"Se escribe: creí en ti; se pronuncia: me decepcionaste" Anónimo
Nadie parece poner en duda que, en este país, se está produciendo un evidente cambio reflejado en la forma de pensar de una ciudadanía decepcionada de los dos grande políticos que lo han venido gobernando desde que, el gestor de la llamada Transición, don Adolfo Suárez, fue defenestrado tanto por su partido, la UCD, como por las intrigas del PSOE y, según se dice, las procedentes del propio palacio de la Zarzuela. El cansancio experimentado por los españoles después de unos terroríficos nueve años en los que, el mal gobierno de unos y los errores y complejos de los otros, nos ha conducido a una situación que, por muy optimistas que queramos ser, no nos lleva a otra conclusión que a la de que: aún yendo muy bien las cosas, los ciudadanos de a pie no vamos a poder sacar la cabeza del hoyo hasta dentro de tres o cuatro años.
Las recientes encuestas no hacen más que confirmar esta peligrosa situación en la que los antaño grandes partidos han perdido su preponderancia y, por el contrario, han ido surgiendo o se han reforzado otras formaciones que antes apenas pintaban en el ámbito político pero, fuere por no haber tenido la responsabilidad de gobernar o por haber sabido aprovechar los errores de los otros, parece que van resurgiendo y reforzándose entre de algunos sectores del electorado más desilusionados con los grandes partidos. Uno de ellos, evidentemente favorecido por el descalabro que está experimentando el PSOE del señor Rubalcaba, es el del señor Cayo Lara de IU que, a pesar de la mediocridad de su dirigente, su divorcio con la realidad política y su evidente sectarismo, ha conseguido elevar sus perspectivas electorales; de tal modo que ya está alcanzando a los dos partidos tradicionales que se alternaban en la gobernanza del país. Otro, sin duda alguna, la UPyD, por el carisma de su dirigente, la señora Rosa Diez, la coherencia de su discurso, su posicionamiento en contra de la división de España y su apoyo indudable a las víctimas del terrorismo, parece que avanza con pie firme hacia su consolidación como partido nacional y, seguramente, está en condiciones de conseguir un excelente resultado en los próximos comicios.
Sin embargo, lo que resulta más sorprendente, lo que sólo hace unos años era inimaginable y nadie hubiera apostado porque durase más de un par de años es, sin duda, el de Ciutatans de Catalunya, promovido por el joven abogado catalán Albert Ribera; una formación a la que la crisis y los monumentales errores cometidos por el Tripartit catalán y, posteriormente, por el señor Artur Mas, de CIU, de la mano del señor Junqueras de ERC, que han conseguido al alimón, poner a Catalunya en el ojo de mira de toda España, con una propuesta independentistas que sólo puede acabar en tragedia si antes, el señor Rajoy y su Gobierno, no se dejan de tonterías, miedos, dudas y esperas absurdas y dejan claro que, España, es indivisible, que la Constitución no admite ningún apaño separatista y que existen mecanismos constitucionales válidos para hacer que aquellos que quieren levantarse contra el resto de la nación, sean apartados de sus cargos y acusados penalmente por sus intentos secesionistas.
Los impensables avances del partido Ciutatans no han sido fruto del azar ni de una circunstancia favorable que le haya permitido avanzar dentro del difícil y adoctrinado panorama electoral catalán, todo al contrario, ha sido a base de tesón, de valentía, de mantener invariables sus principios y no arredrarse al saberse una piedra incómoda alojada en el zapato del nacionalismo de CIU, ERC, CUP y los comparsas de ICV, como el señor Albert Ribera y su formación han conseguido, paso a paso, ir captando prosélitos entre todos aquellos que, en Catalunya, no piensan como los independentistas, no se de los dos partidos mayoritarios españoles y temen que la entente CIU y ERC quiera abarcar más de lo que puede, busque el choque de trenes con el resto de España y, como no puede ser de otra manera, todo acabe de la única forma posible que, dentro del Estado de Derecho, puede concluir este folletín organizado por los independentistas catalanes.
Lo que nadie hubiera podido imaginar es que este joven político hubiera sido capaz de presentarse en Madrid, llenar el aforo de 600 butacas del Teatro Goya y tener que habilitar una sala especial con pantallas de TV para dar cabida al resto de las 1.500 personas que abarrotaron el teatro. Un éxito apabullante que tenemos la impresión de que no habrá pasado por alto, tanto en Génova como en Ferraz, seguramente recordando como ambos partidos hace un tiempo no consideraban, a este nuevo David de la política, más que como un molesto moscón al que no había que darle importancia. En Catalunya esta formación del señor Ribera ya se ha situado como tercera fuerza política, por encima del PP y del PSOE, sólo superada por los dos partidos nacionalistas que, hoy por hoy, son los que parten el bacalao.
El desembarco en Madrid tiene que poner en guardia, aunque el propio Ribera arguye que sólo pretenden ser una plataforma reivindicativa, sin aspiraciones a otra cosa que no sea conseguir de los actuales gobernantes "un pacto nacional por la Educación" y "la lucha contra la corrupción". Sus palabras han sido un aviso para navegantes: o se cambian las cosas y se atienden sus demandas o "las vamos a cambiar por las buenas o por las urnas". Aunque el paso a concurrir como partido político en las próximas elecciones legislativas, ha reconocido que es "muy difícil", no lo ha descartado y les ha contestado a aquellos que se han mostrado pesimistas respecto a los resultados que podrían conseguir si acudieran a las generales: "cuando surgió Ciudadanos en Catalunya nos dijeron lo mismo y hemos demostrado que se puede, tanto que las encuestas sitúan a Ciudadanos como la tercera fuerza política de la autonomía catalana".
Siempre he considerado un error el que el UPyD de Rosa Diez no lograra llegar a un acuerdo para asociarse para acudir juntos a las elecciones catalanas. No hay duda de que, si el partido de Ribera decidiera presentarse en el resto de España, se trataría de un serio competidor para la vasca que, muy posiblemente, debería compartir parte de los desengañados del PP y del PSOE con el político catalán. ¿Contribuyen todos estos movimientos políticos a crear una situación de caos dentro del panorama político español? Sin duda no son los más adecuados para que, los nuevos comicios del 2016, dejaran el mapa político español en las mejores condiciones para que surgiera un gobierno estable, que pudiera contribuir a sacar el país de los apuros que seguirá arrastrando. El ejemplo nefasto del Tripartit catalán, que dejó a sus sucesores una deuda de 50.000 millones de euros y un paro de 500.000 ciudadanos y el de los siete partidos que, en Baleares, tuvieron que unirse para apartar a un mayoritario PP de la gobernación de las islas; son ejemplos patéticos y patentes de lo que puede ser un gobierno donde cada partido mira para sí y ninguno para el bien de todos los españoles.
El impertérrito señor Rajoy está apurando en demasía su inmovilismo político, su galleguismo innato no impide que los problemas que lo asedian se vayan enquistando y convirtiéndose en tumores malignos que, en cualquier momento, pueden entrar en metástasis, Catalunya el mayor y más peligroso de todos ellos. España le pide actuar, se lo piden sus propios dirigentes y se lo pedimos todos aquellos que vemos venir el desastre. O así es, señores, como enjuiciamos, desde este modesto rincón de opinión, la grave situación de nuestra nación.
Miguel Massanet Bosch
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