La noche de San Juan es la más corta del año, pero también la más llena de tradiciones y supersticiones para gustos y objetivos.
Como es obvio -y no puede ser de otro modo- yo no estaba presente la primera vez que se practicó el "salto del vaso" en La Parra de las Vegas, por eso, sin fuentes escritas donde terciar, no puedo decir a ciencia cierta quién, cuándo y por qué se instituyó. Lo que sí es evidente que compone una tradición cuya práctica y mantenimiento ha dado santo y seña a este pueblo. Mis abuelos la vivieron, mis padres también, lo mismo que mis contemporáneos.
Como toda costumbre o usanza, su referencia nos dirige al instante a cuanto entraña la Fiesta, que es hoy objeto de múltiples interpretaciones desde diversas disciplinas, particularmente en el campo de la Historia, y ha logrado posicionarse como uno de los temas de interés, dado los entramados sociales que hacen parte de esta manifestación colectiva.
La fiesta es uno de los actos o acciones colectivas que los grupos humanos realizan con mayor frecuencia, entraña muchas formas de sociabilidad y como un medio de manifestación social está ligada a las variadas esferas e intereses de poder en virtud de ser un campo propiciatorio de interacciones sociales. Ella sirve como punto de encuentro al crear, en algunos casos, un espacio de unanimidad y, en otros, construyendo territorios de lo diferente; de tal manera que modela lugares de diversidad. Mediante la fiesta "el hombre se acerca a la divinidad, pero también a su dimensión animal, entregándose a lo irracional", como afirma Uwe Schultz, y es aquí donde el individuo pierde una porción de su autonomía, que sólo podrá encontrar en la comunidad.
La fiesta crea un ambiente nuevo al romper la rutina diaria y al mismo tiempo es "una intensificación de la vida en un lapso corto de tiempo", que permite construir escenarios donde se manifiesta la incertidumbre de lo fugaz, el desorden del descontrol, el desvanecimiento de las fronteras, la comparsa de las burlas, las risas de la esperanza, las nostalgias de lo efímero, la sensación de la alegría, la superposición de la transversión con la reversión, pero que al mismo tiempo puede servir de tablado de un orden reglado, de un control social y de la puesta en escena de lo desigual, según describe Marcos González Pérez.
Para ensayar definirla se requiere tener en cuenta una serie de elementos, principalmente en lo que tiene que ver con su entorno de existencia, que hace que ésta no se deje "atrapar fácilmente" (Jacques Heers). El estudio de la misma ha sido abordado desde diversas disciplinas, lo que ha permitido ampliar su campo de análisis y se ha logrado además un mejor mapa de comprensión acerca de las diversas interpretaciones que sobre ella se han efectuado.
Para considerarla como objeto histórico mucho se debe a los aportes del folclore, de la etnología y del psicoanálisis, así como de la antropología, campos de estudio que han orientado al historiador hacia el análisis de los rituales y de lo "aparentemente insignificante" de las sociedades.
La noche de San Juan es una de las más cortas del año y también una de las más mágicas y especiales. Desde hace siglos, cada 23 de junio se congregan miles de personas en torno a las tradicionales hogueras para celebrar la víspera de San Juan. Además de ello, las supersticiones y las tradiciones se dan la mano esta noche para purificar y rendir culto al sol.
San Juan es una festividad que muchos vinculan a ritos de origen pagano, pero con los años se cristianizó hasta convertirse en una fiesta dedicada al nacimiento de San Juan Bautista. Con la llegada del cristianismo, la popular fiesta se adaptó al calendario de la liturgia católica, haciéndola coincidir con el 24 de junio. De hecho, la tradición de encender hogueras se asocia con el relato bíblico según el cual Zacarías mandó a encender hogueras para anunciar el nacimiento de su hijo Juan.
Al centrar este peculiar asunto, hoy mismo la Cadena SER recuerda que las celebraciones de hoy en día giran en torno a diferentes ritos y tradiciones y se extienden por toda la geografía española, pero si hay una ciudad donde la noche de San Juan cobra importancia esa es Alicante, cuya fiesta fue declarada de Interés Turístico Internacional en 1983. También cuenta con especial arraigo en amplias zonas de Galicia y en Andalucía, sobre todo en el litoral malagueño.
Algunos de los rituales más extendidos en la noche de San Juan son los siguientes:
- Saltar las hogueras en la playa
- Bañarse en el mar a medianoche
- Saltar olas de espaldas
- Introducir plantas aromáticas en agua
- Quemar los deseos y pensamientos negativos
- Recoger hierbas a medianoche
- Quemar Juanes y Juanas
- Lavarse la cara a medianoche
- Dormir con patatas bajo la almohada
- Encender dos velas rojas
- Beber agua de un manantial al día siguiente
- Hacer una cruz en los árboles a medianoche
- Encender fuegos artificiales
Analógicamente veo que es en este conjunto de ceremonias donde cabe ubicar también el parreño salto del vaso, dicho es sin afán de sentar cátedra ni cortar aportaciones más solventes.
Lo cual me permite decir que este rito se enmarca en el de otras zonas del país en las que es común escribir en un papel los deseos que se anhelan y en otro algo negativo que se quiere eliminar. Según la tradición, se debe quemar el papel con lo que queremos eliminar y conservar durante todo el año los deseos que ansiamos alcanzar para quemarlos en la noche de San Juan del siguiente año.
Rituales para atraer la suerte en la Noche de San Juan (Erik Mclean/Pexels)
La cadencia del salto del vaso entronca con una trradición perdida en La Parra de las Vegas, como es la dormir con patatas bajo la almohada, que también es algo típico de San Juan, aunque más que un ritual es una superstición. De acuerdo con esta costumbre, se deben colocar tres patatas: una entera; otra, rasgada; y la última, sin piel. Al día siguiente se debe introducir la mano bajo la almohada y extraer uno de los tubérculos. Si se saca la patata entera, el futuro estará lleno de prosperidad; si se saca la patata marcada, habrá momentos positivos y negativos; si se saca la patata sin piel, el año estará cargado de mala suerte.
Una de las costumbres más originales, parecida a la superstición de las patatas, consiste en recoger nueve flores de cualquier tipo y colocarlas bajo la almohada para tener sueños premonitorios. Incluso, hay quien cree que beber agua de un manantial recogida el 24 de junio, Día de San Juan, sirve para ahuyentar el mal de ojo.
No obstante, lo cierto y verdad es que hay tantos rituales de San Juan como lugares donde se celebra la festividad. Aparte de los ya mencionados, en algunas regiones es tradición hacer una cruz en los árboles a medianoche para que las promesas se cumplan. Otra tradición propia de estas fechas es encender velas: siete para atraer las virtudes o dos si lo que se quiere es atraer a la persona deseada.
Tampoco podemos olvidar las verbenas, que son todo un clásico de San Juan. Repartidas a lo largo y ancho de la geografía española, las fiestas más famosas de esta época son las de Albacete, ciudad que honra a San Juan Bautista como su patrón esta semana. Como colofón a estos festejos, los espectáculos pirotécnicos tiñen el cielo de color en la noche de San Juan. Como no podía ser de otra forma, los fuegos artificiales dan el pistoletazo de salida del verano.
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