(Publicado en El Confidencial-Caffe Reggio, aquí)
Consideración #1. Los debates ponen a prueba a los candidatos, pero no ganan elecciones.
En estos días se habrán hartado de escuchar que Kennedy ganó las elecciones de 1960 por el debate televisado un 26 de septiembre y que le enfrentó a Nixon. Nixon estuvo hospitalizado pocos días antes por una infección en la rodilla y llegaba al estudio directo de actos de campaña, por lo que ni había podido afeitarse para el evento. Para rematarlo, el californiano pidió no ser maquillado. JFK, nada de lo anterior. Es más, llegaba hasta moreno al estudio de TV. Pero lo que no se ha comentado estos días asociado a aquella ‘épica’ es que hubo tres debates más. Nixon había aprendido la lección y arrasó en los dos siguientes dejando el tercero como un empate a entendimiento de los cronistas de entonces.
¿Por qué ganó Kennedy las elecciones? Por un pelo, porque Nixon ganó en 26 estados por 22 de Kennedy. Ahora, en colegios electorales (el total de los votos que suponen cada uno de los estados y que se definen en función del número de habitantes de cada estado), JKF se llevó 303 y Nixon 219. ¿Y el pelo? Eso fueron los 100.000 votos que separaron a uno de otro la madrugada de aquel miércoles de noviembre. Eso y que 20 estados estuvieron por debajo de cinco puntos de diferencia, incluyendo la citada California o Texas, estado de Lyndon Johnson, el elegido como vicepresidente por Kennedy. Ah, y olvidaba… había un tercer contrincante que algo rascó en tres estados del sur.
¿De verdad creen que en 1960 la TV tenía tanto poder? Y, de ser así, ¿cuál era, entonces, la desventaja inicial de Kennedy? El electorado no es tan impredecible y aquellos que están sobre la verja a punto de caer de uno u otro lado, no son tantos. Mucho se ha hablado de los debates a cuatro y a dos de estos últimos días y creo que, si algo se ha aprendido, es que dejar fuera de ellos a los contrincantes lo único que puede acarrear es que estos se nombren vencedores simplemente acudiendo a opinar tras el evento. Sería algo así como “el seleccionador que todos llevamos dentro” o, más en concreto, un entrenador de liga comentando un partido de un mundial: no puede perderlo.
Los debates electorales son muy positivos, incluso necesarios, porque permiten al ciudadano la exposición del candidato: sus ideas, proyectos y capacidades. Pero no tienen un efecto determinante en orientación significativa de voto, al menos, no que se haya probado hasta la fecha.
Consideración #2. La cuestión D’Hondt.
Llegando las elecciones, todo el mundo se queja del viejo Víctor, y nunca me canso de decir algo que un gran sociólogo español me dijo en una ocasión: “La madre de D’Hondt no tiene la culpa de nada”. La Constitución española pide un sistema de reparto proporcional al número de votos logrado y D’Hondt es tan proporcional como cualquier otro método de general aceptación, como lo pueda ser Sainte-Laguë.
El caso es que en España se usa D´Hondt, y quejarse de él es como quejarse porque en fútbol, siguiendo con el símil, no te dejen meter un gol con la mano: cuando vas a presentarte a las elecciones ya sabes qué sistema aplica y el cálculo electoral se hace con esta fórmula.
¿A quién favorece? Tomemos como ejemplo una provincia española imaginaria que, para no complicar el ejemplo, implica un número de diputados que nos permite hacer una simulación clarificadora.
Esta provincia puede llamarse Aceria, tener unos 700.000 habitantes, unos 510.000 con derecho a voto y una abstención esperada del 25%, lo que nos deja con 382.000 personas que van a votar.
En 2011, Aceria tuvo 220.000 votos para el PP y cuatro diputados, 110.000 para el PSOE y dos diputados e IU sacó 22.000 votos (90.000 menos que el PSOE) y ningún diputado.
Parece lógico, ¿no? Seis diputados en juego. Gana el PP por el doble de votos que el PSOE e IU se queda con un 6% de los votos en juego. Supongo que la pregunta que atenaza sería: ¿es justo que IU se haya quedado sin diputado? Tengamos en cuenta que el PP se lleva casi el 60% de los votos y el PSOE el 30%. ¿Un 6% merece un diputado en un reparto de seis escaños?
Pero este año hay más partidos en campaña y los sondeos muestran un reparto más ajustado que el que IU o UPyD suponían cuatro años atrás.
Tomemos como base para imaginar un resultado el domingo 20 en Aceria lo que arrojó el CIS en su pre-electoral.
Con estos resultados veamos cómo queda el reparto:
En la columna de la izquierda tenemos el escaño en juego, en las cinco centrales el número de votos por partido junto a su reparto escaño a escaño y en la de la derecha, el máximo de votos para el asiento en juego.
Así, en el primer escaño vemos que el máximo de votos es para el PP. Al conseguir escaño, los votos obtenidos se dividen por escaño ganado + 1 (en este caso, dos), con lo que vuelve al reparto con 54.626 votos. Los demás, como no han logrado escaño, juegan con los mismos votos que tenían.
Segundo escaño y el máximo está en el conteo del PSOE, pues asiento para los de Ferraz y división entre dos (quedando en casi 40.000), porque este también es su primer escaño. Tercero, Ciudadanos, cuarto, Podemos; y ya tenemos a cuatro partidos con escaño y con sus votos divididos por dos. Ahora mismo el que más se acerca a Unión Popular es Podemos y por más del doble de votos.
Quinto escaño para el PP porque es el que marca máximo en esa línea, pero como ya tiene dos escaños toca dividir por tres y vuelve a la carrera con 18.000 votos. Ya se habrán dado cuenta que aun así tiene 4.000 votos más que UP. El quinto va para el PSOE y de haber más en juego sus votos se hubieran dividido entre tres, quedando 500 votos por debajo de UP.
¿Es D´Hondt proporcional? Yo diría que sí, siempre que el diputado sea una unidad indivisible, y lo hemos visto con dos ejemplos en los que hay grandes y pequeñas diferencias entre partidos. Lo que también vemos es que el número de diputados no es infinito y esto nos lleva a otras dos reflexiones.
La primera es la conocida de cuántos habitantes caben en un escaño y más conocida la respuesta de “depende de la provincia”. Nuestra provincia de Aceria, con 700.000 habitantes y seis diputados, agrupa 117.000 ciudadanos en cada escaño. Alicante, con casi dos millones de habitantes y 12 diputados, 158.000, y Madrid, con casi 6,5 millones y 36 diputados asignados, 177.000 habitantes (sí, calculo en habitantes porque los diputados nos representan a todos).
Así que un diputado en Madrid sería más costoso lograrlo en votos que en la ficticia Aceria si la participación fuera más o menos regular en todo el país. ¿Posible solución? Redistribuir contando con que el rango actual va de uno en Ceuta y Melilla y dos en Soria a 36 en Madrid.
Otra sería incrementar el número de diputados, a fin de cuentas la Constitución permite hasta 400. Es más, el Congreso de los Diputados es de los menos representativos o, visto de otra manera, de los que un mayor número de ciudadanos congrega por escaño.
133.000 españoles se sientan en un escaño por los 27.000 finlandeses que encontramos en el otro extremo. De acuerdo que los Estados Unidos ascienden a 730.000, y hasta la austera Alemania está por debajo de España (128.000 por escaño), pero a ver quién saca esto a relucir en nuestro país cuando la queja generalizada está en la clase política.
D´Hondt no deja de ser una variable dentro de un sistema. Otra variable es la representatividad. En mi opinón, si trazáramos un camino hacia la democracia representativa en un Parlamento, el siguiente paso a lo que había en las Cortes de Franco es el modelo de circunscripción única para todo el Estado español. El que más se acerca al final del camino, o el más representativo a fecha de hoy, creo que es el americano, y aún tiene que mejorar por cuestiones como el Gerrymandering, pero, al menos, el votante sabe el nombre de aquel que le representa por su distrito.
Si un partido se queja de D’Hondt, posiblemente es porque sea fuerte en, por ejemplo, grandes ciudades y no en otros entornos. Pero es su tarea alcanzar esa notoriedad y penetración a través de estrategias de segmentación y no culpar a una regla que fue inventada en el siglo XIX.
Consideración #3. Sondeos, encuestas y otras prohibiciones.
Para finalizar, si en algo estamos de acuerdo muchos es que la LOREG, en su sección VII, artículo 7.1, contiene un artículo excesivo. Escrito por alguien que buscaba que el votante pensara sin condicionantes, pero que ha derivado en una falta de libertad (‘prohibida’ no deja muchas dudas), situaciones de dominancia gracias al músculo financiero (los partidos que se lo pueden pagar tienen ‘trackings’ diarios) e incluso bloqueos en términos de investigación, porque sería interesante ver cómo se mueven o no se mueven las encuestas los últimos días de campaña.
Como en IdV no ponemos encuestas en el campo, sino que trabajamos sobre las ya publicadas, vamos a hacer un último repaso a nuestro ‘tracking’ particular y sin incluir andorranas.
En la revisión de hace dos semanas veíamos a todos caer salvo a Ciudadanos, que sobrepasaba en la línea de tendencia al PSOE. Esta semana vemos que las encuestas publicadas han puesto a Podemos siempre por encima de su línea de tendencia, llegando a solapar cualquiera de sus resultados con los menos benevolentes para Ciudadanos, quien, a su vez, solapa a distintos niveles con los del PSOE.
¿Sobrepasa Ciudadanos al PSOE? Pues fíjense que en los máximos gana Ciudadanos por una décima, se la da DYM, quien le da también el mínimo del mes al PSOE. En la ponderada les separan ocho décimas, pero si bien el PSOE viene declinando desde junio, mantiene sus resultados mucho más homogéneos que Ciudadanos.
El Partido Popular ha acabado encontrando en diciembre la agrupación de resultados y Podemos habla de remontada, posiblemente con objetivo de como estaban en marzo, y deseo de lo que proyectaban en enero.
Dicho esto, concluir que estamos ante un escenario en el que se va a requerir madurez. La madurez es una línea en la que en un extremo tenemos un Gobierno en Cataluña en funciones desde el 27 de septiembre y en el otro extremo un ejemplo que me fascina: Israel. 120 diputados en el Knesset, 10 partidos. El Likud es quien más escaños tiene, con 30, y el que menos el Meretz, con cinco. Resulta que 10 es de los números bajos en la historia de partidos en sus legislaturas y habría que irse a los años setenta para encontrar nueve; 10 partidos en el Parlamento de un país que necesita una estabilidad muy sólida… y obligado recordar ejemplos como Ehud Barak (laborista), que fue ministro de Defensa en los gobiernos Olmert y Netanyahu (conservadores) después de haber sido primer ministro.
¿Está España preparada para enfrentarse a cuatro partidos con posibilidades de gobierno? La pregunta debería ser qué partidos son los preparados para dar a España una estabilidad necesaria.