"Justifica que se depongan todos los intereses partidistas, para pensar solamente en los intereses supremos de la Patria." Luis A. Ferre
Es curioso como este país, puede que sea uno de los únicos en los que ocurre semejante fenómeno de falta de respeto por los símbolos que representan la nación, como son el Himno nacional, la Bandera o la misma Constitución, de modo que pueda llegar a parecer que, el mostrarse respetuoso con cualquiera de ellos, sea motivo de vergüenza, de miedo a llamar la atención o de ser causa de insultos, descalificaciones o, incluso, de ataques físicos por parte de aquellos que faltos de civismo, de respeto por las opiniones ajenas, de amor a la patria o, incluso, de los que pretenden desgajarla –para convertirla en una serie de pequeños estados, cada uno a su aire y gobernado por sectores independentistas –, en la mayoría de los casos de tendencia izquierdista, con la intención de romper la unidad de este ente al que conocemos como España, para según dice el proverbio, aplicar el " divide y vencerás"; como un modo de introducir con más facilidad, en la ciudadanía, las ideas filocomunistas y laicistas que terminen por minar por completo lo que han sido las tradiciones seculares de nuestra nación.
Queramos reconocerlo o no, lo cierto es que estas ideas surgidas del País Vasco y Catalunya, en las que se pone sobre la mesa el tema de su posible separación del resto de España, han ido calando en una parte de la ciudadanía como consecuencia de una labor de ridiculización del patriotismo español que ya se viene iniciando en una escuela, en la que han desaparecido la mayoría de valores tanto morales, como éticos y religiosos que caracterizaban al pueblo español, para ser sustituidos por adoctrinamientos de carácter político, de lavados de cerebros al estilo nazi y de rechazo por todo lo que pudieran considerarse emociones de solidaridad, de unidad, de sentimientos de fraternidad entre los distintos pueblos y culturas, que coexisten o debieran coexistir, dentro de esta gran nación que es España.
El daño que el relativismo, egoísta y materialista, viene produciendo en nuestros jóvenes; la ausencia de la enseñanza en las aulas de una historia única, verdadera, alejada de lo que pretenden las izquierdas, con este gran error de la elevación a ley de esta pantomima en la que consiste la famosa Memoria Histórica –que lo único que pretende es crear confusión, mentir y engañar sobre lo que han sido los últimos siglos de la Historia española –, para adecuarla a los intereses partidistas, revolucionarios, libertarios y jacobinos de quienes esperan con ello trasformar a la sociedad española, tradicionalista y de raíces cristianas, en uno más de los fracasados regímenes en los que impera el pensamiento único, donde la libertad del individuo queda anulada y todo se supedita a pasar por el aro de un poder que, inevitablemente, se convierte, en función de su propia gestación antidemocrática, en un poder absolutista y totalitario en el que, la ciudadanía, como les está ocurriendo a tantos países hispanoamericanos, engañada por las promesas de distribución justa de la riqueza; acaba, a consecuencia de la avaricia, deslealtad y corrupción de sus dirigentes, (enriquecidos a costa del pueblo), por no tener otra cosa que compartir que la propia miseria a la que los conducen aquellos.
Es obvio que lo que buscan aquellos que quieren conseguir, por el engaño y las falsas promesas, recuperar el poder que las urnas de la democracia les negaron, es que la sociedad se degrade, se acostumbre a vivir subvencionada, aunque sea a costa de empeorar sus perspectiva de mejora; que desaparezcan las barreras morales y éticas que actúan de cortapisa a que demos libertad a nuestros peores instintos: vicios, perversiones, corrupciones y vilezas que, como caja de Pandora, han permanecido encerrados en nuestro interior, retenidos por aquellos principios que se nos inculcaron de pequeños, gracias a los cuales la sociedad puede vivir en paz consigo misma; respetándose los unos a los otros sin que los más fuerte, los salvajes, los terroristas y los antisistema, puedan conseguir acabar con ella convirtiéndola en un pandemonium dantesco incapaz de soportarse a si mismo.
Por todo ello, señores, nos parece algo incomprensible, una muestra de dejación de la función de mantener la legalidad, de perseguir a los delincuentes y de hacer respetar el orden constitucional que, el Estado, a través del gobierno, en este caso, el del señor Rajoy del PP, siga consintiendo que: en las calles, en los estadios, en los mítines políticos, en los periódicos, radios y en las propias TV, se ponga en cuestión la unidad de España; se fomente el antipatriotismo; se haga la vista gorda ante los miles de banderas españolas anticonstitucionales, con la franja morada en lugar de la roja; se consienta que, en Catalunya, se cuelguen en todas las fachadas y centros públicos, banderas esteladas independentistas y se haya convertido en algo corriente el que, en cualquier parte del territorio catalán, aparezcan pancartas, pasquines, letreros y consignas apoyando la lucha contra España y pidiendo la secesión.. ¿En qué están pensando, señores del gobierno?,¿se han dado cuenta de que, desde que ustedes subieron al poder, el separatismo, en lugar de contenerse, se ha ido expandiendo más que en tiempos de sus antecesores? Y esto ¡teniendo ustedes mayoría absoluta en lasa dos cámaras! ¿Hasta dónde están ustedes dispuestos a ceder en su errónea visión del problema catalán?
El permitir, sin reacción policial alguna ni aplicar sanciones administrativas, que aquellos que buscan desestabilizar el orden en nuestra nación se dediquen a destruir mobiliario urbano; impidan el derecho al libre tránsito por las calles y carreteras; destruyan los bienes de los comerciantes y se enfrenten a las fuerzas del orden, sabiendo que, a causa de unas normas restrictivas emanadas de un poder timorato, no pueden utilizar los medios disuasorios de los que disponen por el "miedo" a herir o lesionar a alguno de los bárbaros a los que se enfrentan; que, seguros de su impunidad, cada día se vuelven más osados y atrevidos; parece, señores, que se ha convertido en algo habitual y, respecto a ello, convendría que diera explicaciones la Delegada del Gobierno en Madrid, que parece ser la responsable que en la última gran reyerta ocurrido en Madrid más de 60 policías, indefensos, tuvieran que se atendidos de mayor o menor gravedad. ¡Incomprensible, si tenemos en cuenta que los responsables, los que provocaron, apenas sufrieron unas pocas víctimas, por supuesto nada parecido a las de la policía!
Lo más repugnante es que, siguiendo la línea de tantos jueces que se muestran "tan comprensivos" con los gamberros callejeros, aquellos pocos que fueron detenidos fueron puestos en libertad a las pocas horas y ¡sin cargos! El juez parece que no vio delito en que a dos policías les abrieran de cuajo la cabeza y les hubieran de poner más de 30 grapas y en que los otros lanzaran objetos contundentes y utilizaran palos para agredir a las fuerzas del orden público. Parece ser que, en España, los Elpidio Silva, los Pedraz y la larga lista de jueces "democráticos", lleva camino de extenderse sin que ni el gobierno, ni el Parlamento se atrevan a poner orden, mediante las leyes apropiadas, en este Poder Judicial que parece que se ha propuesto convertirse en un poder político, invadiendo funciones legislativas que en modo alguno le competen.
Mal vamos si el Gobierno empieza a ver positivo un encaje especial de vascos y catalanes con España y no dentro de ella y sin distinciones con las otras autonomías pero, visto lo visto, parece que nos podemos preparar a una claudicación que sea el primer paso a la desaparición, como nación, de España. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, valoramos la inopia en la que se ha instalado nuestro gobierno.
Miguel Massanet Bosch
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