"Existen tres cosas que me decepcionan: la hipocresía, porque no nos permite confiar; la injusticia, porque hace ver a unos más que otros cuando no se lo han ganado y la deslealtad porque deja sin piso parte de nuestros principios" Luis Gabriel Carrillo Navas.
Hace tiempo que nos lo venimos barruntando aunque nos resistíamos a creerlo pero, a medida que la política de España, en su conjunto, se acerca al despeñadero de la izquierda; cuando vemos como el neocomunismo parece que se vuelve a instalar en nuestras tierras, como si lo ocurrido en la Guerra Civil española no hubiera servido para nada; los que, en alguna forma, estuvimos viviendo aquellos dramáticos acontecimientos, tenemos la sensación de que, en otros tiempos, con otros personajes, bajo otro entorno mundial y, especialmente europeo, estamos repitiendo los mismos errores, se cometen los mismos pecados de falta de visión de futuro y de desprecio por las consecuencias que nos puede acarrear el intentar volver a políticas de antaño que, si entonces ya demostraron estar equivocadas; en la actualidad, en un mundo en desarrollo y donde cada nación depende de las otras para poder progresar, sobrevivir y desenvolverse en un ambiente de paz y concordia; se precisa que cada cual cumpla su parte en el empeño común que hemos intentado crear para que, el aislamiento, no nos deje en el lugar de los desvalidos, postergados y excluidos de este proyecto común que es la UE y, en especial la zona del Euro.
Que la cúpula del PP parece estar desnortada no es ninguna apreciación errónea y, es más, basta seguir los últimos acontecimientos para percibir como, cada día que pasa, no sólo se advierte más desorientación entre sus dirigentes sino que, el señor Mariano Rajoy parece empeñado en dar un vuelco hacia no se sabe donde, que se viene demostrando en esta nueva política de ir tapando vías de agua en lugar de optar por sacar el buque al astillero para realizar una reparación en profundidad, aunque ello suponga cambiar una parte o toda la oficialidad y sustituirla por una nueva. El tema catalán sigue dando que pensar y no parece que el ejecutivo tenga las ideas claras sobre como afrontar el siguiente desafío que el señor Mas, aunque con más dificultades de las previstas, parece dispuesto a dar, más pronto que tarde, si como parece, el señor Junqueras y otras formaciones separatistas, siguen insistiendo en que los Presupuestos para el 2015 de Catalunya van a tener dificultades en aprobarse si primero no se lleva al pueblo catalán a las urnas.
El señor ministro de Justicia, señor Catalá (que parece que lo han puesto en su lugar para ir arriando las velas de la antigua nave del PP) no sólo parece ser más blando y menos enérgico que el señor Gallardón, sino que parece dispuesto a ir cediendo ante la izquierda cuando, de una manera absurda se ha prestado a acceder a sus exigencias para que se reduzcan las sanciones de aquellos agitadores, chantajistas, matones y destrozadores del mobiliario urbano que, incumpliendo las reglas de cualquier manifestación pública, amenazan, pegan, destrozan y causan daños al entorno; a los que una nueva ley había puesto ante lo que se venía pidiendo de siempre: sus propias responsabilidades y la advertencia de que este tipo de conductas nunca pueden ser toleradas en un Estado de Derecho. La incuria de los sucesivos gobiernos, tanto de derechas como de izquierdas, ha abandonado el mandato constitucional de redactar una Ley de Huelga, por el simple hecho de que no ha habido ejecutivo que haya tenido redaños para garantizar el derecho de huelga para los que quieran ejercitarlo, pero también el derecho a acudir al trabajo con indemnidad y sin ser acosados, para los que no estén de acuerdo con tal procedimiento.
Tarde para reaccionar, el gobierno del PP se encuentra ante un obstáculo con el que no se contaba. El leñazo que supone para Europa el problema griego y la amenaza, casi inevitable, de que el señor Tsipras de Cyriza pueda crear un nuevo Frente Popular en Grecia, a semejanza del que está pidiendo para España el señor Pablo Iglesias de Podemos; no sólo significa una amenaza global para el euro, que también, un problema a añadir al de Ucrania para Bruselas, sino que también pone a España en el punto de mira de este renaciente comunismo, de cara a las elecciones de el próximo 2015. Un triunfo en Grecia de Cyriza puede tener dos efectos diametralmente opuestos, según cual sea la forma en la que la CE decida afrontarlo. Existe el peligro, ante la evidente debilidad de los gobiernos europeos que han sido más golpeados por la crisis y, en consecuencia, se han visto obligados a aplicar medidas de austeridad y recortes más severos, de que el efecto imitación cunda entre los más afectados por las medidas adoptadas y ello pueda causar estragos en las democracias, dando paso a otros sistemas que, a la vista de algunos, sean más severos con los ricos y más complacientes con los pobres y que, con el señuelo de las ayudas sociales, los impuestos a los ricos y las nacionalizaciones, se mueva a un electorado que no ha sufrido todavía los efectos de un régimen filocomunista.
La CE puede actuar con energía ante el desafío lanzado por Cyriza si, como es previsible, sube al poder y exige la renegociación de la deuda, la retirada de las medidas de seguridad exigidas para poder recibir las ayudas y un trato especial para su economía estancada. Si Europa dice no, cierra las ayudas, deja que la bolsa griega se hunda y que las promesas inalcanzables de bienestar que han estado prometiendo los de Tsipras, no se cumplan; es posible que el gobierno de este señor se derrumbe en unos pocos meses y, Grecia, se avenga a razones regresando a la disciplina comunitaria. Si, por el contrario, Bruselas, impulsada por aquellas naciones que tienen en sus bancos importantes cantidades de deuda pública helena y temen por las repercusiones que la caída de Grecia les produciría en sus propias economías, decide actuar con mano blanda, negociando con los nuevos gestores griegos y cediendo, si no a todas, a algunas de las exigencias que se le puedan hacer por los contrarios a las medidas de austeridad; entonces, señores, es muy posible que el efecto de este aparente triunfo de los progresistas griegos se pudiera extender a aquellos países donde ha sido preciso pedir más sacrificios a sus ciudadanos.
Al frente de todos ellos, tanto por la proximidad de las legislativas, como por el gran número de parados que todavía quedan o por el mal ambiente que la izquierda se ha ocupado en propagar entre el pueblo español, desorbitando los errores y minimizando los logros económicos de nuestro Ejecutivo, unido a los problemas separatistas que afectan a los catalanes y en menor medida a los vascos; estará sin duda España, que con la presencia de Podemos (el sosia del partido extremista griego), un partido que sigue en auge y es muy probable que se encuentre con una dispersión del voto que acabe favoreciendo a las izquierdas, especialmente si el partido socialista de Pedro Sánchez sigue empeñado en luchar en contra del PP, en lugar de arremeter contra los partidos que le quedan a su izquierda con los que disputa los votos..
Una situación complicada que podría quedar apaciguada si, el proyecto de Cyriza, fracasara si Grecia quedara excluida de los beneficios de pertenecer a la UE y al euro, dejando de percibir las ayudas que debía de seguir recibiendo de Bruselas. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con prevención como se desarrollan los acontecimientos griegos.
Miguel Massanet Bosch
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