La batida literaria para el desarrollo de la segunda parte de la novela sobre El Artista de Valdeganga me condujo ayer a Basilea -un suponer porque, como es obvio, ese decurso se produce en el cuerpo del protagonista- y la miscelánea de un encuentro de Samuel con un rabino de la Gran Sinagoga de esa ciudad suiza. Las reflexiones entre ambos instantáneamente me devolvieron a las tierras conquenses y, en concreto, a las callejas de La Parra de las Vegas en tiempos de fiesta. Un tema éste apasionante, como se observa al acudir a los estudios de Honorio Manuel Velasco Maillo, una de las principales referencias en España en el campo de la Antropología Social y Cultural.
Su obra Tiempo de fiesta. Ensayo antropológico sobre las fiestas en España abarca las fiestas no como meros residuos folklóricos, sino como un verdadero desafío de investigación, donde se abordan desde una metodología para el estudio de las fiestas, hasta el estudio de alguna de ellas: Fallas, la romería del Rocío, Fiestas Patronales, los Mayos… Desarrolla un conjunto de análisis sobre los aspectos económicos, sociales, comunicacionales y simbólicos que nos ayudan a comprender mejor este fenómeno cultural complejo, aunque a simple vista no lo parezca, denominado fiesta.
Resulta poco comprensible que la antropología social y cultural haya prestado tan escasa atención a algunos aspectos de la cultura popular, principalmente a la fiesta. La mayor parte de esos estudios en España han sido estudios de comunidad, y es especialmente en la fiesta donde una comunidad cobra relieve, puesto que la participación es general y en ellas se ejerce la condición de miembro de la misma. En las fiestas se crea un ambiente inconfundible de interacción social. Y no es posible comprender la fiesta sin vivirla, por lo que el análisis de las fiestas es uno de los esfuerzos mas placenteros que deben hacerse en antropología. Para entender tanto el significado como lo específico de una determinada fiesta, no sólo basta con conocerla con profundidad, sino que hay que convertirse en protagonista de ella. El calendario es el que establece y regula los tiempos festivos. Por una parte regula el tiempo, es decir, establece secuencias pautadas de trabajo y fiesta. Siempre se comienza con trabajo y se termina con fiesta. Por otro lado, el calendario es también un ejercicio de memoria colectiva.
En cuanto a la cultura española, se ha señalado la abundancia de fiestas. El número de días festivos ha sufrido y sigue sufriendo cambios, y el número de días de fiesta es hoy mucho más reducido que antaño. Se han producido dos fenómenos: uno reductivo (algunas fiestas han desaparecido) y otro expansivo (las fiestas mayores se extienden hacia la víspera y hacia los días posteriores). Ambos fenómenos tienden a concentrar las fiestas en un periodo...
José Ignacio Homobono publicó un interesante trabajo sobre Fiesta, tradición e identidad local en el que considera la fiesta como el rasgo privilegiado por los estudios de folklore y/o cultura popular. Un tipo de fiesta tradicional tanto por sus elementos formales como por el ámbito preferente, aunque no exclusivo, en el cual se desarrolla, el de unas comunidades locales ubicadas sobre todo en áreas rurales, aunque también otras sean poblaciones urbanas, y unas y otras estén inmersas en la vorágine de la modernización y del cambio social. Estos rituales festivos, lejos de constituir meras supervivencias arcaizantes, son tradiciones funcionalmente operativas en nuestra compleja sociedad.
Las fiestas, y en particular las tradicionales, ritualizan de forma recurrente el particularismo, actualizando y reafirmando el sentimiento de formar parte de una comunidad -local, regional, nacional- y reproduciendo simbólicamente la identidad colectiva de ésta. Así lo puso de manifiesto Durkheim en Las formas elementales de la vida religiosa: «Todo nos conduce, pues, hacia la misma idea: los ritos son, ante todo, los medios por los que el grupo social se reafirma periódicamente... Hombres que se sienten unidos, en parte por lazos de sangre, pero aún más por una comunidad de intereses y tradiciones, se reúnen y adquieren conciencia de su unidad moral».
El sentimiento de pertenencia a la comunidad, su identidad colectiva, se actualiza o explicita mediante los rituales, y entre éstos los festivos. Tienen un sentido social integrador en tanto que rituales mismos, además de los significados de cada uno. La actualización efectuada mediante el ritual reafirma los vínculos sociales, recordando a los actores que forman parte de un grupo determinado. La fiesta, en concreto, presupone una unidad social diferenciada, a la vez que contribuye a crearla y reproducirla, puesto que a través de la fiesta aquélla se reafirma como grupo o comunidad. Los actos festivos, y en particular los religiosos y/o cívicos, proporcionan la ocasión ritual para la reproducción de identidades colectivas. En cualquier caso, la participación en manifestaciones festivas expresa más bien la adhesión a una identidad colectiva que al propio significado específico del acto: religioso, cívico o lúdico.
Identidad es sinónimo de estabilidad, permanencia, continuidad en el tiempo, tradición en suma. Uno de los sentidos generalmente atribuidos al concepto de identidad sería el de permanencia e igualdad de la sociedad consigo misma a lo largo del tiempo, es decir como antítesis del cambio. Pero el problema no es la existencia objetiva de tal identidad postulada, sino la conciencia de identidad, quizás paradójicamente más viva en épocas de crisis y de cambio.
La fiesta emite signos de identidad en tanto que, con frecuencia, es un ritual conmemorativo que remite a un acontecimiento original, histórico o legendario. Los rituales generan identidad en cuanto una comunidad se identifica con su herencia colectiva, con su tradición, reconociéndose en hechos y acontecimientos de su propia historia.
Varios allegados/as me han preguntado qué pretendo con el serial éste de lo que vine a denominar "los vanidosos de La Parra". Es muy sencilla la respuesta. Está guiada por la constitución de una memoria colectiva de esta localidad, ya que es un elemento indispensable en la producción/reproducción de identidad comunitaria. Cierto, la memoria colectiva -que Maurice Halbawchs oponía a la memoria histórica- está restringida al entorno temporal de una generación, a la que reconocía dicho autor una función de reproducción de la tradición y de la identidad. Tal y como ha sido definida por Pierre Nora, «la memoria colectiva es el recuerdo o conjunto de recuerdos, conscientes o no, de una experiencia vivida y/o mitificada por una colectividad viva, de cuya identidad forma parte integrante el sentimiento del pasado. Es lo que perdura del pasado en la experiencia de una comunidad, o la forma como ésta se representa su pasado. Patrimonio inalienable y manipulable, que carece de la objetividad de la memoria histórica. Aquélla es afectiva y simbólica, en tanto que ésta sería analítica, crítica y erudita. Para Georges Balandier, la memoria colectiva, entendida en términos de definición informática, consiste en formas materiales (paisajes, espacios, obras) y otras más ideativas (disposiciones simbólicas, dispositivos mentales). Actuando en términos de definición informática, tal memoria permite hacer presente y reactivable el patrimonio del pasado.
Por esa serie de motivos, con la finalidad de describir la "memoria colectiva parreña" me sentiría encantado de abrir esta ventana a colaboraciones de personas diferentes a mi. Seguro que pueden aportar signos, señales, ámbitos a toda esta narrativa. Y, de esta forma, colaborarían en que la despoblación del pueblo no fuera motivo de parálisis alguna, sino de un orgullo identitario ejemplar, o, dicho con mayor precisión, de elaboración de una revisada plataforma de restitución, de iniciativas y de un potencial emprendimiento para lograr nuevos cauces inmersos en la economía sostenible, con la que el futuro está llamando a las puertas de las nuevas generaciones.
Mi correo electrónico, mi Messenger, mis blogs, son una vía de comunicación que engloban toda esa línea dispuesta para la finalidad expresada. Vamos, ¡ánimo!, espero vuestros mensajes, artículos, fotografías, vídeos, cualquier cosa que avance en la memoria colectiva de La Parra de las Vegas.
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