadanos castellano-manchegos es un flagrante empobrecimiento, registrado en el Informe 2013 de la Fundación FOESSA. Los datos de este estudio indican que asistimos a un proceso de empobrecimiento que eclipsa a los más pobres. Como denunció Sebastián Mora, "se está dando una especie de invisibilización de la pobreza y de la exclusión severa por saturación y extensión de la pobreza. La pobreza severa se ha incrementado de manera importante y esto nos habla de personas más allá de las fronteras de la dignidad. Estamos borrando las fronteras de la dignidad humana en este contexto social que vivimos, una sociedad disfuncional a la que ha cooperado Castilla-La Mancha de manera notable, con Cospedal y su Gobierno". Con las continuas bofetadas que han dado a la clase media todos estos años, su política ha ampliado la desigualdad social y ha generado un mayor desgaste de la sociedad, creando miedos en la presidenta que le conducen a salir densamente protegida por las fuerzas de seguridad, ante los temores a insultos e incluso agresiones que desconfía obtener del pueblo castellano-manchego.
La vía obsesiva de Cospedal y sus acompañantes por la inercia privatizadora (encerrada en el teatro endeble del emprendimiento) no funcionará si las clases medias no se ven compensadas por su trabajo y su sensatez. Necesita su política consecuentemente un viraje raudo y eficaz, porque las cifras son aterradoras. Un 36,7 por ciento de la población de Castilla-La Mancha está en riesgo de exclusión social, según daba a conocer el 17 de octubre de 2014 el responsable de la Red de Lucha contra la Pobreza en Castilla-La Mancha (EAPN C-LM), Braulio Carlés, en el Día Mundial de Erradicación de la Pobreza. Las "raíces vigorosas" de la recuperación, por tanto y de momento, no son un alivio para una gran parte de la población de Castilla-La Mancha. Las políticas de austeridad, los recortes sociales y los sueldos cada vez más bajos del trabajo precario están empujando "a que muchas personas vivan bajo el umbral de la pobreza". Las cifras son "escalofriantes", como denuncia dicha Red: casi cuatro de cada diez personas están ahora mismo en riesgo de exclusión social.
Carlés aludió a las personas que mueren por hambre pero también a los trabajadores pobres de la sociedad, y reivindica la necesidad de que la persona sea "sujeto no objeto". Considera "injusto" el actual sistema socioeconómico y pide acciones de activación económica, un empleo mucho más digno y más programas de acción laboral. Para ello, reclamó a los grandes partidos políticos "un pacto contra la pobreza", considerando que las políticas de austeridad "han empujado a que muchas personas vivan bajo el umbral de la pobreza". Para este responsable, se necesita una respuesta más solidaria y generosa por parte de todos.
Las cifras siempre ponen de relieve el mayor empobrecimiento que nos ha traído el PP. Indican que la pobreza y la exclusión social afectan ya a un 27,3% de la población en España: 12.866.000 personas. Este es uno de los datos principales que se extraen del último Informe 'El Estado de la Pobreza. Seguimiento del indicador de pobreza y exclusión social en España 2009 – 2013', que analiza la situación social en España y sus comunidades autónomas con los últimos datos disponibles según el indicador europeo AROPE.
La Privación Material Severa ha aumentado un 38%, lo que se traduce en más personas con dificultades para alimentarse adecuadamente, más hogares donde se retrasa el pago de gastos relacionados con la vivienda principal, más personas que no pueden mantener su vivienda a la temperatura adecuada ni tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos. Durante los años de la crisis, la población con privación material severa ha crecido en más de 800.000 personas, totalizando casi 3 millones, casi el mismo número de personas en situación de pobreza severa (6,1% de la población).
El aumento de la desigualdad se ha intensificado entre los años 2009 y 2012. Así lo demuestra la evolución creciente del Índice de Gini, que se había mantenido constante entre 2005 y 2008. Desde un punto de vista territorial, el Informe muestra una gran desigualdad entre las diferentes Comunidades Autónomas. En general, el norte soporta tasas menores de pobreza y/o exclusión social; y el sur, mayores. Navarra, País Vasco y Aragón tienen tasas inferiores al 20 %, y Canarias Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía entre el 35% y el 39%.
Ambos informes traducen una conclusión precisa y esclarecedora para los votantes responsables y no masoquistas: el aumento de la desigualdad que muestran todos los indicadores,lo que revela que la crisis ha golpeado con mayor dureza a la clase media y a los grupos sociales más desfavorecidos; demostrando la debilidad de las políticas sociales implementadas, así como la no correlación directa entre crecimiento de PIB y disminución de la pobreza.
Desorientación aturdida e ignorante demostrarán los votantes de clases medias si dan siquiera un voto que refrende lo llevado a cabo por Cospedal. Resulta muy grave que los dos informes citados señalen que Castilla-La Mancha, con un 36,7%, es la segunda región de España con mayor población en riesgo de exclusión social y que esta tasa haya crecido en 8,1 puntos en los últimos cuatro años. Esto significa que de los 2 millones de habitantes que somos, 771.000 son pobres; siendo la segunda región con mayor población en riesgo de exclusión social y la primera en encabezar el riesgo de pobreza, con su 31,3 por ciento. De manera más explícita, en esta Comunidad Autónoma son ya 120.000 las personas que tienen alguna carencia material severa, como son dificultades para tener una alimentación adecuada, que se retrasan a la hora de pagar su hipoteca o el recibo de la luz, que carecen de calefacción o que no pueden acometer gastos imprevistos que les puedan surgir.
Todo ello deriva de las políticas de empobrecimiento del PP, que han deteriorado la sanidad y la educación, se han cargado las ayudas a la dependencia o a los mayores, han destrozado el tejido económico de la región, han conseguido que aumente el paro y han abandonado las políticas sociales paulatinamente instaladas en el Estado de Bienestar. Lo que viene a poner de manifiesto la necesidad de un cambio, que UPyD puede llevar a cabo, con su programa y sus candidatos, mejor que nadie. En verdad el partido magenta, separado de lo que acompaña a Podemos, PPSOE o IU, y significan todos estos partidos, no olvida en ningún instante las alertas que Nancy Fraser, profesora de Ciencias sociales y políticas, ha dado sobre las consecuencias del aumento de las desigualdades y sobre la obsolescencia de las formas actuales de participación social (tipo PPSOE).
Fraser, estadounidense de 67 años, ha vivido y analizado el paso del capitalismo de Estado organizado, del que surgió el modelo social europeo que ha propiciado las mayores cotas de justicia social, al capitalismo neoliberal, que ha minado el Estado de bienestar y nos ha llevado a la grave crisis de 2008. Ahora está convencida de vivir a las puertas de otra transición. ¿Hacia dónde? En cualquier caso, los problemas que hay que afrontar, los procesos que condicionan la vida de la gente, desbordan por completo el marco westfaliano. Son transfronterizos, globales.
Considera Fraser urgente encontrar nuevos mecanismos para la toma democrática de decisiones. Sus trabajos en el campo de la filosofía política se han centrado en los problemas de la justicia social. En su libro Escalas de justicia (Herder, 2008) aborda las tres dimensiones que considera esenciales, todas ellas definidas por palabras que empiezan por r: los problemas de redistribución de la riqueza en el plano económico; los de reconocimiento en el ámbito de los derechos individuales y colectivos, y los problemas de representación, en el ámbito político. Todo un gran andén en el que se halla UPyD desde su nacimiento en 2007.
Juan Andrés BUEDO
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