Hoy, 13 de agosto de 2020, conforme a la usanza trenzada en La Parra de las Vegas desde hace unas decenas de años, acomodada al determinismo irreversible de la emigración de su población, debían iniciarse las fiestas en honor del Santo Cristo, trasladadas desde las fechas reservadas tradicionalmente con esta finalidad en el mes de septiembre. De nuevo se ha encargado de esta fractura la Covid-19, que ha obligado a la suspensión -como en tanto lugares del planeta- de estos festejos. Por esto escribo las presentes líneas, para que la aflicción no desanime a la parentela joven ni a los entrañables paisanos, quienes me consta que son conscientes de la máxima de Sófocles, como demuestran las fotografías y los vídeos de la cuenta del grupo que con el título del municipio se publica en Facebook, pues nunca se han dejado vencer por el orgullo impropio -signo antropológico que C. G. Jung utiliza para calificar a aquellos que lo usan para engañarse a sí mismos bajo superficiales conciencias-, sino que por el contrario han fijado desde hace siglos unos surcos complacientes de vanagloria sin engreimiento, educados entre permanentes y suaves voces capaces de decir sin temor alguno que algo no está bien.
Por esto me identifico con la idiosincrasia de La Parra, repleta de cultura social transmitida de forma directa para expresarse con franqueza y sin guiones teatrales en amplios escenarios; dónde sus gentes aparcan orgullos, egos o narcisismos con el objeto de avanzar en la verdad, para corregir errores o reparar cualquier mal. "Un parreño, nunca te va a engañar; pero te retirará la palabra mientras no restaures el daño que le has causado, que a ti, evitando errores, no te lo dirá", le escuché decir a un participante en un "corro" de abuelos de los que se hacían a la sombra de las escaleras del ayuntamiento local a finales de los años 50 y mediados de los 60 del siglo pasado. Un quehacer de círculos reducidos, emplazados en la constancia, la pesadumbre y la fe. Para Sófocles la soledad era necesaria en la toma de decisiones, la constancia para lograr mantenerse apegado a ellas, la pesadumbre (o "el dolor") era una consecuencia de la constancia y la fe en los dioses -no olvidemos que sus valores de la tragedia pertenecían a la Época Arcaica- para evitar perder las esperanzas.
Lo que termino de indicar no puede amilanar a los parreños en un día como el de hoy, antes al contrario. Ha de hacerles querer más a cuantos "ya no están" (familiares, amigos, vecinos, etc.), esta es la parte principal del presente mensaje, porque han de saber que el orgullo nos hace desear "una solución a las cosas: una solución, un propósito, una causa final; pero cuanto mejores sean los telescopios, más estrellas aparecerán", como afirmó Julian Barnes.
La estampa de la procesión evoca siempre el descanso. Y éste regenera el cuerpo, activa la memoria y nos ayuda a desarrollar el ocio, que tanto nos complementa como seres humanos. Como he dicho más arriba, este año no va a poder ser igual. Tendremos que esperar al año próximo. Sin embargo, lo incuestionable es que el cerebro necesita vacaciones. No es un eslogan publicitario de una agencia de viajes, sino una necesidad biológica. En la antigua Grecia ya existían templos dedicados a Asclepio, dios de la Medicina, donde los pacientes eran inducidos a soñar para curarse de sus enfermedades. Las ventajas del sueño y del descanso se siguen demostrando en la neurociencia actual. Es más, ahora se sabe que solo alcanzamos nuestras dosis máximas de energía alternando el trabajo y el reposo, el esfuerzo y la vocación, la obligación y la diversión. El descanso regenera el cuerpo, activa la memoria y nos ayuda a desarrollar el ocio, que tanto nos complementa como seres humanos. Ahora bien, la tecnología y los hábitos actuales no nos lo ponen demasiado fácil. Hay cinco claves que pueden ayudarnos a desconectar cuerpo y mente. Las propuestas aparecen en el libro Vitamina X, que escribió Pilar Jericó junto a José Luis Llorente y Jesús Vega después de estudiar el desempeño de deportistas de élite y de otros grandes profesionales.
¿Qué podemos entonces hacer hoy? Soñar con el pilón de 2021. Bajo las reglas de esos expertos, y, más directamente, aplicándonos la "clave 5", es decir, practicando y divirtiéndonos con los diferentes tipos de descanso que, como explica José Luis Llorente, exjugador de baloncesto y ganador de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984, los deportistas practican en sus tres tipos de descanso. Todos son aplicables al resto de las personas. El primero es el descanso activo, que significa mover el cuerpo o la mente en actividades diferentes a las que realizamos habitualmente. Luego está el descanso parcial, que significa trabajar a medio gas con una intención clara de recuperación. Y por último encontramos el descanso total, en el que te olvidas de todo lo relacionado con responsabilidades, tareas, tensiones y trabajo duro. Solo hay que escoger el más adecuado en cada momento y divertirse.
¡Aupa parreños!, et in festis Christi. Divertiros y descansad, con reparos y responsabilidad, porque
AL MALDITO CORONAVIRUS DE NUESTRO LADO HAY QUE ECHAR.
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