
Salud Hernández-Mora (Publicado en EL TIEMPO.COM, aquí)
Las democracias llegaron a un punto que requieren cirugías profundas porque la política se volvió corrupta y costosa, y los políticos, insaciables.
España se ahoga en un océano de corrupción. Hay corruptos en el Partido Popular (PP); corruptos en el PSOE; corruptos en los gobiernos catalanes; corruptos en los sindicatos; corruptos en las organizaciones gremiales; corruptos en la Casa Real… No es de extrañar que hasta los reyes y el príncipe se lo piensen dos veces antes de asomar la nariz en los actos públicos. La silbatina que les brinda una ciudadanía hastiada de su clase dirigente les debe resultar humillante.
Fui votante del PP, incluso trabajé allá un tiempo en los 80, y me avergüenza y enoja leer a diario en www.elmundo.es las inmundicias que periodistas y jueces sacan a la superficie cada vez que remueven las alcantarillas del partido en el que creímos millones de españoles. Igual que me repugna saber que si el PSOE está sospechosamente silencioso ante los escándalos de la vieja cúpula del PP es porque practicaban el mismo juego sucio para llenar las arcas de su partido.
Para quien no esté al tanto de lo que ocurre en España, un par de datos. Se descubrió que el PP exigía a grandes contratistas mordidas para concederles obras públicas. Quien era el principal recaudador (Bárcenas) apartaba para él algunas sumas de dinero, que ingresaba en paraísos fiscales.
Pero eso no es lo preocupante para Rajoy y otros antiguos del PP. Lo que los tiene en vilo, y yo apuesto a que le costará la presidencia, es que de ese dinero, tanto Rajoy como otros altos cargos del PP recibieron pagas extras mensuales y no todos las declararon al fisco. Es decir, no les bastaban sus buenos salarios de congresistas o funcionarios del partido; tenían que meter la mano a la caja.
Y hay más basura que saldrá próximamente. Porque no solo exigía comisiones el PP nacional, sino también gobiernos regionales. A ello hay que agregar que conocimos la existencia de cientos de organismos públicos inútiles, cuya misión consistía en colocar amiguetes.
Por su parte, Urdangarin, casado con la infanta Cristina, se llenó los bolsillos de manera fraudulenta y burda. Y con lo que ha salido a la luz, es evidente que su esposa estaba al tanto y que los reyes miraron para otro lado.
También conviene recordar que los expresidentes Aznar y Felipe González, valiéndose de sus contactos, ejercen tráfico de influencias para compañías poderosas. Sería bueno que sus colegas latinoamericanos nos dijeran las veces que esos aprovechados (para mí, corruptos) han mediado para sus clientes.
Lo único bueno que queda de tanta podredumbre ventilada es que, mientras llega la justicia, hay censura social muy fuerte, que se traduce en que muchos políticos y miembros de la realeza les huyen a las apariciones públicas por temor a los improperios y abucheos que les dispensa la gente y que se ganaron a pulso.
Las democracias llegaron a un punto que requieren cirugías profundas porque la política se volvió corrupta y costosa, y los políticos, insaciables. Crearon una casta que pretende convertir en vitalicios sus muchos privilegios. De paso, es imprescindible recortar organismos internacionales –ONU, Banco Mundial, OIT y decenas más–, que son otras fuentes laborales de políticos desocupados. Zapatero, por ejemplo, envió a la ONU a dos perfectas ineptas de su gobierno; Aznar colocó en el FMI a uno de sus exvicepresidentes, que dejó botado el puesto porque le aburría Washington.
Insisto, o se reforman ellos o los reformamos la legión de indignados.
NOTA. ¿Acaso duda alguien de que detrás de las violentas protestas del Catatumbo están las Farc?
Salud Hernández-Mora
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