Manuel Martín Ferrand (Publicado en Republica.com, aquí)
Nos enseña Baura que, en política, la fortaleza de un líder se mide por la debilidad de su adversario más notable. En ese entendimiento podemos afirmar sin rubor alguno que Mariano Rajoy es un Titán y que debiera ser tratado por Hesíodo en su Teogonía. Claro que, cuando los problemas son absolutos, no basta con una fortaleza relativa para enfrentarse a ellos.
Mientras José Luis Rodríguez Zapatero, pobrecito, tiende a la total sublimación, al tránsito del estado sólido al gaseoso sin pasar por líquido, su heredero por designación digital – de dedo –, Alfredo Pérez Rubalcaba, se desmorona cual corresponde a una fantasía. El cántabro, dicen, tiene ojo de lince y astucia de zorro; pero, ¿para qué sirven los sentidos cuando no se llega a comprender la naturaleza de un problema como el nuestro, hijo de la socialdemocracia y la incompetencia?
Rajoy, muy en la cultura del spa, acaba de someterse en Málaga a todo un baño de admiraciones ditirámbicas y eso, en vísperas electorales, tensa el músculo de quien ha de competir. No hay enemigo pequeño y, como bien habrá aprendido el líder del PP, hasta Zapatero ha sido capaz, en dos ocasiones legislativas, de sacarle de la pista. Esta vez, las encuestas en circulación no admiten réplica y lo normal será que el PP suba tan alto, en votos y escaños, como nunca lo consiguió antes y el PSOE caiga tan bajo como parecen reclamarlo dos legislaturas caóticas, tan escasas de un proyecto nacional verdadero como abundantes en resentimientos guerracivilistas y palabras huecas.
La reunión del PP en Málaga, según los tambores de la propaganda, tenía como base un planteamiento programático; pero, consciente de su titánica condición, Rajoy no quiso adquirir más compromisos de los necesarios y se cerró el acto con los “principios generales” que son del caso y con un exceso comparativo. Para demostrar la viabilidad del plan que tiene en la cabeza, el de la gaviota apeló a la memoria de Adolfo Suárez y José María Aznar que también hubieron de enfrentarse a crisis durísimas. Pase lo de Aznar, que es quien le señaló con el dedo; pero Suárez, que desgraciadamente no puede decir ni desdecir, nunca se movió del centro político ni pudo contar con la ayuda, en algunas situaciones exigible, de AP, que es como se llamaba entonces lo que hoy es el PP.
Buena parte de la fortaleza de Rajoy viene dada por la convicción generalizada, salvo en recalcitrantes de la izquierda, de que será mejor gobernante que jefe de la oposición. Después de haberle observado en su recorrido por cargos diversos en la Administración local y en la Autonómica y haberle contemplado portando distintas carteras – ¡y hasta la vicepresidencia! – en distintos gobiernos aznaritas, podemos deducir que su tiempo será escaso en sobresaltos y genialidades. Lo primero no coincide con su profundo compromiso con la prudencia y lo segundo no entra en los esquemas de quien, siendo antes que nada miembro de uno de los altos cuerpos de la Administración del Estado, no tiene experiencia en la vida real y no ha vivido la angustia de tener que pagar un nómina o seducir a un cliente fundamental.
Mientras al PSOE, literalmente, le crecen los enanos y entran bajo sospecha personajes hasta ahora respetados, tal que José Blanco, Rubalcaba, que tiene más ambición que facultades y menos imaginación que memoria, trata de salvar las apariencias. Supongo que tendrá la vergüenza torera de asumir el liderazgo de la oposición y de, llegado el momento, aspirar a la Secretaría General de su partido. Quien, quizás prematuramente, se ha autotitulado líder del PSOE no puede rehuir un escrutinio.
En cualquier caso, seguimos instalados en las “ideas generales”. El socialista, que se sepa, no tiene otras y al popular, quizás tranquilizado por la demoscopia, habría que recordarle lo que también nos enseñó Baura: El tránsito de lo particular a lo general es el camino natural de la ciencia; el de lo general a lo concreto no deja de ser un instrumento poético. Dadas las circunstancias, de la fortaleza de Rajoy nos conviene esperar un gran ejercicio de halterofilia mejor que un par de madrigales.
Basura de artículo.
Ya he perdido suficiente tiempo
Publicado por: a | 15/10/2011 en 03:28 p.m.