Los sondeos, siempre ampliamente favorables de CiU, han marcado el inicio oficial de la precampaña catalana desde que el presidente de la Generalitat, José Montilla, convocó los comicios con la disolución del Parlamento autonómico. Unos sondeos que han llevado a socialistas y republicanos a repudiar sin complejos el tripartito que los ha mantenido en el Gobierno siete años, mientras en la sede de CiU intentan contener la euforia para evitar una desmovilización de última hora de su electorado.
Artur Mas espera ser presidente a la tercera
Más allá de proyecciones sobre la futura cámara autonómica, todas las encuestas coinciden en dos datos clave: el electorado de CiU está movilizado en un 80%, mientras apenas la mitad de los votantes socialistas en las pasadas elecciones repetirá su apuesta por el PSC; y lo que es más importante, una amplísima mayoría da por segura la victoria de Artur Mas y cree beneficioso un cambio de Gobierno. El tripartito es, hoy por hoy, la peor marca electoral en Cataluña.
En estas condiciones, el PSC ha optado por dar un giro de 180 grados a su discurso, volver a las esencias del socialismo y denunciar el independentismo y las multas lingüísticas —que se han convertido en norma bajo su mandato, aunque por imposición de ERC—. De hecho, en los últimos días a José Montilla sólo le ha faltado pasar por el notario, como hizo Artur Mas en 2006, para dar fe de que no volverá a pactar con ERC tras los comicios. Una promesa interpretada como un intento de salvar los muebles movilizando al electorado socialista descontento con la deriva de su partido en los últimos años, una vez que el PSC da por fracasado el intento de pescar en aguas convergentes con la asunción de su discurso más catalanista. Todo ello después de que Montilla dedicara las dos primeras semanas de precampaña a insuflar moral a sus cuadros.
Regreso al «españolismo»
Con una candidatura en la que ha buscado el equilibrio entre «catalanistas» representados por Montserrat Tura y Ernest Maragall, con «españolistas», identificados con el regreso del ministro Celestino Corbacho como número tres, el PSC ha optado por hacer de la defensa del Estatuto y el rechazo al independentismo que atribuyen a CiU eje de su discurso. Montilla reclama también la reivindicación de su obra de gobierno —«Dos médicos, tres mossos y cinco maestros más cada día», es el lema de su página web— pero ese discurso suena poco creíble tras dar por enterrada la fórmula del tripartito.
Por ello, más allá del discurso oficial, el PSC ha optado por el enfrentamiento directo con CiU en un último intento por reagrupar el voto disperso de la izquierda. Una estrategia de la que la solicitud de diversos «cara a cara» entre Montilla y Mas es la muestra más evidente. Ya lo pidieron en 2006, aunque entonces la exigencia socialista de que se hicieran dos, y uno de ellos en castellano, frustró la iniciativa. El PSC ha vuelto a lanzar el envite y Mas ha dejado claro que no piensa debatir en castellano, así que ahora queda por ver cuán necesitado está José Montilla de presentarse como único contrincante de CiU.
Rozando la mayoría
Es tan amplio el margen de victoria que las encuestas otorgan a Artur Mas que los nacionalistas temen un exceso de confianza de sus votantes. En los últimos días, el empresariado catalán se ha volcado con CiU y su propuesta referéndum sobre el concierto económico, que está llamado a ser el proyecto estrella en esta campaña. Los nacionalistas ven casi imposible lograr la mayoría absoluta, fijada en 68 diputados, pero aspiran a lograr 60 ó 62 para no necesitar pactos estables. Prometen una campaña responsable —no habrá firmas ante notario para excluir al PP de posibles alianzas ni vídeos tenebrosos contra el tripartito—, sin incurrir en las provocaciones de los socialistas, que exprimirán la supuesta financiación de CDC mediante fondos del Palau de la Música. A lo que no renunciará CiU es a poner el acento en la errática gestión del Gobierno de Montilla.
Políticamente incorrectos
Por contra, la líder de PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, sí aspira a ser decisiva en la gobernabilidad catalana. Los sondeos le auguran un crecimiento en uno o dos diputados y plantea una campaña en la que está dispuesta a hablar sin complejos de inmigración —ya lo ha hecho en alusión a la comunidad rumana en Badalona, con la consiguiente tormenta política—, de bilingüismo y, sobre todo, de la defensa de Cataluña dentro de España. El auto del TSJC suspendiendo cautelarmente el reglamento lingüístico del Ayuntamiento de Barcelona ha colocado de nuevo el debate lingüístico en la agenda aunque también dificulta ahora mismo un posible pacto entre CiU y PP. Camacho cuenta con una candidatura muy renovada y con el apoyo explícito del líder del PP, Mariano Rajoy, quien pasará buena parte de la campaña autonómica en Cataluña.
Independentistas a la greña
En cuanto a ERC, Joan Puigcercós se presenta por primera vez como cabeza de lista con un partido en horas bajas. Los republicanos podrían quedarse en la mitad de los escaños y, lo que es más grave para ellos, perder el tercer puesto en la Cámara catalana y el papel de socio preferente para el futuro ganador frente al PPC. Puigcercós paga así la división del partido que se saldó hace dos años con su asalto a la presidencia de ERC que ostentaba Josep Lluís Carod-Rovira —quien no sólo no entra en las listas sino que ya ha dicho que no apoyará la campaña de Puigcercós—. Y se enfrenta además a la sangría de votos que suponen las nuevas candidaturas independentistas del ex presidente del Barça, Joan Laporta, y el ex consejero republicano Joan Carretero, especialmente la del primero.
Joan Herrera también se estrena como cabeza de lista de ICV, formación que, a priori, parecía la menos perjudicada por los siete años de tripartito. Los últimos sondeos, sin embargo, dan también un descenso al partido cuestionado por la gestión de Joan Saura al frente de la seguridad catalana.
El presidente de Ciutadans, Albert Rivera, repite como candidato y ha abrazado la causa taurina y bilingüe como ejes de una campaña que se prevé populista —hay nuevo video con desnudo, tal como hizo hace cuatro años—, pero que los sondeos bendicen al otorgarle de nuevo presencia parlamentaria.
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