De 1990 a 2005, el “presupuesto participativo” (pp) ha evolucionado de forma considerable a todos los niveles y escalas, menos en el Ayuntamiento de Cuenca “mandado” –y mal gobernado- por Cenzano, que si algo no es, evidentemente, es socialista. Y el mejor ejemplo ha estado en la demora y oscuridad con la que ha gestionado las cuentas públicas municipales todos estos años.
Se han ofrecido definiciones generales y particulares acerca de presupuesto participativo. Las definiciones generales describen al pp como un proceso a través del cual los ciudadanos pueden contribuir en la toma de decisiones acerca del presupuesto gubernamental. Las definiciones particulares generalmente se derivan de la experiencia de pp en Porto Alegre y hacen énfasis en varias características: el proceso está abierto a cualquier individuo que desee participar, combina democracia participativa y representativa, implica deliberación (no sólo consulta), busca la redistribución, y se autorregula, en la medida en que los participantes ayudan a definir las reglas
que rigen el proceso.
Una de las definiciones más útiles del pp la realizó Benjamín Goldfrank, de la Universidad de Nuevo México (Estados Unidos), en el volumen 26 de la Revista de Ciencia Política (n.º 2, de 2006), donde señala que es un proceso a través del cual los ciudadanos, de forma individual o por medio de organizaciones cívicas, pueden de forma voluntaria y constante contribuir en la toma de decisiones del presupuesto público, a través de una serie de reuniones anuales con las autoridades gubernamentales. Y así es como, más o menos, la ha utilizado el Ayuntamiento de Albacete, la antítesis gestora eficaz del ineficaz equipo de gobierno cenzanero.
Ha hablado nuestra vanguardia de la modernización administrativa que debe realizar el Ayuntamiento de Cuenca; pues bien, esa reforma va inexcusablemente ligada a la implantación de un “pp” en regla y lleno de virtualidad. Recoge éste conceptos como “participatory publics” (Wampler y Avritzer, 2004), desarrollo deliberativo (Evans, 2004) o gobierno de empoderamiento participativo (Fungy Wright, 2001), entre otros.
Ellos han demostrado que el `pp´ puede conseguir muchos de los objetivos
de la profundización de la democracia, en especial, en cuanto a que redirigen recursos públicos hacia los barrios más necesitados (Marquetti 2002), extienden la prestación de servicios (Sousa Santos,1998), democratizan las organizaciones civiles existentes e incentivan la creación de nuevas (Abers, 2000; Baiocchi, 2001), incrementan la transparencia y “accountability” (Wampler, 2004), mientras que reducen el clientelismo (Abers, 2000), y aumentan la representación democrática de los tradicionalmente excluidos (Nylen, 2003). El diseño institucional de este modelo, a cuya reforma hemos hecho igualmente alusión en otros artículos y venimos a solicitar en el momento de elaborar un programa electoral democrático en Cuenca, queda encuadrado en las cinco orientaciones siguientes:
A. Enfoque de necesidades inmediatas vs. planeación a largo plazo: algunos sostienen que una clave del éxito en el pp es enfocar las discusiones en un rango amplio de necesidades prácticas e inmediatas; otros, que este enfoque socava el debate acerca de temas más trascendentales y con efectos a largo plazo.
B. Informal vs. formal: algunos favorecen darle al pp una estructura informal y abierta, que permita la participación de individuos o grupos sin dar privilegios a organizaciones ya existentes, y que pueda ser modificada por los mismos participantes; otros plantean que, para evitar la manipulación política del pp por parte de los partidos en el poder y para garantizar la representación de actores políticos y sociales importantes, el pp debe estar formalizado por ley.
C. Deliberación: los participantes deben enfrentar discusiones cara a cara y deben contar con poder de decisión acerca del proceso de presupuesto, al menos en cuanto a priorizar las inversiones por realizar.
D. Supervisión centralizada: la alcaldía debe estar directamente involucrada en la coordinación del proceso de pp.
E. Reglas e información asequibles: las reglas, incluyendo los criterios para asignar recursos en los barrios y la información presupuestaria, deben estar disponibles y accesibles para el público en general.
La precampaña electoral deberían encararla los partidos políticos como una gran Asamblea General del Municipio de Cuenca, delegando en los candidatos de los partidos políticos la labor de descentralización en comités y responsabilidad por áreas, temas y necesidades. Esta es una fórmula de forzar los cambios institucionales que se están pidiendo en cada esquina de la ciudad, y que abogan por un diseño más formalizado y eficaz de las cuentas, las obras y los servicios públicos, y , en los cuales rompa el escaso aporte ciudadano a esta gestión, que está siendo limitado y subordinado a las estructuras formales de los partidos dominantes.
El Comunicador Activo
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