Defecatio matutina, bona tamquam medicina.
Defecatio meridiana, neque bona neque sana.
Defecatio vespertina ducit hominem ad ruinam.
Es evidente de que el nivel de talento, capacidad, instrucción y dotes de gobierno de los actuales gobernantes de muchas de las naciones de este llamado Mundo civilizado, dejan bastante de desear y, ante ello, muchos nos preguntamos de qué les sirven, a una mayoría de ellos, todas estas pléyades de asesores y consejeros de los que precisan para tomar decisiones y, en definitiva, gobernar, si, a pesar de todo se siguen equivocando. Sin embargo, de lo que no hay duda, y cuando digo esto no me refiero, por fortuna, a nuestra nación, donde el nivel de formación, preparación académica y experiencia política se puede decir que está dentro de lo razonable aunque, es evidente que, estas cualidades, no son suficientes para poder gobernar bien un país, ya que se precisan otros requisitos como sentido común, valentía, dotes de mando, astucia, diplomacia, sentido de la oportunidad, amor por el pueblo y, sobre todo y por encima de cualesquiera otras, profesionalidad, decencia y honestidad.; es que existen un gran número de países gobernados por personajes impresentables; fanáticos e ineptos, capaces de convertir su paso por el gobierno, generalmente dictatorial, en una verdadera tragedia para el pueblo.
Lo cierto es, señores, que cuando echamos un vistazo a estas repúblicas americanas que se denominan a ellas mismas como "bolivarianas" y que, curiosamente, se califican de democráticas, presumiendo de dar lecciones al mundo de cómo se "emancipa" una nación del poder de aquellos a los que acusan de "querer colonizarlos"; no nos queda más remedio que intentar demostrarles en qué consiste un gobierno democrático, un gobierno del pueblo ( de los mandatarios elegidos "libremente", sin presiones, entre varios candidatos que, en iguales condiciones, con parecidos medios e idéntico trato en los medios de comunicación, presentan sus distintas ofertas políticas, económicas, sociales y financieras para que los votantes tengan ocasión de valorar, con libertad, independencia y con conocimiento de causa, cual es el candidato que, a su juicio, ofrece un mejor plan de gobierno) por el pueblo. Algunos, especialmente entre los partidos de la izquierda confunden lo que son principios democráticos con lo que sólo usan la expresión "democracia" para ocultar, detrás de ella, otros sistemas de gobierno que, en la mayoría de casos, no son más que modelos, más o menos distorsionados, de los conocidos, fracasados, obsoletos y, en muchas ocasiones criminales, exterminadores y crueles, de aquel comunismo estaliniano que tantos millones de personas exterminó.
Cuando el señor Hugo Rafael Chávez Frias, de Venezuela, impartiendo clases desde una cadena de televisión para combatir el analfabetismo pronuncia frases del siguiente tenor "Yo adquiero, el verbo ahí es "adquerir" (sic), ¿no es así?, "adquerir" (sic)" o refiriéndose a la CIA: " Yo sé que nos andan espionando (sic)" o "¡Pusieron la plasta que pusieron y se fueron de vacaciones!" haciendo alusión al Tribunal Supremo de Justicia cuando postergó la decisión de si hubo golpe de Estado en Venezuela en el 2002.; uno piensa en ¿cómo puede gobernar convenientemente una nación un señor con semejante falta de cultura, tales formas de expresarse y tan poco conocimiento de las formas diplomáticas? Sí, seguramente, para un pueblo convencido de que la única manera de engrandecer el país y salvarse de la miseria es acabando con todas aquellas naciones que sus propios gobernantes les han hecho creer que son los verdaderos culpables de que su destino no sea otro. Descargando la responsabilidad de sus propios fracasos financieros, sujetos como Chávez, Maduro o Cristina Fernández, piensan que podrán mantener sus políticas totalitarias, sus insultos a las naciones vecinas y sus demagogias económicas, sin sufrir sus consecuencias; están en un completo error.
La última bufonada del sucesor del difunto señor Chávez, el que fue designado a dedo como su delfín y que tuvo que recurrir a los habituales trucos de la izquierda para vencer en las pasadas elecciones a la presidencia de Venezuela, el señor Nicolás Maduro, en unos comicios en los que se denunciaron miles de irregularidades sin que, hasta la fecha, se haya podido aclarar qué es lo que verdaderamente sucedió con esos 200.000 votos de diferencia que le permitieron a Maduro proclamarse presidente; sin embargo, señores, si hay algo que tenga la fuerza para desprestigiar a un personaje de estos, es la del ridículo, la papanatería, la incultura y lo que, en España, conocemos como "conservar el pelo de la dehesa", expresión que se aplica a aquellos advenedizos, venidos a más, pero que su triunfo en la vida no ha ido acompañado de una mejora de su forma de expresarse, de su cultura, de su formación, de sus hábitos, de sus modos o forma de vestir, lo que lo delata como quien fue y no como quien pretende ser.
Hace unos pocos días que, el ministro de comercio de Venezuela, el señor Alejandro Fleming, informó de que el país tiene un consumo mensual de 125 millones de rollos de papel higiénico. ¿por qué este señor dio a conocer un dato semejante?, ¿acaso no es algo normal, en este tiempo de adelantos constantes, que los venezolanos utilicen este material para higienizar salva sea la parte, después de cumplir con sus necesidades? No señores, el señor ministro pretendía justificar la necesidad de importar la friolera de 50 millones de rollos de dicha clase de papel, para evitar que el producto escasease y la población tuviera que recurrir a los periódicos o, como se usaba en el campo cuando se acostumbraba a defecar en él, una piedra, a poder ser pulida y redondeada, para que no causase destrozos en tan delicada zona.
Pero no se crean que esta noticia carece de repercusión política porque, al parecer, el señor Nicolás Maduro acusó al señor Cabriles y sus seguidores de ir acaparando este producto "estratégico" –dado que la mentada importación ha precisado de que el Parlamento haya aprobado un crédito de 82 millones de dólares para importar papel higiénico, jabón de tocador, toallas sanitarias, pasta dental y pañales para bebés.– para crear malestar entre el pueblo venezolano con fines ¡cómo no! de atentar contra del régimen bolivariano del señor Maduro. Después, al comprobar que el infundio no se sostenía, ante la evidencia de que también se han tenido que importar 760.000 toneladas de alimentos para alimentar al pueblo venezolano, un pueblo de una riqueza natural tan ubérrima como es el venezolano pero que, por lo visto, vayan ustedes a averiguar si la culpa será "del maestro armero", no son capaces de producir los alimentos necesarios para autoabastecer a la población.
Pero ha sido el presidente del Instituto Nacional de Estadísticas, Elías Eljuri quien declaró que lo que, sin duda, ocurría era que, con la llegada del chavismo, el pueblo venezolano… ¡comía más! Sí señores, la explicación es epatante puesto que: si se come en mayor abundancia lo normal es que el cuerpo cree más heces y éstas deban desalojarse con mayor frecuencia ¿o no?, porque también puede ocurrir que acumulen en los intestinos y la evacuación se mantenga en el mismo ritmo anterior o ,¡Caramba!, podría suceder que gente que no comía antes o lo hacía en poca cantidad defecase de tarde en tarde y ahora, al comer más, precise de más rollos de papel para la limpieza, salvo que sea gente de campo y siga recurriendo a la consabida piedra. ¡En fin!, perdóneme, pero me he hecho un lío, del que no se como salir.
Lo serio de esta astracanada es que, esta gente, tiene poder, mucho poder, que administra a su libre albedrío de forma despótica. Y así estamos. O esta es, señores, mi visión sobre tan escatológico tema.
Miguel Massanet Bosch
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