MADRID, 01 (SERVIMEDIA) (Publicado en EcoDiario.es, aquí)
José Felix Tezanos, director de la Revista Temas, cuyo Consejo de Redacción
preside Alfonso Guerra, alerta en el último número de los riesgos de las listas
electorales abiertas y de la aplicacion de criterios estrictos de
proporcionalidad, por entender que no solucionarán los problemas del sistema
electoral y pueden, incluso, agravarlos.
En un análisis sobre Sistemas electorales, poder y democracia, Tezanos toma
como ejemplo las últimas elecciones en Italia y concluye que la inclinación a
ver en los sistemas electorales la causa de los problemas de algunas democracias
es un exponente de la confusión y falta de rigor que existe en determinados
círculos.
Se pregunta, en ese sentido, si alguien ha hecho una proyección minuciosa de
los efectos que tendría la aplicación de listas abiertas en España o en otros
países.
En su opinión, más allá de la cercanía entre los ciudadanos y sus
representantes, lo que caracteriza a una democracia madura es la existencia de
alternativas reales frente a situaciones que algunos consideran calamitosas y
especialmente nocivas en términos sociales y humanos, y que después de las
elecciones el resultado posibilite un gobierno seguro y estable al tiempo que
las posiciones que hayan sido minoritarias no desaparezcan prácticamente de los
Parlamentos.
Subraya que los sistemas mayoritarios son los que más responden a la lógica
de listas abiertas, pero son los que conducen a un mayor grado de desaparición
de las formaciones y candidatos con menos votos.
Cree, además, que lo propio de los planteamientos progresistas es pensar en
términos de apoyos a proyectos y no a personas, es decir, que lo determinante
es el proyecto que se postula para arreglar determinados problemas y carencias,
y cuál es el partido que respalda dicho proyecto, y no en qué grado resulta más
o menos simpática, agradable o cercana una persona que nos pide que le votemos
con su mejor sonrisa profiden.
Por otro lado, prosigue, los sistemas electorales basados en criterios de
estricta proporcionalidad pueden dar lugar a Parlamentos tan divididos y
fragmentados que no sea posible formar ningún tipo de gobierno, y en los que
suelen resultar necesarias coaliciones tan complejas e inestables que, al final,
lo que predomina es un politiqueo ramplón y un mercadeo tan complicado y, a
veces, tan antinatural que casi todos los votantes quedan insatisfechos y
frustrados.
Sentencia que, cuando en una democracia no se hace políticamente lo que
considera adecuada la mayoría y prevalecen los criterios e intereses de una
minoría, se está incumpliendo el principio básico de la democracia, y eso es lo
que ocurre en muchos lugares.
Cree que la complejidad de las sociedades actuales hace difícil la formación
de mayorías sociológicas, y considera que ese debe ser el centro del debate
sobre los sistemas electorales, las alternativas frente a las tendencias de
fragmentación y los correspondientes problemas de gobernabilidad.
Pero lo que no existe es una panacea, una solución mágica que pueda dejar
satisfechos a todos, como postulan los apóstoles de la nueva buena de las listas
abiertas. De hecho, advierte, pueden propiciar mayor fragmentación y debilidad
de la política frente a otros poderes, y de ahí los intereses que concurren en
este debate y que, lejos de aclararlo, tienden a empañarlo y plantearlo en
términos apriorísticos y cuasi-mágicos.
El problema, en su opinión, es el profundo malestar ciudadano ante la
catastrófica evolución económica, laboral y social que se ha visto en Italia
con el voto de rechazo de unos ciudadanos que hoy respaldan a un candidato
novedoso y mañana pueden votar a un neofascista confeso o a un líder líder
radical que enarbole la bandera del rechazo y de la reivindicación de los
criterios de la mayoría.
El problema de fondo actual es un problema de funcionalidad de la
democracia, un problema que no se va a solucionar ni con un poco de magia o de
fetichismo barato, ni con un simple brochazo. Menos aún con fantasmagoría
demagógica, asegura, y señala la autentificación de fondo de los procesos
democráticos como única solución.
Tezanos concluye recordando una reciente intervención pública en la que
Guerra aseguraba que para ganar elecciones lo fundamental es tener suficientes
votos y no se deben transferir responsabilidades a leyes que solo tienen un
carácter instrumental.
Y para tener votos, sobre todo en épocas de incertidumbre e inestabilidad,
lo más importante es tener ideas claras, pensar en términos de soluciones, ser
capaz de sintonizar con lo que prefieren y necesitan amplios sectores sociales y
defender los criterios propios de manera clara. Es decir, Política (con
mayúsculas) en estado puro, concluye.