Artículo de opinión remitido por el Doctor Antonio Lozano Burgos. Realizado OneDrive, me lo ha transmitido a título privado; pero, dada la confianza y la amistad que siempre nos hemos brindado, y ante la calidad de su contenido, considero que no puede quedar en el anonimato su veredicto. Por esto mismo, tras pedirle disculpas y abusando de su confianza, estimo necesario hacer público su dictamen.
En su caminar a través de la Medicina se realizó plenamente, alcanzando el reconocimiento y el premio por parte de las instituciones académicas. Como él mismo tiene dicho, ha dedicado su vida a la sociedad, donde el único agradecimiento a esperar no es otro que el de la satisfacción propia. De la actividad política solo obtuvo decepción, desencanto e indignación. Amplia ha sido su actividad literaria, en forma de publicaciones científicas, en medios relacionados con la práctica de la Medicina, así como artículos de opinión y trabajos en el contexto de la actividad política, publicados en prensa y foros sociales. Son palabras que transcribo desde su obra cumbre, "La Antorcha. Bajo la sombra de la Roca Tarpeya". Con esta obra pretende cumplir el compromiso que un día adquirió de entregar la Antorcha portadora de su vida, condicionada por la sociedad del momento y su historia.
Juan Andrés Buedo
La Sanidad Pública. Crónica de una Muerte Anunciada.
Si realizamos un análisis honesto, sincero, libre de pasiones ideológicas, intereses políticos y basado exclusivamente en criterios sanitarios, ya desde las postrimerías del siglo XX se comenzó a apreciar un progresivo deterioro en la calidad y diligencia en las prestaciones sanitarias de la Sanidad Pública, manifestada a través de la aparición de listas de espera para las consultas de especialidades, que, alarmantemente y de forma progresiva, se fue extendiendo a las pruebas diagnósticas y posteriormente a la Atención Primaria. A pesar de las reiteradas e insistentes llamadas de atención al respecto, por parte del personal sanitario encargado de su ejecución, así como de diversas instituciones involucradas de una u otra forma en el tema, todas las administraciones responsables, de uno u otro signo político, hicieron oídos sordos con la atención fija en un único objetivo, disminuir gastos; para ello pusieron en práctica todas las medidas imaginables, sin experimentar ningún tipo de rubor: Recortes en personal, suprimiendo las plazas resultantes de jubilaciones; recortes económicos para adquisición de material; congelación de vacantes; contratos precarios; masificación de la asistencia, etc. Pero, lo verdaderamente vergonzoso, es que con el dinero ahorrado mediante esos execrables procedimientos, se realizaban conciertos con la Medicina Privada.
El deterioro de la Sanidad Pública ha evolucionado de forma vertiginosa e imparable, a pesar de las acciones realizadas por formaciones y plataformas ciudadanas en Defensa de la Sanidad Pública, que han sido sistemáticamente neutralizadas e ignoradas por las instituciones responsables de la gestión de la Sanidad, abocando, en los finales del año 2019, a una situación sanitaria caótica, incontrolada y agonizante, gestionada por unos irresponsables, ciegos y sordos a cuantas alertas y sugerencias se les ofrecían y ello debido no solo a su incompetencia, sino también a una clara y decidida intención determinada por una línea política al servicio de intereses económicos concretos.
Llegados a finales del año 2019, la Sanidad Pública se encontraba en situación tributaria de Tratamiento Paliativo debido a su situación Terminal en la que su única solución sería su sustitución por otro modelo nuevo, pero con el firme propósito de invertir en él cuantos recursos fuesen necesarios. Pero no iban por ahí los tiros, pues el mismo proceso venia sufriendo la Educación, quizás por tratarse de los dos pilares fundamentales de toda sociedad y cuanto más débiles sean estos pilares, mejor se domina la sociedad.
Iniciamos así el nuevo año, con la Sanidad Pública colapsada, caótica y agonizante y se nos viene encima un acontecimiento de una gravedad extrema, una pandemia por un virus desconocido, dotado de una gran capacidad de expansión, que requiere una respuesta rápida y eficaz, mediante una infraestructura sanitaria potente constituida por medios humanos, material sanitarios, una Atención Primaria y Hospitalaria solida y potente, Equipos de Investigación, etc. capaces y suficientes, no solo para garantizar el correcto tratamiento de la situación, sino también para seguir garantizando la atención de las contingencias no demorarles, tanto en Atención Primaria como Hospitalaria de la Asistencia Sanitaria habitual. Todo ello acompañado de un equipo solido y competente de gestión y programación de la Crisis. Es decir, es imprescindible una Sanidad Pública fuerte, sana, con recursos sobrados y organización ejemplar, justo lo contrario de lo que tenemos. Es preciso hacer frente a un potente enemigo, desconocido, con un ejercito diezmado y moribundo; el resultado es fácil de predecir.
Saltan las alarmas, claman las voces de aquellos que hemos estado repitiendo, gritando hasta enmudecer, denunciando los males que acechaban a nuestra Sanidad, los caminos equivocados por los que se la hacia discurrir y los peligros en que podía derivar, pero son voces que claman en el desierto; ni se escuchan, ni se tienen en cuenta. Aquellos necios que fueron irresponsables entonces y los que les han sucedido, persisten en su prepotencia, propia de su mediocridad y sumisión a los intereses bastardos del poder económico y haciendo gala de una inusitada soberbia, toman el mando de la Crisis, sin contar con la opinión, ni escuchando aquellas que surgen de organismos y profesionales competentes. Los políticos, ignorantes en Sanidad y quizás en más cosas, con un supuesto epidemiólogo, y después los políticos autonómicos, sin más gabinete técnico ni asesores sanitarios competentes lanzan opiniones y toman todas las decisiones encaminadas a resolver la situación; resulta escandaloso apreciar como en las comisiones de decisión que comparecen exponiendo las medidas tomadas, así como informando de la evolución, están presentes todo tipo de personas, políticos sobre todo, pero nunca hay, ni se cita, a ningún profesional competente en Salud y Epidemiología. Pero eso sí, sin reconocer y en todo momento ocultando la situación real de la Sanidad Pública, que ya con la carga sobrevenida acaba por fenecer por impotencia. Ese y no otro, es el motivo por el que no quieren permitir que opinen ni aparezcan sanitarios ante la opinión pública.
Como médico y académico de número de la Academia de Ciencias de la Salud Ramón y Cajal, me veo obligado a proporcionar luz y verdad a cerca de la situación sanitaria en que nos encontramos en estos lúgubres momentos.
Todo médico, ya desde la Facultad, tiene conocimiento de que ante un foco con posible capacidad de expansión, de contagio, lo primero a realizar, con carácter urgente, es aislar el foco, procediendo de igual forma ante cuantos focos pudieran surgir por difusión accidental o simpatía. Aquí no se hizo y para mayor negligencia no se realizaron controles de las entradas del exterior, asegurando para más, que disponíamos de todos los medios necesarios para controlar la situación. Pronto se demostró la falsedad de tal afirmación: no había equipos de aislamiento, ni siquiera mascarillas para los sanitarios que deberían prestas asistencia a los cada vez más numerosos afectados, provocando el contagio de un intolerable número de profesionales sanitarios. Las constantes contradicciones y cambios de decisión, fueron la norma en la gestión; la ocultación de datos, los persistentes errores, dudas y mentiras resultaban habituales, hasta quedar de manifiesto, que no tenían medios, ni conocimientos, ni capacidad para controlar la situación. El número de afectados, la saturación de los recursos de U.C.I. y el número de fallecidos, datos fehacientes de la pérdida de control del problema, no les dejó más opción que declarar el Estado de Alarma, también pésimamente gestionado, con dudas e imprecisiones en las medidas a aplicar, mal control de los infractores, que ha originado el que se pueda observar, con demasiada frecuencia, personas que incumplen sistemáticamente las normas, campeando por sus fueros sin que nadie les pida explicaciones, por falta de vigilancia y también de responsabilidad e insolidaridad ciudadana.
Como era de esperar, los poderes económicos tomaron el timón de la situación, aprovechándose de que los intereses sanitarios nunca habían prevalecido y consiguieron la abolición de las medidas preventivas, mediante un patético proceso de desescalada, que, en consecuencia a su falta de rigor y credibilidad, no respetó ni siquiera ellos, que cambiaban los plazos y medidas a demanda. Lo importante era la economía, el turismo como fuente de ingresos, el desmadre, como si el virus se hubiera ido también de vacaciones. Se les advirtió, de nuevo las voces autorizadas clamaron en el desierto, «Con esta actitud, antes del otoño tendremos un repunte y nueva crisis». Pero la economía es intocable. La crisis llegó y el turismo se fue al garete y la economía también, pero eso sí, dejando tras de sí un montón de muertos, enfermos con secuelas y enormes gastos sanitarios.
Una pandemia de estas características es comparable a una guerra mundial. no resulta razonable pensar que mientras estamos sometidos a bombardeos, ciudades invadidas por tropas, que las someten a tiroteos, etc. va a estar funcionando el turismo, el ocio nocturno, la hostelería, etc. Resulta duro, pero la economía queda suspendida y todo está al servicio de la seguridad y subsistencia. Pues miren ustedes, esto es una guerra en la que el enemigo es invisible, con mayor poder de expansión y movimiento y capacidad destructiva que cualquier maquina de guerra y por consiguiente, todo debe ponerse al servicio de la salud y la subsistencia. Al igual que despues de una guerra o una catástrofe, la economía, al igual que la sociedad, habrán sufrido serios daños y será necesario una reconversión con profundos cambios de la sociedad.
Instalados en esta actitud nuestros políticos, distraídos en trifulcas barriobajeras, ajustándose las cuentas de aquello que es capaz de robar, prevaricar, favorecer y medrar, cada cual, de quien se ajunta con más colegas del estamento circense en que se desenvuelven, han contemplado impasibles como se desarrolla y expande a sus anchas una nueva diseminación incontrolada del virus Covid 19, eso sí, sin mover un dedo, ni siquiera hablar del asunto. Cuando la situación ya ha resultado escandalosa, simplemente no era de la competencia de unos, largándoles el mochuelo a los otros, que a su vez, no tienen medios y ocultan los datos reales y tanto para unos como para otros, la cosa está controlada, no pasa nada, poseemos los medios para neutralizarlo.
El resultado es echar balones fuera, dar largas al asunto, tomar unas medidas difusas, confusas, inconcretas, irrealizables y sobre todo ineficaces, pero siempre respetando, por encima de todo, los intereses del poder económico. Celebran reuniones en las que acuerdan seguir reuniéndose; celebran ruedas de prensa del tipo de los Hermanos Marx, en las que hablan mucho, sin decir nada.
Resulta obligado hacer referencia a la situación creada en la Educación. Se aproxima el comienzo del curso escolar, se terminan las vacaciones y ¿Que hacemos con los niños en casa? y ¿Como afrontamos la situación de los padres que trabajan y han de quedarse a cuidar de los hijos?. Pues está claro, el dinero es lo primero, se abren los centros de enseñanza activando un mecanismo de contagio y difusión de la epidemia de primer orden, donde se dan todas las condiciones para la expansión: Concentración en lugar cerrado de colectivos cuyos miembros proceden y se movilizan a diario, de y hasta diferentes lugares y núcleos sociales; colectivos constituidos por elementos de difícil control en el cumplimiento de las normas preventivas. El resultado no se ha hecho esperar, a las veinticuatro horas de comenzar la actividad escolar aparecían los primeros casos positivos de Covid 19 y los correspondientes confinamientos de alumnos y profesores. Y aquí viene el mayor descaro; dado que la aparición de casos positivos registró una progresión importante en pocos días, que hacia prever un confinamiento masivo de alumnos y profesores, que conduciría al bloqueo de la actividad escolar y la aparición de un serio problema laboral y económico de los padres, teniendo en cuenta que el interés sanitario no importa, se soluciona modificando los protocolos iniciales, suprimiendo el confinamiento de la clase y los profesores que hayan tenido contacto, confinando únicamente al alumno que ha dado positivo y el que venga atrás que arree. Todo esto se ve agravado por la circunstancia de que la situación de la Atención Primaria no permite que los profesores puedan obtener la baja laborar preceptiva antes de un plazo de varios días, baja que la administración de Educación les exige en las veinticuatro horas; pero es que el niño y su familia tampoco puede ser diagnosticado en un plazo razonable. Queda claro cuales son los intereses que prevalecen en cada momento y como las medidas adoptadas van encaminadas a resolver los problemas de gestión y en ningún caso prevalece como interés primordial la Salud. Antes, el gran despropósito fue abrir el turismo, el ocio y demás actividades no necesarias y ahora la decisión más temeraria y contraria a toda norma epidemiológica, preventiva y de protección de la Salud ha sido abrir la actividad educativa presencial. y no reconocer su error, tratando de engañar a la ciudadanía con cambios y martingalas chapuceras.
Como consecuencia de lo expuesto y del absoluto abandono de la Sanidad Pública, no proporcionando los medios humanos, materiales y organizativos necesarios para garantizar, no solo la gestión de la pandemia, sino la asistencia a la patología habitual, crónica y aguda, que actualmente está suspendida y relegada a casos de urgencia, urgencias que también se encuentran colapsadas. Por otra parte, los sanitarios no están siendo escuchados, ni tenidos en cuenta para nada. El resultado, como era de esperar, ha sido la MUERTE de la Atención Primaria, ya anunciada en un comunicado del Consejo General de Colegios de Médicos de España, en que los médicos exponen la situación y la imposibilidad de continuar proporcionando la asistencia y la repercusión que ello conlleva sobre la Atención Hospitalaria, que se encuentra al borde del caos. Es de esperar que, en breve plazo, los ciudadanos recibamos el desgarrador mensaje de ¡Sálvese Quien Pueda!.
Podríamos pensar que todo esto es debido a la incapacidad y necedad , propias de la mediocridad de los responsables de la gestión, pero no es así, pues si así fuera tendría fácil solución sustituyéndolos. Si saben lo que están haciendo y lo que deberían hacer. Lo que ocurre es que mantienen la firme voluntad de hacerlo así y no como deben, porque así sirven a los intereses que resultan prioritarios para su persistencia en el poder y de los que les mantienen en él.
En los primeros días de agosto, un compañero médico, relacionado con las altas esferas de la Sanidad, me dijo: -Cuidaros mucho, extremar las medidas de protección, pues tienen claro que en septiembre vendrá una segunda crisis más cruenta que la primera y no piensan hacer nada hasta que aparezca una vacuna, que lo solucione. Su interés prioritario es la economía y tienen asumido que costará un número de muertes, que hay que aceptar.
La actitud que vienen demostrando se corresponde de lleno con el consejo de mi amigo y que aporto a fin de que, quien lo estime oportuno, se lo aplique y extreme las precauciones para contrarrestar los ataques provenientes de los demasiados irresponsables, insolidarios, que, quizás porque su coeficiente intelectual no les da para más, incumplen sistemáticamente las normas encaminadas a evitar la transmisión del Covid 19.
Mantengo la esperanza de que el tiempo y la Historia Proporcionen a cada cual su merecido.
Toledo, a veintiuno de septiembre de 2020
Antonio Lozano Burgos
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