"El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación toda la estructura social va hacia el derrumbe." (Alexis Carrel)
Lo cierto es que hemos llegado, en este país, a una situación tal de desconcierto que, sin duda, podría compararse a la de aquel músico solista que tiene una horrible pesadilla en la que se encuentra en el escenario, con su instrumento en la mano, paralizado por el miedo, temiendo que un director psicópata ordene un tutti orquestal disonante, en el mismo momento en que él inicie su solo. Veamos, ya no se trata de que España esté en una crisis económica, financiera y social que pone en peligro la supervivencia de las empresas, el trabajo de la ciudadanía y el mismo mantenimiento del gasto público; no, señores, ahora han aparecido nuevo factores de riesgo que, si no se remedian inmediatamente, nos van a conducir, ineludiblemente, a una situación de desorden interno; de desconfianza en las instituciones y de hastío de la ciudadanía respecto a quienes nos gobiernan, ejercen la administración de Justicia y ocupan los escaños del Legislativo, que puede llevarnos a un vacío, un divorcio e, incluso, una aversión del pueblo hacia el sistema de gobierno del que nos hemos dotado; hacia las autoridades que tienen la responsabilidad de gobernar y hacia quienes tienen, por mandato constitucional, la facultad y el deber de aplicar las leyes y sancionar las infracciones de quienes no las cumplan.
Si se ha levantado una evidente caza de brujas entre los distintos partidos del arco parlamentario, en la que están apareciendo las vergüenzas que se ocultaban en las trastiendas de sus respectivas direcciones; si se prodigan entre los estamentos municipales las detenciones e imputaciones de ediles y alcaldes a los que se les acusa de prevaricación, tráfico de influencias, venalidades etc. y si, en la apropia Casa Real, se producen escándalos, a cargo de algunos de sus miembros, que están poniendo en cuestión a la misma institución monárquica; no se quedan atrás los tribunales de Justicia que cada día nos sorprenden con sus inesperadas resoluciones, con sus insospechadas sentencias o con sus, digámoslo claro, politizadas y más que discutibles actuaciones que han logrado poner a la Administración de la Justicia en uno de los puestos más elevados en cuanto a la falta de confianza, descontento ciudadano, rechazo de sus actuaciones y convencimiento de que las leyes son aplicadas según el criterio, el pensamiento político y las presiones externas, sin tener en cuenta como quería el legislador que se impartieran y ejecutaran.
Si el TSJC ya nos sorprendió con algunas, más que discutibles, resoluciones respecto a temas relacionados con el separatismo de Catalunya; tampoco se ha preocupado ni poco ni mucho de que, sus sentencias respecto a la obligatoriedad del uso en la enseñanza del castellano, fueran ejecutadas y, tenemos la sensación de que sigue en su particular forma de entender las leyes cuando, sólo hace unos días, el presidente del TSJC, el señor Miguel Angel Gimeno, ha visto la "posibilidad" de que se celebrara la consulta ilegal del señor Mas "interpretando la Constitución de una manera amable". Yo no sé ni había oído nunca que una ley se pudiera interpretar de una manera "amable". Si uno comete un delito se le juzga y se le aplica la norma según queda especificado en el CP, sin que se contemple agravante, atenuante o eximente en función de la amabilidad con la que se juzgue el delito. En todo caso, vista la situación política de Catalunya; la actitud levantisca e intransigente del gobierno de la Generalitat y la audacia y descaro del señor Mas, presentándose ante el Rey de España para explicarle su proyecto de independencia de Catalunya; la intervención del señor Gimeno nos parece impropia, desafortunada y, obviamente, fuera de lugar.
Sin embargo, la Audiencia de Catalunya, tampoco ha querido dejar de defraudarnos una vez más y nos ha vuelto a obsequiar con una sentencia que ha dejado boquiabiertos a propios y extraños. Si, todas las fuerzas progresistas de este país, se habían aliado para sacar a la luz y criticar a una monja, Sor María, porque en un tiempo de hambre, de problemas para las madres solteras por su exclusión social; de imposibilidad de muchas de ellas de hacerse cargo de sus hijos y de otros conceptos éticos y morales y costumbres de aquellos tiempos, relativos a la adopciones de niños. Esta monja actuaba ( puede que fuera de la Ley) entregando en adopción a los neonatos a familias que podían hacerse cargo de ellos. Si, curiosamente, aquellas madres, pasadas varias décadas de aquellos hechos, de pronto, no se sabe de dónde salió la idea, han pensado en reclamar aquello que abandonaron ( ¿les dijeron que estaban muertos o que habían desaparecido?), engañadas o no, algo que no vamos a saber porque la monja acusada ha muerto y nadie va a poder sacarle la información precisa, exigiendo las penas más ejemplares para la religiosa, cuando ninguna de las adoptadas sufrió mal alguno, antes bien, han sido mejor tratadas que si hubieran estado con sus propias madres, ¿Cómo se explica lo ocurrido con el famoso doctor Morín?
Porque este sujeto, experto en sacrificar niños, ya que se le atribuyen nada menos que 89 abortos ilegales, asociación ilícita, falsedad documental e intrusismo, ha sido absuelto. Para la Audiencia de Catalunya, no obstante, el doctor Morín ha resultado ser inocente. Ninguna de las acusaciones del fiscal ha sido tenida en cuenta y todo lo que hizo lo hizo " a petición de las interesadas" y de acuerdo con la Ley. ¡Bravo! Claro que el doctor exultante ha celebrado su absolución y se ha atrevido a decir que "ha sido una prueba de lo que es la Justicia en este país". En efecto, tiene razón, pero desde un punto se vista diametralmente opuesto porque, por desgracia, esta absurda e incomprensible sentencia no hace otra cosa que confirmar la clase de Justicia que tenemos que aguantar; su absoluta sumisión al progresismo y relativismo imperante. Ya lo dijo Fernández Bermejo, el ministro de Justicia del PSOE, "las leyes están para aplicarlas según convengan a cada momento".
Y mientras tanto, este señor puede seguir ejerciendo su macabra profesión, cargándose fetos impunemente, para después hacer negocio con ellos vendiéndolos para hacer pomadas y medicinas. El gobierno del PP, que tiene en la recámara un proyecto de ley para evitar el coladero que supone que, por causas psicológicas, una mujer pueda abortar; parece que no se atreve a llevar la nueva ley al Parlamento, aunque prometió en su programa electoral hacerlo. Si, a los señores del PP, les parece poco que cada año, en nuestra nación, se produzcan más de 100.000 abortos "legales" ( los ilegales ya no les digo), entonces será que los que los votamos estábamos equivocados y nos la dieron con queso. Primero se arrugan con lo de los matrimonios gay; después se arrugan con la ley en contra del aborto y finalmente, por si faltaran desengaños para los seguidores del PP, empiezan a salir casos de corrupción que los igualan a los socialistas y otras formaciones, dejando al país convertido en poco menos que un estercolero de sinvergüenzas, aprovechados y caraduras, que siguen exigiendo a los ciudadanos honrados sacrificios, paciencia y mayores impuestos con toda la frescura del mundo.
Yo no se como va a acabar esta historia. Lo que sí sé es como acabaron otras parecidas que los mayores todavía recordamos y tuvimos ocasión de vivir. No quisiéramos que la incapacidad, la insensatez y las pocas luces de nuestros actuales gobernantes, pudieran dar lugar a que, aquellos tiempos de confrontación y muerte, se volvieran a repetir. Sólo por la falta de sentido común y la ambición de nuestros políticos no les permitiera calibrar la situación de descontento de nuestros ciudadanos. O así es, señores como lo veo yo.
Miguel Massanet Bosch
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