Están llegando apresuradamente al comunicador distintas voces que intentan justificar la condición de cabeza de lista de Antonio Pulido en la candidatura del PP al municipio de Cuenca, y, con las mismas, las de su oponente, el alcalde actual –J. M. Mtnez. Cenzano- que viene a ratificar el PSOE. Mientras la confirmación de este último es casi nomológica, llevando asentada muchos meses (desde que abandonara la política Bono, del que era sacristán), la del pepero ofrecía muchas dudas y estaba falta de varios empujes internos, a realizar por la oligarquía provincial, irradiada por Marina Moya. Finalmente los acontecimientos han desembocado en lo vaticinado.
Pero de aquí a achacar la oferta de sillón de Pulido a devaneos de mala especie, sinceramente, tenemos muchas más dudas. E incluso, si hemos de amparar la opinión en los agrestes montes politológicos, más bien nos encaminan estos a considerar esa relación como una aviesa intención irradiada desde el flanco socialista.
Así lo estimamos, mientras no dispongamos de más datos, al acudir a las enseñanzas que producen los distintos reflejos del espejo que el sistema político español tiene clavado en Cuenca. En esta provincia la oligarquía partidista –con su corrupción interna y amilanada, merced a un silencio tácito, desvencijado desde sus viejos comités- perdura mediante esos entes la carencia casi total de debate intelectual, ni político ni sobre nada. No se habla nada, ni se critica nada. Esto es lo que se llama "democracia" por aquí. Mediante el procedimiento técnico del sufragio, regla procedimental, y mediante la convención de la supremacía de la mayoría, regla convencional, los ciudadanos que votan optan entre las diversas oligarquías políticas o partidos o élites de notables encuadradas en partidos carentes de democracia interna. Estos partidos, a su vez designan los candidatos y se reparten el poder institucional del Estado y su poder territorial siguiendo cuotas electorales. De esta forma los ciudadanos sólo optamos entre las siglas de los partidos. No elegimos ni nombramos a nadie. Son los partidos la columna vertebral del Régimen del 78 y escapan a cualquier control proveniente del pueblo. Así, la "voluntad popular" es una ficción jurídica, una metáfora que expresa el dominio absoluto de los partidos sobre las instituciones y la sociedad.
En este régimen una casta de privilegiados –a la que han accedido por diversos caminos y a través de distintos apoyos- disfruta de todas las ventajas y prebendas, goza de impunidad penal y controla todos los resortes del poder social, económico e intelectual.
La izquierda es auténticamente virtual en Cuenca; no es real para nada, no es más que una pieza del sistema político diseñada para engañar a los incautos y desprevenidos, que tranquilizan su conciencia moral o política conformista representándose que con su voto están contribuyendo "al progreso", "a la revolución", y otras lindezas por el estilo. ¡Por favor! ¿Alguien cree que los Cenzano boys tienen un siquiera somero ápice de ideología adelantada? Por supuesto que no, ya que son unas marionetas simples dispuestas para impedir que los ciudadanos de izquierda se organicen y, con ello, hacer latente la destrucción del sistema. De esta manera, van otorgando estos su confianza a aquélla y a sus partidos, y, con las cautas monedas de los judas que tenemos a nuestro alrededor, se dejan llevar por las organizaciones tótem del sistema, para que nada cambie aunque haya que emplear retórica gruesa y populista para embaucar al vulgo. Con este subterfugio, entonces, la izquierda es otro aparato más del Estado.
Nada entonces que decir respecto a los partidos de derecha, como aclaraba Felipe Jiménez en un Cuaderno de Materiales. Se preguntaba en éste ¿qué se le puede pedir a un partido de derechas? Respondiendo que nada, literalmente. Debido a que en los fueros conquenses de este régimen los ciudadanos normales estamos como espectadores y para aplaudir con las elecciones, acto de adhesión inquebrantable al régimen de 1978 y que no sirven para configurar políticamente la voluntad popular por las crecientes similitudes existentes entre los partidos del Régimen y por la utilización sistemática de técnicas de mercado y publicidad para configurar la voluntad popular.
Así, las elecciones nada deciden. En esta situación de corrupción generalizada, de existencia de unos privilegios que nada tienen que envidiar a los privilegios de los privilegiados del Antiguo Régimen anterior a 1789 y que con tanta finura criticara E. Sieyes, el desánimo popular se hace evidente en la creciente abstención política de los ciudadanos siervos ante la constatación de que no hay cambios y de su impotencia política. En resumen, tanto nos da que nos da lo mismo, ni Cenzano ni Pulido nos van a dar lo preciso y lo más justo, porque ni tienen vacación política, ni han accedido a ésta para servir, sino, antes bien, para servirse e idolatrarse. Se les ve en la cara, en los gestos, en los mensajes sociales y económicos; pero sobre todo, donde mejor se les ve es en la pobre dialéctica que transmiten, en los débiles discursos políticos que elaboran y, ahora mismo, en la carencia de unos programas políticos realistas, justificados y ejecutables. ¡Para los cantos al cielo, hay otros personajes!
El Comunicador Activo
¿Entonces, según tu análisis,qué esperanza nos queda? ¿Un partido como IxC? ¿POr qué hemos de creer que partidos como "Independientes" no se comportarían igual si pudiesen tocar poder? Yo pienso que lo que se debe hacer es trabajar desde dentro de los partidos para intentar cambiar las cosas, pero no revolucionariamente, sino poco a poco y con realismo. Es evidente que los partidos deben democratizarse, porque de lo contrario terminarán por quedarse vacios, pero nada se gana abandonando la posibilidad de trabajar por su transformación.
Publicado por: Pedro J. García Hidalgo | 12/08/2006 en 01:15 a.m.
Pues mira, PJ, si Independientes llega al poder y se comporta como lo han hecho PP y PSOE, les retiraré mi confianza. Pero de momento no se han comportado así y su actuación como oposición, organigrama y personas no me invitan a aventurar que caigan en ese error. Por tanto, como verdadera alternativa de cambio, les concedo el beneficio de la duda.
Publicado por: francisco | 25/08/2006 en 12:00 p.m.