En la gestión urbanística de Cuenca falta transparencia.
La decisión sobre la ubicación de la estación del Ave ha estado sometida al más absoluto de los secretos y a un proceso de desinformación de la opinión pública. La ciudadanía se ha pronunciado mayoritariamente respecto a su ubicación en el centro, y el Alcalde aprovecha el “cheque en blanco” de unas elecciones municipales y un incomprensible apoyo del Partido Popular, para presentarnos un proyecto que, cuando llene de casas esta zona privilegiada, hará inviable cualquier otro modelo que no suponga que la estación del Ave queda fuera de la ciudad, que las vías del tren permanecen partiendo en dos a la ciudad hasta que dentro de 5 o 10 años se cierre la línea de ferrocarril convencional, y que las casas que se construyen son el parte para unos jóvenes que no van a encontrar empleo en su tierra.
Por otra parte, el Convenio que se pretende firmar para la urbanización de los terrenos del Serranía no explica de modo suficiente la razón por la que se va a permitir un aumento de la edificabilidad muy por encima de lo habitual, ni tampoco asegura la necesaria participación del Ayuntamiento en este importante aumento de plusvalías. IxC (10-febrero-2006)
Desde que se delatara esta anomalía por el partido de los Independientes, mucho es lo que ha llovido. Pero la cosa en Cuenca sigue igual o peor. Sin embargo sus autoridades continúan igual de dormidas (o vendidas, no sabemos aún). Por este motivo, según se acerca la fecha, ésta no puede ser “traída a menos”, porque el acto ahí dispuesto no puede fracasar o quedar corto. El día es el 5 de septiembre de 2006, momento para el que la asociación ‘Urbanismo Ciudadano’ ha convocado un debate público en el Centro de Recepción de Turistas en el que se discutirá sobre si la estación del AVE debe instalarse fuera de la ciudad, tal como está previsto, o dentro.
El comunicado de su reciente Junta Directiva, firmado por su presidente, Julio Fernández Peláez, en el que adelanta su intención de presentar alegaciones contra el nuevo Plan de Ordenación Municipal, entre otros motivos porque entiende que «no queda claro que este plan contenga un auténtico estudio de impacto medioambiental».
Esta asociación critica que el Plan de Ordenación mantenga la fractura que supone la vía del tren que parte en dos la ciudad y aboga por soterrarla e instalar la estación del AVE dentro de la ciudad, en vez de a las afueras.
La futura estación del AVE se planea ubicar en el paraje de la Estrella en un espacio junto al que se reservan quince hectáreas para instalar una ‘Ciudad del Transporte’ donde se podrían concentrar distintas plataformas logísticas.
Al debate que organiza ‘Urbanismo Ciudadano’, informó La Tribuna de Cuenca, fueron invitados a participar al Ayuntamiento, al ADIF y al Ministerio de Fomento, aunque éste ha declinado el ofrecimiento excusándose al considerar que el proyecto de la estación del AVE es competencia del administrador de infraestructuras ferroviarias.
Urbanismo Ciudadano disiente, lo mismo que nuestra vanguardia con el modelo de ciudad que se plantea en el nuevo Plan de Ordenación. En esencia, lo critica por «falta de cohesión estructural, el desarrollo artificial sin base social ni económica, el establecimiento de núcleos neurálgicos y comerciales alejados del centro tradicional y administrativo y las predicciones de un aumento desorbitado de población que podrían estar provocando un importante efecto especulativo». Y, en principio, por más que diga la vigente concejal de Urbanismo, el nuevo Plan no puede permitir crecer de forma ordenada hasta los 105.000 habitantes, el doble de la población actual. Y no la hará porque no lo está haciendo ya ni con la mitad. ¿Acaso no ve esta señora la falta de disciplina y descontrol en la administración urbanística e incluso arquitectónica? ¿Cómo cree que se hacen esas cosas? ¿Cediéndolas al especulador? ¿Es que busca ser el Ayuntamiento el primer especulador de esta ciudad? Mucho se está hablando ya de esto, y a lo mejor hay que pasar a mayores, porque ¿qué es eso de que el ciudadano sea un simple perjudicado, mientras los beneficios van a “otros”?
La iniciativa de la concejala cenzanista entra dentro de lo que Jordi Borja, profesor de la Universidad de Barcelona y geógrafo urbanista de prestigio internacional, denominó claramente una práctica de arquitectura “urbanicida”. Contra lo visto por la “oficialidad” del POM conquense, éste ni ofrece futuro en equilibrio y con método, sin especulación, ni genera la estética que nuestra ciudad se merece –y son posibles- a estas alturas del siglo XXI.
Transparenta dicho plan de (des)ordenación unos procesos urbanos que niegan la ciudad; un urbanismo del miedo, del miedo a la ciudad; una nueva versión del
rechazo que casi siempre ha mantenido el “pensamiento conservador” (curiosamente impulsado por el psociata Cenzano, ¡qué bochorno!) con respecto a la ciudad; un urbanismo de mercado que, en lugar de enfrentarse con sus efectos desequilibradores, se adapta a sus dinámicas, vende la ciudad al mejor postor y deja que se extienda una urbanización difusa que multiplica las desigualdades sociales; un urbanismo que se expresa en arquitecturas banales, en bloques aislados y aislantes y que, cuando pretende ser monumental, suele convertirse en una afirmación presuntuosa del poder político o económico. ¿Acaso no es esto lo que ha buscado a cada momento el altisonante de Cenzano? Sus actos así parecen haberlo demostrado muchos años.
Debemos respaldar, antes que a este alcalde y camarillas, a Urbanismo Ciudadano, que denota mayor cuidado por el civismo que los regidores actuales. Así, antes de culpar a los ciudadanos y de tratarlos como a niños maleducados a los que hay que enseñar las cuatro reglas de la urbanidad tradicional más o menos aplazada, hablemos primero del incivismo del urbanismo real (Jordi Borja) del que muy a menudo las políticas públicas son responsables o cómplices. “La ciudad, cielo e infierno” titulaba el periódico El País un excelente extra dedicado al Foro Urbano Mundial. El cielo es cuando la ciudad construye lugares atractivos donde vivir (Richard Rogers); el infierno, cuando domina la arquitectura “urbicida” (Luis F. Galiano).
El arquitecto Josep Oliva (La confusió de l'urbanisme. Ciutat pública vs ciutat domèstica. Barcelona: Editorial Pòrtic, 2001) clarificó el panorama referido a dos maneras, muy distintas, de entender y de enfocar la cuestión urbana y, concretamente, la construcción de la ciudad. Su objetivo principal fue, pues, esa clarificación consistente en deslindar la ciudad propiamente dicha (o ciudad pública) de lo que constituye un asentamiento humano (o ciudad doméstica) por bien organizado, urbanizado y equipado que esté. Por lo demás, el hecho de apostar por la primera es un aspecto menor, según él. De más importancia es, en cambio tener un proyecto que equivale a tener las ideas claras y saber hacia donde nos encaminamos. En la cuestión urbana, que es importante porque están en juego intereses políticos, económicos, de medio ambiente y de calidad de vida de los ciudadanos, también se habla de modelos de ciudad, pero sin explicitarlos suficientemente y con el agravante de la ambigüedad y la indefinición semánticas. Últimamente, aparecen los nombres de ciudad compacta y ciudad dispersa o difusa los cuales mezclan modelos urbanos con densidad edificatoria, que no es precisamente lo mismo.
En el ámbito urbanístico, entiende Oliva, es oportuno preguntarse:
- ¿qué modelos urbanos hay?, ¿cuáles son las características concretas de cada uno de ellos?. Y en un segundo nivel
- ¿cuáles son las características que definen un buen plan de urbanismo o cuáles son los elementos de juicio que permiten evaluar su cualidad?
- ¿qué significa ciudad compacta?
- ¿se considera conveniente la formalización del espacio?
- ¿qué papel juega una equilibrada distribución de los volúmenes construidos? (lo que yo llamo el urbanismo de las maquetas)
- ¿una buena composición sobre plano (o el urbanismo del diseño gráfico) es, realmente, garantía de buen urbanismo?
Hablando de problemas urbanos, recuerda Josep Oliva que más de una vez se ha dicho que convendría saber qué modelo de ciudad queremos. Es el momento, por tanto, de repasar en Cuenca los modelos de que disponemos y ver cuál es la filosofía que hay detrás de ellos. Y, a partir de aquí, elaborar un inteligente consenso, que no impongan ni los políticos ni los empresarios sin contar con la voz de la sociedad.
El Comunicador Ciudadano
El Ayuntamiento se tiene que presentar con miles de alegaciones. Muchísimas que sea un escándalo solsayar.
Publicado por: Corujo | 29/08/2006 en 12:15 p.m.