Sucedió en La Parra. Ayer, 13 de agosto de 2024, en el comienzo de las Fiestas Patronales en honor al Santísimo Cristo de la Salud, que arrancó con la Procesión desde la Parroquia a la Ermita con la Patrona; siguió con el rezo del Credo ante la Sagrada Imagen del Cristo de la Salud; repique de campanas, traída de los Patrones en andas hasta la Parroquia, y la Solemne Misa en honor al Patrón.
La instantánea, de por sí, reproduce -a mi modo de ver, siempre relativo y discutible- un acto de avenencia y confraternización, elocuente y grandioso. De manera natural, sencilla y abierta contiene la imagen el gramaje que nos dan siempre las esencias de los aires de La Parra de las Vegas, encerradas en una gran palabra: hermandad.
La hermandad es un vínculo especial que une a las personas, ya sea por lazos de sangre o por una conexión profunda y sincera. Es como un refugio donde siempre serás acogido y estimado. Da forma a un lazo inquebrantable que trasciende cualquier adversidad, puesto que en la hermandad encontramos fuerza, apoyo y amor incondicional. Nos enseña el valor de la lealtad y el compromiso, nos brinda la oportunidad de crecer juntos y superar los desafíos, y en ella encontramos un refugio seguro donde podemos ser nosotros mismos.
El protocolo trascendido del acto permitió ver próximos a Benjamín Prieto y a Álvaro Martínez Chana, el ex presidente y el actual presidente de la Diputación Provincial de Cuenca, a derecha e izquierda de Vicente Martínez Vedriel, el alcalde de La Parra, marginando cualquier atisbo de índole partidaria o partidista, espiritualmente apoyada por dos sacerdotes, el titular de esta parroquia y el invitado, oriundo de La Parra y ejerciente en Barcelona (excelente estuvo en su homilía, como tuve el gusto de decirle a su padre, al que no veía desde hace años). Para el pueblo llano esto es muy de agradecer, dado que palpamos en el bien quehacer de todos ellos cómo la hermandad compone una sinfonía perfecta, donde cada uno de nosotros es una nota que se complementa con los demás. Así me lo dijo el corazón propio cuando saludé con alegre entusiasmo a Antonio y a Pedro, ya mayores y en silla de ruedas, de los que tomé en mi infancia buenas píldoras transmisoras de respetabilidad.
Unos comprimidos que siempre me dieron salud en los diversos movimientos que la vida surcó en mis labores profesionales, académicas, sociales y también políticas. Grageas que saboreé ayer nuevamente al beber la zurra de la fuente de la Plaza Mayor.
En ese instante rechinó una frase que nunca olvidé al redactar el texto final de mi tesis doctoral: «No se puede promover la hermandad del hombre incitando al odio de clase» (William Boetcker). Un vector que en su momento me hizo separarme de la mayoría de las ideas marxistas.
Planteamientos dañinos que instintivamente zumbaron algunas de mis neuronas y de mi prima Elena -como fervientes y constatados defensores del tren convencional Madrid-Cuenca-Valencia- al observar a Martínez Chana dar paso al primer vaso de zurra salido de la fuente. Al llegar la bebida pensé mejor que, observado el buen trato dispensado al alcalde de nuestro pueblo, los parreños tenemos superados para bien los intereses partidarios.
Partidario es el que sigue a un partido, también a una idea, persona o movimiento y no tiene carácter peyorativo, mientras que partidista es aquel que antepone los intereses de su partido a los generales, tal y como indican los principales diccionarios normativos y de uso.
Así en frases como «Demostró con esas declaraciones su carácter partidista», lo que se quiere decir es que existe una adhesión total al partido que impide la imparcialidad.
Es conveniente recordar que cuando una persona pertenece a un partido se dice que es militante ya que el partidario no tiene por qué pertenecer a un partido y, según indica el Diccionario panhispánico de dudas, en América es común el uso de partidista con el significado de ‘de(l) partido o de (los) partidos’: «El tema de la educación está sobrepasando al ámbito político partidista y gubernamental».
Ayer no hubo bandos en La Parra, sino cordialidad y espíritu constructivo. "Nadie tenía que medirse", según la expresión. Y ¡ojalá fuese siempre así! El verbo medirse, como sinónimo de enfrentarse, rivalizar o competir, se construye tradicionalmente seguido de la preposición con (medirse con un rival), de acuerdo con el Diccionario de uso del español de María Moliner. El verbo medir puede usarse con varias preposiciones (medir a palmos, medir por metros, medir en hectáreas, etc.), pero el pronominal medirse, con el significado de enfrentarse, rivalizar o competir, selecciona en el uso esmerado la preposición con (medirse con el enemigo); no obstante, el uso de la preposición a –quizá por influencia de enfrentarse a– se halla ampliamente extendido y no se considera censurable.
La exquisita corte social dio mucho de sí y esto fue de agradecer, porque nos permitió palpar el relevo generacional producido en las interrelaciones poblacionales de La Parra. Se observó un dominio de múltiples grupos de jóvenes con raíces ligadas a este municipio, desbordantes de los mejores valores que desde aquí se siguen emitiendo. No, por fortuna, ni asomó el menor atisbo de los que se llama conflicto intergeneracional. que se define como una disputa o confrontación (que contiene prejuicios) entre generaciones, como entre padres e hijos o nietos y abuelos, mientras que el conflicto intrageneracional ocurre dentro de generaciones, como entre niños o ancianos. Por tanto, ¡vivan los nuevos jóvenes de La Parra!. Los mayores confiamos en todos vosotros para que perdure los mejor de los aires que dan cobijo al pueblo.
En la búsqueda de un mundo mejor, la unidad entre las generaciones es un elemento fundamental para el progreso y la armonía en la sociedad. En nuestra sociedad actual, nos encontramos con una brecha generacional que dificulta la comunicación y la comprensión entre jóvenes y mayores. A medida que la esperanza de vida aumenta y las innovaciones tecnológicas y científicas transforman nuestra realidad, es esencial buscar espacios y actividades que promuevan la interacción y el entendimiento mutuo entre ambos grupos.
La interacción entre generaciones proporciona un sentido de pertenencia y apoyo mutuo. Los jóvenes encuentran en los mayores mentores y modelos a seguir, mientras que los mayores se sienten valorados y conectados con el futuro a través del contacto con la juventud. La fuente nos dio ayer con su bebida su gran zumo de aprendizaje bidireccional. Sigamos avanzando en esta lección.
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