Juan Andrés Buedo
Cuando admiramos a una persona, estamos mostrando a la vez respeto y reconocimiento sobre sus esfuerzos. Es una manera de tener a alguien como referente, de manera que nos sirve como brújula acerca de aquello a lo que deberíamos tender.
Bien lo entendió el escritor británico Kevin McCloud en una frase aleccionadora: "Es admirable cualquier persona que siga el camino menos transitado". Esta cita encierra una certidumbre incuestionable, pues la persona admirable es aquella que sigue sus sueños. Siempre es mejor intentar algo y fracasar que dejarnos llevar por el miedo, lo que quiere decir -en palabras de Frazier Tharpe- que "la admiración mutua es la clave para obtener el éxito en cualquier tipo de colaboración". Una contribución que en el esfuerzo por recuperar el servicio ferroviario convencional entre Madrid y Valencia viene destacando la desprendida entrega de dos personas, Ana Cristina Carralero Blanco y Julián De los Santos del Olmo, a los que el `Grupo Crítico Conquense (ferrocarril regional)´ acaba de conceder el Premio de Honor a la Defensa del Tren Regional Madrid-Cuenca-Valencia.
Galardón merecidísimo y benemérito, que confiamos en ir incrementando conforme el amparo de estas acciones consiga su meta y se ponga de nuevo en servicio esta línea ferroviaria. El Derecho nos asiste y la Literatura nos honra, como saben inusitadamente Ana y Julián, junto a los asiduos acompañantes en los plantes de cada martes. Acólitos que van a ir recibiendo también el lauro de la bandeja que acaba de abrirse.
El simbolismo del recodo que aquí me trae hoy, me transporta a Antonio Machado y, en concreto, al poema "A un olmo seco" donde cuenta la historia de un olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, que está casi completamente seco. Sin embargo, al llegar la primavera, aparecen algunas ramas con hojas verdes nuevas que demuestran que, a pesar de todo, aún sigue vivo. Machado se identifica con el olmo para esperar que también en él se produzca este milagro:
A UN OLMO SECO
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas nuevas le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Un destacado poema sobre la vida, de la que tanto hay escrito y cuanto nos queda a algunos por escribir; singularmente para la reconquista de una infraestructura que tan injustamente nos ha hurtado la rapiña infectada por el egoísmo putrefacto de potenciales plusvalías draculinas de unos políticos berzas y unos empresarios zampatortas.
En contra de todos estos, y en honor de la labor desarrollada por Ana Cristina y Julián, recomiendo la lectura de la obra del sobresaliente catedrático de Filosofía y escritor José Antonio Marina "Historia universal de las soluciones: En busca del talento político" (Ariel, 2024), libro que nos descubre una metodología para la resolución de problemas. La primera parte es una teoría de la inteligencia resuelta, es decir, de la que solventa los problemas y avanza con un dictamen. La ausencia de soluciones conduce a la «angustia» o a la «desesperanza». Esta teoría es una doctrina de la inteligencia optimista que permite elaborar una metodología para el tratamiento de los problemas, una heurística. Una parte de la psicología positiva piensa que el remedio para las situaciones difíciles es cambiar el estado emocional. Para la Teoría de la inteligencia resuelta la salida es solucionar propiamente el conflicto. La segunda parte trata de la historia de las soluciones. Es, en realidad, una historia de las culturas, porque esta no es más que un conjunto de soluciones ―buenas, malas y garrafales― a los problemas universales. Esto nos permite compararlas y elegir las mejores soluciones.
Abrazando este último factor, los impulsores de la reivindicación del tren para el progreso de Cuenca pedimos de la mano de Ana y de Julián inteligencia a los políticos implicados, aislamiento de los empresarios codiciosos y sabiduría social a los jueces de esta causa pendiente.
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