Rosa Díez, Portavoz de UPyD (Publicado de UPyD, aquí)
No escucha. A nadie. Ni a propios ni a extraños. Bueno, a algunos "propios", sí: a los que le doran la píldora y le dan la razón diga lo que diga. Por eso los criterios para conformar su equipo-- el que pagamos todos porque se han de ocupar de lo que es de todos-- es bien simple: fidelidad y obediencia.
No escucha. Ayer se volvió a poner de manifiesto en el Pleno sobre medidas económicas que protagonizó de cuatro a nueve y media. Digo que protagonizó porque es justamente eso lo que ocurrió. El Presidente del Gobierno de España, comparecía a petición de IU y Grupo Mixto, del PP y propia para hablar del paro y la crisis. Y también, según nos dijo, para exponernos las líneas de lo que iban a ser "el nuevo paquete de medidas económicas". El Pleno se convirtió en un soliloquio presidencial, mitad descalificación al adversario político que no le daba la razón, mitad autobombo. Y todo ello adobado por una exagerada prepotencia. Prepotencia en el fondo y en la forma. Merece la pena que alguien vea el video de las réplicas del Presidente. Desde la exageración gesticular ( a veces parecía Mister Been) y las risitas con que se adorna cuando contesta a Rajoy, a los adjetivos descalificadores que le dedicó a Joan Herrera (demagogo, le dijo) para replicar a la crítica de éste de que los cuatrocientos euros o la desaparición del impuesto sobre patrimonio son medidas insolidarias, que favorecen la desigualdad y no crean empleo. Argumentos estos que coinciden con lo que nosotros mismos le dimos a Solbes en el Pleno de Presupuestos.
Y luego está cuando se le hincha la vena conmigo. Es salir a la tribuna y agachar la cabeza; vena hinchada y ni una mirada durante los cinco minutos en los que pude intervenir. Como se pone de los nervios, pues no escucha. Así que se obceca y confunde la comparación que le hago de volubilidad de sus medidas (hoy tengo unas, mañana traeré otras) con los principios de Groucho Marx (estos son los que tengo, pero si no le gustan tengo otros) y cree que le he hablado de su principios. Y se "defiende" tratando de ponerse por encima, a salvo. No es capaz de entender que a mí nunca se me ocurriría hacerle una apreciación de carácter personal, y mucho menos se me ocurriría cuestionar sus principios. No le juzgo por eso: le juzgo por su política. Y lo seguiré haciendo aunque no me entienda o no quiera entenderme. O aunque aproveche cualquier oportunidad para internar una confrontación personal que jamás encontrará.
Y va y dice que no le he hecho propuestas y por eso no me puede contestar. Como si en los tres minutos que tengo para intervenir (alargados a cinco) se pudiera rebatir las casi tres horas que él ha utilizado para extender el mero viento que son sus propuestas, desarticuladas e inconexas, repetitivas y huecas. Eso es el "debate parlamentario": tres minutos frente a tres horas. Como si no fuera una propuesta, la más seria de todas, recordarle que perdió un tiempo precioso de bonanza económica para hacer reformas estructurales, y que eso es lo que toca hacer ahora que estamos en peores condiciones. Como si no fuera una propuesta de fondo recordarle que tiene abandonado el principal instrumento de cohesión y de competividad para un país y para sus ciudadanos que es la educación. Como si no fuera una propuesta seria recordarle que debe parecerse a aquellos a los que dice admirar y rodearse de los mejores, como hace su adorado Obama.
Pero no escucha. No escucha porque prefiere la propaganda al gobierno. Y porque no le interesa nada la eficacia de las medidas que anuncia, sino los titulares que éstas provocarán en todos los medios de comunicación que controla desde el poder gubernamental y partidario. Y mañana o pasado, cuando esos titulares y su efecto hayan pasado, pues ya presentará otras: si estas no le gustan, tengo otras. Como Groucho Marx, lo dicho. Como Orwell dejó escrito en su magnífico estudio sobre la política y el lenguaje inglés, algunos políticos utilizan el lenguaje para convertir las mentiras en verdades y para que parezca solvente el mero viento. Es como si en 1946 ya supera de José Luis Rodríguez Zapatero. Y del arte de la propaganda y la confusión. Viento. Mero viento adornado de millones de euros. Para crear trescientos mil puestos de trabajo, dice. Los que se destruyen en menos de dos meses, a una media de 6.214 al día. Nada de invertir en economía productiva, en medidas regeneradoras de nuestro tejido industrial, en competitividad, en educación, en formación.
Me dijo que aunque a mí no me gustara --el lo dice-- la educación depende en su mayor medida de las CCAA. Como si eso fuera una disculpa en la que poder ampararse para no hacer nada. ¿Y la tarea armonizadora prevista en el artículo 150.3 de la Constitución :" El Estado podrá dictar leyes que establezcan los principios necesarios para armonizar las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas, aún en el caso de materias atribuidas a la competencia de éstas, cuando así lo exija el interés general". ¿Acaso no considera este gobierno de "progres" que la Educación es el principal instrumento de igualdad, cohesión y competitividad que tiene nuestro país? ¿Acaso están contentos con el nivel en que se encuentra España?
Viento, mero viento. Que se cambiará por otro en cuanto pasen los efectos propagandísticos de este. Me faltó poderle decir --Bono, que fue "generoso" me terminó cortando la palabra-- que su política, la del Rodríguez Zapatero, se ha convertido en un lastre para el país. Bueno, se lo diré otro día; porque desgraciadamente nada va a cambiar: él está encantado de conocerse.
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