Aunque el libro está agotado, pues tuvo una edición corta, en más de una biblioteca podrán encontrar “Cuenca en la Sociedad de la Información y la `nueva economía´” los políticos, los partidos, las asociaciones y cuantos lectores empiecen a sentirse confundidos por esa macabra, egoísta, acuchilladora y alburente –socialmente hablando- denominada Iniciativa Cívica de Albacete, que pretende ahora de nuevo, cuando el proyecto definitivo está en marcha ya, sacar adelante –vana y estúpida intención- el “trazado del AVE Sur”.
No le dan miedo ni le causan inquietud a nuestra vanguardia esos taladradores del desarrollo equilibrado de la “nueva Castilla-La Mancha”, simplemente porque contamos con todo el apoyo politológico y socioeconómico que describió Juan Andrés Buedo en el citado ensayo. Nos remitimos al Capítulo V de esa obra (“La larga decisión sobre el AVE”), que los sepultadores de la ICA deberían leer igualmente con atención y detenimiento, para que dejen ya de por vida de decir tonterías y, si acaso, se dediquen a la “cría del gorrino”, labor para la que a lo mejor valen, puesto que para la dirección de la opinión y de la vida pública han demostrado con suficiencia su carencia total de iniciativas plausibles.
Esas 20 páginas del libro explican los pasos y maniobras de las opciones manejadas y de la finalmente decidida, por esto mismo, como se ve ahí, puso fin el ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, a la amenaza que supuso durante muchos meses la elección de la denominada opción sur sobre el AVE Madrid-Valencia para unir ambas capitales, distantes 350 kilómetros en línea recta, claramente la favorita de Fomento cuando Rafael Arias-Salgado era su titular. En un principio siempre se habló de construir una línea directa, totalmente nueva y toda ella adaptada a la alta velocidad (con la plataforma diseñada para velocidades de hasta 350 kilómetros hora). Y hasta hay estudios del Ministerio y de las autonomías afectadas en ese sentido. Sin embargo, en verano de 1999 tomó forma en el Ministerio el trazado sur (conocido como solución C en el estudio informativo), que ni era AVE en su totalidad, pues aprovechaba tramos ya construidos sólo aptos para velocidades de 200 kilómetros por hora, y que además daba un rodeo de hasta 470 kilómetros. Era una solución del gusto de Albacete, abominada en Cuenca, que se quedaba sin tren, satisfactoria para Alicante e inadmisible para Valencia y Castellón.
Finalmente, “se nos ha dado la razón”, afirmó un portavoz de la Plataforma Cívica Pro-AVE, el movimiento ciudadano creado para conseguir que esta ciudad no quedara al margen del trazado del tren de alta velocidad. Y a estas alturas del tiempo y de las obras, que venga ahora un grupo de cirineos de causas perdidas a vender esparto, denota en ellos mala leche, poco conocimiento y estulticia paragüera (¿a favor de quién/es?, ¿cuáles son los intereses económicos que están detrás de los que financian esa tontería?, lo sabremos, por descontado).
Por fortuna, Cuenca cuenta con el apoyo de los empresarios valencianos, que exigen un AVE auténtico y directo. Si los políticos manchegos de Alzázar de San Juan, Tomelloso y esa vaguada de interés restrictivo quiere ahora el regreso al pasado, la respuesta desde Cuenca y Valencia será NO. Y no admitiremos actitudes parvulistas ni decimonónicas. Si ellos siguen, en Cuenca levantaremos cuantos Foros Cívicos sean precisos para que el insoslayable desarrollo de la provincia no vuelva a pasar de largo, pues así, como manifiesta Juan Andrés Buedo, lo entendemos y está explicado con toda lógica socioeconómica en su “Argumentación sobre el AVE”. Más aún, ¿de qué van esos atolondrados “iniciativadores”, cuando saben que Cenzano ha puesto ya la primera piedra para la estación del AVE en Cuenca? Cuando las cosas están así, quienes pegan traspiés de esa especie, como los de la ICA, sólo denotan ademanes, declaraciones y actividades que pueden calificarse de todo, menos de inteligentes.
El Comunicador Activo
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