26/09/10 Son comicios legislativos, pero el gobierno los ha convertido en un plebiscito de su gestión. Venezuela sufre una feroz crisis económica con impacto social que puede reducir el apoyo al bolivariano. Expectativa por las nacionales de 2012.
PorSilvina Heguy (Publicado en Clarín.com, aquí)
Caracas. Enviada Especial
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“El error de Chávez es no ser padre”, reflexiona después de un rato Adriana Soarzon. La mujer de 53 años votará hoy por el presidente que desde hace casi doce años gobierna a Venezuela. “Le ha dado bienestar a una mayoría históricamente excluida. Los que viven en estos cerros, los que mirábamos Caracas desde arriba pero sin llegar. Pero Chávez debería ser más padre. No entiendo porqué pelea a la burguesía. No son los que se aprovecharon del país. Esos usan el ‘hampaducto’ para ir a Miami. Pero no son todos. El país está dividido como mi familia y no lo hizo Chávez, veníamos desunidos de antes”, dice.
Hoy 17,5 millones de venezolanos de una población de más de 28 millones se unirán para elegir a los 165 miembros de la Asamblea Nacional, el Parlamento unicameral que el chavismo domina desde 2005.
Una elección que será una prueba tanto para el gobierno de Hugo Chávez Frías como para la oposición que ha decidido presentarse tras abstenerse en las últimas elecciones por sospechas de fraude. Un error político que le ha costado remontar en estos 5 años de silencio legislativo y que hoy los une en una lista –Mesa de Unidad Democrática (MUD)– y en un desafío: terminar con la mayoría absoluta chavista.
El desafío de Chávez, más allá de la difícil situación económica y el aumento de la inseguridad, es uno que no apareció en los discursos de campaña. El desafío para el bolivariano –según remarcaron diversos analistas a Clarín – será dejar el discurso despectivo contra los “escuálidos”, como llama a la oposición a la que tacha de golpista, vendepatria, mentirosa, pagada por el Imperio entre una larga lista de adjetivaciones caribeñas que provocan las risas automáticas de sus seguidores. Si Chávez podrá o no dialogar con esta oposición elegida hoy –y a la que ayer les prometió que “no volverá” al Palacio de Miraflores– determinará la próxima Venezuela.
La promesa a sus adversarios Chávez la hizo en un largo acto trasmitido en vivo desde la Casa de Gobierno el viernes por la tarde y cuando un diluvio inundaba a Caracas.
El clima parecía una metáfora de la situación venezolana . Las calles de Caracas, bella y descascarada, se inundaban. Los canales se desbordaban. Los autos transformaban las avenidas en playas de estacionamiento gigantes con bocinazos ensordecedores.
Un rayo cayó sobre la carpa de prensa de la Comisión Nacional Electoral y pareció la expresión de deseo de algunos fanáticos que desde el sistema de medios públicos -creados por Chávez- hablan de la “prensa privada venezolana” como de una maquinaria que engaña a la gente. Alguna de ella apoyó el golpe de 2002.
Parte de las laderas de los cerros que rodean a la ciudad, y que de noche arman un cielo artificial con las luces de las casas de cartón y chapa, ayer por la madrugada se desmoronaron y desnudaron la precariedad de sus habitantes.
Chávez, entonces y después de gobernar por casi doce años, pidió a sus ministros que agilicen los créditos y planes para dar casas seguras a los que no las tienen y para quienes cada lluvia es una amenaza. Ayer, en Caracas, murieron siete personas por ellas y cuatro eran chicos.
A la mañana de ayer, desde el vicepresidente hasta el último de los ministros recorrían las zonas y los refugios destinados a los evacuados. “Nos quedamos sin nada”, dijo uno de ellos en el gimnasio una la universidad en Catia, donde desde las 5 de la madrugada se había improvisado un albergue.
Pero lo que suceda hoy en estos cerros será determinante en los resultados de la jornada electoral. En estas tierras altas vive gran parte de los votantes chavistas y es aquí donde se ve el trabajo social del gobierno.
Ayer, antes del diluvio, Adriana Soarzon hablaba con Clarín mientras esperaba en la fila para comprar alimentos subsidiados y que desde un camión ofrecían dos hombres con chombas rojas, las que distinguen a los seguidores chavistas. Estaba en el barrio La Línea de Petare, una de las villas más grandes de América Latina y que votó contra Chávez en noviembre de 2008.
Adriana compró leche a 4.8 bolívares (0.60 centavos de dólar). “En el mercado capitalista se vende a 15 bolos”, dijo uno de los hombres de rojo. La diferencia del 60% en el litro de leche que llegan de fábricas o de partidas de alimentos expropiados es más alto del promedio de la red de abastecimiento estatal que ronda el 47.3% con respecto al precio de los comercios privados.
El rubro alimentos es el que más subió en la escalada inflacionaria que vive Venezuela desde hace dos años. El gobierno acusa a los comerciantes de especular y remarcar a un ritmo que, este año, promediará el 30% anual.
Las redes de mercados estatales –que surgieron con fuerza a partir de 2004– es uno de los pilares de este gobierno para combatirla. Los mercados sumado a más de una decena de programas sociales, conocidos como “misiones”, son los canales que beneficiaron a decenas de miles de personas y que permitió a Venezuela terminar con el analfabetismo y brindar un servicio de salud precario a quienes no tenían nada.
Un sistema financiado gracias a la bonanza que produjeron los precios del petróleo que Venezuela exporta. Los petrodólares trajeron entre el 2004 y el 2007 crecimientos anuales de entre 10 y 8 puntos; el desempleo en ese lapso bajó del 20 al 10%. Pero el país no pudo romper la cadena que unió su destino al valor del crudo.
La debilidad de la abundancia petrolera hizo que el sueño venezolano se empañar en 2008 cuando la crisis internacional desplomó los precios del combustible que representa 94 de cada 100 dólares que ingresan al país por exportaciones.
La inflación, también desde hace dos años, hace estragos en los bolsillos. El poder adquisitivo sólo en el segundo trimestre de este año cayó un 7,7%, según el Banco Central local. Y el gasto social durante este año se calcula que será del 45,7% del total de los egresos que tendrá el Estado cuando en el pasado solía destinar un 60% para fortalecer la ayuda a los más pobres.
El dinero no alcanza y el país no crece. La recesión se instaló desde el año pasado cuando la economía se achicó en un 3,3%. Este año, los pronósticos oficiales indican que la tendencia a la baja no revertirá. Estos números, el aumento de los secuestros y asesinatos en Caracas, y las denuncias por corrupción que dejaron al descubierto toneladas de alimentos en mal estado en momentos de desabastecimiento, ha llevado a que las encuestas de julio marquen una caída en la popularidad de Chávez a un mínimo histórico: el 36%.
“En las barriadas populares hay un descontento con el chavismo”, dice Stalin González a Clarín sin atreverse a pronosticar si eso significará votos hacia la MUD o, simplemente, abstención.
González tiene asegurada una banca en la Asamblea como representante de Caracas por la oposición. Por el oficialismo la tendrá Cilia Flores. Pero hasta que no se abran las urnas nadie sabrá para quién será la tercera que le corresponde a la capital. Para el político el abandono del chavismo de su base es consecuencia de 12 años de poder sin oposición.
Pero para asegurarse el triunfo de la que llama la revolución bolivariana, desde el viernes el gobierno lanzó la Operación Demolición, que movilizó a casi dos millones de militantes. Porque, finalmente, el futuro político también está atado a estas elecciones.
“Huelo a 2012” se lo escuchó decir en esta frenética campaña y cada vez que pronosticaba su triunfo. Ese será el año de las próximas presidenciales y cuando aspira a ser “reelegido” por seis años más.
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