Este blog pretende ser un equitativo rincón de la crítica a la propaganda política. En su modestia, tiene abiertas las ventanas a cuantos aires nos libren de las contaminaciones ideológicas.
El trance del coronavirus. Un esbozo sociológico de la pandemia La prolongada depresión emocional y material del coronavirus, vivida como un extrañamiento forzoso ya antes del confinamiento, posee unos efectos sociales, políticos, sanitarios, culturales y económicos, debidamente evaluados en esta monografía, que, en nueve capítulos, dictamina el futuro que ha de venir tras esta serie de problemas.
Cataluña ensimismada Demanda la reconstrucción de un catalanismo equilibrado, capaz de responder a las necesidades concretas de un país y de una sociedad, y que, marginando nacionalismos extremos (españolistas e independentistas), pueda cohesionar e integrar diferentes sensibilidades; gobernando para la gente y, en especial, para aquellas personas que más sufren las desigualdades e injusticias sociales.
Enigmas del porvenir de Cuenca. Luces y sombras para salir del estancamiento En Cuenca sobra el "resultadismo" estratégico, que es una inadmisible entrega de las llaves de la continuidad en el estancamiento e incluso en el retroceso en todos los ámbitos socioeconómicos. Está obligada a sustituir a sus actuales líderes, que viven de la política sin aportar nada a ésta.
Últimos libros de J. A. Buedo sobre Cuenca
Contexto sociopolítico y progreso de Cuenca Obra publicada por la Editorial Alfonsípolis en mayo de 2010. En sus 254 páginas, ayuda al lector a conocer las claves de la vida pública conquense, al tratar los problemas colectivos más recientes de esta provincia y reflexionar sobre ellos.
Cuenca 2005. Un recorrido sociológico por la Ciudad Para bajar este ensayo del servidor sólo tiene que hacer clic en el Download que figura al pie de este artículo, publicado en Aires de La Parra el 23/05/2006
Cuenca en la encrucijada. Repercusiones de ampliación UE El Download de esta obra figura al término del artículo "Buen gobierno local y ampliación europea", publicado el 1/12/2005 en Aires de La Parra, desde donde puede bajarse haciendo un clic.
Marco Político para la Sociedad de la Información en Cuenca Para bajar la obra del servidor sólo tiene que hacer clic en el Download que figura al pie de este artículo, publicado en Aires de La Parra el 26/11/2005
Gabinete de Exploración y Análisis Sociológico
Gabinete de Exploración y Análisis Sociológico Constituido para servir como herramienta complementaria al Observatorio Político, Económico y Social de "La Vanguardia de Cuenca". Y, con ello, facilitar la práctica de la buena gobernanza en todas las instituciones de Cuenca.
Vadémecum de política municipal: "cómo gobernar un ayuntamiento" Esta obra del profesor Rafael Jiménez Asensio, se publicó en 2017 por el Instituto Vasco de Administración Pública. El Vademécum de Política Municipal (Cómo gobernar un Ayuntamiento) es una síntesis de la primera parte del libro Cómo gobernar y dirigir un Ayuntamiento, editado por el citado Instituto.
TheCircularLab TheCircularLab es un centro de innovación situado en Logroño que centra su actividad en el estudio, prueba y desarrollo de las mejores prácticas en el ámbito de los envases y su posterior reciclado.
Home Portal Todopatrimonio.com El portal Todopatrimonio es un proyecto de Preserv@Doc: Asociación para la Documentación, Difusión y Preservación del Patrimonio Cultural a través de las Nuevas Tecnologías.
Fundación Democracia y Gobierno Local Entidad sin ánimo de lucro constituida en mayo de 2002 por iniciativa de la Diputación de Barcelona. Su finalidad es contribuir y dar soporte a todo tipo de actuaciones y de iniciativas para el conocimiento, el estudio, la difusión y el asesoramiento en materia de régimen local.
DELOS: Desarrollo Local Sostenible POLÍTICA SOCIAL Y DESARROLLO LOCAL-MUNICIPAL
Se indagan los vínculos que existen entre el gobierno municipal y la política social, y, particularmente, qué papel juega la política de desarrollo social en el plano discursivo del gobierno municipal.
Acta de Investigación Psicológica (AIP), publicada cuatrimestralmente por la División de Investigación y Posgrado de la UNAM, posee como objetivos divulgar recientes y relevantes contribuciones de académicos a la Psicología, caracterizándose por su contenido que refleja la transversalidad y el enfoque multidisciplinario de los conocimientos generados.
Juan Andrés Buedo: Estrategias de emprendimiento para el desarrollo de Castilla-La Mancha La obra se centra en el examen de los recursos disponibles por las Administraciones Públicas de Castilla-La Mancha para impulsar el emprendimiento, entendido no solo como la capacidad para iniciar nuevas actividades económicas de generación de empleo y crecimiento social en esta región, sino también como valor social que debe promoverse y ampararse desde todos los poderes públicos.
Conquenses por el Cambio La expresión en la red de un sentimiento, y una razón, que cada vez se extiende más por Cuenca. Después de ocho más cuatro años de gobierno del socialista Cenzano en el Ayuntamiento, Cuenca necesita un cambio que devuelva a los ciudadanos la fe en su ciudad y la confianza en el sistema democrático.
Chasquidos Letras con ácido para derretir el aburrimiento. Por Anselmo Cobirán.
Blogs de Cuenca Blog que recoge una amplia opinión e información sobre Cuenca con unas instantáneas variadas y sugestivas, extraídas de los blogs por aquí publicados
Con independencia de aquellos comentarios ad hoc que cada artículo u opinión puedan suscitar, se publicarán de modo singular e independiente las opiniones de nuestros lectores, remitiendo un correo a la dirección de abajo, poniendo al final del mensaje “PUBLICAR ARTÍCULO”.
Han pasado 15 años desde que Larry Diamond, catedrático de Sociología Política de la Universidad de Stanford, aseguró que estamos inmersos en una «recesión democrática». En los tres años transcurridos desde que la OMS certificó el coronavirus como pandemia global, esta crisis de la democracia global no ha hecho sino acrecentarse. En otras palabras, el centenar aproximado de países democráticos que hay en el mundo estaría perdiendo calidad, día tras día, en sus respectivos sistemas de gobierno. ¿Y cuáles son los parámetros clásicos que definen una democracia estándar? Son seis: sufragio universal, separación de poderes, libertades civiles, parlamento funcional, partido de la oposición e igualdad ante la ley.
Nueve catedráticos analizan la democracia española
En nuestro país, nueve catedráticos han tomado la decisión de unir fuerzas para denunciar una situación que juzgan de máxima gravedad: la merma progresiva de la democracia española. Sus análisis y reflexiones se han reunido en un libro que publica la Fundación Colegio Libre de Eméritos bajo el título España: Democracia menguante.
A cargo de este informe de situación se halla Manuel Aragón, catedrático de Derecho Constitucional y magistrado emérito del Tribunal Constitucional, que ha expresado públicamente su zozobra en cuanto a que la coyuntura política actual de nuestro país pudiera derivar en una «democracia disminuida». Bajo su batuta, el octeto denunciante lo forman Francesc de Carreras (Catedrático de Derecho Constitucional), Juan Díez Nicolás (Catedrático de Sociología), Tomás-Ramón Fernández (Catedrático de Derecho Administrativo), José Luis García Delgado (Catedrático de Economía Aplicada), Emilio Lamo de Espinosa (Catedrático de Sociología), Araceli Mangas (Catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales), Francisco Sosa Wagner (Catedrático de Derecho Administrativo) y Gabriel Tortella (Catedrático de Historia Económica).
El veloz declive de la calidad democrática española
En la prensa generalista se han publicado desde 2020 centenares de artículos inquietos por la deriva política nacional, en especial desde que el semanario británico The Economist eliminara a España del selecto grupo de Democracias Plenas de su Democracy Index (DI) en febrero de 2022 (valorando el comportamiento de nuestro país durante 2021). El 1 de febrero de este año 2023, España recuperaba su estatus de democracia plena, ascendiendo de nuevo al pequeño olimpo de los 24 países más políticamente avanzados del planeta. Pero, ojo, que ocupa el penúltimo lugar, casi rozándose con el siguiente grupo de las democracias deficientes. Pues bien, entre los factores que determinaron la mala posición de España en el prestigioso grupo de las democracias plenas del Democracy Index destacaron las medidas coercitivas que tomó el ejecutivo de Pedro Sánchez durante la pandemia de coronavirus. (Merece la pena recordar que en la cima del Democracy Index está Noruega, que mantiene su primer lugar desde el año 2010, cosa que en la España de la ideología de trazo grueso podría sorprender, ya que el sistema de gobierno noruego es una monarquía parlamentaria).
Deterioro grave y deslealtad constitucional de las instituciones
Si algo ha demostrado la pandemia es que, ante una crisis mundial de semejante envergadura, los países sin instituciones sólidas corren el peligro de perder calidad democrática de manera casi inmediata. En una democracia sana y funcional, las instituciones son el vínculo principal entre la ciudadanía y el Estado, nexo imprescindible para mantener la salud del sistema político. Precisamente, el sector institucional es el que más inquieta a los autores de este informe: «Nos estamos refiriendo principalmente al mal funcionamiento de nuestro Estado social y democrático de Derecho, cuyo deterioro se ha producido sobre todo en el plano institucional». Los autores van más lejos, al concretar que detectan una “deslealtad constitucional” en no pocas instituciones españolas.
La crisis democrática española es superior a la crisis democrática global
Una de las primeras aseveraciones del libro España: democracia menguante es que la crisis democrática global no puede considerarse un fenómeno tan agudo como el de España. No en vano recientes encuestas del Eurobarómetro (verano de 2022) indican que 9 de cada 10 españoles desconfían de los partidos políticos (la media de la UE es del 75%); el 74% desconfía del gobierno (frente al 61% de la UE); y otro 74% desconfía del parlamento (muy superior a la media UE del 60%).
En el capítulo inicial, dedicado al fracaso de la política española, se aportan datos recientes de un sondeo de Metroscopia (Junio, 2022) en cuanto a la «demoledora opinión sobre los políticos» que tiene la población española. Un 87% lamenta que no presten atención a las preocupaciones de los ciudadanos; un 84% echa en falta ideas claras para solucionar los problemas nacionales; un 81% detecta una carencia de vocación de servicio público; un 79% cree que los líderes no tienen la experiencia necesaria y un 75% asegura que actúan de manera deshonesta.
Gobiernos radicales administrando a ciudadanos moderados
En cuanto a la polarización, que con frecuencia se cita en España como un problema inherente a la propia ciudadanía, esta idea se rechaza de plano en el libro. El «bibloquismo», los «cordones sanitarios» y la falta de diálogo derecha-izquierda serían impostaciones de los propios líderes políticos, que infectan con ellas a sus representados. En cuanto a la conchabanza del bipartidismo con el nacionalismo, el veredicto es severo: «No olvidemos que los dos grandes partidos han dificultado siempre la posible emergencia de partidos bisagra (UCD, CDS, Partido Reformista, UPyD, Ciudadanos), prefiriendo el apoyo de los nacionalistas catalanes y vascos». Esta estrategia temeraria, en lugar de integrarlos, habría contribuido a reforzarlos, debilitando al Estado, hoy casi «residual» en algunas Comunidades Autónomas. Como reflexionaba Emilio Lamo de Espinosa en su cuenta de Twitter el 2 de marzo de 2023, aportando un gráfico de autoubicación ideológica del CIS para apoyarlo: «Los españoles llevan siendo de centro izquierda casi treinta años sin variación. No se han radicalizado. Los que se han radicalizado son los políticos, aunque no todos. Gobiernos radicales administrando a ciudadanos que no lo están».
Partitocracia derivada de una Ley Electoral oligárquica
El desmedido poder de los partidos políticos —cimentado por una Ley Electoral anticuada e injusta— habría devorado la separación de poderes: «el líder del partido que gana las elecciones controla no solo el Poder Ejecutivo, sino también el Poder Legislativo, pues los representantes lo son porque el aparato les ha incluido en la lista electoral». En cuanto al Poder Judicial, la Constitución se habría ido «modificando subrepticiamente» para que un «Consejo General del Poder Judicial políticamente mediatizado», junto a un reparto por cuotas de las designaciones directas que hacen las Cortes Generales, permitan a los principales partidos políticos nombrar a los jueces de los principales órganos de la Justicia.
La cultura de la corrupción
No olvidan los autores el gravísimo problema de la corrupción española, citando datos de Transparencia Internacional, que en 2021 situaba a España en el puesto 34 del escalafón global, empatada con Lituania. Constatan que recién estrenado este índice, en 1995, España ocupaba un puesto 26 y llegó a estar en el 20 en el año 2000. Pero quedó en el puesto 41 en 2018, hasta llegar al puesto 35 actual, empatada con Botsuana y Cabo Verde, según el Índice de Percepción de la Corrupción publicado en enero de 2023. En efecto, la cultura de la corrupción parece formar parte de la mentalidad nacional, que justifica la del partido propio y demoniza la del contrario. Los dos partidos mayoritarios tienen largos historiales corruptos, pero tampoco se libran los nacionalistas, ni los pequeños o emergentes. Los juzgados españoles rebosan «casos de corrupción en los que están involucrados políticos pertenecientes a todo el arco parlamentario».
España, ¿país sin ley ni justicia?
Abundan las columnas periodísticas que hablan ya de España, como «un país sin ley». En ese espíritu nos recuerda este libro que no puede haber democracia sin Estado de Derecho, cosa que en otros tiempos hubiera podido parecer una obviedad, pero que hoy es de obligada reivindicación. «Se observa con estupor cómo en parte del territorio español los poderes autonómicos desobedecen, de manera expresa y reiterada, la Constitución, las leyes y las sentencias de los tribunales sin que el poder central lo remedie, usando las competencias de ineludible ejercicio que tiene».
La politización de la justicia se define como el resultado de la partitocracia más cruda y voraz, lamentando que la ciudadanía haya asumido como algo «normal» la existencia de dos bloques entre los jueces de izquierdas y los jueces de derechas. Los autores nos comparan con Alemania y Estados Unidos, cuyos magistrados llegan a los tribunales «cargados de medallas políticas e incluso con el carné del partido en el bolsillo», pero este posicionamiento ideológico no suele influir sobre sus decisiones jurídicas. En España, por contraste, los jueces serían peones de partido, acatando las órdenes del aparato sin demasiada resistencia.
Gobierno «a golpe de decreto» y nula capacidad de absorción de fondos europeos
En el capítulo sobre el gobierno y la administración se puntualiza la cuestión sin ambages y con la claridad meridiana que caracteriza a todo el libro, reiterando que el Poder Ejecutivo ha desplazado al Legislativo, además de instrumentalizar a los tribunales. La masa de decretos leyes convertidos en leyes o convalidados equivale ya a tres cuartas partes del output legislativo, aseguran, y se requeriría una operación colosal para sanear el ordenamiento jurídico. Por si esto fuera poco, se apostilla que todas estas aparatosas «reformas» no mejoran una capacidad de absorción de fondos europeos casi nula, «que nos coloca los últimos de la lista de veintisiete, en la que nuestro modesto vecino, Portugal, figura en segundo lugar». España tiene la peor tasa de absorción de los fondos europeos en el período 2014-2020, con solo un 43% de los fondos ejecutados.
Estado autonómico gravemente disfuncional
En cuanto al estado autonómico, los autores lo desaprueban con una asepsia casi clínica, señalando los dos problemas graves manifestados desde sus comienzos. El primero es la disfunción organizativa, que genera anomalías, duplicidad de funciones y un gasto público innecesario. El segundo es la integración territorial defectuosa, que en determinadas partes del perímetro español pone en grave riesgo la unidad estatal y nacional. La solución que se recomienda sin rodeos es modificarlo para convertirlo en un modelo federal, es decir, en una versión perfeccionada de la actual. «El federalismo no es una forma política más conservadora o más progresista, más liberal o más socialdemócrata, más de izquierdas o más de derechas. Simplemente es una forma de organización territorial que funciona bien en muchos países y, por ello, también debiera funcionar en el nuestro».
Política exterior e imagen internacional: del enfrentamiento interno a la insignificancia global
El capítulo sobre el papel de nuestro país en el escenario mundial acusa a las cúpulas políticas del «descrédito de España como consecuencia de la ruptura de sus obligaciones europeas e internacionales», in crescendo ante las instituciones europeas y los mercados internacionales. Las grietas estructurales del Estado español lo incapacitan para cumplir con sus deberes y compromisos como país europeo y lo deslegitiman para aportar propuestas normativas que le confieran la relevancia e influencia correspondientes por su estatus occidental. Las ineficaces administraciones públicas, colonizadas por los partidos, ahuyentan a las empresas y agentes socioeconómicos. Por no hablar de la dependencia de la ayuda externa para salir de las quiebras internas en que los propios partidos políticos sumen al país, desde las crisis nacionalistas hasta las crisis económicas. La pandemia, lejos de servir como acicate para efectuar las reformas estructurales exigidas en 2019 por la UE, ha agravado junto con la crisis energética los desafíos orgánicos de España como nación europea. Lamentan los autores que la polarización interna haya impedido durante todo un siglo acordar intereses nacionales que permitieran afrontar con fuerza y dignidad el devenir externo de una España autocondenada a la irrelevancia mundial.
Es la economía, estúpido
Esta es la frase que James Carville, jefe de campaña de Bill Clinton, pegó en la pared de su oficina en 1992, bajo otra anotación que exigía «Un cambio» versus «Lo de siempre». Pues bien, para los autores de España: Democracia menguante la política económica española requeriría un cambio radical. En abierta contradicción con la propaganda gubernamental, observan un descenso del PIB por habitante desde 2007; un desempleo que duplica la media de la UE, disparado con los gobiernos socialistas y aminorado con los gobiernos del PP; un mercado laboral agarrotado e inflexible, que conserva la inmovilidad de los tiempos de Franco, con la dualidad de los trabajadores protegidos por el sistema (contratos laborales indefinidos) y los desprotegidos (contratos temporales); y unos sindicatos que no encarnan al sector laboral, sino a las cúpulas políticas y al sector público. ¿Las soluciones que se proponen? Entre otras, flexibilización del mercado, eliminación de trabas al comercio nacional e internacional, conexión del sistema educativo con el sistema productivo, seguridad jurídica como garantía del correcto funcionamiento de los mercados, reconducción del gasto público para impedir que el déficit presupuestario exceda del 3%, incluso llegando al superávit y creación de un mecanismo de fiscalización de las políticas públicas.
Objetivos generales de este informe
La meta inmediata de los autores de este Informe es generar un debate público sobre las averías crónicas de la democracia española, pues en opinión de estos nueve maestros, los peligros que acechan a España son de tal envergadura que, en su opinión, ponen en riesgo su propia existencia. Alegan que este debate nacional sería urgente y perentorio, dado que la ciudadanía ya no puede confiar en soluciones clásicas, como optar electoralmente por la izquierda o por la derecha, sino que se halla ante la disyuntiva de decidir entre la conservación y la destrucción de lo que hasta ahora veníamos llamando la democracia española.
Bibliografía
Democracy Index, The Economist Intelligence Unit (EIU), The Economist, Resultados del año 2022 publicados el 1 de enero de 2023. Vía Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Democracy_Index
Como el resto de los miembros de la UE, España cuenta con un plan climático para instalar de forma masiva energía renovable para cumplir con sus compromisos europeos y ante la ONU de lucha contra el cambio climático. La autorización ambiental de los proyectos, que en algunos casos está despertando el rechazo de distintos colectivos por los impactos en el territorio, depende de varias Administraciones. Pero las grandes instalaciones —aquellas que tienen una potencia superior a los 50 megavatios (MW)— deben ser autorizadas por el Gobierno central, en concreto, por el Ministerio para la Transición Ecológica. Durante los últimos años, la avalancha de proyectos de toda índole y la falta de manos en las Administraciones para poder analizarlos, han terminado en un enorme atasco que se ha liberado en apenas dos meses. El ministerio tenía hasta el 25 de enero para resolver las declaraciones de impacto ambiental (DIA) de un paquete de 202 proyectos que cuentan con el permiso para conectarse a la red eléctrica, requisito indispensable para que puedan operar.
Y en estas, nos aparece el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico explicando que "desde finales de 2018 España se ha convertido en uno de los lugares más atractivos del mundo para desarrollar proyectos renovables". Y enumera los principales motivos: "la fuerte caída de costes de las tecnologías eólica y fotovoltaica y las "excelentes condiciones de nuestro país para desarrollar este tipo de proyectos", entre lo que se destacan la abundancia de recurso solar y eólico, la presencia en toda la cadena de valor industrial, el capital humano cualificado, un sector financiero sofisticado y "bajas densidades de población en gran parte del territorio".
Esta última "bondad" enfureció lógicamente a la España Vaciada, partido que agrupa a las 170 plataformas que desde hace años luchan por el equilibrio territorial del país. Se interpretó la frase como un sinceramiento por parte del MITECO sobre el atractivo que tiene la despoblación para promotores e inversores. "Destapa su opinión de la España Vaciada y los territorios de sacrificio que nos condenan a ser", tuiteó el pasado miércoles por la mañana la cuenta oficial de esta formación política. "El MITECO reconoce en el boletín oficial que la despoblación de nuestra tierra es un buen negocio para las eléctricas y estado. Por eso no tendremos tren de alta velocidad ni inversiones en infraestructuras con la complicidad de los diputados y senadores de nuestra provincia", se quejaron desde Salamanca. Y, a traves de esta página, venimos a hacerlo los miembros del Grupo de Acción para el Progreso de Cuenca, sumándonos a lo afirmado por los salmantinos, en cuanto hace y afecta al trenicidio cometido en nuestra provincia.
Es una indignación agregada a nuestras exigencia de reanudación de los servicios del tren convencional Madrid-Cuenca-Valencia (ver aquí) porque el Gobierno reconoce que "las bajas densidades de población" que sufre la España Vaciada son una excelente oportunidad para llenarnos de plantas solares y parques eólicos aunque no aporten ningún beneficio a sus territorios. Somos sus territorios de sacrificio".
Las colisiones de pájaros con los aerogeneradores suponen uno de los grandes problemas ambientales de la energía eólica, además de las líneas para transportar la electricidad que se genera. Y, cuando los parques están en zonas sensibles, se analiza la mortandad que puede provocar cada molino para establecer si es admisible o no. En el caso del parque eólico del Maestrazgo, donde se han identificado 79 especies de avifauna, destacan el buitre leonado, el alimoche y el águila real. También se ha constatado (aunque de forma más ocasional) la presencia de águila perdicera y quebrantahuesos. Varios de los aerogeneradores se han suprimido cuando se ha considerado que causarían altos daños en estas especies protegidas o cuando se ha concluido que supondrán un gran impacto visual desde alguno de los municipios de la zona. Y así lo vemos en Campillo de Altobuey (Cuenca)
Aunque nadie duda que el futuro modelo energético en nuestro país pasa por el necesario despliegue, entre otras fuentes, de la energía eólica, no conviene olvidar la conciliación entre esta energía limpia y el paisaje, que ha derivado en una polarización de los puntos de vista, inducida sobre todo por la transformación súbita que provocan los aerogeneradores en el paisaje. Y Campillo es un ejemplo cercano y directo.
Los aerogeneradores suelen ser cada vez más altos y tienden a situarse en crestas montañosas o en zonas donde el viento es más constante e intenso. Los aerogeneradores se agrupan en parques eólicos, a menudo acompañados de un edificio de control, una subestación eléctrica de transformación y una línea de evacuación, que añaden artificiosidad al paisaje. El mar también es un emplazamiento idóneo para los aerogeneradores, gracias a la constancia del viento. El resultado es que, muy a menudo, las zonas con las mejores condiciones de viento coinciden con los lugares de mayor exposición visual y significación simbólica.
Hace ya diez años Pere Sala Martí, Coordinador del Observatorio del Paisaje de Cataluña, indicó que la presencia de aerogeneradores genera controversia. A algunas personas les resulta agradable su forma estilizada o su color blanco, y los ven como un símbolo vinculado a la sostenibilidad. Por otra parte, otros tienen una opinión contraria, porque contrastan con los paisajes rurales tradicionales o desfiguran fondos escénicos. Para estas personas, más que un impacto visual, los aerogeneradores provocan un impacto en el carácter del lugar, que tiene que ver con dimensiones de carácter identitario, cultural e incluso afectivo que explican por qué la gente se siente parte de un sitio. Esta es una cuestión relevante que no se debería menospreciar. A menudo la oposición a muchos parques eólicos se ha banalizado y se ha considerado la controversia como una simple discusión de carácter estético, cuando las razones que explican el rechazo a proyectos generalmente mal explicados y nada o poco consensuados con el territorio son mucho más de fondo.
Podemos remitirnos, como hace este mismo especialista, a Gobiernos como los de Francia o Escocia, entre otros, con una larga tradición en temas de paisaje, todo esto lo conocen bastante bien y han entendido desde hace tiempo que, para que los nuevos parques eólicos sean bien aceptados, los aerogeneradores no se pueden poner como quien clava agujas de coser en un acerico, de cualquier manera y en cualquier lugar, sino que hay que compatibilizarlos con los valores ecológicos, históricos, estéticos o simbólicos del paisaje. ¿Se da esto en Campillo? Externamente todo da a entender que no. Por eso, frente al derrumbe paisajístico de este pueblo conquense salta a los ojos, los gobiernos antes citados hace tiempo que, conjuntamente con las entidades promotoras de la energía eólica y con las que defienden la conservación del paisaje, publican manuales con criterios y ejemplos para minimizar el impacto de los aerogeneradores en el paisaje. Afortunadamente, hoy contamos con bastantes conocimientos, experiencia y tecnologías de todo tipo, como el análisis de cuencas visuales o las modelizaciones 3D, como para poder afirmar de manera objetiva y contrastable que hay lugares donde los aerogeneradores encajan y lugares donde no: Campillo de Altobuey. Mi consejo es el mismo que el de Pere Sala: "En tierra habría que procurar evitar instalaciones en zonas emblemáticas o ante hitos relevantes; concentrarlos en lugar de dispersarlos y tener muy en cuenta elementos estructurantes como el parcelario, la vialidad o el horizonte, entre otros criterios de integración en el lugar".
Artículo publicado en RdL-Revista de Libros, el 5 de octubre de 2022 (ver aquí)
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La invención de España. Leyendas e ilusiones que han construido la realidad española
Henry Kamen
Espasa Calpe, Barcelona, 2021, pp. 517
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En el año 2006 publicó el autor una obra que llevaba por título Del imperio a la decadencia. Los mitos que forjaron la España Moderna, traducida al inglés y editada dos años después como Imagining Spain: Historical Myth and National Identity. El pasado octubre apareció en formato de bolsillo esta Invención de España, en buena medida versión aumentada del primero. De tales títulos se infiere que todos ellos tratan de mito, invención, leyenda e ilusión. El mito es la etiqueta que con mayor frecuencia se endosa a los acontecimientos escrutados, serie que arranca en Numancia, pasa por la Reconquista, los siglos del imperio de los Austria, la Ilustración, llegando a la Constitución de 1812, la República y la Guerra Civil. La secuencia se enriquece en páginas finales con la fantasía (en referencia a la Constitución de Cádiz) y el sueño, capítulo en el que se incluye el epígrafe «La monarquía española: una institución siempre en entredicho» (cursiva mía).
No es esta Invención, desde luego, lectura fácil de digerir. El texto se articula en diecinueve capítulos que a su vez contienen entre tres y ocho epígrafes, lo que provoca no pocas reiteraciones, por lo demás incluidas ya en otras obras del autor. Con todo, es el carácter hosco del discurso, de principio a fin, lo que acaso mayor sorpresa causará al lector, como de facto sorprendió a quienes leyeron la edición de 2008. Advirtió uno de ellos en la escritura tono de «ira», de «enfado», de «furia», resueltamente «encendido»1. Anotó otro la propensión del autor a fustigar a los «historiadores profesionales», sostener interpretaciones del pasado «deliberadamente polémicas»2, tanto como para que un tercero comprendiese que Imagining Spain hubiese puesto de los nervios a gente «todavía muy sensible» hacia los mitos que el autor somete a escrutinio3. Éstos, los mitos, eran siete entonces; pero habiéndose ampliado la cronología de esta Invención por ambos extremos resulta inevitable que la lista haya adquirido dimensiones desproporcionadas.
No queda nada claro, sin embargo, qué sea para el autor esto del mito. «La realidad es lo que aparentemente sucedió, mientras que el mito es lo que debería haber sucedido (el pasado) o lo que esperamos que suceda (el futuro)», escribe Kamen. Se definiría, pues, el objeto por oposición a la realidad, aunque habrá de reconocerse que tan mítico es el salto que realmente dio Bob Beamon en 1968, como los Fueros de Sobrarbe, fabricados por el jurista Jerónimo de Blancas en 1588. Reconozcamos, en todo caso, que el concepto no es fácil de aprehender4, y prueba de ello es que en La invención de la tradición de Hobsbawm y Ranger pasan estos como sobre ascuas por el asunto5. Tampoco ayuda gran cosa la brevísima introducción que Hugh Trevor-Roper redactó para The Invention of Scotland. Myth and History6, obra, por lo demás, tan deliciosa y divertida de lectura como erudita en su confección. Cuenta su biógrafo7 que el autor comenzó a interesarse por la historia de Escocia desde el previo acercamiento a la Ilustración escocesa. Al impulso académico se añadió el político, urgido por el resultado de las elecciones de 1974 que otorgaron al Scottish National Party el suficiente número de escaños como para despertar la inquietud en más de uno. Las escasas tres páginas que Trevor-Roper dedicó a presentar su Invention soslayan la definición o conceptualización del mito, salvo para postular que éste, en el caso de Escocia, «nunca ha sido marginado por la realidad, o por la razón, sino que permanece hasta que se ha descubierto otro, o fabricado, a fin de reemplazarlo». La intención de T.-R. no resulta, pues, muy lejana de la que anima a Kamen, convencido éste como está de que «muchos españoles» vivimos todavía en el siglo XVI8. A T.-R. le bastaron tres ejemplos para dar cuenta de su potencia en la historia de Escocia y en su proyección política hasta hoy. Fueron éstos: el mito de una «ancient constitution», el mito de una supuesta y no menos vieja creación poética, y -lo más divertido- el desentrañamiento de que la célebre sinfonía de cuadros y colores con la que se adorna el tradicional kilt no es sino el lucrativo invento (éste sí) de un par de astutos entrepreneurs cuando despertaba el siglo XIX9. Kamen multiplica los ejemplos hasta lo inimaginable, si bien caben dudas de que buena parte de ellos puedan etiquetarse de mitos, y que acaso lo más sensato hubiera sido mantenerlos recluidos en el desván de las leyendas. Sorprende asimismo que el autor proponga más de uno inédito, por ejemplo, el de la limpieza de sangre. Semejante atracón no carece de riesgos. A fuerza de tanto mitificar, podría el lector llegar a la conclusión que La invención de España es precisamente eso, un tinglado de materiales de dudosa calidad presto a desmoronarse al mínimo soplo de realidad.
Mito por mito, qué mejor que comenzar por el de «La pérdida de España». Se lee en estas páginas que «es posible» que el «más fundamental para la invención de la España cristiana medieval sea la idea de su pérdida y su posterior recuperación»; y poco más adelante consta que, para la explicación de esta «pérdida», circula entre los españoles «una leyenda tradicional que se ha convertido en la versión clásica de los acontecimientos». Esa leyenda no sería otra que la de Florinda la Cava. ¿De veras? Tengo todas las dudas de que, salvo en los manuales de historia de la literatura, la leyenda en cuestión forme parte de los de historia, tanto universitarios como del bachillerato. Por ello es fácil estar de acuerdo con el autor cuando escribe que «hace tiempo que los expertos dudan de la verosimilitud de numerosos elementos de esta versión». ¡Y tanto que hace tiempo! Uno de tales fue don Ramón Menéndez Pidal, quien en 1925-1927 ya incluyó la leyenda en su Floresta10.
Y es que no se mueve con soltura el autor por el Medioevo, poco cercano al modus operandi de los medievalistas. Las dudas que exhiben proceden, según él, de que «quienes redactaron las crónicas fueron escritores musulmanes y cristianos que las escribieron mucho después y sin ningún conocimiento directo de los acontecimientos» (cursiva mía). A propósito del reino de Asturias, en su condición de origen del de España, y del tránsito en cuestión, argumenta que de ello «no hay pruebas documentales aceptables de los pormenores» (cursivas mías). Otorgando a Pelayo el título de «figura mítica» y acto seguido el de personaje de «ficción», dado que «no hay forma de documentar con precisión su existencia ni sus hazañas» (cursiva mía), me pregunto a qué categoría pertenece entonces de las enunciadas páginas atrás; a saber, la real («lo que aparentemente sucedió») o la mítica («lo que debería haber sucedido […] o lo que esperamos que suceda»). Tanto las crónicas musulmanas como las cristianas hablan de él, aunque en ellas «no hay nada totalmente fiable». Aunque a la postre parece importar poco «si [Pelayo] existió como si no», y otro tanto acontece respecto al enfrentamiento (evitaré lo de batalla) de Covadonga. «De ninguno de estos detalles hay pruebas fiables»; «es posible que la falta de pruebas directas invalide todo intento de identificar a Pelayo con Covadonga, pero, evidentemente, no descarta la posibilidad de que se produjera en aquella región algún incidente militar que frenara el avance de los musulmanes».
En la siguiente página se aludirá ya sin duda al «revés que sufrieron los musulmanes en Asturias». Cualquier salida se antoja válida11.
Algo similar ocurre al afrontar la presencia islámica en España, por la que sobrevuela el mito de la convivencia entre las tres religiones, el florecimiento cultural, etcétera. Para empezar, se postula que «no se trató de una conquista al uso»; «los musulmanes no llegaron necesariamente para establecerse de forma permanente, sino que hubo una larga serie de llegadas y partidas, en las que un sector de los invasores sustituía a otro» (luego cabe deducir que musulmanes los hubo siempre…). Cierto es que la Hispania resultante de la invasión «no se creó sólo por la fuerza; también dependió de medidas a largo plazo para estabilizar el régimen». Tales medidas (fiscales, religiosas, sociales), sin embargo, fueron exactamente las mismas allí donde el Islam impuso su presencia, tanto hacia el este como hacia el oeste12. La toma de Bujará y Samarcanda (712) tuvo su réplica en la de Hispania (711). Las poblaciones conquistadas (dhimmis) eran sometidas al pago de un tributo (jiziya) a cambio de protección; los fieles musulmanes por su parte pagaban la sadaqa (limosna). «L’État, c’est en effet l’impôt»13. Y por lo que se refiere al ejercicio de la religión, las llamadas “Gentes del Libro” (ahl al-kitāb) (judíos, cristianos) no plantearon al Islam particulares problemas siempre y cuando éstas aceptaran su autoridad14.
“Expulsión de los moriscos”, Gabriel Puig Roda (1894).
El autor tampoco participa de la leyenda dorada de al-Andalus; apuesta por un escenario de «enfrentamiento profundo entre la sociedad cristiana y la islámica», y a propósito de la convivencia añade que, de haber existido, tal cosa debió de ser «a la fuerza». Concurro en que la leyenda en cuestión ha llevado a exageraciones difícilmente asumibles. La edición inglesa del libro de María Rosa Menocal que el autor cita se abre con un prólogo de Harold Bloom que constituye un buen ejemplo de estos excesos. Según Bloom, la expulsión de musulmanes y judíos de España en 1492 (sic) constituyó un «brutal disaster» cuyos efectos se perciben en Cervantes; desde entonces -agrega- España murió para no resucitar hasta la muerte de Franco, momento a partir del cual se ha vuelto otra cosa «todavía no por entero definible»15. Temo al respecto que tanto Kamen como Menocal se valen de herramientas conceptuales que de poco sirven para encarar el asunto («pluralismo», «tolerancia», «secularismo», «libertad religiosa», «progresismo»). El párrafo de Menocal que el autor transcribe («Sólo en ocasiones, esta tolerancia incluyó garantías de libertad religiosa comparables a las que esperamos de un Estado moderno tolerante») da buena cuenta de la fina percepción del tiempo histórico que exhibe la autora…
Observo también que Kamen, apelando al «sentido común», acaba por recular de su propia posición aceptando que «ha habido lugares y épocas en los cuales, a pesar de los conflictos periódicos, las comunidades sabían llevarse bien entre ellas», practicaban «cierto nivel de convivencia», siendo, paradójicamente, los propios musulmanes quienes entre sí habrían usado de la violencia más cruenta. El recurso al sentido común suele, en efecto, proporcionar salida a embrollos como éste. Un buen conocedor de estas cuestiones señaló hace tiempo que lo que funcionó en aquella España fue «un status quo de tregua o desarme que permitía la existencia continuada de las tres religiones, siendo de tener en cuenta que la libertad de creencia era entonces mucho más importante a este nivel colectivo o de grupo que no (como a la moderna) en el terreno individual. La medida en que una situación de esta clase pueda ser calificada de “tolerancia” queda desde luego como cuestión de puntos de vista o de un simple escarceo semántico». Y a continuación añadía:
«Del otro lado la necesidad de la economía, el trabajo y la cultura de moros y judíos fuerza a una claudicación en materia de libertad religiosa similar a la de estos otros pueblos cuando, también contra sus principios, se doblegan de facto y de jure al poder cristiano»16. Dicho de otro modo: ambas partes, en especial cristianos y musulmanes, acabarían percatándose de que los beneficios de la convivencia superaban con creces los inconvenientes de hacer las maletas de forma voluntaria o forzosa. No les habría movido una actitud tolerante, sino lo que Brian A. Catlos ha llamado «principio de conveniencia»17. El fenómeno es perceptible no sólo en España sino también allí donde cristianos y musulmanes han convivido (Palestina, Sicilia…), dependiendo los avatares de la relación tanto de la magnitud de las poblaciones respectivas o del grado de dependencia de una comunidad respecto a otra. En este sentido, el caso hispano pasa por ser el «cisne negro” de la historia». En fin, por lo que hace al territorio del «conocimiento humano», resulta innegable que, en su transferencia de Grecia a Occidente, la conexión islámica Bagdad-Córdoba-Toledo proporcionó a Europa un caudal de sabiduría de valor capital18. En la Andalucía del 951, «un monje bizantino, un judío español y ciertos médicos musulmanes depuran» la traducción del célebre tratado de Dioscórides que Hunayn Ibn Ishaq había vertido al árabe en Bagdad un siglo antes.
No podía el autor dejar de tocar el «más fundamental» y también «más ficticio» concepto de la historia hispana: la Reconquista. «Se trataba», y desde luego todavía se trata, de «definir un lapso enorme y complejo de Historia medieval con una etiqueta compuesta por una sola palabra» (sic). Pero argumentar en contrario que «ninguna campaña militar en la historia de la humanidad ha durado tanto» se me antoja un recurso bien pobre; y reducir los enfrentamientos habidos a lo largo de casi ocho siglos a la batalla de Las Navas, por mucho que haya sido «decisiva», no ayuda gran cosa, especialmente si a continuación se admite que «de forma esporádica durante todos esos siglos se produjeron innumerables choques, ataques y asedios significativos», a la vez que estos mismos enfrentamientos vuelven a limitarse dos páginas más allá a «muy pocas batallas». Por cierto: el calificativo de «decisiva» que se le endosa en la pág. 80 desaparece en la 97: «no fue una batalla decisiva para la historia de los reinos peninsulares ni alteró el equilibrio de poder entre cristianos y musulmanes». Poco después la misma batalla comparece de nuevo para reencarnarse como el fin de la Reconquista, dando paso a un «contexto» irreconocible tres siglos más tarde. Por lo demás, convendría hacer ver que enfrentamientos como éste hubo unos cuantos, saldados con victoria cristiana (Simancas, 939; El Salado, 1340) y otros con derrota (Alarcos, 1195; Zalaca, 1086). Pero produce hasta sonrojo tener que advertir que la actividad militar no fue lo único que ocupó a los hispanos durante ocho siglos. Hubo, primero, re-conquista y tras ésta re-población, y ni siquiera ésta fue en algunos casos definitiva, como aconteció en León, repoblado en 856 y arrasado en 986. Acaso convenga reparar también en que la lucha no fue siempre de cristianos contra musulmanes, y que la conveniencia dio lugar a pactos y alianzas inverosímiles entre unos y otros. En las Memorias del rey de Granada, destronado en 1090 por los almorávides, se relatan las cuitas de Ibn Ammar, muñidor de una alianza entre Alfonso VI y él para hacerse con la ciudad en estos términos:
«Si la ganase, no podría conservarla más que contando con la fidelidad de sus pobladores, que no habrían de prestármela, como tampoco sería hacedero que yo matase a todos los habitantes de la ciudad para poblarla con gentes de mi religión. Por consiguiente, no hay en absoluto otra línea de conducta que encizañar unos contra otros a los príncipes musulmanes y sacarles continuamente dinero, para que se queden sin recursos y se debiliten. Cuando a eso lleguemos, Granada, incapaz de resistir, se me entregará espontáneamente y se someterá de grado, como está pasando con Toledo, que, a causa de la miseria y desmigamiento de su población y de la huida de su rey, se me viene a las manos sin el menor esfuerzo»19.
Mito particular de la Reconquista lo es también para el autor la toma de Granada, que, «en la mayor parte de la bibliografía», se «atribuye» (sic) a los Reyes Católicos. Carece no obstante de sentido, según él, incluir dicha campaña en el proceso, pues, siempre según su opinión, este último eslabón constituyó «una etapa muy diferente», si bien, «como no podía ser de otra manera, algunas de las referencias siguieron siendo medievales». No se aclara, sin embargo, qué hubo de diferente en la campaña de Granada, y si lo que se sugiere novedoso residió en su presentación como una cruzada, lo que cabe decir al respecto es que esto venía de lejos.
Es sabido que el discurso de Urbano II en Clermont el año 1095 que dio curso a la primera cruzada culminó en la caída de Jerusalén en manos cristianas cuatro años después. No es aventurado postular que desde fines de la década de los 1080 el papa venía prestando atención a la situación de España20, y recuérdese que Toledo cayó en 1085. Tiene sentido asimismo que para entonces la reconquista del territorio hispano dispusiese ya de un armazón ideológico que Urbano encontraría útil para elaborar el «cocktail rhétorique» del célebre discurso. Así había sido en efecto. Desde el momento en que se hizo necesario, la clerecía del reino de Asturias se puso a la tarea de construir un relato cuyo hilo conductor tomaba materiales de época visigoda y se enriquecía con el paso del tiempo. Sus principales ingredientes: Guerra Santa y Cruzada. ¿Hasta cuándo? Un cronista musulmán se atrevió a dar respuesta mediante las palabras que puso en boca de Fernando I poco antes de la caída de Toledo: «Solamente pedimos nuestro país, que nos lo arrebatasteis antiguamente al principio de vuestro poder y lo habitasteis el tiempo que os fue decretado. Ahora os hemos vencido por vuestra maldad. ¡Emigrad, pues, a vuestra orilla y dejadnos nuestro país!, pues no será bueno para vosotros habitar en nuestra compañía después de hoy, pues no nos apartaremos de vosotros a menos que Dios dirima el litigio entre vosotros y nosotros»21.
Detalle de “Julián Romero y su santo patrono”, El Greco (1612)
Por lo demás, siglos de presencia musulmana y hebrea en España hubieron de dejar huella. Kamen etiqueta sin embargo el resultante prejuicio de la limpieza de sangre como «supuesta obsesión», «ficción fascinante», carente «base real», y aduce el ejemplo del maestre de campo Julián Romero, al cual Felipe II hizo caballero de la orden de Santiago ordenando al tiempo que no se investigara su limpieza. Las cosas no fueron exactamente así. En 1558 el rey transmitió su voluntad al Consejo de Órdenes, pero difirió la merced hasta tanto «se reciba la información que se acostumbra para saber si en su persona concurren las calidades» de rigor. En su caso no era la limpieza lo que estaba en juego, sino su condición hidalga, la cual, pese a todo, fue sometida a escrutinio22. Hubo que esperar a la dispensa papal (1561) para que Julián pudiera lucir su hábito en el retrato que El Greco pintó. Que las concesiones de hábitos no eran tan fáciles de obtener lo prueban los casos de otros militares insignes, Sancho Dávila y Cristóbal de Mondragón. A Dávila había prometido el rey un hábito (1570). En su caso era una bisabuela la piedra en el camino. El duque de Alba salió en su defensa sugiriendo se pidiera dispensa al papa, a lo que se negó el presidente del Consejo de las Órdenes; conceder un hábito a un converso, y en persona de tal relieve, sería una puñalada y el fin de las órdenes, advirtió; intervino directamente el marqués de Aguilar ante Felipe II, quien asimismo recibió carta del interesado, que puso sobre la mesa su dimisión de todo cargo. Murió en 1583 sin haber logrado su recompensa. Lo de Mondragón fue si cabe todavía más triste23.
Los archivos de los colegios mayores salmantinos albergan centenares de interrogatorios hechos en el lugar de origen de los presuntos candidatos; incluso los pasaportes para el viaje a Indias requerían de la deposición de testigos que declarasen su sangre limpia. Refresco los datos del calvario sufrido por Diego Velázquez para obtener el hábito de Santiago: i) 1636: primera noticia de que el pintor aspira a ello «a ejemplo de Tiziano»; ii) 1650: desde Roma se insta al Nuncio a que apoye la concesión, a la que sigue la probable oposición del Consejo de Órdenes; iii) 1658 el rey otorga la merced previa «información que se acostumbra para saber si concurren en él las calidades que se requieren»; iv) primera ronda de testigos: 75 interrogados; v) segunda ronda: 24 más; vi) 1659 tercera y última: otros 50; vii) ese mismo año el Consejo de Órdenes rechaza la pretensión, bien es cierto que en cuanto a la hidalguía del aspirante, no a su limpieza. La dispensa papal se hacía necesaria. Una vez concedida, el rey procedió a otorgar la merced «no obstante las no probadas noblezas» de dos abuelas y un abuelo. Hubo de ser ahora, y a instancia del Consejo, que Felipe IV, «de propio motu, cierta ciencia y poderío real absoluto», añadió a la dispensa de Roma la condición hidalga de don Diego24.
Los procedimientos, pues, no eran ninguna broma, dado que tanto el asunto de la hidalguía como el de la limpieza de sangre tampoco lo eran. Jean-Frédéric Schaub ha llamado la atención sobre el hecho de que «el éxito de unos cuantos» (los conversos que consiguieron «colarse» (sic) en ayuntamientos, órdenes militares o cofradías) no evitó que ni cristianos viejos ni conversos de antiguo siguieran manteniendo o incluso reforzando el «rechazo moral» que les merecían los advenedizos25.
Sería tarea para nunca acabar el repaso a otros epígrafes de esta Invención. Por salir de lo propiamente histórico comentaré el titulado «Dudas y mitos sobre La rendición de Breda». La cosa empieza mal, dado que el autor ejecuta a Justino de Nassau desde el principio, dándolo por muerto «poco antes de la rendición» (falleció en 1631). La entrega de las llaves que hace el difunto Justino es, se dice, asimismo «ficticia». Luego, precedida por un «sin embargo» y un «tal vez», aparece lo que sigue: acaso ocurra que «nos estemos engañando sobre lo que en realidad se aprecia en la pintura de Velázquez» (cursiva mía). Las vacilaciones se suceden: «sabemos que Spínola era un hombre justo, pero, como demuestra [¿?] el sitio de Ostende, no era comprensivo en absoluto»; «es posible que su gesto […] -si eso fue lo que ocurrió- no fuera típico de él». El crescendo prosigue cuando se afirma que la pintura en cuestión «contiene errores reconocidos», frase de la cual no es fácil saber qué resulta más sorprendente, si lo de los errores o lo del reconocimiento. «Es posible que el artista se esforzara en verificar la información, pero también tuvo libertad para expresar sus propias ideas». La serie continua por la afirmación de que no hubo ninguna batalla y sí un asedio, a mayores de que, «por supuesto», no hubo tal victoria. Dicho de otro modo: el asedio anula la batalla. Sentenciando que «la pintura de Velázquez carece de fundamento histórico» el autor se pregunta «¿qué motivos tuvo para pintarla?», y la respuesta es que se trataba de «mostrar una imagen que fuera aceptable en España».
Conozco un par de interpretaciones sobre el cuadro en cuestión; ambas se interesan por el mensaje político que pudo haber inducido al artista a elegir la iconografía que finalmente resultó. Ninguna de ellas ha interesado a Kamen. En 1978 Luis Díez del Corral sugería que Velázquez ideó la composición de la obra con anterioridad al 28 de abril de 1635, cuando el embajador de Toscana la vio colgada. Añadió que el cuadro «no está imbuido, ciertamente, de espíritu triunfalista», sino del de reconciliación, en línea con el papel jugado por Spínola en la conclusión de la Tregua de 1609 y en las abortadas conversaciones al mismo efecto de 1627-1628. El ilustre politólogo estaba, por tanto, persuadido de que la obra traducía un «estado de ánimo» que preludiaba «el espíritu de Westfalia»26 y no tanto un éxito militar pasado. La publicación en 1981 del libro de Brown y Elliott sobre el palacio del Buen Retiro puso el acento, a mi modesto entender, más en la composición e iconografía del cuadro que en la coyuntura política del momento en que fue pintado27. Su propuesta, en todo caso, insistía en la voluntad del artista en presentar el hecho de la rendición huyendo de la humillación del vencido mediante el rescate de una iconografía de los usos de la guerra que en la de Flandes estaban a la orden del día28. Escuela de soldados, al fin y al cabo.
Kamen apuesta por una cronología tardía, 1638, con la guerra contra Francia en curso, sumada a la de Flandes que seguía corriendo. Acepta el mensaje de reconciliación, pero cree que el cuadro constituye un lamento ante «el final de la grandeza», habida cuenta de que por entonces (1637) Breda había sido re-conquistada por la República. La gestualidad, lo que el autor llama «el apretón de manos» (¿?) de los respectivos comandantes, no sería, de este modo, sino réplica del que en 1637 habían practicado Federico Enrique y Gomar de Fourdin. Así sucedió, en efecto. Una «verdadera y breve» relación del sitio de Breda cuenta que el gobernador de la plaza llegó al encuentro en carroza aquejado de fiebre, si bien, a la vista de vencedor, pidió un caballo y lo montó para descender luego, actitud que imitó Federico Enrique. Tras un breve intercambio de «saludos y cortesías» se despidieron «de la manera más amigable»29. La escena no era «la contraria» a la de 1625, sino la misma, salvo que los papeles se habían invertido. La guerra, las treguas, los asedios, etcétera se desenvolvían de acuerdo con unos códigos de conducta que las partes conocían. Incluso la masacre de las poblaciones urbanas obedecía a circunstancias precisas tras las cuales era posible prever lo que pudiera ocurrir o no30>. Velázquez se valió de la imaginación (¡era un artista!) e introduce en la escena la entrega de las llaves porque, sencillamente, tal gesto formaba parte de aquellos códigos. Imágenes al respecto las hay ya para la Edad Media (tapiz Bayeux, siglo XI), testimonio escrito en 1492 (guerra de Granada) o en un hermoso dibujo de Juan Bautista Tiépolo (1596-1770) en el que lucen llaves, lanzas, caballos, vencedores, vencidos y de fondo el asedio de rigor. Todavía al filo del siglo XX el ilustrador portugués Rafael Bordallo Pinheiro presentó al rey Sancho I en actitud de impedir a los cruzados que en 1189 habían pactado la rendición de Silves la masacre de la población. Una fuente coetánea describe la salida del gobernador musulmán «solus in equo», como de costumbre31. No le falta aquí razón a Kamen: «no era nada excepcional» lo ocurrido 1625, como tampoco en el siglo XI o más tarde. Dicho de otro modo: Velázquez no precisaba del ejemplo de 1637.
En fin, si algo hemos aprendido en las últimas décadas es que las singularidades nacionales parecen estar condenadas a ceder ante enfoques de carácter más global, y el que de éstos nos concierne, como más próximo, es el constituido por los países de la cristiandad latina, diversa de la oriental y ortodoxa32. En ella primaron las similitudes sobre las diferencias, incluso en ciertos aspectos de la doctrina y práctica de la religión; de modo que tan «profundos defectos» aquejaban a los españoles en materia de fe como al pastor inglés que preguntado si sabía quién era el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo contestó: «Al padre y al hijo los conozco bien pues cuido sus ovejas, pero no conozco a ese tercer paisano; no hay nadie de ese nombre en nuestra aldea»33. Y también pudiera ser que la desafección que se predica de la monarquía española, afirmación sostenida en cuatro páginas, revele no tanto una hercúlea capacidad de síntesis como una ligereza difícilmente demostrable. Los españoles, se dice, «nunca prestaron un apoyo incondicional a la institución de la monarquía», lo cual es cierto, pues condiciones las hubo; tal como Olivares escribió al infante don Fernando: «Acá, Señor, aunque no tenemos fueros, es menester cumplir con el pueblo». Ruth Mackay comprobó en su día que en los momentos más críticos del siglo XVII la relación entre gobernantes y gobernados (aquiescence) nunca fue inconditional, sino dependiente de que el monarca cumpliera su parte del pact34. Leo asimismo que el «caso» (sic) español presenta características «mucho más graves que en cualquier sitio de Europa», en referencia a la escasa simpatía hacia la institución. Sin ir más lejos, «los españoles no creían en el derecho sagrado de la monarquía», proposición que, así formulada, ignoro si era así; lo que sí sé es que disponían de un amplio abanico de opciones, desde que el rey era «Dios en la tierra» (fray Juan de Santa María), su vicario e incluso el mercenario de su pueblo. Personalmente me hubiera sentido mucho más tranquilo con un rey mercenario que con el modelo que el clero de Inglaterra auspiciaba en 164035. De aquellos polvos… Antes, pues, Vitoria, Mariana o Suárez que Bossuet. Respecto al hecho de que aceptaran «un nivel normal» (¿?) de reverencia hacia su rey, al cual «no trataban […] como si tuviera un papel político especial, como hacían los ingleses y otras naciones», también es cierto, a falta de alguna precisión. Por ejemplo: en 1586 Felipe II hizo publicar una Pragmática de las cortesías. Para sí mismo quiso que en la correspondencia a él dirigida se le tratara únicamente de «Señor», y que en la despedida la cosa no fuera más allá de «Dios guarde la Cathólica Persona de Vuestra Magestad». No era muy diferente al trato usado con el rey de Francia36. Éste y el de Inglaterra curaban las escrófulas, no siendo hasta el reinado de Jorge I que éste puso fin al «royal touch» por considerarlo práctica de tufo católico y estuardiano. El resultado no estaba desde luego garantizado. Samuel Johnson fue sometido a la operación cuando niño «without any effect». Aquí se había abandonado la ceremonia cuatro siglos antes. Tampoco desplegaron los reyes de España un ritual de coronación homologable con la de sus pares europeos; sabemos desde hace tiempo que «en los reinos hispánicos los atributos de la realeza juegan un papel menos importante que en el resto de Occidente»37. Ahogado por las deudas, en 1561 Felipe II puso en venta «el ornato imperial» de su padre y de su bisabuelo. El medieval alzamiento del pendón real bastó durante siglos para escenificar el tránsito de un reinado a otro. En este sentido se afirma también que los hispanos no respetaban los principios del derecho hereditario, “«o que estaba bien», pues de vez en cuando existían discontinuidades en la sucesión al trono. Menos mal que la especificidad se acaba con el párrafo: «en el resto de Europa hubo problemas similares, sobre todo en el siglo XIX». Los hubo, claro; pero si se califica de «espectáculo poco edificante» que durante la Guerra de Sucesión hubiese en España dos reyes, conozco el caso de un país (Francia) en el que hubo tres…; cayeron asesinados todos ellos entre 1588 y 1610. (El diablo está en los pequeños detalles). Lo cierto es que estas cosas ocurrían en todas partes, porque, como recuerda Edgar Faure, lo más patético que le ocurre al rey absoluto es la dificultad que puede tener para garantizar la transmisión de su propio poder38. Lo experimentó Francia entre Valois y Borbón, y con anterioridad había sido también un problema dinástico el que diera lugar a una guerra que duró cien años. Las alternancias de dinastía formaban parte de un sistema de estados que por eso mismo se ha dado en llamar dinástico. Las hubo suaves (de Tudor a Estuardo), y por supuesto sangrientas. Rodaron cabezas coronadas tanto en Francia como en Inglaterra, y en la última, en particular, el establecimiento de una república que se llevó por delante la de Carlos I. Ya he aludido al «espectáculo poco edificante» de los dos reyes. Lo fue también la conocida como farsa de Ávila, la revuelta nobiliaria contra Enrique IV en la que, según dice la crónica, el arzobispo de Toledo remató la ceremonia «quitándole la corona de la cabeza». A Carlos Estuardo le habían privado ya de la corona cuando una fría mañana de enero de 1649, frente a Banqueting House, perdió también la cabeza. «De un modo u otro, la mayoría de los monarcas de la España posmedieval tuvieron que sufrir una suerte similar». Ahí queda eso.
La guinda de estos párrafos la proporciona el recordatorio de la frase de Ortega (1930) «¡Delenda est Monarchia!», el entusiasmo republicano de Azorín y el de «los literatos» en general. Un repaso a Las armas y las letras de Trapiello hubiera tal vez desinflado la apreciación hacia el republicanismo tanto de Ortega como de buena parte de los «literatos» coetáneos39. El encantamiento les duró bien poco. Las cosas empezaron a torcerse en 1934, y en 1936 comenzó la huida. La nómina de los que entonces abandonaron su país es tan extensa como trágica. Todos ellos comparecen en el índice onomástico: Azorín, Baroja, Américo Castro, Marañón, Menéndez Pidal, Ortega, Sánchez-Albornoz. Maeztu sería ejecutado en octubre. El trato dispensado por Kamen a la tarea de los nombrados va más allá del ninguneo; y la institución que cobijó la investigación sobre el pasado su país, el Centro de Estudios Históricos (1910-1939), se pinta como la fábrica donde tomaron cuerpo los mitos. Pero hay aquí algo que no funciona. Al pasar por alto el autor el trauma de la Guerra Civil, el resultado viene a ser que el mismo discurso mítico parece haber servido durante la Dictadura, la República y el franquismo. Uno de los personajes más citados -y fustigados- por el autor, don Ramón Menéndez Pidal, publicó La España del Cid en 1929, razón por la cual resulta harto dudosa la afirmación de que su libro empezara a circular «justo» cuando el régimen nacionalista de Franco «estaba buscando un sostén ideológico en la experiencia histórica de España». La utilización de los hechos históricos por toda clase de regímenes políticos ha estado en todo momento a la orden del día, y de forma especial con ocasión de guerras o momentos especialmente críticos en la historia de los pueblos. El «Unus Deus, unus Papa, unus imperator» que Ernst Kantorowicz empleó en su Federico II (1927) fue traducido por el nazismo como «Ein Reich, eine Volk, eine Führer40. Otro tanto ocurrió con la noción de Grossraum de Carl Schmitt, prostituida en Lebensraum41. Pero la talla intelectual tanto de los unos como de los otros, españoles y no españoles, sometidos ambos a experiencias dolorosamente similares, no torció en modo alguno la trayectoria de sus respectivas investigaciones. Lo que dijeron o escribieron en los ’20 aguantó firme en los ’30 y los ’40, al margen de la evolución de sus posiciones políticas. Quienes corearon el lema de Ortega serían también testigos de sus azarosos días del verano de 1936, y de un más o menos explícito volte-face antes o después por parte de todos ellos. Trapiello lo ha contado con pelos y señales.
Marañón fue uno de tantos. Formó parte de la Agrupación al Servicio de la República, pero en el momento que estalló la guerra huyó a Francia con su familia y la de Menéndez Pidal. No es desconocida su simpatía por el nuevo régimen, como tampoco que, si en su día había propugnado una «rectificación» al curso de la República, en 1943 volvería a hacerlo a propósito del de Franco, de quien por entonces echaba pestes. El embajador inglés Samuel Hoare confeccionó entonces una lista de «españoles representativos» en la que el doctor formaba equipo con Azorín, el cardenal Segura y el general Matallana42. Menéndez Pidal, por su parte, esperó a 1947 para hacer público su ideal, bajo presupuestos tales como que «suprimir al disidente, sofocar propósitos de vida creída mejor por otros, es un atentado contra el acierto»; o bien condenar «la enervante y desmoralizadora situación de vivir sin un contrario, pues no hay peor enemigo que no tenerlos», y rematar el párrafo con este dardo: «No es una de las semiespañas enfrentadas la que habrá de prevalecer en partido único poniendo epitafio a la otra»43.
1. Véase la reseña de Mauricio Tenorio en The Journal of Modern History, 82 (2), 2010, pp. 487-488. Donde se incluye la referencia al «constante ninguneo» (sic) con el que Kamen trata a los historiadores españoles.
2. Id. de Sara T. Nalle, The Americas, 66 (2), 2009, pp. 269-271.
3. Id., de Enrique A. Sanabria, Journal of World History, 21 (3), 2010, pp. 509-512.
4. Manuel García-Pelayo, Los mitos políticos, Madrid, 1981, pp. 11-37.
5. Barcelona, 2002, p. XX. La edición original es de 1983
6. New Haven-Londres, 2008.
7. Adam Sisman, Hugh Trevor-Roper. The Biography, Londres, 2010.
8. Del Prefacio a la ed. de 2008.
9. Es este epígrafe el que puede leerse, resumido, en la edición española de la edición de La invención de la tradición.
10. Floresta de leyendas heroicas españolas, 3 vols., Madrid.
11. Recomendable la lectura de Alexander Pierre Bronisch, Reconquista y guerra santa. La concepción de la guerra en la España cristiana desde los visigodos hasta comienzos del siglo XII, Granada, 2006.
12. Gabriel Martínez-Gros, L’Empire islamique. VIIe-XIe siècle, Paris, 2019
13. Ibid., p. 68.
14. Dictionnaire de L’Islam. Histoire, idées, grandes figures, Adel Theodor Khoury, Ludwig Hagemann, Petre Heine y Christian Cannuyer (eds.), Turnhout, 1995, sub voce Tolérance.
15. The Ornament of The World. How Muslims, Jews, and Christians Created a Culture of Tolerance in Medieval Spain, Nueva York-Boston-Londres, 2002, pp. xi-xii. Versión española: La joya del mundo: musulmanes, judíos y cristianos, y la cultura de la tolerancia en al-Ándalus, Barcelona, 2003.
16. Francisco Márquez Villanueva, «Moros y judíos», El concepto cultural Alfonsí, Madrid, 1995, pp. 95-105.
17. Muslims of Medieval Latin Christendom, c. 1050-1614, Cambridge, 2014, pp. 522 y ss.
18. Violet Moller, The Map of Knowledge. How Classical Ideas Were Lost and Found. A History in Seven Cities, Londres, 2020.
19. El siglo XI en primera persona. Las Memorias de ‘Abd Allāh, último rey Zirí de Granada, destronado por los Almorávides (1090), traducción del árabe, introducción y notas de É. Lévi-Provençal (ob. 1956) y Emilio García Gómez, Madrid, 2018, p. 175.
20. Peter Frankopan, La première croisade. L’appel de l’Orient, París, 2019, pp. 44 y 184.
21. En Alexander Pierre Bronisch, Reconquista y guerra santa. La concepción de la guerra en la España cristiana desde los visigodos hasta comienzos del siglo XII, Granada, 2006. El texto en cuestión, p. 500.
22. Antonio Marichalar, Julián Romero, Madrid, 1952, cap. III. Más información en Raymond Fagel, Protagonists of War. Spanish Army Commanders and the Revolt in the Low Countries, Lovaina, 2021, cap. I
23. Ambos casos en caps. II y III de la segunda de las obras incluidas supra
24. Jaime Salazar, «Velázquez, caballero de Santiago», en Velázquez en la corte de Felipe IV, Carmen Iglesias (ed.), Madrid, 2003, pp. 95-126.
25. «La mácula como recurso político en las sociedades ibéricas de la época moderna», en La Inmaculada Concepción y la Monarquía Hispánica, J. J. Ruiz Ibáñez, G. Sabatini y B. Vincent (eds.), Madrid, 2019, pp. 59-81.
26. Velázquez, la Monarquía e Italia, Madrid, 1979, pp. 194-200.
27. Un palacio para el rey: el Buen Retiro y la corte de Felipe IV, Madrid, 1981.
28. The Principles of the Art Militarie Practiced in the Warres of the Vnited Netherlands, Londres, 1637. Citado por Geoffrey Parker en «The Etiquette of Atrocity: The Laws of War in Early Modern Europe», Empire, War and Faith in Early Modern Europe, Londres, 2003, pp. 143-168. Véase asimismo
29. A Trve and Briefe Relation of the Famovs Seige of Breda: Beseiged, and Taken in Vnder the Able and Victorious Conduct of his Highnesse the Prince of Orange, Captaine Generall of the States Armie, and Admirall of the Seas, &c., Delf, 1637, p. 14. Copio el enlace:
30. Jean-Léon Charles, «Le sac des villes dans les Pays-Bas au XVIe siècle. Étude critique des règles de guerre», Revue Internationale d’Histoire Militaire, 24 (1965), pp. 288-301. Elena Benzoni, «Les sacs de ville à l’époque des guerres d’Italie (1494-1530): les contemporains fase au massacre» David El Kenz (ed.), París, 2005, pp. 157-170. Añádase: D. Alan Orr, «Communis Hostis Omnium: The Smerwick Massacre (1580) and the Law of Nations», Journal of British Studies, 58 (2019), pp. 473-493.
31. C. W. David, «Narratio de itinera navali peregrinorum Hyerosoliman tendentium et Silviam capientum A. D. 1189», Proceedings of the American Philosophical Society, 91 (1939), pp. 591-676, en concreto p. 628.
32. Heinz Schilling, Early Modern European Civilization and its Political and Cultural Dynamism, Hanover-Londres, 2008, introducción
33. Keith Thomas, Religion and the Decline of Magic, Hardmonsworth, 1984, p. 196.
34. The Limits of Royal Authority. Resistance and Obedience in Seventeenth-Century Castile, Cambridge, 1999.
35. John Neville Figgis, The Divine Right of Kings, 2ª ed., Cambridge, 1992, pp. 142-143.
36. David Lagomarsino, «Furió Ceriol y la “Pragmática de las Cortesías” de 1586», Estudis. Revista de Historia Moderna, 8 ( 1979-1980), pp.
37. Percy E. Schramm, Las insignias de la realeza en la edad media española, Madrid, 1960, p. 63.
38. La banqueroute de Law. 17 Juillet 1720, París, 1977, p. 68.
39. Cito por la ed. de 2017.
40. Pierre Boureau, Histoires d’un historien: Kantorowicz, París, 1990.
41. Matthew Specter, «Grossraum and Geopolitics: Resituating Schmitt in a Atlantic Context», History and Theory, 56 (2017), pp. 398-406.-
42. Jimmy Burns, Papa Spy. Love, Faith, and Betrayal in Wartime Spain, Nueva York, 2010, p. 266-286.
43. «Los españoles en la historia», prólogo a la Historia de España por él dirigida, incluido en Los españoles en la historia y en la literatura. Dos ensayos, Buenos Aires, 1951, pp. 150-152.
Un grupo de alumnos se disponía el martes a hacer el examen de Selectividad en la Universidad de Sevilla.PACO PUENTES
La brutal abstención en Francia y la desconfianza en los medios de comunicación tradicionales son solo las últimas señales de un inquietante distanciamiento
[Art.º de A. Rizzi, publicado en El País, el 18 de junio de 2022, aquí]
Desde el castillo, quienes quieran fijarse pueden vislumbrar una muchedumbre que se adensa en el horizonte. Difícil interpretar desde la distancia cuántos en esa multitud dan la espalda, desencantados, incluso resignados, y cuántos dan la frente, indignados, meditando alguna suerte de asalto. Pero está claro que son tantos, y muchas señales apuntan a que son cada vez más. Son jóvenes de las democracias occidentales que conducen sus vidas alejados de un castillo-sistema que no les acoge, no les sirve, y en el que, con muchas razones, no creen.
Esta semana ha ofrecido dos síntomas bastante pavorosos de esta tendencia. Un estudio demoscópico apunta que, en la primera ronda de las legislativas francesas, un 70% de los menores de 35 años no acudió a las urnas (frente al 46% de los mayores de 35). Veremos qué pasa en la segunda. En cualquier caso, da vértigo pensar que, en un país desarrollado, culto y con tanta tradición política como Francia, 7 de cada 10 jóvenes hayan decidido no expresar su opinión en una convocatoria fundamental para la composición del órgano legislativo. Es una cifra que desborda con creces el perímetro de la pobreza, la exclusión, la formación insuficiente. Hay ahí muchísimo más. Es un rechazo sistémico.
En paralelo, el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo ha publicado su informe anual acerca de la información en el mundo digital, y sus conclusiones son desalentadoras, con un mix de bajos niveles de confianza en los medios, interés en declive, cierto hartazgo y otras dinámicas preocupantes. Tristemente, estas tendencias resultan especialmente acentuadas en las nuevas generaciones. Solo un 37% de los menores de 35 años confían en las noticias de los medios por lo general, frente al 47% de los mayores de 55.
Naturalmente, las circunstancias de la juventud son tan variadas como las de los países europeos, y dentro de cada sociedad nacional hay los mil matices correspondientes a cada agrupación de envergadura. Por supuesto, es posible encontrar otro tipo de datos más esperanzadores. Sin duda, se toman iniciativas acertadas para corregir problemas. En España, por ejemplo, la reforma laboral o el incremento del salario mínimo son medidas útiles en perspectiva juvenil. Pero es evidente que hay un común denominador que es como una piedra enorme que pesa y une a generaciones que han ido asomándose a la edad adulta desde la gran crisis de 2008, con todo su perverso arrastre hasta la nefasta contingencia actual. Es evidente que hay un viento amplio e intenso que sopla en contra de gran parte de las nuevas cohortes, que les cierra el paso hacia un futuro mejor que las anteriores —una expectativa que se dio por descontada durante décadas— y que no brota de un fenómeno meteorológico: se conforma, ese viento hostil, en el castillo-sistema del que viven alejados.
La escasa fe en las estructuras políticas o en los medios no es sinónimo automático de falta de interés en la política o en lo que ocurre en el mundo. En algunos casos, la proyección del individuo juvenil en lo colectivo se produce a escala local, otras global —por ejemplo, contra el cambio climático—, con acciones que sobresalen los esquemas de representatividad clásica; asimismo, el mecanismo de conformación de opinión puede discurrir por canales diferentes de los tradicionales. Pero no siempre es así, e incluso cuando lo es, por supuesto, el desprecio por el mecanismo representativo tradicional o la información profesional es una pésima noticia para los sistemas.
Paradójicamente, mientras tantos jóvenes parecen despegarse del sistema político, casi todos están muy integrados en otro sistema: el de las redes sociales. Pero, ay, diciéndolo suave, este último resulta menos constructivo para la sociedad que la política. A menudo, es directamente destructivo, un agujero negro que absorbe energías que podrían ser positivas, que desvía trayectorias, con tanto tiempo malgastado en efímera superficialidad, tanta propagación de estupideces.
Ahí está, a lo lejos, una muchedumbre. Los del castillo con los puentes levadizos hacia arriba harán bien en fijarse más. Y los de la orilla lejana en el horizonte… ojalá no perdáis las ganas de luchar democráticamente y hacer todo esto mejor, mucho mejor de como os lo estamos dejando. Ánimo, per aspera ad astra.
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (izquierda) y el Rey Felipe VI (en el centro), saludan a los niños a su llegada a la presentación del festival de la innovación de Cotec Imperdible05 sobre la innovación de la España rural y contra la despoblaciónen Oteros de Herreros, Segovia.Nacho Valverde (Europa Press)
La Fundación Cotec dirige un festival de innovación para impulsar la actividad en los pueblos
[Paradigma de variantes para salir del abismo de la desertización demográfica rural (artículo de Juan Navarro, publicado en El País, el 11 de junio de 2022, aquí)]
Hacía muchísimos años que Otero de Herreros (Segovia, 900 habitantes) no veía tantos niños. Autobuses y autobuses con hasta 600 escolares acuden a esta localidad cercana a la sierra segoviana para enseñarles a los alumnos, en su mayoría de escuelas rurales, cómo la tecnología desempeñará un papel clave para que su generación no tenga que exiliarse hacia lo urbano, como hicieron tantas que la precedieron. La Fundación Cotec ha preparado un festival de innovación para mostrar cómo las nuevas tecnologías puede tener impacto en zonas despobladas, como esta de Segovia, rodeada de páramos yermos. El encuentro, que reúne iniciativas dispares unidas con ese objetivo, lo ha inaugurado el rey, Felipe VI, que ha visitado los puestos para conocer estos proyectos.
La feria, bajo el nombre Imperdible 05, incluye toda clase de actividades para calibrar cómo la informatización y la automatización tienen mucho que aportar para, primero, retener el éxodo rural y, después, atraer a los desbordados por la exigencia urbana. Los chavales corretean entre las atracciones mientras les explican desde cómo crear empleo en el sector primario y en el turístico gracias a la lavanda en Tiedra (Valladolid), cómo los gusanos sirven como nutritivo y hasta sabroso alimento y generan 250 puestos en Salamanca o las funcionalidades de la realidad virtual, las impresoras 3D o las reconstrucciones digitales para que las localidades en riesgo demográfico y sus negocios tengan una válvula de escape.
El foro de Cotec ha reunido a menores, para enseñarles cómo hay esperanza en los lugares de los que proceden, y a mandatarios como responsables de las decisiones que estimulen la ruptura de esta dinámica. Además de Felipe VI, la ministra de Transición Ecológica y vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera (PSOE) y el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (PP), han recorrido con gran expectación los puestos y los ingenios que cada uno ofrecía. Uno de los triunfadores, quizá porque regalaba trozos de mazorca de maíz a la plancha, correspondía a la empresa Huercasa, asentada en la provincia segoviana desde hace más de 40 años y que propicia unos 400 empleos en temporada alta, en su mayoría para mujeres. Ana San Romualdo detalla que la compañía ha basado su crecimiento en darle valor a la materia prima para, mediante un proceso tecnológico basado en el calor, conseguir que se pueda embalar durante meses y que el maíz no se deteriore en apenas unos días. “También creamos un festival de música country para que la gente de allí disfrute de la cultura, que no solo está en las grandes ciudades”, destaca San Romualdo, que cree que los pueblos tienen en la modernización “una oportunidad para diferenciarse”.
La presencia de unas gallinas en la entrada a la nave habilitada para acoger estos emplazamientos también ha despertado la curiosidad de los alumnos, aunque estas, escurridizas, evitaban sus caricias. El gallinero corre a cuenta de Voluta.coop, una entidad creada por dos jóvenes ingenieros, de 28 y 31 años, que tras ahogarse “en el confinamiento, atrapados en pisos con vistas a un patio de luces”, decidieron dar un paso hacia lo que les apasionaba: el medio rural. Uno de ellos, Axel Pena, considera que la “dinamización rural” que ayude primero a retener y luego a atraer habitantes se puede conseguir con talleres como los suyos, que incluyen formaciones en competencias digitales para modernizar algo tan sencillo como los gallineros, que se pueden controlar de forma remota. “La tecnología nos ha alejado de los pueblos y nosotros queremos que ahora sea lo contrario”, expone Pena, que ha bautizado su plan como “Gallinas al rescate” para incentivar esos territorios tanto en la agricultura y la ganadería como en el turismo.
La Noria de la Diputación de Málaga participa en el festival nacional de la innovación para la despoblación de Cotec.DIPUTACIÓN DE MÁLAGA (Europa Press)
Unos metros más allá se encuentra Sara Donoso, parte de la Agencia gallega de innovación, que incide en cómo Galicia también cuenta con amplias zonas despobladas y que gracias a estos impulsos se consiguen entender para paliar estas carencias. Es así cómo buscan aunar los métodos tradicionales de producción con el reciclaje o la economía circular, un concepto muy repetido este viernes en Segovia, hacia una “cooperación que tenga una repercusión positiva en la naturaleza”. Así es como de antiguas mallas de pesca o chatarra se construyen sillas o se crean esponjas a partir de restos vegetales. De Málaga ha venido José Manuel Salado, que presenta Crafteando, un proyecto que a través del videojuego Minecraft permite generar recreaciones realistas de cómo sería una zona de un pueblo si se construyeran nuevos elementos, como piscinas, canchas u hospitales, principales demandas de la joven audiencia. “Fundimos la representación con la realidad para plantearles a los Ayuntamientos cómo hacerlo”, asegura Salado, que cree que así se fomenta un “conocimiento desde abajo” para que “desde arriba” se puedan acometer las ansiadas reformas.
La tierra también da sus frutos, animales en el caso de Tebrio, una compañía salmantina que a base de criar miles de gusanos ha conseguido afianzar unos 250 puestos de trabajo. El público infantil primero recela de los insectos, pero pronto descubre que estos alimentos, crujientes y con sabor a vainilla, no están tan mal y sirven como sustento natural para los piensos de la ganadería de una forma sostenible, como ensalza Adriana Casillas. El “Tenebrio molitor” o gusano de la harina permite reducir la huella de carbono e interesar a niñas como Mara Amat, Sara Maya y Vega Domínguez, de entre 10 y 11 años. Ellas vienen de El barco de Ávila (Ávila) y afirman, con la lección bien aprendida, que las placas solares o los aerogeneradores son el futuro para el mantenimiento energético de sus comunidades. Mara presume de tener instaladas ambas opciones, junto a un espléndido huerto, en su casa.
Los nuevos tiempos, representados en que muchos de los escolares sacan su móvil para hacerle fotos al monarca, se dejan notar también en los negocios surgidos lejos del asfalto. Tiedra de lavanda, asentada en Tiedra (Valladolid), aporta olor a lavanda a todo el recinto y ha llenado el Instagram de famosos y no tan famosos gracias a sus 450 hectáreas de terreno agrícola dedicadas a esta planta aromática. Allí los Fonseca han conseguido generar actividad tanto en lo primario, referido al cuidado de estos campos morados, como en lo turístico. Esos grupos atraídos por el postureo también hacen pernoctas, consumen en restaurantes o visitan la comarca, de modo que se cierra el círculo. Los responsables de la empresa añaden que este invierno van a incorporar gafas de realidad virtual para que hasta en invierno, cuando las plantaciones no tienen flor, los viajeros puedan saber cómo quedaría.
La algarabía interior contrasta con la quietud de Otero de Herreros y su entorno, poco dados a semejante jaleo. Juan Santamaría, un vecino de las proximidades, mira con curiosidad todo el revuelo que se ha montado. Santamaría, veterinario de profesión, confía en la innovación para hacer crecer al campo y amortiguar la despoblación, pero matiza: “Esto está muy bien, pero falta lo de abajo”. En su casa, como en otras tantas en Castilla y León u otras comunidades afectadas por estas carencias, no llega bien Internet y han de recurrir al satélite. “¿Cómo se van a quedar los jóvenes?”, reflexiona el hombre, que lanza una advertencia para cuando acabe el festival y tanto festejo: “Hay que hacer más que parecer, ya no vale solo con quedar bien”.
Acabo de darme de baja de un grupo "privado" de Facebook. Y lo siento.
Lo he hecho porque no acepto la censura, y, mucho menos, que se atente a la dignidad personal.
Decía Arístóteles, gran defensor de la meritocracia, que la dignidad no consiste en tener honores,
sino en merecerlos. Y, en esta tesitura, siguiendo a Saramago, amparo mi decisión,
basada en el hecho innegociable de este concepto: "La dignidad no tiene precio.
Cuando alguien comienza a dar pequeñas concesiones, al final, la vida pierde su sentido."
El hombre de cada región, tiene dicho Gervasio Manrique de Lara, es un producto de su medio natural. La geografía modela al ser humano a su antojo. Se comprueba cómo los hijos de emigrantes, que se asientan en otros lugares, adquieren las influencias del ambiente natural donde viven. Por tanto, el medio físico imprime el módulo de expresividad al ser humano.
He aquí por qué Castilla, puntualiza este escritor, nos da un tipo varonil con sus peculiaridades raciales en consonancia con sus circunstancias geográficas.
Las áridas llanuras de Castilla como un mar encrespado, su cielo límpido y despejado, sus lomas rojizas resquebrajadas de sed, la desolación, los éxtasis, el silencio solemne de la monotonía infinita, los paisajes geométricos de líneas cruzadas, el clima extremado imprimen a los hombres de Castilla su heroico estilo de vida con perfiles físicos y espirituales bien acusados, sigue diciendo el mencionado autor.
Así se entiende que el carácter castellano concuerda en armonía -y en todo instante- con el medio natural de su entorno: reciedumbre espiritual, austeridad heroica, estoicismo moral. Por ello descuella el espíritu especulativo y de reflexión. Predominio racional apto para las ciencias que exigen esfuerzo mental. Escasas aptitudes para las creaciones imaginarias. He ahí su realismo en la poesía y el arte [no] son los primores de la loca fantasía. Lo reflejaba Antonio Machado y lo he sentido esta mañana en mi fuero interior al borrarme de la película documental que venía exhibiendo sobre el pueblo en el que nací, La Parra de las Vegas, cuyos aires respiraré mientras viva, mal que les pueda pesar a algun@s.
He dudado sobre si merecía la pena seguir dando partitura literaria a este documental, que ha ido ensanchando paulatinamente el recoveco de "Los vanidosos de La Parra de Las Vegas". Y la Antropología me ha situado en el sendero luminoso: "hay que seguir, no pongas el final" ("y", último nº correlativo, terminación). Por fortuna mi estancia vital posee muchas ventanas, y, si me cierran una, la claridad no se oculta, sino que se expande con mayor vigor abriendo otras. Podrá verse cuanto digo en la novela El compromiso de Samuel Eskenasy, la segunda parte de El artista de Valdeganga, muy avanzada ya.
Este es el punto impulsor del episodio 27 que transmito en esta fecha. Necesito hablar, aquí y ahora, despues de lo sucedido en el pantano de las redes sociales con un grupo constreñido por el que espero no volver a aparecer -la cultura me lo impide-, de una problemática perdurable y actualmente en alza, la que conllevan las envidias y las relaciones sociales en el medio rural español.
El debate sobre las brechas de todo tipo existentes entre el mundo urbano y metropolitano respecto de las zonas rurales o más periféricas constituye un tema de máxima actualidad. Más aún en el contexto del cambio climático y de las decisiones que hay que tomar y acometer para lograr un crecimiento económico que sea sostenido, inclusivo y sostenible a la vez. Bueno, pues el borrado de esta alusión -completada en el post `compartido´ días atrás en el restringido grupo Fk- es el causante de mi salida de éste. Parece que en sus alrededores andan más aplicados en notificar sus andanzas de peña y estómago que en impulsar la cultura y sus estratos. Que les vaya bien.
Sin embargo, se queda muy corto ese camino para tranquilizar la conciencia de cuantos estamos implicados en "crear futuro". El fenómeno de la España vaciada expresa este gran desequilibrio interno que acaba por expulsar de las oportunidades de progreso económico y social a importantes segmentos de la población, o bien les fuerza a las migraciones interiores hacia las grandes áreas metropolitanas en busca de una mejor calidad de vida, oferta de servicios u oportunidades laborales
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la proporción de empleos que por su naturaleza pueden realizarse a distancia en las distintas comunidades autónomas españolas oscila entre menos de una cuarta parte en las Islas Baleares y Extremadura y el 41% de Madrid. No solo se trata de una cuestión del tipo de ocupación -paradójicamente más propicias al trabajo no presencial en las grandes ciudades-, sino del acceso a las redes.
El envejecimiento de la población por el éxodo forzado hacia las metrópolis y el difícil acceso a otros servicios básicos (educación o salud) son elementos fundamentales en la desconexión y desigualdad rural que solo podremos resolver con políticas que anclen riqueza y actividad al territorio y que faciliten un crecimiento vertebrador para combatir desigualdades no solo entre regiones de un mismo país, sino también entre países de una misma zona.
Desde el año 2007, más de la mitad de la población mundial vive ya en ciudades y se espera que este porcentaje alcance el 60% en 2030. Este crecimiento de las grandes urbes -en ocasiones rápido y desordenado como vemos en muchas regiones del planeta- reproduce gran parte de los problemas de sostenibilidad globales al provocar ineficiencias y sus propias desigualdades. La contaminación, el desplazamiento de sectores sociales más vulnerables, el incremento de la pobreza e inseguridad urbana o el aumento a veces insostenible del tráfico son solo algunas de las consecuencias directas de la expansión de las ciudades.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas priorizan la reducción de las desigualdades «en y entre los países» (Objetivo 10) y la sostenibilidad de las ciudades (Objetivo 11), dos metas interrelacionadas y complementarias.
«Lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles», reza el ODS 11; que ello sea posible pasa en buena medida por frenar la urgencia de las migraciones internas del mundo rural al urbano. Por tanto, como dijo Tobías Martínez en marzo pasado, es tiempo de apostar por políticas de arraigo focalizadas en conseguir desarrollo local en municipios más pequeños a los que la baja densidad poblacional y la menor oferta de servicios e infraestructuras parecen condenar al olvido. Unas políticas de arraigo, muy lejos del proceder de ese grupo de "peñistas" centrados en el ocio y no en el empeño por el emprendimiento y el desarrollo sostenible. Han de saber esos turistas de peña escueta que la política es necesaria para cualquier apoyo amparador de efectos positivos, sirviendo de palanca a la transición digital. Este es el modus operandi que permitiría ganar tiempo y espacio para una planificación del territorio más integrada, con una malla de poblaciones pequeñas, ciudades intermedias y grandes que ayuden a corregir y reequilibrar las asimetrías de las grandes megalópolis.
Lo que se ha explicado conlleva tener siempre presente el concepto de los desequilibrios demográficos y el que se conoce como "generación soporte". Lo explicó muy bien el equipo coordinado por Luis Camarero en su trabajo La población rural de España. De los desequilibrios a la sostenibilidad social (Fundación "la Caixa", Colección Estudios Sociales, Núm. 27). Despeja ahí el hecho de que en la reciente historia del medio rural hay muchas generaciones que han tenido protagonismo en distintos momentos. Y se ocupa de aquellos que nacieron en torno a la década de los sesenta en pueblos y pequeños municipios. Al igual que, también, de aquellos que, de la misma generación, se fueron a vivir a zonas rurales. Observa que esta generación es un grupo clave en el desarrollo rural y en la vida actual de los pueblos. Es un grupo relevante no sólo por la edad madura en la que se encuentran ahora mismo sino, sobre todo, por la posición estratégica que ocupan como generación numerosa dentro de la irregular composición generacional que caracteriza al medio rural.
Por ello, por soportar la vida rural, son el sujeto y el protagonista principal de ese libro acerca de la sostenibilidad social de las áreas rurales. Reparan los autores del mismo en la formación histórica y la composición de la generación soporte y terminan analizando cómo, además, su presencia o ausencia expresa, a la vez que define, los distintos paisajes sociales que forman la ruralidad española. A toda esta me abrazo, y, con la misma, justifico mi marcha del grupo de Facebook que termino de abandonar.
Un gran volumen de mi biblioteca personal, dedicado a la Nueva Historia de España-La HIstoria en su lugar (Editorial Planeta), me transporta a La Parra de las Vegas en el siglo XVIII. En ese tiempo es imposible pasar por alto a Don Juan Nicolás Álvarez de Toledo y Borja, primer Conde de Cervera y Señor de la villas de Cervera, La Parra, Villanueva del Palomar, Cañada del Manzano, en parte de Olivares, despoblado de Valdeloso, y por derecho de su madre de Villalva de la Sierra y casería de Valquemado, con sus tercias y alcabalas. En agradecimiento por su servicio al Rey, obtuvo título de Castilla con denominación de conde de Cervera por Real despacho del 3 de octubre de 1790. Con el vizcondado previo de La Parra, cancelado. Bajo obligación de pago por Lanzas sobre ambas dignidades por escritura otorgada en Madrid del día 23 de noviembre de 1789.
La alta nobleza es la clase económicamente dominante en la España del siglo xvm a través del control del medio de producción fundamental, la tierra. Sin embargo, el Estado español de este período no es un instrumento al servicio de dicha clase, ni desde el punto de vista del poder estatal expresado en el contenido de la política desarrollada, ni desde su «aparato», es decir, desde su organización.
En efecto, la política borbónica no supuso en modo alguno «reproducir» la sociedad existente, sus «relaciones de producción», es decir, no estuvo encaminada a beneficiar a corto o a largo plazo a la clase económicamente dominante y ni siquiera trató de mantener un pretendido equilibrio entre nobleza y burguesía —¿cómo hubiera sido posible, dada la debilidad de ésta?—, sino que intentó destruir el poder aristocrático en cuanto era el único freno posible al absolutismo estatal.
Este es el sentido del reforzamiento del poder del monarca, de la unificación centralizadora, de la reintegración de regalías a la Corona y de la supresión de jurisdicciones, de las reformas de la Administración central y local, y, en fin, de unas medidas económicas entre las que deben resaltarse el apoyo a los arrendatarios o la orientación proburguesa de la normativa mercantil e industrial.
Pero, como advierte la historiadora María Ofelia Rey Castelao, más allá de lo que la ley dispusiera, el monte y el bosque constituían no sólo espacios de aprovechamiento económico, sino también de desarrollo de buena parte de la actividad cotidiana rural. Integrados en la existencia de las comunidades, eran objeto de usos cinegéticos —con una vertiente lúdica y simbólica y otra económica y de necesidad—, ganaderos en medida mayor y agrarios —mediante el cultivo periódico—, así como, además, leñadores, aserradores, carpinteros, zapateros, curtidores, carboneros, herreros, toneleros, etcétera, obtenían allí materias primas y combustibles, al igual que lo hacían los agricultores, y allí se asentaban las herrerías y forjas, los hornos de cal y de teja o los comunales de pan, las canteras de piedra, las minas, etcétera, además de que generaban madera, leña y carbón que surtían a los núcleos urbanos para construcción y usos domésticos y artesanales, y nutrían a los astilleros y a todo tipo de industrias.
Clima, suelos, ubicación, supeditaban los usos posibles. Esto significa que existía el correspondiente impacto de las diferencias en las formas de dominio, posesión y gestión de los terrenos de uso colectivo. Como es lógico, había diferencias pronunciadas entre zonas en cuyos montes se practicaba el cultivo periódico y aquellas en que no existía o se había abandonado o entre las que contaban con un arbolado más o menos abundante y aquellas en las que predominaba el monte bajo, toda vez que suelo y vuelo tenían consideraciones distintas, tanto en la legislación castellana como en los usos y costumbres de las comunidades. Las había dependiendo del grado de aprovechamiento del monte como zona de pasto para ganados y del volumen, composición y evolución de la cabaña ganadera y en relación con la existencia o no de dedicaciones profesionales exigentes de leña o de madera y con intereses contrarios al interés general en la medida en que convertían en materia prima aquello que se producía en terrenos de la comunidad y en la medida en que contravenían el ánimo conservacionista del Estado.
Y a lo que iba en este artículo. Los distintos usos, el montante de su población y el emplazamiento de La Parra fueron un factor determinante en el devenir económico del municipio. Éste fue desalojado de los nuevos rumbos de la producción y del mercado del vino. En el siglo XVIII se consolidó, con la nueva burguesía vinatera, la fama de los grandes vinos del mundo, en un proceso paralelo al aumento del consumo de vinos de mayor graduación y edad, es decir de vinos añejos.
En la Europa del siglo XVIII surgieron nuevas prácticas y nuevos espacios de sociabilidad, privados y públicos, que alcanzaron un importante significado social y cultural. Tertulias, visitas, academias, salones, cafés fueron escenarios y tiempos esenciales en la vida de relación social. En la mayoría de los casos había un referente alimentario. Las tertulias eran consustanciales con los refrescos. El chocolate, el té y el café eran elementos imprescindibles de los nuevos ámbitos de sociabilidad. La Barcelona del siglo XVIII puede ser un buen ejemplo. Algo desconocido y nada practicado aún en nuestras tierras de la Sierra Baja conquense.
La literatura y el vino son dos conceptos que han estado unidos desde la época clásica presentando una simbiosis que ha dado lugar a una relación muy estrecha entre ambos. Uno de los ejemplos menos estudiados de esta relación se encuentra en los libros de viaje de los siglos XVIII y XIX en los que se degusta y se reflexiona acerca del mundo del vino español. En este sentido, el objetivo del artículo es recordar cómo se explicaba la impronta de la actividad vitivinícola y de la cultura del vino en el territorio nacional, con especial interés en la Cuenca del Duero y en Andalucía Occidental según los intereses particulares de viajeros ingleses y franceses y las características propias del libro de viajes (la inserción de esta realidad en sus itinerarios, la necesidad de congraciarse al público lector, haciendo referencia al universo cultural común y a las expectativas asociadas a este género de entretenimiento e información, etc.). Finalmente, sus descripciones en la literatura de viajes sobre el entramado de la industria del vino (la recolección, su elaboración, el almacenamiento, su consumo por diferentes clases sociales o su comercialización con otros países) se contrastarán con los testimonios españoles en otros géneros de la literatura de ficción desde el siglo XVIII hasta comienzos del siglo XX. Poco o nada de estas reseñas ha producido relatos específicos de aquellos vinos únicos y artesanales producidos en La Parra, comerciados por transportistas de San Lorenzo de La Parrilla para que se consumiensen en Madrid y Valencia.
Luego de visitar su página web, pude ver que compartía temáticas de actualidad y dado el contexto actual, me gustaría compartirle un artículo acerca del conflicto entre Rusia y Ucrania y sus consecuencias en el mercado energético. Estoy segura que será de gran interés para sus lectores, siéntase libre de hacer los cambios necesarios según su editorial.
Se lo adjunto a continuación:
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¿Cuáles son las consecuencias del conflicto entre Rusia y Ucrania en el mercado energético Español?
El 21 de febrero Putin firmó el reconocimiento de la independencia de las regiones prorrusas ucranianas de Donetsk y Lugansk, enviando tropas a la zona. Tres días más tarde, ordenó atacar con efectivos militares la región del Donbás. Desde entonces el ejército ruso ha atacado diversas regiones del país, incluida la capital de Kiev, poniendo en peligro la integridad mundial.
Cómo afecta la guerra a España
Las principales consecuencias para España son y serán de tipo económico. Los expertos de compañías de luz afirman que el precio de algunos productos de primera necesidad se verá afectado. Se prevé que el precio del trigo aumente un 30% y el del maíz un 20%, con las claras consecuencias sobre los precios de los productos finales hechos con estas materias.
Y no es el único producto que se ve afectado. La luz y el gas llevan tiempo con precios desorbitados y se prevé que sigan al alza a causa del conflicto.
Subida del gas
Uno de los mercados que se ve más afectado a causa del conflicto entre Rusia y Ucrania es el del gas. El país de Vladimir Putin proporciona aproximadamente el 40% del gas a Europa. España es el país de la UE que menos dependencia tiene respecto del gas ruso, con un 5%, porque gran parte de su abastecimiento procede de los países del norte de África.
Este enfrentamiento ha encarecido los precios del gas, que se han disparado un 29% y ha superado los 100 euros/MWh, y ha provocado una inflación disparada que afecta directamente al bolsillo de los consumidores. Por este motivo, es importante utilizar un comparador de gas natural para comparar las distintas tarifas y ahorrar en tu factura.
Subida de la luz
No solo se ve afectado el mercado del gas, sino que también va a afectar a nuestra factura energética. La luz ha subido hasta un 17% hasta alcanzar los 240,13 euros/MWh, siendo así el segundo precio más alto del año y cinco veces más alto que hace un año. Por eso, es recomendable usar un comparador de luz para ahorrar en electricidad.
La franja horaria más cara es la que está comprendida entre las 19:00 horas y las 20:00 horas, llegando a los 300 euros/MWh.
En cambio, el tramo más barato es el que está comprendido entre las 4:00 horas y las 5:00 horas y se pagarán unos 153,32 euros/MWh.
Otros productos que aumentarían de precio en España
El conflicto armado supondría un alza de precios en distintos productos a nivel nacional, debido a que Ucrania y Rusia son parte de la cartera española de proveedores de distintos productos. Como por ejemplo, Ucrania es el principal proveedor de trigo y aceite de girasol. Sin embargo, el mercado nacional e internacional está a la espera de las acciones que podría tomar Rusia al respecto, por lo que por el momento no hay una certeza de lo que pueda ocurrir más adelante.
La lista de productos que aumentarían de precio a consecuencia de la guerra son los siguientes:
Trigo
Aceite de girasol
Pan
Lácteos
Carnes
Entre otros
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Solo pido la previsión de explicar la fuente para no tener problemas de derechos de autor con Google: https://www.companias-de-luz.com
Esperamos que pueda disfrutar de nuestro artículo y si tiene alguna duda no dude en preguntarme.
Esta semana ha escrito Sergio del Molino que la guerra desnuda la condición humana de una manera radical y poética: “Desde la Anábasis de Jenofonte hasta las crónicas llegadas hoy de Ucrania, sabemos que nada revela mejor el material del que estamos hechos que la guerra”. Nos lo recordaba ayer Pepa Bueno a través de su newsletter.elpais, encabezada por un título inexcusable: ¿Cómo se para esta locura?
Diez días de guerra han forzado a todo el mundo, como remarca la directora de El País, a decidir con quién se alinea, si con el que tira las bombas o con los que las padecen —ojalá con otras guerras que no dejan de producirse en el mundo hubiera una toma de posición tan clara—. Pero la evidencia de la ilegitimidad y la ilegalidad de la invasión no impide que afloren nuestras contradicciones. De aquí que nos hayamos visto "enfrentados al debate sobre el envío de armas a un país asediado, sobre la participación indirecta en una guerra, sobre qué es lo menos malo cuando todo es un espanto. Se han tomado gravísimas decisiones en cuestión de horas. Europa empezó arrastrando los pies con las sanciones económicas a Rusia —demasiados intereses cruzados— y ha terminado dando el paso histórico de coordinar el envío de armas al ejército ucranio".
"Las muertes anónimas, el millón de refugiados en solo unos días y la desestabilización de todo el continente parecen haber acabado inclinando la balanza. Y, sobre todo, la brutal desigualdad en la batalla. La inferioridad militar de los ucranios es tal que incluso se han sentado dos veces a negociar con los rusos mientras bombardeaban su país. Putin no ha decretado una tregua ni siquiera para hablar. ¿Cómo se para esta locura?"
El historiador y filósofo político Luuk van Middelaar, que fue además asesor del presidente del Consejo Europeo, ratifica que con la invasión de Ucrania, el presidente Putin se ha arrojado a lo inimaginable, ha cruzado el Rubicón, ha entrado en un tiempo de guerra. Para él no hay vuelta atrás. Fuego y llamas; todo o nada. Ahora es vital que, por nuestra parte, mostremos voluntad política y serenidad. De lo primero nos sobra; sin embargo, lo segundo es escaso.
Cuando los peligros son grandes se desatan fuerzas inesperadas. "Para empezar", comienza diciendo el citado historiador, "Ucrania, que ha encajado con valentía los primeros golpes, está aguantando y ha alcanzado una gloriosa victoria en la batalla inicial por la opinión pública europea. Ya no estamos ante un país caótico de 40 millones de habitantes a orillas del mar Negro, sino ante una nación que se presenta como portadora de la promesa democrática de Europa y en la que el presidente Zelenski aparece como un héroe universal." Sí, hay energía política a raudales, aunque a veces falte temple estratégico. Esto es preocupante, dice asimismo Middelaar porque, lejos de los bombardeos de Kiev y Járkov, entre los espectadores la preocupación y la inquietud pugnan por imponerse. El triunfalismo que se observa en Twitter sobre los errores de cálculo militares de Moscú es prematuro, sin duda.
Ahora mantener la serenidad es una cuestión de vida o muerte. La prioridad absoluta es evitar el peligro de una guerra nuclear. Es irresponsable y temerario insistir en que Putin está yendo de farol. No es algo que parezca haber calado en todos los principales políticos.
Von der Leyen no es consciente de que para el Kremlin, al que estamos intentando conducir a la razón, las promesas que la OTAN y la UE han venido haciendo a Kiev desde 2008 son una fuente primordial de conflictos. Y ¿qué resultado podemos anticipar?: ¿Ucrania, extinta república soviética, entra en la UE sin ser al mismo tiempo integrante de la OTAN? Lo segundo es una línea roja geopolítica, ya que podría producir una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia. ¿Acaso puede la UE rescatar a Ucrania de las garras de Moscú, ahora o pronto, sin EE UU, partiendo de su propia cláusula de asistencia militar (artículo 42.7 del tratado de la UE), equivalente nunca puesto a prueba del artículo 5 del tratado de la OTAN? Son cuestiones estratégicas de gran calado, y los giros del destino aún no han dicho su última palabra.
Por descontado, dentro de este ánimo, hay que parar la demencia furiosa de Putin y sus subalternos. Ya se ha pasado por un alto el fuego que se presume efímero, el tiempo justo para la creación de corredores humanitarios por los que evacuar a la población civil. Es el acuerdo alcanzado por las delegaciones rusa y ucraniana en Belovézhskaya Pusha, en Bielorrusia, cerca de la frontera con Polonia. Mientras se produzca la salida de civiles a través de estos pasillos humanitarios, cesarán los enfrentamientos armados. A la espera de una tercera reunión en próximos días, la situación de los refugiados -un millón de personas han salido de Ucrania desde que se produjo, el 24 de febrero, la invasión- continúa siendo la prioiridad para el mundo occidental. En este sentido, la UE acordó otorgar protección temporal automática por un periodo de hasta tres años a las personas que huyen de la guerra.
No debemos perder la guía del referente Merkel. Alguien definió la dupla Merkel-Putin, cuando esta oficiaba de maquinista de la locomotora de la UE, como una pareja tan imposible como duradera. Pese a que Angela Merkel se retiró sin lograr atraer a Vladímir Putin a los principios de legalidad de Europa, lo cierto es que al menos supo contener las ínfulas más primarias del presidente ruso. La conversación de una hora y media mantenida ayer por el presidente galo, Emmanuel Macron (empeñado en suplir el vacío de Merkel), y su homólogo ruso da poco pie a esperar que Putin rebaje la intensidad de sus planes respecto a la invasión de Ucrania. «Lo peor está por venir», concluyeron en El Elíseo tras la conversación: Putin «continuará su ofensiva militar , hasta tomar el control completo de Ucrania». Hay analistas que valoran la ausencia de Merkel en el escenario europeo como una circunstancia que no juega precisamente a favor de una solución lo más incruenta posible a la guerra en Ucrania. Nunca se sabrá, pero el caso es que Merkel y Putin lograron entenderse durante años, aunque sin estar en nada de acuerdo.
Quiero decir con esto que lo que se necesita ahora son Interlocutores dominantes del análisis neuropolítico. Tanto en EEUU como en Europa y Rusia los hay a docenas, luego basta ficharlos para que cosan los hilos bien, milimétricamente. De forma que transmitan, al lado de buenos expertos en Derecho Internacional, una filosafía política apta para zurcir un Acuerdo Marco de Responsabilidad que no pase por alto la "banalidad del bien". No atañe esta a la condición modesta de su ejercicio, sino al modo en que, en demasiadas ocasiones, malbaratamos su dignidad. A falta de que alguien pudiera resolver la condición sustantiva de la virtud o la excelencia, son demasiados los lugares en los que el compromiso ético se exhibe de una forma casi pornográfica.
Lo explicó muy bien Diego S. Garrocho, cuando en septiembre de 2021 habló en Ethic del reconocimiento de una la sencillez en la calidad moral de aquellos que ejecutan acciones heroicas. Se refiere ahí a la espectacularización de la moral contemporánea, que se presenta como el último desarrollo del diagnóstico de Guy Debord: "Hemos cancelado las fuentes clásicas de sentido –la tradición, la religión y la costumbre– para mercantilizar algunos de los fuegos sagrados que en otro tiempo nos sirvieron de inspiración rectora para el gobierno de la vida y la custodia de lo humano".
Esos psiquiatras sociales que propongo han de detenerse en las coordenadas del narcisismo, tan propio de nuestro tiempo -y tan presente en la caracterización política de Putin-, de manera que obligue a los máximos dirigentes mundiales a no sentirse singulares. Así puede acudirse al festival cosmético de valores y principios que deje de ser un vestigio barroco tan reconocible en nuestro tiempo en la Relaciones Internacionales, con mayúscula.
Resulta común e inalterable observar que los "políticos de paso" por Cuenca, en más de un 95 por 100 encabezando listas para el Congreso y el Senado presentadas por el PSOE y el PP, una vez finalizada su legislatura no vuelven a aparecer por esta provincia; adiós y se te he visto no me acuerdo. Estoy pensando en Rafael Mazarrasa y Francisco Utrera, concretamente y a nivel de ejemplo. ¿Y esto por qué? Pues el sustentáculo se halla en las ejecutivas territoriales de los dos partidos citados, siendo asimismo la causa reactiva que nos produce a mucha gente escuchar las promesas que casi siempre terminan incumplidas. Son discursos pobres y elocuentes del pésimo raciocinio salido del conocido como trepa político. Ante estos la reacción más expresiva es poner la cara tiesa, mientras se va deslizando desde la frente a la barbilla un amplio interrogante que se posa en el rostro de los teatreros que les prestan atención.
Ahora sucede muy a menudo en Cuenca capital los fines de semana (viernes, principalmente), en los instantes que posan ante los medios de comunicación local-regionales (?) Page y Martínez Guijarro para vender paja, medias/enteras falsedades y ridículo a espuertas. Estos ilustres cantamañanas, ejercientes del pastoreo de secano en esta Comunidad autónomas -se verá en el libro que dediqué a "El Cambio General y las incertidumbres de Castilla-La Mancha" y está en imprenta en estos instantes-, por sus hechos, delirios y dejaciones, antes de acabar patinando por el precipicio del no retorno, merecen un profundo examen de Psiquiatría Social, con el pertinente dictamen de neuropolítica.
Los delirios según el doctor Yuste Grijalba, miembro de la Real Academia Nacional de Medicina, merecen una preocupación grande, ya que el escenario político español lleva años permitiendo la existencia de una epidemia de tal índole. Él encontró la fuente de infección, el mecanismo de transmisión y los contagiados. Los tres elementos clásicos -semilla, sembrador y terreno- de las epidemias sin que nos falte el modo de transmisión.
Los delirios son un síntoma. Típicos en la paranoia clásica, se pueden observar también en los trastornos afectivos y en la personalidad o en las demencias, sin olvidar las ocasiones en las que una enfermedad neurológica o metabólica debuta con estos síntomas. Los delirios han sido abordados con los instrumentos de la (psico) patología general. Semiología, etiología, patoplastia, patogenia y patocronia. ¿Por qué se producen? ¿Cómo evolucionan? ¿Por qué se mantienen? A lo que cabe añadir, como hace Yuste, otra pregunta: ¿Cómo se extienden en la sociedad si es que esto sucede? Epidemiología.
El delirio es un trastorno básico del contenido del pensamiento, no es una burla o una farsa, sino una visión alterada de la realidad que observada desde el exterior, por el clínico que intenta clasificarlo, tiene un fuerte pero subjetivo, carácter de certeza, de incorregibilidad y de absurdez. En el caso del pretendido cierre por parte del PSOE (en alianza con CEOE) del tren convencional, como ha demostrado la encuesta CITCO_MCV del GEAS-jab, el delirio es lo que se siembra, se extiende, se reproduce en otro u otros, se convierte en epidemia, que, en este caso, se plasman en los resultados obtenidos con esa herramienta y que la opinión pública rechaza por completo los planes de socialistas y empresarios. Estos tienen juicios falsos, erróneos, producidos por falta de capacidad intelectual, falta de formación o variación del estado de ánimo. Debo advertir, con estudios en mano y sobre la mesa que, si vuelven atrás y retornan a la realidad, ambos sectores no caerán en el delirio, pues en la mayoría de las ocasiones este tipo de hechos son reductibles tras el razonamiento pertinente.
Ahora bien, los delirios, como juicios de la realidad falseados, tienen como características una convicción extraordinaria, certeza subjetiva, no ser influenciable por la experiencia, imposibilidad del contenido, son absurdas o erróneas y están teñidas de un componente afectivo que las hace, aún más, incorregibles. Dándose mucho entre los llamados "trepas políticos". A Martínez Guijarro se le cuela a menudo este tipo de disfuncionalidad, principalmente cuando habla de proyectos "pioneros" (pero descubiertos y aplicados en otros lugares años antes) o "ejemplares" (aunque aparcados en estériles garages de inmovilización administrativa o financiera). Cosas de los trepas políticos.
Jaime Figueroa tiene una buena sinopsis -publicada en Terra Rayana- sobre cómo oidentificar a un trepa político. Así, dice que cada vez están más generalizadas las quejas sobre la capacidad de nuestra “clase política”. La descalificación como mediocres, corruptos o simples embusteros se extiende sobre ella como un tsunami imparable de una gran mancha de aceite que se extiende sobre la valoración colectiva de nuestra sociedad.
El embrión de la política mediocre suele germinar en los municipios, en cualquier pequeño pueblo nos podemos encontrar con algún concejal parasitario, copiando sin ningún tipo de rubor o simulando una hiperactividad que pretende trasladar su visión mesiánica del ejercicio de su poder. Cuando su verdadera y en muchas ocasiones única cualidad suele ser el apropiarse de los méritos que le corresponden a otros. En fin, esto no deja de ser una humilde definición más de lo que es un trepa político. Personaje de base ideológica voluble, que hace de la necedad su egocéntrica visión de la realidad.
Suele estar en posesión de una inaudita agilidad camaleónica cuando se trata de aplicar la evolución ideológica –cambio de pelaje– para mudar de “nido” político, que le facilite y le abrevie el tiempo de espera para encumbrar sus ambiciones.
Generalmente, suelen dividir sus propuestas en dos tipos: Las estrafalarias y las del provecho, que señalan hacia un único destino; alimentar y retroalimentarse entre otros menesteres, de reclutar serviles colaboradores. Cuestión que le facilita poner en práctica la prepotencia a la hora de ejercer su cuota de Poder.
Como buen maniqueo, suele tejer una telaraña artificiosa de seguidores, repartiendo las prebendas que le permite la cuota de Poder que por coyuntura ostenta y que a su vez, le otorgue –rebozado– crédito personal y político.
Fuente: Faustino, El Diestro, 10 de marzo de 2019.
El “trepa” es una figura muy de nuestra manera de ser. Los hay en todos los estamentos sociales. En cualquier sitio donde estén reunidas más de una persona, es muy posible que lo haya. La conocemos desde siempre y desde siempre henos aprendido a defendernos contra ella. No obstante, hay una gran diferencia entre el que la ejerce en el ámbito privado y el que la ejerce en lo público.
Sin lugar a duda es en el mundo de la política donde más se acentúa esta práctica tanto en calidad como en cantidad. Nuestra constitución desde que se aprobó, ha dado un poder y una forma de ejercer a los partidos políticos que están pasando una factura, más que elevada a nuestra sociedad. Dentro de esos partidos, rivaliza el egoísmo personal con la vocación de servicio público o si prefieren, los que tienen un desarrollado sentido de la justicia.
Jorge Valencia se refirió hace cuatro años y medio en el asterisc* a los trepas en la política, certificando que son personas sin ideas ni escrúpulos cuyo único objetivo es medrar dentro de su organización política para alcanzar una mejor posición y más notoriedad pública, pero sobre todo para poder lograr un escaño y un sueldo público como colofón. Salir en las portadas y en las televisiones no está nunca de más, y desde luego su ego hay que regarlo todos los días como a una planta trepadora, pero esto es secundario. La verdadera aspiración de un trepa es vivir del cuento sin pegar un palo al agua.
Para lograr su objetivo el trepa hará lo que haga falta: cambiará de chaqueta las veces que sean necesarias, traicionará a sus compañeros por la espalda, dirá una cosa y hará la contraria. Y todo ello lo justificará con cualquier excusa barata bien aderezada de tópicos, frases hechas y demás ocurrencias sin sustancia política pero de gran tirada en el mercado de la «comunicación política» o como quieran llamar al circo barato en el que han convertido el espacio de información política. Porque si la existencia de este tipo de personajillos ya es perjudicial para la política, más grave aún es la aceptación de este comportamiento por parte de los ciudadanos como algo natural.
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