Este blog pretende ser un equitativo rincón de la crítica a la propaganda política. En su modestia, tiene abiertas las ventanas a cuantos aires nos libren de las contaminaciones ideológicas.
Vadémecum de política municipal: "cómo gobernar un ayuntamiento" Esta obra del profesor Rafael Jiménez Asensio, se publicó en 2017 por el Instituto Vasco de Administración Pública. El Vademécum de Política Municipal (Cómo gobernar un Ayuntamiento) es una síntesis de la primera parte del libro Cómo gobernar y dirigir un Ayuntamiento, editado por el citado Instituto.
TheCircularLab TheCircularLab es un centro de innovación situado en Logroño que centra su actividad en el estudio, prueba y desarrollo de las mejores prácticas en el ámbito de los envases y su posterior reciclado.
Home Portal Todopatrimonio.com El portal Todopatrimonio es un proyecto de Preserv@Doc: Asociación para la Documentación, Difusión y Preservación del Patrimonio Cultural a través de las Nuevas Tecnologías.
Futuro de Cuenca Aportaciones para optimizar el Espacio Público del Municipio de Cuenca
Fundación Democracia y Gobierno Local Entidad sin ánimo de lucro constituida en mayo de 2002 por iniciativa de la Diputación de Barcelona. Su finalidad es contribuir y dar soporte a todo tipo de actuaciones y de iniciativas para el conocimiento, el estudio, la difusión y el asesoramiento en materia de régimen local.
DELOS: Desarrollo Local Sostenible POLÍTICA SOCIAL Y DESARROLLO LOCAL-MUNICIPAL
Se indagan los vínculos que existen entre el gobierno municipal y la política social, y, particularmente, qué papel juega la política de desarrollo social en el plano discursivo del gobierno municipal.
Acta de Investigación Psicológica (AIP), publicada cuatrimestralmente por la División de Investigación y Posgrado de la UNAM, posee como objetivos divulgar recientes y relevantes contribuciones de académicos a la Psicología, caracterizándose por su contenido que refleja la transversalidad y el enfoque multidisciplinario de los conocimientos generados.
Juan Andrés Buedo: Estrategias de emprendimiento para el desarrollo de Castilla-La Mancha La obra se centra en el examen de los recursos disponibles por las Administraciones Públicas de Castilla-La Mancha para impulsar el emprendimiento, entendido no solo como la capacidad para iniciar nuevas actividades económicas de generación de empleo y crecimiento social en esta región, sino también como valor social que debe promoverse y ampararse desde todos los poderes públicos.
Conquenses por el Cambio La expresión en la red de un sentimiento, y una razón, que cada vez se extiende más por Cuenca. Después de ocho más cuatro años de gobierno del socialista Cenzano en el Ayuntamiento, Cuenca necesita un cambio que devuelva a los ciudadanos la fe en su ciudad y la confianza en el sistema democrático.
Chasquidos Letras con ácido para derretir el aburrimiento. Por Anselmo Cobirán.
Blogs de Cuenca Blog que recoge una amplia opinión e información sobre Cuenca con unas instantáneas variadas y sugestivas, extraídas de los blogs por aquí publicados
Con independencia de aquellos comentarios ad hoc que cada artículo u opinión puedan suscitar, se publicarán de modo singular e independiente las opiniones de nuestros lectores, remitiendo un correo a la dirección de abajo, poniendo al final del mensaje “PUBLICAR ARTÍCULO”.
Contexto sociopolítico y progreso de Cuenca Obra publicada por la Editorial Alfonsípolis en mayo de 2010. En sus 254 páginas, ayuda al lector a conocer las claves de la vida pública conquense, al tratar los problemas colectivos más recientes de esta provincia y reflexionar sobre ellos.
Cuenca 2005. Un recorrido sociológico por la Ciudad Para bajar este ensayo del servidor sólo tiene que hacer clic en el Download que figura al pie de este artículo, publicado en Aires de La Parra el 23/05/2006
Cuenca en la encrucijada. Repercusiones de ampliación UE El Download de esta obra figura al término del artículo "Buen gobierno local y ampliación europea", publicado el 1/12/2005 en Aires de La Parra, desde donde puede bajarse haciendo un clic.
Marco Político para la Sociedad de la Información en Cuenca Para bajar la obra del servidor sólo tiene que hacer clic en el Download que figura al pie de este artículo, publicado en Aires de La Parra el 26/11/2005
Al llegar a mis manos esta retahíla de seres queridos, o por mejor decir queridas, estimadas, apreciadas y muy consideradas féminas, con bastantes de las cuales he pasado momentos encantadores e inolvidables, y todas ellas artistas de la avanzadilla de la siempre bien llevada vanagloria del "ser" de La Parra de las Vegas -mi pueblo, por siempre jamás-, ahora en Fiestas en honor de su Santo Cristo (espero estar mañana por la tarde ahí)), me silba el limpio aire de esa amada localidad. Y se posa directamente en mi hombro un ligero susurro de Gabriel García Máquez, incitándome a dejar lo que estaba haciendo, porque, como dijo con impulso literario: “En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres y en las cuales se orientan mejor con menos luces”. Como se plasma en el propio "Salto del vaso", de añorados recuerdos.
Todo árbol es una historia, un largo proceso, tan lento que apenas podemos percibirlo. Y la fotografía antedicha al comienzo es la mejor manera de observar el resultado final. Así lo percibo al mirar a mi prima Esperanza, a mis amigas Alicia o Meri, a la buena Aurora, ..., a todas en suma. Un ramillete de mujeres idóneas para divisar la mejor armonía a la hora de escribir cualquier evocación de la fantasía de los mejores bosques de La Parra, que siempre nos han ilustrado desde la niñez.
Me trasladan en estos instantes al Salón de la Casa de "Vítor", cuando correteábamos entre las parejas jóvenes que bailoteaban al son del acordeón, y, junto a las madres más echadas "p´alante, movían armoniosamente sus cuerpos al sentir un pasodoble, inmediatamente acompañadas por los padres con instintivo amor. Así daban rienda suelta a las conversaciones de las abuelas, que derivaban sus miradas y daban tono a la estancia con pícaros comentarios, sin aplacar el ruido de la Plaza -todavía sin fuente con vino-, donde sonaban los petardos lanzados por los adolescentes más envalentonados. Y mientras, en las mesas de arriba, los abuelos, ante un sin parar de entradas y salidas, jugaban su particular truque, entre flor y flor.
En esos inicios de mi vida empecé a darme cuenta de algo que unos cuantos años después comprendí de lleno, como es el que "siempre hay una mujer al principio de las grandes cosas" (cita tomada de Alphonse de Lamartine). Básicamente porque la intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre, como deduje de Kipling al ascender al piso de la juventud. En ésta me desenvolví con ardor entre los entresijos de la Antropología -la auténtica Ciencia del hombre-, que siempre me ha facilitado el poder vivir con educación y sin androcentrismo la exquisitez de admirar con equilibrio la mejor estética de excelentes mujeres. De este modo he podido huir airoso de cualquier desengaño pesimista, y también me ayudó a comprender el particularismo histórico de La Parra -que voy comunicando mes a mes en estas páginas-, e igualmente su diversidad cultural, el desciframiento de las estructuras sociales del lugar, la interpretación de sus simbolismos y otros.
Con las fotos discierno el evolucionismo sin posición etnocéntrica. Me dejan abriendo las puertas de la senectud, que he comenzado a vivir sin acidez ni amargura, apoyándome si acaso en la melancolía paradigmática del reconocimiento a cuantas personas me han permitido vivir con felicidad las muchas horas que duermen ya tranquilas dentro de un dulcificado envejecimiento.
¡Un fuerte abrazo a los parreños y parreñas! A los que no están, todavía más.
A resultas de una investigación sociopolítica que estoy llevando a efecto, ha caído en mis manos el libro de Sergio del Molino La España vacía: Viaje por un país que nunca fue. Es un ensayo histórico y un relato de viajes en el que él declara su amor a lo real de su vida, y a mi me deja anclado en los tiempos pasados de La Parra de las Vegas. Más de sesenta años atrás, cuando todavía no era equiparable en densidad de población inferior a las más deshabitadas de Laponia o del norte de Finlandia, emplazadas en las soledades del Círculo Polar Ártico. No andaban solos sus habitantes todavía.
No voy a hacer aquí como del Molino, primero, porque no soy novelista -como él-, y, después, porque tampoco tengo afición por inventar relatos. Sí coincido en las apetencias de examinar la conciencia con la escritura, e ir por ahí con los ojos y los oídos muy atentos para observar la pura variedad objetiva del mundo, como precisó Antonio Muñoz Molina al glosar las bondades de ese libro.
Encuentro en éste también cómo del Molino ha estado en las Hurdes, en los Monegros, en las soledades del Moncayo, en los pueblos terribles de los crímenes españoles, en Puerto Hurraco y en Fago. En sus viajes ha seguido los pasos de otros viajeros a lo largo de siglos, y ha conversado y discutido con ellos mientras los leía, pero nunca pierde de vista la realidad cercana, ni su propia reacción a los lugares y a las personas que encuentra. Es tan irreverente con las vacas sagradas del esencialismo hispano como respetuoso con las personas comunes a las que se encuentra, y con los escritores y los activistas que pusieron la atención y las ganas de mejorar las cosas por encima de los prejuicios y los apostolados. Un sentimiento decoroso que mi padre tuvo la inteligencia de inculcarme y jamás he olvidado.
El eje de su libro es lo que él llama el Gran Trauma, la migración tremenda que en muy pocos años dejó vacíos pueblos y campos para multiplicar la población de las grandes ciudades. Hijos de campesinos nacidos en barriadas de aluvión afirmaban una identidad desafiadora dejándose el pelo muy largo. Un poco antes mis progenitores se anticiparon al ciclo, pero todos sus hijos vivimos la sombra que paulatinamente sembraba las semillas de la España vacía. Todo un pasado escindido entre la abjuración y la nostalgia, entre la altivez de una mundanidad demasiado adyacente para habituarse prontamente a ella, y siempre sin poder olvidar la perduración de lealtades íntimas, como la que a los nietos más cercanos nos dio siempre nuestra abuela Emilia, lo mismo que el abuelo Pedro, gran preboste de la reunión dominical de los emigrados de La Parra a Lérida en los años sesenta.
Con ambos y el recuerdo de la cándida y querida infancia vivida con mi primo Emilio en La Parra, un par de párrafos del mencionado libro me han trasladado las enseñanzas y comentarios sobre la ejemplaridad del buen uso del tenedor y del cuchillo, mantenidos alrededor de un suculento potaje de Semana Santa.
Amplía Sergio del Molino mi cultura y la de mis ascendientes comentando que a "diferencia de la cuchara o el cuchillo, el tenedor es un utensilio muy reciente. En el Quijote nadie come con tenedor. En la España del Siglo de Oro era aún una rareza al alcance de los muy ricos, y lo siguió siendo hasta la guerra napoleónica. Carlos I usaba unos traídos de algún lugar de Europa, pero se consideraba una excentricidad imperial. No fue común en las mesas hasta bien entrado el siglo XIX. Los pastores y la gente del campo no comieron con tenedor hasta casi el siglo XX, y fue un exotismo en muchas aldeas perdidas donde se mantuvieron fieles a la cuchara para las migas y al cuchillo para el queso. La primera fábrica que produjo masivamente tenedores en España no se abrió hasta mediados del siglo XIX."
Y es que, en lo que entonces se llamaba mundo civilizado, el tenedor era una marca de distinción y elitismo; aunque en nuestra familia nunca nos importó que pudieran catalogarnos de costumbristas o rurales. Por mucho que entre las clases altas británicas de mediados del siglo XX, el ‘almuerzo de tenedor’ y la ‘cena de tenedor’ eran comidas de bufé en las que el cuchillo y todos los demás utensilios se dejaban de lado. El tenedor era educado por ser menos violento a primera vista que el cuchillo, y menos infantil y sucio que la cuchara. Se aconsejaba usar tenedores para cualquier plato, desde el pescado al puré de patatas, desde las judías verdes a la tarta.
Años más tarde, en la época de mi doctorado en la Universidad Complutense, supe con el sociólogo Norbert Elias, concretamente en su obra El proceso de civilización, las buenas razones por las que el uso del tenedor no se generalizó en Europa hasta el siglo XIX.
La experiencia cotidiana sirve para explicar parcialmente uno de los misterios culinarios de Occidente: por qué el tenedor no se generalizó en Europa hasta entrado el siglo XVII o incluso el XIX si lo extendemos a todas las clases sociales. Pero, como siempre, no hay una sola explicación para un misterio que tenga detrás a un ser humano.
Norbert Elias, preocupado por desentrañar los mecanismos por los que una sociedad alcanza el grado de “civilización”, investigó sobre grandes cuestiones sociales, pero también sobre aquellos asuntos aparentemente insignificantes que, según el propio Elias, son los “que a menudo nos revelan aspectos de la estructura social y de la evolución espiritual”. Y uno de esos asuntos, fue, precisamente, la generalización del uso del tenedor en la Edad Moderna.
Según relata Elias en su fantástica obra El proceso de civilización, una de las claves que explica su tardía introducción fue la forma en la que tradicionalmente se servía la carne en la Edad Media. Durante este periodo, lo más habitual era llevar a la mesa el animal entero, muerto y cocinado, y era cortado a la vista de los comensales. Hasta tal punto se trataba de un momento culminante dentro de la comida, que existieron desde el siglo XV libros dedicados en exclusiva al arte de trinchar o arte cisoria (recordemos el español Arte cisoria de Enrique de Villena, que data de 1423). Se daba, pues, por hecho que despedazar un animal era una labor que todo hombre bien educado debía dominar. Lejos de ser una labor ingrata y bárbara, se consideraba que trinchar la carne era todo un honor reservado en exclusiva al señor de la casa y anfitrión. Paulatinamente se fue perdiendo esa reserva, y mi inolvidable Pedro Buedo, hospedador de nietos y familia, el Guarda de La Parra de las Vegas, pícaro como él solo y dotado de un corazón generoso con muchos kilómetros de amplitud delegó siempre el quehacer en su hacendosa esposa.
En esta porción territorial está enclavado uno de los municipios con menor densidad de población de toda España. Es mi pueblo, La Parra de Las Vegas (Cuenca), que posee ahora 39 habitantes -es decir, 0,63 hbs./km2-, con una edad media de 54,33 años (ver aquí).
Cuando digo esto es porque pienso lo mismo que Maite González, directora del grupo de acción local Adefo en la comarca zaragozana de las Cinco Villas, que abarca 52 núcleos de población y 30.000 habitantes, de los que 24.000 corresponden a Ejea y Tauste. Y, como destaca igualmente, "la Administración debe prestar los servicios básicos, pero esta es una lucha de largo recorrido y con resultados inciertos". Una microsíntesis que lleva mal curada la cicatriz de la despoblación, causada por la brecha -cada día más honda- entre la España urbana, localizada alrededor de Madrid y la periferia de la costa; y la rural, con una población escasa, envejecida y dispersa geográficamente. Las dos verdaderas Españas, una mala realidad que parecía amortizada hasta que en 2017 coincidieron dos circunstancias, agudamente descritas por Raúl Conde (vid. su artículo "La mitad de los pueblos de España está en riesgo de desaparición", aquí): por un lado, la introducción de este asunto en la agenda política; por otro, la publicación de varios libros de éxito, entre los que sobresalen La España vacía, de Sergio del Molino; o Los últimos, del periodista Paco Cerdà, lo que ha disparado la celebración de congresos y conferencias.
Mi hijo Juanan ha participado en varios de estos eventos, y, muy concienciado con este problema, se halla investigándolo a fondo con otros profesionales desde el Grupo Recoveco, paso a paso, con carácter multidisciplinar (por lo cual han tenido la deferencia de incluirme como sociólogo, cosa que agradezco a estos jóvenes especialistas de la Arquitectura y la Ingeniería, para cooperar en las tareas demográficas y en el desenvolvimiento de proyectos de políticas "directas" de población; área en la que vengo trabajando desde 1971).
Estos conocimientos me fuerzan a dejar a un lado la literatura y obrar como cualquier cirujano social que se precie, o sea, cumpliendo con la obligación moral de atajar y reparar las enfermedades producidas en una sociedad. La clave se halla en evaluar -algo que no todo el mundo sabe- las prioridades que deben marcarse, y realizar inmediatamente una serie de políticas cuya clave se desenvuelva en la ejecución de programas colaterales e ininterrumpidos que faciliten oportunidades para desarrollar las capacidades de cada zona; más aún, que allanen un desarrollo que debe venir de abajo a arriba. Algo que dio la razón al propio Aurelio García, presidente de la Red Española de Desarrollo Rural, que engloba a más de 170 grupos de acción local, al afirmar que todavía "hay mucha filosofía y poca concreción. Bienvenidos sean los pasos políticos que se están dando, pero hemos perdido un año. Hay que empezar a exigir fondos públicos". Y parece que, por fin, esto van a llegar a partir de este mismo año 2019. ¡Manos a la obra!, pues, si no queremos ver convertida La Parra de las Vegas en un pueblo así: en una ruina.
A partir de 2017, el aumento de la población española (en La Parra este fenómeno se produjo desde comienzos del sexto decenio del siglo pasado) ha quedado exclusivamente —ya lo estaba mayoritariamente— en manos del saldo migratorio, un fenómeno muy variable y mucho más impredictible que las tendencias de natalidad y mortalidad. Hay que retroceder hasta la Guerra Civil para observar un fenómeno igual.
Un estudio del INE prevé que España pierda en los próximos 10 años 2,6 millones de habitantes —más de la suma de la población de las ciudades de Barcelona y Valencia— y caiga hasta los 44.082.671. “Es un reflejo de que la situación en España es mala: vienen menos inmigrantes, emigran más residentes y la gente no tiene los hijos que desearía”, sostiene Teresa Castro, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Y, lo que resulta más dramático para estas cercanías, la caída de población dejará de ser un fenómeno limitado básicamente a zonas rurales o en desarrollo, sino que se generalizará. Así está llegando ya a Cuenca capital, y se acentuará durante el próximo quinquenio de no ponerse en marcha rápidamente las políticas que los expertos en demografía venimos demandando.
La solución del conflicto catalán no vendrá por la aceptación del modo como el soberanismo catalán lo plantea, por las mismas razones por las que tampoco veo que la salida consista en aceptar el marco mental de quienes están en la posición contraria. Si hay un conflicto que debe resolverse es precisamente porque hay un desacuerdo sustancial acerca de cuál es su naturaleza y, en lógica consecuencia, sobre el modo más adecuado de resolverlo.
Propongo delimitar el perímetro de este conflicto en torno a unas propuestas de enunciación que a mi juicio facilitan el acuerdo más que otras. Se articularían en torno a los siguientes principios:
(Getty)
1) La misma formulación del problema debe no prejuzgar inevitablemente la solución. Si insistimos en que la soberanía reside en el pueblo español y entendemos que cualquier otra distribución de esa soberanía debe ser aceptada por el conjunto indiferenciado del pueblo español, entonces estamos cerrando el camino a una solución pactada, que exige necesariamente instalarse más allá del marco mental de las soberanías incompartibles. Si lo planteamos como un conflicto “entre Catalunya y España” (minusvalorando la división que este asunto produce en el seno de la sociedad catalana), estamos dando por bueno un marco mental que favorece a una de las partes, en este caso, al mundo soberanista. Propongo que el punto de partida no sean ni las formulaciones constitucionales cerradas ni unos derechos cuya existencia no es incontestable sino parte precisamente de lo que se discute. ¿Estarían unos dispuestos a aceptar que el principio de indisolubilidad del Estado es compatible con una distinta distribución interna de soberanía, del mismo modo que la integración europea ha implicado cesiones sustanciales de soberanía sin que hayan sido interpretadas como contrarias al ordenamiento constitucional? ¿Aceptarían los soberanistas que el principio de que la ciudadanía de Catalunya ha de poder decidir su futuro no excluye la posibilidad de compartir ese derecho con otro ámbitos más amplios, en España y en Europa? Una visión rígida de la idea de unidad del Estado o del pueblo de Catalunya hacen inviable cualquier solución democrática porque el marco da la razón a una de las partes. Quien ponga encima de la mesa la unidad del Estado como un límite que no permite modulaciones o la autodeterminación como un derecho innegociable ha de saber que está imposibilitando el diálogo y la transacción. No podemos convertir un posible punto de llegada en un inevitable punto de partida.
2) Imaginemos otra manera de ejercer la soberanía popular en un Estado compuesto. Aceptemos como principio general que el futuro de Catalunya depende de la voluntad de su ciudadanía y pensemos en toda su radicalidad el concepto “ciudadanía de Catalunya”, de la que forman parte personas cuya identificación nacional es muy plural, desde quienes aspiran a ejercer esa voluntad política de manera independiente hasta quienes quieren configurarla en el marco estatal y, a su vez, con lógicas de muy diverso tipo (centralizado, federal o confederal). Tomarse la voluntad de la ciudadanía catalana en serio significaría diseñar un procedimiento, un algoritmo de encuentro podríamos llamarlo, entre esa variedad de voluntades políticas, ninguna de las cuales tiene en principio preeminencia sobre las otras y cuya relevancia política depende del grado de aceptación que susciten.
3) Hay que lograr un punto de encuentro entre la diferenciación y la ampliación de la voluntad popular de los catalanes. Los llamados unionistas deben ofrecer una fórmula para que se reconozca la especificidad de la voluntad de la sociedad catalana, si es que siguen manteniendo el implícito reconocimiento de su subjetividad política diferenciada que se contiene en el término nacionalidad y en el espíritu y la letra del pacto constitucional del 78. Los soberanistas tendrían que responder a la pregunta acerca de cómo esa voluntad recoge la pluralidad de la sociedad catalana y cómo se articula con la de los españoles, a la que de hecho está vinculada en un condicionamiento recíproco. Unos y otros deben pensar cómo incluir a las minorías que se establecen según el ámbito de decisión en el que estemos operando, y la mejor garantía de estar haciendo lo correcto es que nadie exija a la otra mayoría lo que no está dispuesto a hacer con su minoría. La mejor negociación sería poner en juego esta lógica de reciprocidad. Se trataría de encontrar un camino intermedio entre la decisión subordinada y la decisión solitaria, entre las dos unilateralidades (la de la secesión no pactada y la del derecho de veto o imposición) que no son procedimientos a la altura de una sociedad compuesta. Si debe pactarse el concepto y procedimiento para realizar esa voluntad política, no es para reducir esa voluntad sino para asegurar que sea lo más integradora posible.
Acabado el mes de abril, hemos entrado en mayo, que, como nos contó años atrás el periodista conquense José Vicente Ávila (ver aquí), abre la costumbre de los mayos y canciones de ronda de estas tierras, un cumplido y agradable proemio que levanta la suntuosa tradición del canto con el que rondallas, tunas y grupos de amigos rinden homenaje a la Divinidad y a María y exaltan la belleza de las mozas, a las que ‘rondan' con sus guitarras, laúdes y voces.
La Festividad de los Mayos, también conocida como Los Mayos simplemente o como Fiestas de Mayo, es una fiesta popular de orígenes ancestrales. Esta celebración primaveral generalmente se hacía coincidir con el primer domingo de dicho mes y tenía antiguamente connotaciones rituales totémicas a la divinidad primaveral o de los árboles, que se han ido perdiendo con el paso de los tiempos.
Una costumbre etnográfica y musical que mantiene buena salud en las tierras de Cuenca, como demuestra la multiplicación de citas por la geografía provincial durante todo el mes. que tantas noches se repite por calles y callejas, teniendo su broche final con un cántico general de mayos y canciones de ronda a la Virgen de la Luz en su parroquia, con el acompañamiento de las aguas del Júcar bajo el Puente de San Antón, como una sinfonía acuática.
Acumulan esos cánticos bellas palabras, que aglutinan amplias dosis del alma noble y generosa de las gentes de esta tierra; habiendo generado una arquitectura elocuentemente musicalizada por compositores y poetas. Entonces con el vídeo de Florián Yubero y las palabras de José Vicente Ávila, quiero dedicar estas fechas a recordar a todos los parreños dispersos por este mundo que nuestras generaciones son la mejor placidez del tiempo y desgranan las mejores ramas del olmo indómito -el de la iglesia de La Parra de las Vegas- que nos sacan de cualquier desfallecimiento o flaqueza en el quehacer diario.
Encontrándonos ya en Lérida, a la que emigró mi padre en 1957, en más de una ocasión llegué a escucharle cantar nostágicamente la letra que allá por los años cuarenta escribió Enrique de la Hoz Romero, con música de Cabañas, que posee un inicio de bienvenida literaria y medio ambiental: “La ronda a decirte el mayo llegó, / ya suena el laúd, bajo tu balcón…. Es recurrente esa literatura que se da en la campiña o en los alrededores de la ciudad. Entre ababoles, rosas, y capullos de alelí, con las golondrinas buscando sus nidos, el coro entona sus voces agrupadas mirando a los balcones de las mozas o de algún altar: “Cuando los serranos, / cantamos el mayo, / el Júcar y el Huécar / también dan su canto; / cuando las serranas, / sienten llegar mayo, / brillan más sus ojos / sus ojos tan claros…”
A esos tonos incitadores agregaba otros ecos de la provincia, trasnochadores y zambullidos por los piropos de jóvenes expectantes a la respuesta de su voz: “Eres bonica de cara / por dentro nadie lo sabe / eres un arca cerrada / que se han perdido sus llaves”, cantan en Tragacete; “Mayo, mes de mayo / bienvenido seas / regando cañadas / regando doncellas”, dicen en Vara del Rey y Villar del Humo, mientras que en Tinajas la copla dice así: “Para cantar quiere gracia, / y para bailar, salero / para tocar la guitarra / saber menear los dedos”. O los famosos mayos de Las Majadas en la fiesta de la Santa Cruz: “A Jesús Divina Luz / y al Señor Sacramentado / A Jesús Divina Luz / para cantar este mayo / a la Santísima Cruz / y al Señor Sacramentado…”
La maya o el mayo es un tronco o palo alto (árbol de mayo) que se alza o se alzaba en algunas regiones de Europa, en la plaza o lugar público durante el mes de mayo y donde concurrían los mozos y mozas a divertirse con bailes y festejos. Los jóvenes competían por trepar por el árbol hasta llegar a la parte superior donde debían coger una bandera, mientras las muchachas les animaban desde abajo bailando y cantando en torno al árbol.
Lo fundamental, y punto de mi llegada es que, como gente no hay, tampoco quede desvestida La Parra de las Vegas hoy, que la picardía traspase sus desnudas calles y el aire se complazca, recordando que hace años el mayo era algo comprometido. El mozo pedía, a quien cantaba, ser el mayo de tal moza y además tenía que colocarle la “enramada” en el balcón. Pero corría el riesgo de no gustar a la moza y entonces ésta lo hacía saber saliendo a la calle con el delantal al revés, como relata Ana Vázquez (aquí).
Ya estamos a 30 del abril cumplido
Mañana entra mayo de flores vestido
Mayo bienvenido a este pueblo seas
…….
Casando doncellas
Señorita X
Si es de vuestro agrado
Al señor……….
Recibes por mayo
Y si no lo quieres llévatelo al prado
Que allí está la estaca
Del año pasado
Tenían derecho a bailar el primer baile el mayo con ellas
Si no querían, se ponían el delantal al revés.
Era su único derecho al pataleo…porque en realidad la estaban vendiendo.
He colocado hace unos minutos en Facebook un post (ver aquí) porque sus fotos directamente me han trasladado algunos recuerdos del gran sabinar que se asentaba -y del que aún quedan restos- en mi pueblo de nacimiento, en La Parra de Las Vegas (aquí en Cuenca). Así me conducen a evocar unos largos paseos infantiles por ellos con mi padre y con mi abuelo.
Generan esos sabinares un conjunto de paisajes, que no es que conformen lo que se denominan estrictamente "beautiful landscapes" -como decimos los geógrafos mayores-, pero sí dan sentido a continuar amando a la naturaleza. Y más aquella que podemos palpar por su cercanía.
Un sabinar -como puede leerse en educalingo.com- es una formación vegetal, con un estrato arbóreo, poco denso, de sabinas salpicadas, que dejan entre sí grandes espacios abiertos, cubiertos por diferentes especies arbustivas, en general de porte bajo y con predominio de formas almohadilladas o hemisféricas, como respuesta a las condiciones climáticas.
La sabina albar, es un árbol, perennifolio, de distribución fundamentalmente ibérica, manteniendo pequeñas poblaciones en los Alpes y llegando a constituir bosques en las montañas marroquíes. Dentro de España, los mejores sabinares se hallan en las provincias de Teruel, Guadalajara, Soria, Segovia y Burgos, extendiéndose en pequeñas manchas por el sur de Castilla-La Mancha. Y, precediendo a éstas, se hallan los sabinares parreños, que pertenecen al tipo llamado de "páramo", se encuentran repartidos por este municipio y localizados sobre los ámbitos de su escarpada superficie. Se colocan de manera heterogénea, entre sus llamativas depresiones, laderas, áreas de montaña y diferentes medios edáficos, emplazados entre los 900 y 1000 metros de altitud.
No digo nada llamativo, por sabido, puesto que el factor que más influye en su distribución, es el climático, con condiciones especialmente duras, lo que permiten su permanencia a salvo de la competencia de la familiaQuercus, con inviernos muy fríos y veranos secos y muy calurosos. Se puede decir que los sabinares, son formaciones de árboles de distribución relicta (aislada en unazonarestringida de su antiguaárea de distribución), y con tendencia a la regresión, en el momento climático actual, a favor de árboles más competitivos y con mayor eficacia reproductiva, como robles y encinas.
Y como apunte final a esta remembranza geográfica del pueblo, voy a dejar constancia -antes de que otro día escriba de costumbres e historia de épocas pasadas- de que La Parra figura con una descripción breve de su vida, clima y economía en la pág. 703 del Tomo 12-Parra (La). Vegas CU, del "Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar" (1846-1850) de Pascual Madoz. Como comparto a continuación.
La vida se acaba y el tiempo se aleja, afortunadamente los recuerdos perduran. Justamente son estos los que me traen -ahora que me sobra algo de tiempo y muchas ganas de hacer cultura entre los lugareños de La Parra y sus descendientes- hoy a escribir estas líneas. Arrancan pensando en los personajes populares de este pueblo, que, para hacer justicia, nunca ha dado a nadie que trascienda al nivel de cuantos se sintetizan en la baraja anterior. Mirándolos se me cruza la mirada y traspongo ahí la figura de decenas de lugareños que han dado sentido a mi vida y a mis mejores recuerdos.
Veo al Herrero, al Posadero, a Víctor (cuyo local fue tienda, salón de bailes y casino en la plaza del pueblo), a la Pepa y su casa de ociosidad placentera -con sus comidas envidiadas, ¡qué cordero!, tan delicioso-, a Aurelio y a la Costan (los sucesores de Víctor), al horno y sus manos maestras, al Alguacil... Pero, sobre todo, veo a Catón. Santo y seña de muchos jóvenes de mi generación durante no pocos veranos en La Parra.
Las tertulias con Catón eran para grabarse, pero no había vídeo entonces. Por eso he traspuesto esta requetecopia de una foto que ha recorrido muchísimos años -y en muchos ámbitos- numerosos sitios de España. Las veladas con él, no es que fueran simpáticas, sino que sobrepasaban las narraciones del mejor Quevedo.
Ahí estamos las y los de mi pandilla junto a él. Riendo desenfadadamente, dispuestos a mixtificar su experiencia con la nuestra, con el fin de descansar las neuronas y disponerlas para iniciar otro curso escolar fuera de La Parra; sobre todo en los duros momentos de preparar aíslados y solos unos exámenes paulatinamente más difíciles.
La historia de un lugar no puede contarse sin la historia de los personajes populares, como ocurió en La Parra con Catón, un símbolo irrepetible de identidad local. Claro que no era, por ejemplo, un Van Gogh.
Pero Catón era un signo imperecedero de cuantiosos valores locales de la cultura popular tradicional parreña, una modalidad de vida que transmitía sustancia, generaba anécdotas o chascarrillos y producía ánimos para seguir queriendo toda la historia que nos precedía. Algo que me incita también a recordar mi infancia, y con ella trasbordar el cuadro que Murillo dedicó a los niños comiendo uvas y melón.
En nuestra etapa juvenil, sin darnos cuenta, Catón nos generaba "cultura" (limpiamente, como él la vivía y la entendía), y, entre réplicas de mi hermano Nino o de mi primo Manolo, los demás tertulianos reíamos hasta la extenuación. Convencidos de que aquello también era cultura, como años después comprobé a través de las lecturas de uno de los antropólogos más relevantes, Edward Burnett Tylor, que, en sentido amplio y tomada en su valor etnográfico, es ese complejo total que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, ley, costumbres y otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad.
He intentado pues, a través de las palabras anteriores, esquematizar mi idea y reconocimiento de un personaje popular en La Parra. Para cuantos pasábamos junto a él muchas horas no quedaba en un ser vulgar o de mal gusto, porque en el fondo tenía un gran corazón y poseía una amplia sabiduría adyacente a la gente pretérita del pueblo.
Personaje popular no sólo es aquel que queda en la memoria del pueblo por sus anécdotas, su picaresca, o su humor lugareño, sino también es aquel que se recuerda por su oficio, por sus habilidades o sus aptitudes; puede ser un maestro o maestra, un dulcero, un carpintero, un limpiabotas, un músico, un poeta o un agricultor vendedor de vino y cerveza, como Catón.
Juan Moreno, fotografiado en el sur de México, durante la realización del reportaje sobre la caravana de migrantes que hizo estallar el escándalo.Scott Dalton
Claas Relotius, ilustre redactor del prestigioso semanario Der Spiegel, era un timador. Sus textos publicados llevan ahora una nota advirtiendo que pueden ser ficticios. Lo desenmascaró Juan Moreno, colaborador de la publicación. Esta es la historia del último gran fraude periodístico en la era de las fake news
Nadie le creyó. Él mismo tampoco imaginó que acabaría destapando el gran escándalo periodístico que ha sacudido los cimientos de la prensa alemana y que da pie a un nuevo debate —el enésimo— sobre la profesión en todo el mundo. Ahora, a Juan Moreno ya le creen y en Alemania le consideran poco menos que un héroe. Pero para desenmascarar a un profesional de la mentira a gran escala, capaz de engañar a un país entero, Moreno tuvo que padecer un verdadero calvario.
Peleó por convencer a sus jefes de que él, el eslabón más débil de la cadena laboral, tenía razón y de que Claas Relotius, de 33 años, la estrella del periodismo alemán, se inventaba las historias que publicaba. No resultó fácil, pero fue una de esas raras ocasiones en las que David acaba por vencer a Goliat. Moreno, un periodista español criado en Alemania, se la jugó y ganó.
Su victoria es, sin embargo, tremendamente agridulce. Su éxito es a la vez la desgracia de Der Spiegel, la legendaria publicación alemana para la que Moreno trabaja como colaborador. Resulta difícil comprender cómo la prestigiosa revista pudo encumbrar a un reportero que se inventaba las historias, que aseguraba haber entrevistado a gente a la que nunca vio y visitado lugares que no pisó. Cómo nadie, ni sus jefes, ni el departamento de comprobación de datos, ni ningún compañero, se dio cuenta de que el más de medio centenar de artículos que su periodista estrella había escrito eran demasiado perfectos para ser ciertos; eran en realidad un fraude.
Moreno llega casi una hora tarde a la cita en su piso, situado al norte de Berlín. Viene de declarar en la comisión de investigación de Der Spiegel. Su esposa, también periodista freelance, termina un artículo en un portátil sobre la mesa de la cocina. Tres de sus cuatro hijas entran y salen a lo largo de las tres horas largas que dura el encuentro.
“Fueron cinco semanas horribles. Yo sabía que algo no estaba bien, pero no me creían”
“No soy ningún héroe, ni el gran defensor de la verdad. No me quedaba otra. Tengo cuatro hijas y por un momento me vi en la calle porque mi nombre aparecía en un artículo lleno de errores”, arranca. “Fueron cinco semanas horribles. Yo sabía que algo no estaba bien, pero no me creían. La frustración era total”. Asegura que pasó semanas casi sin dormir, que ha perdido ocho kilos y que casi se le cae el alma a los pies el día que su hija de dos años y medio pronunció con claridad un nombre: Claas Relotius. “Yo me levantaba y me acostaba con ese nombre en la boca”.
La cotidianidad del hogar de Moreno saltó por los aires a principios de noviembre pasado, a raíz de la elaboración de un reportaje titulado La frontera de Jaeger. El reportero estaba en México, cubriendo la caravana de migrantes, cuando le llamaron de la revista y le dijeron que iba a escribir un reportaje conjunto con Relotius, la gran pluma de la publicación. Moreno acompañaría a un migrante hasta la frontera y contaría el viaje, y en Estados Unidos Relotius se empotraría en un grupo de milicianos civiles dispuestos a frenar la llegada de migrantes.
A Moreno no le entusiasmó la idea. No conocía a Relotius, pero una vez había leído un texto suyo sobre un asesor fiscal cubano que le había chirriado. El trabajo se hizo. A Moreno le llegó el texto firmado a medias y detectó detalles que no le cuadraron. Escribió al departamento de comprobación de datos y documentación, donde trabajan unas 60 personas. No le hicieron caso.
Después, Relotius le envió un nuevo borrador en el que aparecía una escena final nueva, en la que un miliciano disparaba contra algo que se movía, insinuando que era un migrante. Ese pasaje no aparecía en la primera versión. “Es imposible que un buen periodista presencie una escena semejante y no la incluya desde el primer momento”, pensó.
Portada del número de 'Der Spiegel' en el que se relata el fraude. El titular es una frase del fundador de la revista: "Cuenta lo que es". A la derecha, Claas Relotius, el día que recogió un premio de la CNN por su labor.Gert KrautbauerEfe
A partir de ahí, Moreno comenzó una desesperada lucha por la verdad que le robaría el sueño y le sumiría en una frenética investigación contra reloj para salvar su pellejo y su nombre, que irremediablemente acabó apareciendo bajo el reportaje falso. Descubrió un artículo publicado en la prensa estadounidense que se parece sospechosamente al de Relotius. En él salía también un miliciano llamado Jaeger, pero había detalles de los personajes que no coincidían. Después, Moreno reconoció en una de las fotos publicadas por Der Spiegel y compradas a The New York Times a Tim Foley, un miliciano al que había visto en un documental premiado. Era famoso, pero Relotius no le había puesto el nombre y dijo que no le dejó fotografiarle y que por eso fueron compradas las fotos a The New York Times.
Las incoherencias crecían y Moreno escribió al jefe del departamento de Sociedad, que encargó el reportaje. “No me hicieron caso y me pidieron que fuera a Hamburgo a hablar con ellos”. Después, Moreno recibió una llamada de Relotius. Se había enterado de sus indagaciones. “Juan, tienes cosas que decirme”, arrancó. Moreno le lanzó unas cuantas preguntas, sin desvelar sus descubrimientos, y decidió dejarle hablar. “Me di cuenta de que estaba mintiendo y de que había un problema muy gordo”.
La frontera de Jaeger resultó ser la punta de un iceberg cuyas dimensiones están aún por calibrar. En total, Relotius ha escrito 60 piezas para Der Spiegel, además de para otros periódicos alemanes, que ahora bucean en sus archivos en busca de la verdad. La publicación ha decidido “asumir por defecto que todos los artículos escritos por Relotius fueron fabricaciones”, según anunció, poco después de conocerse el escándalo, el director, Steffen Klusmann. “Como editores de Der Spiegel, tenemos que reconocer que hemos fallado de forma considerable. Relotius logró saltarse y anular todos los mecanismos de garantía de la calidad de la empresa. (…) En ocasiones, los protagonistas de sus historias existían, pero en otras no. La mayoría de las veces los detalles sobre su pasado y sus circunstancias eran inventados”. A finales de enero, la revista publicó un primer avance de las comprobaciones, cuyo resultado es espeluznante.
Pero por aquellas desesperadas semanas de noviembre, Der Spiegel no lo tenía tan claro y empezó a sospechar que Moreno podía tener algo que ocultar. Al fin y al cabo, Relotius era un hombre de la casa. Estaba en plantilla y había ganado hasta cuatro veces el gran premio de periodismo alemán, la última vez en 2018, y había sido nombrado periodista del año por la CNN. Era además un tipo que caía bien en la redacción. “Todos en Der Spiegel le apreciaban. Sus compañeros me han dicho: ‘Si lo hubieras llegado a conocer, no habrías hecho esto”. Estaba a punto de ser ascendido.
Juan Moreno, el 'freelance' que tiró del hilo, en su estudio de Berlín.Oliver WolffAgentur Focus / Contacto
Pero Relotius era sobre todo un tipo que traía historias. Conseguía lo que los demás ni aspiraban a lograr. Aseguraba hablar con los protagonistas que se negaban a hablar con otros. Sus reportajes estaban bien escritos, llenos de voces, acción y personajes; eran caramelos demasiado dulces como para que algún jefe se preguntara algo. “Como jefe de una sección, tu primera reacción al recibir historias como esas es de satisfacción, no de sospecha”, ha reconocido Ullrich Fichtner, un responsable de la revista, en una larga reconstrucción del caso. “Relotius siempre entregaba historias excelentes (…), era un empleado especialmente valioso”. Fichtner, llamado a ocupar una alta responsabilidad, le describe como alguien “modesto, alto, reservado, atento, en ocasiones demasiado serio. Pero, en conjunto, el tipo de persona a cuyos padres te gustaría felicitar”.
Moreno, sin embargo, es un outsider. Un reportero freelance que trabaja desde su casa en Berlín y apenas pone el pie en la central, en Hamburgo. Es una voz exótica, hijo de un español empleado de una fábrica de neumáticos que emigró a Alemania desde el campo almeriense cuando él tenía año y medio (nació en 1972). Trabajó para varios medios y tuvo una columna en Süddeutsche Zeitung, hasta saltar a Der Spiegel en 2007.
Por eso en parte, cuando Moreno cuestionó el trabajo de Relotius, las sospechas se volvieron en su contra. “Me dieron a entender que eso tendría serias consecuencias para mí. Que me había atrevido a meterme con Dios. Yo estaba convencido de que iba a perder mi trabajo y de que nadie me querría contratar con semejantes antecedentes”. Ahí comenzó la verdadera batalla.
Moreno pasó cinco semanas dedicado a desmontar las historias de Relotius. Aprovechó un viaje de trabajo a Estados Unidos para llevar a cabo una misión secreta. Buscó a los supuestos entrevistados en el reportaje de la frontera. Condujo durante 800 kilómetros, hasta dar con Foley. Le mostró una foto de Relotius. No le había visto en su vida. Hizo lo mismo con Chris Maloof, otro supuesto entrevistado. Tampoco. Grabó esas entrevistas en vídeo y volvió a Hamburgo. Relotius argumentó que en su reportaje se hablaba de actividades ilegales y que nadie iba a reconocer en un vídeo haberlas hecho. Seguían sin creerle.
Ejemplares de la revista 'Der Spiegel' con el reportaje a partir del que se descubrió el engaño.Alexander BecherEfe
Moreno amplió la investigación y tiró de hemeroteca. Dio con un artículo en el que se suponía que Relotius había hablado con los padres de Colin Kaepernick y descubrió que la familia del jugador de fútbol americano que protestó contra el racismo había rehusado hablar con la prensa, también con la alemana. Cuanto más investigaba, peor olía todo.
Lo que pasó después se ha contado en las páginas de Der Spiegel a lo largo de varios artículos en los que la publicación ha entonado un sonado mea culpa. El 3 de diciembre, a las 3.05, una mujer llamada Janet envió un correo electrónico a la revista. Es la encargada de prensa del grupo de vigilantes al que supuestamente había acompañado Relotius en Arizona. En él preguntaba cómo era posible que hubiera escrito un artículo sobre ellos sin haber pasado por allí. Relotius falsificó el texto para que pareciera que la mujer preguntaba por qué había pasado tan poco tiempo con ellos. Pero 10 días más tarde llegó la prueba definitiva.
Los grandes jefes de la publicación se reunieron acompañados de un informático. Moreno les había convencido de que accedieran al servidor. Comprobaron que Relotius había manipulado el correo y que nunca había estado con los patrulleros de Arizona. La madrugada anterior, una de las jefas del impostor se había enfrentado a él tras descubrir otra fabricación, esta vez en Facebook. Relotius se derrumbó y confesó. Dijo que le había movido el “miedo al fracaso” y que “la presión para no fallar fue creciendo a medida que iba teniendo más éxito”. Recogió sus cosas y se marchó para siempre de la revista que le encumbró a la cima del periodismo alemán.
El 22 de diciembre, Der Spiegel publicó un número especial con una portada roja con grandes letras blancas en las que se lee: “Cuenta lo que es”. Son palabras del fundador de la revista, Rudolf Augstein, las mismas que ocupan un lugar destacado en la redacción de Hamburgo y que Relotius traicionó hasta su amargo final. Aquel número dedicó 23 páginas al asunto. En él se afirmaba que las alarmas deberían haber saltado en numerosas ocasiones. Como cuando Relotius pidió a los traductores de la edición internacional que no publicaran sus piezas en inglés. O cuando pidió que no divulgaran en la web una foto de la edición impresa.
La revista ha creado una comisión de investigación con veteranos de la casa, además de la exdirectora de Berliner Zeitung. Durante meses analizarán “cómo Claas Relotius pudo falsificar historias, inventar protagonistas, engañar a los colegas y burlar los sistemas de control de calidad, y qué cambios en la organización deben adoptarse”, según indica en un correo una portavoz de la publicación que evita ofrecer más detalles hasta que avancen las pesquisas. De momento, todos los artículos de Relotius aparecen en la web con una nota que advierte de que pudieron ser falsificados.
Reporter Forum, una iniciativa ciudadana por el buen periodismo, ha informado de que Relotius le ha pedido perdón y ha devuelto sus cuatro grandes premios Reporter.
Mientras, ha trascendido que Relotius pidió dinero a los lectores que se interesaron por las víctimas que aparecían en sus reportajes. No se sabe aún cuánto dinero recaudó ni qué parte fue a parar a ONG. A través de sus abogados, él ha reconocido haber recaudado dinero de los lectores, pero ha asegurado que lo donó a causas humanitarias. La revista comprobó que parte de ese dinero efectivamente había ido a parar a una ONG. En el mismo comunicado, sus abogados explican que su cliente ha admitido que “presentó hechos falsos y erróneos en numerosas ocasiones. Los falsificó y los inventó”. Dicen que “lamenta” lo ocurrido y que en ningún caso quiso “proporcionar munición a los que ahora apuntan a su reportaje con turbias intenciones políticas, como una prueba de la existencia de las llamadas fake news. Contactado el bufete de los letrados en Hamburgo, explican que ni ellos ni el propio Relotius quieren, de momento, ofrecer más explicaciones.
A estas alturas, las verdades se confunden con las mentiras en una maraña que tardará mucho tiempo en desenredarse. Pero por ahora algunos actores políticos han olido sangre y se han lanzado a degüello. Porque el caso Relotius se produce cuando las fuerzas populistas luchan por desacreditar a los medios tradicionales. La extrema derecha alemana se frota las manos ante un caso que considera la prueba última de que los medios son poco menos que fábricas de fake news. El embajador de EE UU en Berlín, Richard Grenell, el hombre fuerte de Donald Trump en Europa, ha aprovechado para lanzar una campaña contra Der Spiegel. Acusa a la revista de “antiamericana”, enturbiando aún más la ya de por sí maltrecha relación entre Washington y Berlín.
“En 7.300 palabras, Relotius solo acertó en el tamaño de la población. El resto era ficción”
La acusación de Grenell se fundamenta en una de las invenciones de Relotius tal vez más alucinantes. En un texto titulado ‘En una pequeña ciudad’, describe una localidad de Minnesota que supuestamente es un ejemplo de caladero de votos de Trump y a la que fue enviado. La sarta de falsedades que aparecen en ese reportaje las recopilaron con minuciosidad Michele Anderson y Jake Krohn, dos vecinos de Fergus Falls, que se indignaron al leerlo. Enumeran en un detallado artículo las invenciones de Relotius; entre ellas, lo que dice el cartel de entrada a la ciudad o una entrevista a un hombre del que afirma que nunca ha estado con una mujer ni ha visto el mar y que en su página de Facebook aparece en la playa con su chica. Así todo. “En 7.300 palabras solo acertó en el tamaño de la población y en la media de la temperatura anual, entre otros datos básicos (…). El resto es ficción desinhibida”, escribe Anderson, quien el pasado abril envió un mensaje a la cuenta de Twitter de Der Spiegel, en el que acusaba al autor de escribir “ficción”, que se perdió en el mar de interacciones digitales. El bochorno ha sido tal que Der Spiegel decidió enviar a su corresponsal en Washington para rehacer la historia y de paso pedir perdón.
Más allá de las paredes de la revista, el Spiegelgate ha desatado un intenso debate global en torno al futuro del periodismo en la era de las fake news, de la hipermedición de audiencias y de la compulsión por hacer las historias atractivas aun a riesgo de sacrificar la verdad. O, como lo ha llamado el analista de los medios Jeff Jarvis, “el peligro de la seducción del formato narrativo”. Alertan estos días algunos gurús del periodismo del riesgo de forzar las historias para hacerlas cada vez más atractivas, como si la realidad no bastara. Este es solo uno de los debates que planean sobre la redacción devastada de Der Spiegel, uno de los pilares del periodismo europeo.
Mientras, Juan Moreno no acaba de creerse todo lo que le ha pasado. Dice que le ha impactado descubrir el poder que puede llegar a tener la persuasión incluso en periodistas veteranos, con el colmillo bien retorcido. “Les engañó a todos y me hubiese engañado a mí también si le hubiese conocido”. Moreno reconoce que pensaba que nadie sería capaz de hacer algo así, y eso era lo que le frenaba. “Creo que en el fondo pensaba que hay ciertas normas que todos cumplimos”.
Der Spiegel afronta ahora una profunda remodelación, mientras espera el resultado de una investigación que no anticipa nada bueno. Relotius guarda silencio. Y Moreno, que recibe cientos de mensajes de felicitación y ofertas varias, ha vuelto a su vida de siempre, la de reportero freelance.
Las escuelas rurales son a día de hoy una especie en extinción en España. Lo son, en parte, como explicó Javier Tejera hace unos años en ECOTUMISMO debido al progresivo proceso despoblación que ha sufrido el mundo rural en este país en los últimos 60 años. En ese sentido, el que haya niños supone, para muchas pequeñas poblaciones rurales repartidas a lo largo y ancho de la geografía española, la delgada línea entre la vida y la muerte… entre la alegría y la tristeza. Si hay niños es que hay padres, cuántos más niños, más padres, es decir, adultos en edad productiva. A mayor productividad, mayor tejido social y económico, más servicios y, en definitiva, una mínima calidad de vida para todos. Por eso, la supervivencia de estas escuelas rurales ha sido siempre un asunto vital para muchas poblaciones del interior, que han tenido muy presente el dicho popular que dice que “un pueblo sin niños está condenado a desaparecer”.
Y por esto he colocado esta foto aquí y ahora, porque la despoblación de La Parra era ya evidente cuando se tiró allá por los años setenta del siglo pasado. Pasábamos entonces unas plácidas vacaciones en el pueblo, pero observábamos como disminuía la población año tras año. Quiero decir con ello que la localidad no era una excepción y así pudimos observarlo todos aquellos jóvenes que sentíamos cierto desaliento por una situación a la que nadie ponía remedio, y que había comenzado entre quince y veinte años antes. Y ha desembocado finalmente en lo que es hoy en día: uno de los pueblos con menos habitantes de España.
La evolución de este municipio, su historia directa, no puede desligarse en sus avatares de la del conjunto del país. Y, a nuestros efectos, podemos traerla y recordarla a partir de mediados del siglo XIX, cuando España en general es un país eminentemente agrario y prácticamente analfabeto. En 1855 por fin se ve la necesidad y se impulsa el Proyecto de Ley de Instrucción Pública, aprobado por el Gobierno moderado en 1857: la ley Moyano toma el nombre del ministro Claudio Moyano, que incorporó las propuestas progresistas. Todo un hito, el del consenso, pocas veces repetido en la historia legislativa nacional de educación. Comenzaba un proceso de 150 años hasta igualar a España con media Europa.
De hecho, hasta el año 1900 no existió el Ministerio de Instrucción Pública. La competencia estaba en una dirección general que se movía entre Fomento -con los progresistas- y Gracia y Justicia, con los moderados. Entre 1857 y 1901 la escolarización fue obligatoria de los 6 a los 9 años, aunque esto no se cumpliera. Era gratuita «para quien no la pudiera pagar». En ese inicio del siglo XX la edad se elevó a los 12 años, algo que duró hasta 1968, con un decreto que la elevó a los 14, dos años antes de la ley de la EGB de 1970.
Y este régimen es el que vivieron mis abuelos y familiares -para ser exactos, el 95% de los moradores de La Parra-, como nos cuenta mi padre benignamente, con algo de ingenuidad, en sus estimables y acarameladas Memorias: "Asistí a clase, en la Escuela del pueblo, de 4 a 7 años. Fueron tres años maravillosos. Durante ellos hice los juegos infantiles que por aquella época existían -que él recuerda con nostalgia-..., pero sobre todo, y es lo que cuenta, adquirí la formación cultural que hoy poseo, que, si bien no es mucha, me ha servido para desenvolverme en esta vida y que yo estoy satisfecho. Todo ello debido a los métodos de enseñanza tan excelentes que empleaba el Sr. Maestro, D. José García Belinchón, que nos hacía poner nuestros cinco sentidos en todo aquello que significaba aprender". Estamos hablando de 1925 a 1928. Al año siguiente, a sus 8 años empezó su primer trabajo, con un salario mayoritariamente en especie. Y tuvo que emigrar de La Parra a Lérida en 1957, cuando yo contaba con 6 años y mi madre marchó embarazada de dos mellizos al nuevo destino laboral de mi admirado progenitor.
¡Si no lo hubiera hecho, el fantástico desarrollo personal de sus descendientes no hubiera sido el que hemos gozado todos ellos! Que, por supuesto, ni olvidamos nuestras raíces, ni renunciamos a todo cuanto dé genio y figura a cuantos hemos respirado los Aires de La Parra, algunos incluso ya fallecidos; como dos de los seres más queridos por mí, y que -permítaseme- lloro ahora mismo sin consuelo: mi primo Manolo y mi hermano Saturnino. Aquí, en la foto siguiente, estamos todos en una jornada inolvidable junto a mis primas Esperanza, Elena, y otros dos amigos de veraneo -Meri y su hermano Vicente- que marcaron para siempre el día que nos fuimos a bañar al Júcar andando hasta los Baños de Valdeganga.
Del semianalfabetismo de nuestros antepasados nadie se acordaba, los queríamos sin destellos ni vanaglorias, en esos instantes cuando éramos unos jóvenes universitarios con magnífico humor y un laudable optimismo ante la vida. Muy diferente a la que nos precedió.
Después de lo afirmado en los post anteriores, al acercarme nuevamente a desentrañar las raíces y las esencias de La Parra y sus habitantes -pocos ya-, necesariamente debo remarcar que la cultura es una organización de la diversidad y, según precisa la introducción a la antropología, siempre ha de tenerse en cuenta cómo los individuos influyen en aquélla y en todo proceso identitario mediante la conversión de su forma privada de entender las cosas en expresiones públicas. La distinción que se establece entre identidad individual e identificación colectiva tiene mucho que ver con una organización de la diversidad en la que no cabe atribuir a los grupos, ni siquiera metafóricamente, características que sólo poseen las personas.
Entonces tanto la cultura como los procesos identitarios, que responden a nociones diferentes pero que están interrelacionadas, habrían de entenderse entonces dentro de diversos procesos y contextos, desprovistos de significados a priori que los asignan categorías universales, jerárquicas, homogeneizantes, unitarias, delimitadas, sustantivas, reificadas y esencialistas ya sea desde posiciones naturalizadas, culturalizadas o etnificadas.
Se trata de comprender la cultura y lo identitario como convencionalismos, formalismos, construcciones sociales de sus actores, que negocian y expresan diversidades, incluidas las desigualdades, cambios bidireccionales, contactos, coexistencias e hibridaciones. De este modo, se sostiene que los significados culturales e identitarios son sobre todo individuales y contextuales y que, por tanto, el estudio de las diferencias intraculturales e interculturales -según dijo Ascensión Barañano en su Introducción a la Antropología Social y Cultural- no es posible sin considerar los procesos de hibridación y si se acentúa el origen de los sujetos sociales para explicar sus semejanzas y disparidades, su unidad y diversidad.
Vinculado a esto, interesa también poner de relieve, como subraya dicha profesora, que tampoco la diversidad puede concebirse como una realidad esencial y sustancial, delimitable por sí misma y ajena a todo proceso de transculturación e hibridación dentro de la cultura de uno mismo y de la de los demás. La manera de entender la cultura y lo identitario no es independiente de la forma en que se construye la imagen del otro, ya sea bajo posiciones etnocentristas o relativistas. Si la noción de áreas culturales resulta insostenible, igualmente lo es la visión de que la cultura y la identidad sólo son un cúmulo de diferencias. Asimismo, son claros los impedimentos que de esas visiones esencialistas, sustantivas y homogéneas se derivan para entender que los procesos de cambio y de hibridación no conllevan forzosamente la desaparición de determinadas formas culturales o identitarias o que éstas se encuentren en “peligro de desaparecer”. Y no resultan menos evidentes las repercusiones que tienen esas formas de entender la cultura y la identidad en su construcción como nociones asociadas al “fetichismo de la mercancía”, e identificadas con capitales culturales y sociales, con mercancías con valores políticos, económicos, identitarios y académicos.
Implícitamente, pues, podemos ya responder a la cuestión que se planteó al comenzar esta serie de artículos, Y la contestación es que, una cosa es lo que diga un refrán, y otra muy distinta la materialidad de los propios hechos y de las distintas personas. NO TODA LA GENTE DE LA PARRA ES VANIDOSA; ni lo cree, ni lo demuestran sus esencias antropogénicas.
Antes bien, según ponen de manifiesto cuantiosos estudios y trabajos académicos -algunos de los cuales veremos en post sucesivos-, es obvio que la cultura y la identidad no sólo son atravesadas por las diferencias, sino sobre todo por las desigualdades sociales entre individuos y grupos, a menudo ocultas y oscurecidas tras aquéllas por el conocimiento científico, incluido el antropológico.
Por supuesto, en La Parra -como en cualquier sitio- hay (o hubo, por la sobresaliente despoblación de la localidad) personas que interpretan (o interpretaban) la vida como si todo se tratase de una lucha de egos. Esto siempre ha ocurrido, pero en un contexto como el actual, en el que tanto la rivalidad como las apariencias son elementos muy valorados, es muy frecuente que aparezcan esta clase de individuos, educados para llegar a ser de este modo. Esto permite ratificar que la propia organización de la diversidad que supone la cultura, los procesos de cambio e hibridación y, desde luego, las posiciones jerárquicas atribuidas a las formas culturales -dominantes y dependendientes, hegemónicas y subalternas, superiores e inferiores, cultas y populares- en las relaciones intra e interculturales no están en absoluto al margen de las relaciones de poder existentes entre los sujetos sociales que las protagonizan y reproducen.
Ello requiere que efectuemos un ejercicio de análisis y, a la vez, de síntesis que reconozca las visiones y argumentos diversos, en otros planos de las diversas ciencias sociales, consiguiendo sus relaciones correspondientes, hasta conseguir su articulación en un campo consensuado. Y aquí voy a dejar por hoy el tema, largo, no muy complicado ni difícil, pero sí de mayor extensión que la desarrollada hasta ahora.
Últimos comentarios