MODERNIZACIÓN POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN EN LA DEMOCRACIA CONQUENSE
En términos generales, las bases institucionales aceptables de la democracia son las relacionadas con los procesos electorales (abiertos y competitivos), con la participación ciudadana y social y con la promoción y defensa de los derechos humanos; y, en el ámbito económico, con reconocer el grado de adecuación de estas instituciones en función de los principios de apertura comercial y de mercado.
La modernización política y económica implica una amplia gama de procesos de transformación que es inevitable reconocer para identificar los problemas que enfrentan los territorios españoles en procesos de cambio, como el conquense, y que esperan llegar a la ansiada transformación democrática.
La participación política es uno de los pilares esenciales de la democracia. Consiste en la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, ya sea directamente, ya sea eligiendo a sus representantes, ya sea presentándose como candidatos a los cargos políticos o representativos. Por ello cualquier sistema democrático que se precie, debe propiciar la existencia de variados mecanismos que hagan posible la participación de los ciudadanos en los asuntos de interés general.
Por supuesto, la participación política no se agota en las citas electorales; es necesaria también la llamada ‘sociedad civil’, esto es, la existencia de asociaciones cívicas y culturales que permitan a los ciudadanos participar de una manera más directa e inmediata en los asuntos que les preocupan, como pueden ser la cultura, la solidaridad, la justicia, la economía, etc.
Sin embargo, los datos de la realidad social son tercos: la participación política, el compromiso cívico, el asociacionismo ciudadano ha venido debilitándose paulatinamente en nuestro país produciendo un alejamiento cada vez mayor entre la ciudadanía y la gestión de los asuntos públicos. Cuenca no se aleja de esta situación, sino que en esta provincia se ve agravada. Es lógico que ocurra este acrecentamiento, pues los sectores más conservadores en lo político y en lo económico han encontrado en ese distanciamiento un excelente caldo de cultivo para la puesta en práctica de viejas-nuevas políticas de adormecimiento de la conciencia social y de exaltación de valores individualistas y de corte defensivo mediante la identificación de los grupos sociales con aspiraciones de “exclusión provincialista”, étnicas y culturales; aferradas al caciquismo tradicional, muy fuerte aún a pesar del paso de los años. Esto ocurre en una sociedad inmersa también en la globalización, y con ella constatamos el surgimiento de nuevos movimientos sociales probablemente dispersos, en grupos quizás reducidos, tal vez interconectados por una red todavía no muy tupida, pero con planteamientos críticos respecto a la situación relatada y fundamentados en un elevado grado de concienciación sobre las causas y los efectos de las políticas al uso. Entre esa red figura en un lugar destacado UPyD.
Hace suyas este partido las nuevas facetas del pensamiento emergente, que se traducen en la cultura política y en el progreso económico. El ánimo cultural va ligado a la formación, información y compromiso social de los ciudadanos, concretado casi siempre en la voluntad de conocer, opinar y participar en las decisiones públicas desde posiciones críticas. El progreso asume el creciente interés por la eficiencia y la eficacia no medida solamente en términos monetarios. Aspectos tales como la nueva gestión pública, la sostenibilidad ambiental, la conciliación entre la vida laboral y familiar o el compromiso social de las iniciativas empresariales más dinámicas son ejemplo de esas nuevas facetas del pensamiento emergente. Y a todas ellas dedica UPyD un espacio puntual en su programa y actos. Podemos ver, de este modo, que han desaparecido de nuestros alrededores los políticos con recetas mágicas y, con ello, no son líderes infalibles, antes al contrario.
En el nuevo marco globalizado de información en permanente fluir, de contradicciones cotidianas, podemos reconocer la existencia de una creciente demanda por saber para qué, cómo y con quién se adoptan las decisiones que nos afectan. Esta demanda es una de esas oportunidades de cambio que no podemos desaprovechar si no, al contrario, impulsar desde los municipios, la Diputación Provincial y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha como ámbito básico de convivencia social y poder político. La transparencia y la participación son los dos grandes vehículos sobre los que amparar una mejor propagación de recetas públicas y privadas que el progreso conquense necesita para empezar a andar y asentarse lo más rápidamente posible. Y, frente a lo acordado por los dos partidos mayoritarios y dominantes (PP y PSOE) durante los últimos treinta años, cuya práctica de la transparencia en el ámbito de los gobiernos locales ha venido sufriendo grandes quiebras, UPyD queda dispuesto para evitar esas fracturas. Además, este partido, siguiendo el concepto doctrinal de participación, vincula ésta a la idea de mejora en la calidad del sistema democrático, equilibrando adecuadamente los aspectos de la democracia representativa con los de la democracia participativa. Esta última la coloca como elemento básico de “gobierno relacional”, definido como aquél en el que la autoridad es ejercida considerando el conjunto de intereses y relaciones presentes.
Cabe armonizar la participación en la praxis de los gobiernos locales ajustada en cinco aspectos:
1.- Normativos
Necesidad de articular adecuadamente la participación ciudadana en consonancia con las nuevas exigencias de la ciudadanía prestando atención tanto a la participación a través de asociaciones como a elementos de incorporación de la participación individual.
2.- Creación de foros de discusión y debate “ad hoc”
Como mecanismo para articular el papel central de la institución municipal como ámbito generador de consensos sociales.
3.- Puesta en marcha de los Presupuestos Participativos
Recogiendo los aspectos más positivos y operativos de las experiencias realizadas.
4.- Potenciación de mecanismos de quejas y sugerencias
Estableciendo compromisos de contestación en plazo y con conocimiento público de quejas y contestaciones.
5.- Preparación para la participación
Mediante acciones concretas en niños y jóvenes potenciando su compromiso con los procesos participativos.
En la actualidad el concepto de ciudadanía no parece suficiente para integrar las nuevas demandas democráticas. Porque precisamente el concepto de ciudadano se refiere a una realidad dinámica. La ciudadanía se ha ido ampliando como resultado del desarrollo social y civil del Estado democrático, y así lo determina UPyD en sus Estatutos y en su Acuerdo-Marco. Los preceptos de ciudadano en la segunda mitad del siglo XX son a la vez resultado del progreso civil (extensión hacia las mujeres y los jóvenes), social (Estado del Bienestar) y político (mecanismos de participación y representación más amplios y eficientes). En medio de la crisis vigente, en la medida que la ciudadanía es para la gente lo que la democracia es para la organización política, no es posible separar progreso democrático de desarrollo de la ciudadanía.
La ciudadanía es una "relación política" entre un individuo y una comunidad política, en virtud de la cual es miembro de pleno derecho de esa comunidad y le debe lealtad mientras disfruta de ella. En la actualidad, la ciudadanía supone un estatuto jurídico que atribuye un conjunto de derechos políticos, civiles y sociales a los sujetos que la disfrutan, ya sea por nacimiento o por la adquisición posterior de esta ciudadanía. Así, la ciudadanía permite ejecutar, al menos teóricamente, el conjunto de roles sociales que permiten a los "ciudadanos" intervenir en los asuntos públicos (votar o ser elegido, participar en organizaciones políticas y sociales, ejercer plenamente las libertades y los derechos reconocidos por la ley). Una intervención que este manifiesto pide a los ciudadanos conquenses que ejerzan responsablemente el próximo 22 de mayo de 2011.
Por esto, UPyD advierte que en los programas electorales de todos los partidos figura en lugar prioritario la participación ciudadana como pilar importante de la acción del gobierno local. En la Agenda 21 local (a la que está adherida la ciudad de Cuenca) el principal pilar de una ciudad sostenible es asimismo la participación ciudadana la que ayuda decisivamente a sustanciar los problemas reales que tienen los ciudadanos. Pero de nada sirve tratar de imponer modos de conducta más cívicos si el ciudadano no asume como propio el ámbito público. Para ello es indispensable conseguir el “Sentido de pertenencia” vinculado a la sensación de capacidad para influir en las situaciones dadas. Pues bien, este sentido de pertenencia debe ser imbuido a la sociedad y para ello se la debe informar y formar si se pretende que haya participación.
Por desgracia, los partidos mayoritarios han convertido la vida pública en general y el Consejo Social de Ciudad de Cuenca, en particular, en un nuevo escenario de la disputa política y del pavoneo partidista, que pretende anular la diversidad de pensamiento. Frente a ellos, la mayoría de los ciudadanos se niegan, con razón, a que la clase política los encasillen y los coloquen como peones sin capacidad de reflexión al servicio de una opción política u otra. Al contrario, los ciudadanos, como ha dicho UPyD desde el primer día de su nacimiento, tienen intereses y puntos de vista que exigen la existencia de auténticos órganos de participación. Una defensa que UPyD realiza en sus continuos llamamientos a la democracia participativa.
Aúna esta perspectiva dos dimensiones. La primera, constructiva, antepone el deseo de los ciudadanos de influir, a escala local, sobre decisiones que les afectan, de debatir con el poder político y deliberar con los expertos en “conferencias destinadas a alcanzar un consenso” a propósito de los temas más diversos, como debiera ser por ejemplo el de la instalación del Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos nucleares en Villar de Cañas (Cuenca). La segunda, más bien contestataria, considera que la política se hace en la calle, en manifestaciones o marchas, con ocasión de iniciativas espectaculares, mediáticas, incluso cercanas a la violencia; exige la democracia directa, por ejemplo la de los referendos, y desconfía de los actores políticos y la visión de los partidos, todos mezclados... lo que puede hacer el juego a los demagogos, siempre dispuestos a denunciar, más o menos justificadamente, la corrupción de las elites.
El abecedario de la democracia participativa se presenta en ocasiones como lo contrario de la democracia representativa; también, en ocasiones, como su complemento o incluso su aguijón. Pero la médula de su comprensión se halla en centrar la cuestión, viendo que ambas democracias tienden a alimentarse siempre de sus respectivas crisis o de sus carencias. Y así ha cimentado UPyD su positiva oferta de modernización política, en la que el quid para hilvanar la nueva dinámica que se prevé está mejor en sus aspectos constructivos; ya que también es verdad que parece hallarse en condiciones de desplegar ante sí todos los desafíos de la política contemporánea, sometida a amplios riesgos de encastillarse en cuestiones de menor importancia o de alcance local.
En este ambiente de apresurado cambio social, se advierte una contienda por reconstruir la vieja dicotomía entre lo propio y lo ajeno. Como no podía ser menos, las identidades territoriales se hallan asimismo sometidas a un proceso de redefinición con derivaciones para la cultura política, la vida ciudadana, la movilización social y el entramado institucional. La incidencia de la mundialización económica en dicho proceso es decisiva. Y Cuenca, que no puede quedarse fuera de ella, ha de buscar nuevas fórmulas que dejen atrás los usos habituales del PP y del PSOE. La técnica, que no saben aplicar ninguno de estos dos partidos, está en abrirse con rapidez a lo que el profesor Luis Moreno denomina nuevo localismo cosmopolita, sintéticamente delineado en el estudio sobre la identidad local del profesor Juan Andrés Buedo, que encabeza la candidatura de UPyD en Cuenca a las Cortes de Castilla-La Mancha.
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