“Está fuera de peligro quien hace sonar la alarma”
Este proverbio español significa que una persona que advierte sobre un peligro o problema es menos vulnerable a sus consecuencias. En otras palabras, si alguien alerta sobre un peligro, puede evitar que el problema se agrave y, por lo tanto, estar “fuera de peligro”. Con esta determinación, desde la atalaya de la Ciencia Política vamos a embutirnos en un sondaje de los prolegómenos derivados de los resultados salidos de las elecciones celebradas en Cuenca el pasado domingo.
En una trasposición a este municipio de varias técnicas electocráticas, efectuadas por el Gabinete de Exploración y Análisis Sociológico a mitad de la campaña electoral (concretamente el 20 de mayo), salía el siguiente reparto de concejalías:
Una distribución que no se ha visto confirmada en los resultados finales, cuyo Ayuntamiento finalmente queda compuesto de la forma siguiente:
Con un 100% de los votos escrutados, PSOE vence en las elecciones municipales de Cuenca con 10 concejales, lo que significa un representante menos que durante los pasados comicios en este municipio. El Partido Socialista Obrero Español logra un 34,94% de los votos, mientras que en segunda plaza aparece el PP, que con nueve ediles logra tres más que en las pasadas votaciones en esta localidad; seguido de CNU, con dos. Por detrás quedan PODEMOS-IU, con dos representantes y un 7,98% de las papeletas; y Vox, con dos y un 7,96%. Peor suerte ha corrido +CU-EV, que con un 3,61% no se sienta en el Salón de Plenos; y TÚPATRIA, que se queda también a las puertas del concejo municipal al obtener el 1,86%.
La afluencia a los colegios electorales en el término municipal ha sido menor que en la pasada cita, con un porcentaje del 66,22%. Aunque históricamente la participación sigue una tendencia irregular con pico en 1995 (69,9%) y sima en 1979 (62,5%), el dato no sólo depende del ciclo político, sino además de la distribución geográfica: la abstención afecta especialmente a las regiones costeras, mientras que mantiene niveles inferiores en el interior peninsular como reflejo de una tendencia a la baja que se extiende desde la periferia al centro.
Por su parte, los partidos con mayor representación en la provincia queda repartida así:
- PSOE: 632 concejales (49091 votos).
- PP: 611 concejales (45117 votos).
- Vox: 34 concejales (5201 votos).
- UNIDAS-PODEMOS-IZQUIERDA UNIDA: 15 concejales (5077 votos).
- +CU-EV: 9 concejales (1608 votos).
No obstante, a poco que los votantes hubiesen leído con atención los programas de las ocho candidaturas de las elecciones municipales de Cuenca (ver aquí), el desenlace podía y debía haber sido diferente, porque esa supervisión dejaba entrever que el ofrecido por la coalición +CUENCA Ahora-España Vaciada (ver aquí) era el más favorecedor y mejor confeccionado para llevar a efecto el cambio estructural que la capital necesita. Algo que no conseguirá nunca bajo la égida del alcalde Darío Dolz, que ha hecho entrar en barrena el progreso presente y el futuro de la ciudad a causa de su negativo quehacer en la gobernanza municipal. En la que, por si esto fuera poco, ha contado con el desorientado apoyo del líder -vamos a considerarlo así, aunque de ello no tenga nada- de Cuenca N(o) Une, Isidoro Gz Cavero, perdido y desorientado en este tipo de quehaceres, encarados casi siempre en dirección contraria a las demandas de la ciudadanía. Por eso han caído los dos en representación.
Construir un frente democrático para la defensa de Cuenca
Ahora, para que las cuentas les cuadren, necesitan el apoyo directo o indirecto (abstención) de Cuenca en Marcha-Podemos IU. Sin embargo lo que el arte de la política aconseja es retirar el apoyo a los dos aludidos, que, como se observa, se hallan en un desplome testificado por el elector soberano, en rojo, como marca la tabla precedente. Entonces, antes de cualquier extrapolación y para marginar mentiras o medias verdades las tres fuerzas que se hallan en verde tendrían que fijar inteligentemente sus afanes éticos de intervención gestora en construir un Frente Democrático para la Defensa de Cuenca.
Esta "liga" la abre el nuevo tiempo que se está abriendo en la política actual, explicado por Pedro Bermejo en su libro "Quiero tu voto. Cómo nos manipulan los políticos" (publicado por LID Editorial). No se trata de algo coyuntural, como se dice ahí, sino de un cambio de dimensiones históricas que afectaría, sobre todo, a las formas de representación y de comunicación entre gobernantes, representantes públicos y ciudadanos. Y lo apasionante es que el debate ya no es sólo parlamentario y periodístico, sino también académico, y no implica exclusivamente disciplinas clásicas en este ámbito, como la sociología y la economía, sino invitadas de excepción procedentes del emergente y bullicioso campo de las neurociencias.
Comprobamos cómo los líderes, sean del tipo que sean, buscan simbolizar sus ideas mediante signos que los acerquen a aquellos colectivos que buscan ganarse. En un momento dado, por ejemplo, los dirigentes del Partido Popular dejaron de llevar corbata a los debates televisivos. No fue casual, desde luego. Y tampoco lo ha sido en fecha reciente el desuso del encorbatado por Sánchez y seguidores en la etapa postcovid. Por asuntos de este tipo se maneja con interesante soltura el indicado libro de Pedro Bermejo, doctor en Neurociencias por la Universidad Autónoma de Madrid, que camina por los laberintos del cerebro, racionales y emocionales, y nos inclinan por un partido u otro, por este o por aquel político. Se delinean ahí las técnicas y los trucos que emplean con discreción en su lucha por activar las zonas cerebrales que permitan ganar influencia para que al final el voto acabe en su cesta ideológica.
Los seres humanos no somos tan libres ni estamos tan preparados para elegir a nuestros gobernantes como creemos. Se ha demostrado que la mayoría de los procesos por los que apoyamos a unos candidatos y rechazamos a otros son predominantemente emocionales e inconscientes. Esto nos predispone a que seamos influenciados, empujados y manipulados para que apoyemos a partidos políticos que poco tienen que ofrecernos. Las campañas políticas no las gana el que más tiene que ofrecer al pueblo, sino el que más puede manipularle. Y esto acaba de suceder en Cuenca.
La neuropolítica se encarga de estudiar cómo los seres humanos tomamos las decisiones políticas, cómo funcionan nuestros cerebros cada vez que nos enfrentamos a una campaña de estas características, pero también nos sirve a los ciudadanos para que podamos elegir de un modo más racional a nuestros líderes, para ser menos manipulables y más libres cuando queramos dar nuestro apoyo a nuestros políticos. Pero todos los descubrimientos y avances científicos también pueden ser utilizados de una forma negativa. Si la energía nuclear mal enfocada puede culminar en el desarrollo de las bombas atómicas, el avance de la neuropolítica y la neuroeconomía también pueden ayudar a los políticos a manipularnos, a favorecerlos para transmitir mensajes sin sentido y engañar a la ciudadanía en pos de sus intereses personales. Esto lo han hecho Dolz y Gómez Cavero a través de los medios de comunicación cercanos y el Gabinete de Exploración y Análisis Sociológico ha ido recogiendo en un amplio dossier muchas de esas informaciones, que han creado opinión y fomentando bolsas de criterio manipuladoras de votos, relegando así la potencialidad ofertada por Dámaso Matarranz y su equipo de transformación urbana de Cuenca.
Cuando el cerebro moderno debe enfrentarse a la elección de un candidato u otro, la información que disponga de ellos va a ser crucial. Si apenas se dispone información, ya sea porque se trata de un candidato o de un partido político nuevo, nuestra forma de juzgarlo va a ser predominantemente emocional. Este ha sido el otro facto coadyuvante para posponer la opción +CU-EV.
Por qué nos cuesta tanto votar a partidos políticos nuevos
Los partidos políticos manipulan para ir consiguiendo votos. No importa si se vota a partidos de derechas o de izquierdas, grandes o pequeños, nacionalistas o estatales; todos ellos intentarán influirnos a través de las emociones, para que les prestemos nuestro apoyo. La neuroeconomía y la neuropolítica nos enseñan cómo puede evitarse: tomando las decisiones con tiempo y formación. Cuanta más información y tiempo tengamos para decidir a quién vamos a apoyar, mejor se podrá actuar. Un elemento que conviene no olvidar, pues ayuda a entender por qué nos cuesta tanto votar a partidos políticos nuevos.
Uno de los objetivos que persiguen las marcas es la fidelización de los clientes. Del mismo modo, los partidos políticos buscan votantes que les sigan hasta las últimas consecuencias, lo cual únicamente conseguirán si logran que esos individuos se sientan identificados de forma permanente con los ideales y el modo de acción del partido. La fidelización de los clientes y los votantes tiene una base neurológica que ayuda a que esta se produzca y consiste en la dificultad de los seres humanos para admitir los errores que hemos cometido nosotros o aquellos con los que nos sentimos identificados, lo que se denomina sesgo de racionalización. Este fenómeno psicológico hará que busquemos una explicación racional para todas aquellas decisiones que hemos tomado de un modo emocional, con independencia de que nos equivoquemos o no.
Cuando un partido político al que hemos apoyado no cumple con las expectativas que teníamos, por lo general tenderemos a racionalizar los motivos y a buscar explicaciones, en lugar de pensar que nos hemos equivocado al emitir nuestro voto y buscar un partido político nuevo. Esto ocurre sobre todo en una parte del electorado, que votará siempre al mismo partido político sin importar lo que ocurra, el número de escándalos de corrupción en los que se vea envuelto o que nos haya llevado a una profunda crisis económica. En política, este grupo de personas que nunca cambiarán su voto recibe el nombre de suelo electoral. Dicho de otro modo, en este grupo de personas la imagen de marca del partido habrá triunfado y se impondrá por encima de cualquier decisión racional. Fenómeno transmutable en Cuenca a las elecciones del 28-M, en las que se ha votado en clave nacional y no con la orientación del nudo de la identidad.
Y el cambio tiene fecha
El PP planteó un plebiscito sobre Pedro Sánchez. Y el resultado ha inequívoco. Alberto Núñez Feijóo ha puesto pie y medio en el Palacio de La Moncloa con una victoria incontestable en las elecciones municipales y autonómicas de este 28 de mayo. El cambio de ciclo en España es imparable. Las urnas han sentenciado a los partidos de la coalición de Gobierno -PSOE y Unidas Podemos- y han reforzado el poder territorial del PP camino de las elecciones generales del 23J. Un dato que concuerda con todo lo que acabamos de comentar y que el PP debería aprovechar en Cuenca para retirar la alcaldía a Dolz.
El cambio parece que tiene una fecha, 23 de julio, o entonces o nada. Es el mensaje de Alberto Núñez Feijóo, recibido ayer en loor de multitudes en la sede del PP, junto a los barones que han comparecido a las elecciones del domingo, con los que el líder popular quiso compartir el éxito. “Faltan 54 días para acabar con el sanchismo”, dijo ante la junta directiva nacional del PP, máximo órgano del partido entre congresos, convocada el viernes pasado para celebrar los resultados electorales.
Pero los acontecimientos se han precipitado y hay muy poco tiempo para la euforia. El presidente del PP ha puesto a su partido a trabajar ya. Hay que hacer frente a una campaña que Feijóo concibe como un tú a tú con Pedro Sánchez, de ahí que su planteamiento deje claro lo que se juegan los españoles el 23 de julio, porque, dijo, aunque Sánchez quiere que los españoles tengan que elegir entre “urnas o vacaciones”, la disyuntiva es otra: “Se elige entre Sánchez y España, y estoy convencido de que la mayoría de los ciudadanos elegirán España”.
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