Los políticos del tiempo presente ubicados en la provincia de Cuenca se hallan acomplejados por su fuero partidista y están disminuidos por su incompetencia en materia de gestión pública, a lo cual debemos agregar una psicología individual que, en la mayoría de los casos, no trasciende desde una seria y generosa vocación de servicio público, sino de un estúpido y macaco desbordamiento ególatra que surge de su propia creencia de que para el encomiable ejercicio de esa función sirve cualquiera. Y luego vienen los resultados, claro, de una pobreza y una falta de planificación con una trascendencia grandísima.
El caso más patético es el de la Junta de Comunidades, cuyos delegados provinciales, en lugar de ser unos serios y experimentados funcionarios de Grupo A, son a lo sumo, muchos ni eso, funcionarios de Grupo B, e incluso se da el caso de alguno/as que no son ni funcionarios de esta Comunidad Autónoma. No es que esto sea, de por sí, ilegal. Pero es todo un síntoma de quién/es nos gobiernan. Si pasamos a la Diputación, comenzando por su presidente y continuando con otros cuantos diputados responsables de comisiones, la cosa es peor aún. Ya no entraremos en el Ayuntamiento de la capital o en decenas y decenas de ayuntamientos de la provincia, donde la fotografía es más borrosa todavía. Así, no es de extrañar que pase lo que pasa, que no es otra cosa sino la evidencia de una Administración Pública sin instrumentos ni mecanismos para promover en esta provincia la eficiencia, el ahorro, la calidad, la transparencia y una efectiva participación ciudadana en las acciones de gobierno.
De esto el máximo culpable es el PSOE y quienes lo dirigen ahora en Cuenca. Contra todos ellos debemos estar los conquenses, que pagamos nuestros impuestos para tener un buen gobierno, algo que requiere poner al frente de los servicios públicos a políticos competentes, bien preparados, que sepan y tengan el prestigio conveniente para exigir en todo momento a los diferentes funcionarios públicos el conocimiento de los nuevos caminos que hoy existen para promover una organización que dé satisfacción cumplida a las necesidades públicas que manifiestan los ciudadanos.
Porque cuando se trata de ofrecer un servicio público, cuando se trata de hacer un buen gobierno, los errores se magnifican o, dirían los analistas, se aprovechan para acarrear agua a los molinos de alguien, una práctica común y general en tiempos electorales. Y esto al PSOE le hace perder la calma y la perspectiva. Se repite hasta la extenuación, poniendo en puestos clave, de orden político y técnico de las tres administraciones (“general del Estado”, autonómica y las locales), únicamente a gente de su camada o dóciles ovejitas que no van a contestar a los politiquillos salidos de su comité provincial.
Contra lo que vemos en otras provincias y administraciones, Cuenca pierde la marcha general a consecuencia de esa incompetencia, que ha terminado por hacer creer a los “concubinos” del poder conquense que esa fórmula es la única existente. Pues no, no lo es, sino todo lo contrario, señores directivos del PSOE conquense. A consecuencia de esto, por el contrario, huyen los mejores proyectos económicos y sociales en lo que toca a su instalación. Aquí siempre se va detrás y recogiendo lo que dejan las provincias vecinas.
A esos políticos tontivanos de la foto, que se creen que con salir en El Día de Cuenca ya han cumplido, son a los que el ciudadano medio ha de dirigir incompasible sus acusaciones de dejación y de incompetencia, recordándoles que, desde el instante mismo en que toman posesión de su cargo, no pueden dejar de fomentar la creatividad de los servidores públicos en la innovación y calidad del Gobierno de la Provincia.
Así las cosas, desde la petición, por ejemplo, de que el alcalde Cenzano transmita a la ciudadanía el coste de las horas extras pagadas a sus empleados, hasta la explicación de los distintos viajes y desplazamientos de los delegados provinciales de la Junta, o la baja productividad –por unos indicadores técnico-administrativos anticuados y fuera de órbita- evidenciada por la Diputación Provincial, El Comunicador Activo se ve en la obligación de demandar al Subdelegado del Gobierno en Cuenca –cargo que se cree figurativo en estos lares, y, en cambio, no debe ser nunca así- que elabore un estudio evaluativo sobre las "Prácticas de Impacto en la Gestión Pública de la Provincia de Cuenca". Esta es una labor de este último cargo, hombre dispuesto por carné socialista, con el fin de pagar viejos servicios al partido. Pero esto, insistimos, ni debe ser así, ni mucho menos debemos permitirlo, porque recuerda los años pasados de la dictadura.
Por el contrario, la moderna Administración, en lugar de ver rascar y evaporar tiempo a funcionarios muy competentes, tiene que poner en marcha las mejores fórmulas que le permitan cumplir con las exigencias constitucionales, antes que con los objetivos de un simple partido. ¡Vayamos a Francia! Ahí veremos la diferencia entre hacer política y ejercer la función pública, entre la encomienda de la gestión a los técnicos y la responsabilidad delegada de los políticos.
Por descontado, La Vanguardia Digital seguirá ofreciendo muchas y mejores ideas paulatinamente. Ahora bien, en estos momentos exigimos responsabilidad y concienciación a todos, porque hablar es muy fácil; en cambio, trabajar les cuesta mucho a algunos. Cuando este último es el problema, lo que hay que hacer es renovar el cargo y poner a otra persona.
El Comunicador Activo
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