Los líderes de Podemos festejan cada iniciativa propia como si fuera un cambio tan auténtico al que solo los inmovilistas se pueden oponer
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el de En Comú Podem, Xavier Domènech, se besan en el Congreso durante la segunda jornada del debate de investidura del líder socialista. EFE
JAVIER AYUSO (Publicado en El País, aquí)
La autodenominada nueva política de izquierdas abusa de dos términos que se han convertido en inseparables de cualquier propuesta que realicen: todo es histórico o supone un cambio tan auténtico que solo los inmovilistas se pueden oponer. El ejemplo más claro lo dio el martes Pablo Iglesias al ofrecer al PSOE presentarse en listas conjuntas al Senado el próximo 26 de junio. ¿Por qué no reflexiona Pedro Sánchez antes de oponerse a un acontecimiento histórico?, venía a decir el líder de Podemos.
Para empezar, las listas conjuntas de la izquierda al Senado no son nada nuevo, y mucho menos histórico. Joaquín Almunia (PSOE) y Francisco Frutos (IU) acordaron en el año 2000 presentarse de forma conjunta a la Cámara Alta en 27 provincias, con el resultado de una mayoría absoluta del PP de José María Aznar en el Congreso y el Senado.
Hay dos posibilidades. O Pablo Iglesias, profesor de Ciencias Políticas y viejo militante comunista (o sea de IU), no conocía ese hecho, lo cual le deja en mal lugar; o lo sabía perfectamente y sencillamente prefirió regatear la realidad para empezar su bombardeo de propuestas agresivas a (o contra) Sánchez, para tener la manija de la agenda política en estos 40 días que quedan hasta las elecciones.
Menos mal que Pedro Sánchez y Susana Díaz han puesto las cosas en su sitio de forma rápida y contundente, afirmando que no van a entrar en los jueguecitos de Podemos. Ya lo que le faltaba al PSOE es que se dejaran llevar al huerto por el partido morado y se olvidaran de presentar una propuesta ilusionante para los españoles de centro izquierda e izquierda.
El problema de fondo es que Iglesias y su tribu piensan (o dicen que piensan) que están haciendo historia. Puro adanismo. Como si antes de que ellos llegaran a la política nadie hubiera luchado por la democracia y las libertades, desarrollado un Estado de bienestar o puesto en marcha mecanismos contra la desigualdad.
Además de presumir de estar escribiendo la historia, los líderes de Podemos y de todas sus confluencias han impuesto un nuevo estilo político basado en el ¿por qué no? Bajo ese paraguas, hacen planteamientos impropios, actúan de forma provocativa o insultan directamente a sus rivales políticos en nombre de la nueva política. Aunque ésta tenga dos varas de medir: una para ellos y otra para los demás.
¿Por qué no voy a insultar a los políticos con los que quiero pactar (la cal viva del PSOE o el pitufo gruñón de Garzón)? ¿Por qué no voy a proponer incumplir las leyes que no me gustan? ¿Por qué no voy a montar un teatro en el Congreso con bebés, besos y promesas de cargo a lo bolivariano? ¿Por qué no voy a mantener en las listas electorales a una juez acusada de prevaricación? ¿Por qué no vamos a colocar a nuestra familia en cargos públicos o darles contratos? ¿Por qué no proponer que los cargos más importantes de la Administración declaren fidelidad al régimen? ¿Por qué no insultar a los periodistas que no les hacen la ola?
Y por qué sí? La respuesta más probable que te pueden dar es “porque yo lo valgo”. O, dicho de otra forma, “porque estamos haciendo historia”.
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