SI el belga Víctor D´Hont no hubiera sido matemático además de profesor de Derecho, es muy posible que su sistema de asignación de escaños en un proceso electoral proporcional fuera menos alambicado. También es verdad que cuando D´Hont concibió su método, en 1878, era otra la dimensión política del mundo y los partidos en presencia, a diferencia de los de hoy, encarnaban opciones económicas y sociales bien distintas. Parecía prudente acortar distancias, suavizar mayorías, realzar minorías y, en suma, cuanto hoy resulta fútil en razón de la homogenización que provoca y exige la perturbadora idea de un cambio político que ha permitido sustituir las ideas y los programas, los principios y las convicciones, por el nombre de unos líderes más o menos atractivos y sugerentes.
A menos de seis meses de las próximas legislativas, en los cuarteles generales de los dos únicos partidos con dimensión nacional y posibilidad de llegar a formar Gobierno se estudian con atención las posibilidades de crecimiento y los riesgos de merma en cada una de las circunscripciones electorales. El PP, según desvelaba ayer en estas páginas Mariano Calleja, necesita una docena de diputados más de los que dispone en la actualidad (148) para poder aspirar a gobernar. El PSOE también hace sus cuentas para tratar de, cuando menos, sostener sus 164 escaños actuales. Ambos, al unísono, se cuentan a sí mismos sendas versiones amañadas y consoladoras del «Cuento de la lechera» que nos dejó en herencia Samaniego, que, por enciclopedista e ilustrado, formaba parte de la izquierda del XVIII.
Atornillados como están a su sigla la gran mayoría de los votantes del PP y el PSOE, la elucubración más solvente será la que menos tenga presente a las clientelas acostumbradas. Son muchas las circunscripciones en las que todo seguirá igual. Un corrimiento de votos no generará una variación en la atribución de escaños. Por eso, salvo alguna anécdota concreta, donde se la juegan los dos grandes partidos es en Cataluña y Andalucía. Los 21 escaños socialistas que Cataluña cubre en la Carrera de San Jerónimo frente a los 5 del PP en el mismo ámbito y los quince con los que el PSOE aventaja al PP en Andalucía suman una distancia de 31, que es la que, para alcanzar una posibilidad de Gobierno, Rajoy debe neutralizar.
Quiero decir que, salvo con un creativo gesto de inteligencia, aun contando con la torpeza desplegada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, será difícil que el PP obtenga un escaño más que los socialistas. En donde están los votos, especialmente en Cataluña, el PP es poco más que un eco apagado y distante y, con las cartas que hoy se barajan, no cambiará el resultado de la partida. En Génova podrían ahorrar, por lo menos, un cántaro. O cambiar de lechera.
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