Las consecuencias de los actos de los políticos, como las de cualquier otra persona, son de mayor o menor calado según sea la categoría de quien los lleva a cabo y la propia importancia, trascendencia, efectos colaterales, personas a las que afecten y otras posibles derivadas, previsibles o no, que pudieran desprenderse de aquellos actos o decisiones; no sólo en el momento en el que tienen lugar, sino también en sus futuras repercusiones para la persona, personas o comunidades de ciudadanos en los que pudieran repercutir en un futuro más o menos cercano. Y es que, algunos empezamos a pensar que, quizá lo que ha estado ocurriendo, en Catalunya, durante los pasados meses haya sido más bien un trufado de sentimientos exaltados, una indigestión de nacionalismo mal digerido o una rabieta de mal perdedor que lo que, en un principio, pudiéramos haber pensado que pudiera desembocar en una verdadera declaración de guerra al Estado de la nación.
Mucho nos tememos que, cuando el señor Mas, envuelto en la señera estelada, se erigió en un nuevo héroe popular, al estilo de San Martín o Simón Bolivar, y quiso blandir la refulgente espada de la independencia, lo único que consiguió desenvainar fue un manojo de calçots (cebollas muy populares en Catalunya), a los que incluso les faltaba la sabrosa salsa roja con los que se suelen servir. Y digo esto porque parece que, cada día son más, los que piensan que el Presidente se equivocó al aliarse tan prematuramente (precipitadamente diría yo) con la ERC del señor Oriol Junqueras. Es obvio que, dentro del pragmático sector empresarial, no se ve con buenos ojos la ruptura con España y, es muy posible, que dentro de la misma CIU, especialmente en lo que está representada la derecha catalana, todo lo que sea prescindir de una fuente tan importante de negocio como es el comercio con el resto de España,. el quedarse fuera de la UE y el exponerse a los, más que probables, aumentos de impuestos que, mucho nos tememos, impondría el primer partido de la oposición; no sea lo que, en este momento de crisis, con la economía a medio gas, con uno de los paros más altos del país y con la posibilidad de que, apagados los primeros fuegos revolucionarios, se les puedan volver las tornas si , como resulta patente que puede suceder, la comunidad entra en suspensión de pagos y no tenga a quien acudir para que les saque las castañas del fuego.
Precisamente en estos días hemos tenido ocasión de ver como nuestros sindicatos han cometido una de las pifias más sonadas de su existencia cuando, guiados por la convicción de que en España se les consiente todo, han querido imponer su "falta de criterio" ya que no puede calificarse de otra manera, lanzándole un órdago a la empresa Nissan; una de esas baladronadas machistas de ¡por qué lo digo yo y basta!, cuando ya se estaba a punto de firmar un acuerdo para que se fabricara en la fábrica de Catalunya una nueva unidad, un turismo, de la marca, que hubiera servido para dar trabajo a 1.000 personas. Los dos representantes de CC.OO abandonaron la reunión y rompieron la baraja. El efecto contundente. La empresa anunció que se retiraba la fabricación del anunciado modelo que, posiblemente, se fabricara en alguna de las fábricas de Francia.
Simplemente porque la empresa había pedido 8 minutos más de trabajo en cada turno y dos días más al año. Y una doble escala salarial para los nuevos contratados que cobrarían un 20% menos. Lo que ha sucedido es que la espantá de los dos cretinos sindicalistas ha dejado compuesta y sin novio a la plantilla de la fábrica, que se ve amenazada de ir subsistiendo por un tiempo con la amenaza de que, de un momento a otro, pudiera producirse el cierre de la explotación. Un grupo de 400 trabajadores, afiliados al sindicato Sigen-USOC, se han dado cuenta de la estupidez de sus colegas y están intentando dar marcha atrás para ver si pueden conseguir que la Dirección de Japón vuelva sobre sus pasos., algo que parece que no va a ser tarea fácil. La propia Generalitat, que no sabe como seguir reteniendo a las multinacionales a las que no les gusta nada el tema del separatismo, ha tenido que hacer de mangas capirotes, ofreciéndose ante la empresa de intermediaria para intentar que CC.OO vuelvan atrás y acepten la propuesta de Nissan. Tarde y mal. Ignoramos si van a conseguir arreglarlo pero lo que sí queda evidente es el fracaso, la falta de tino, la horterada y la incapacidad de nuestros sindicatos para la negociación y su especial ignorancia en temas económicos y sociales. Ya es hora de que, en España, se ponga a esa gente en el lugar que les corresponde cortándoles de cuajo las subvenciones y obligándoles a que subsistan con las cuotas de sus afiliados.
Lo cierto es que se observa un cierto desencanto entre todos aquellos que pensaron que tenían la independencia a las puertas de casa. Hay semblantes preocupados y muchos se han quedado anonadados ante las noticias de fraude, enriquecimiento y dilapidación del dinero de los ciudadanos llevado a paraísos fiscales, precisamente por aquellos mismos que empujaban al pueblo catalán a que se enfrentase con España ¡Menudo ejemplo, para fiarse de Pujoles, Ferrusolas o de los Mas! ¿Qué sucedería cuando las pensiones no pudieran abonarse por no tener lugar donde conseguir el dinero para pagarlas? O ¿qué clase de asistencia sanitaria nos iban a proporcionar si serán incapaces de sostener los grandes hospitales que hoy funcionan en esta autonomía? ¡Ah! pero no se preocupen, que las cinco televisiones que mal viven y peores programas emiten en esta comunidad, van a seguir recibiendo sus subvenciones para que no paren o los famosos "enviados de Catalunya en el extranjero" que ocupan sus puestos de representantes "plenipotenciarios" en las famosas embajadas, podrán seguir percibiendo sus millonarios sueldos aunque, muy posiblemente, pronto tengan que pagarse ellos mismos el alquiler de los locales. ¡De absurdo en absurdo!
Ahora se trata de no quedarse solos. No les gusta que CIU y ERC sean los únicos firmante del mamotreto independentista e intentan que el señor Pere Navarro, del PSC, firme, aunque para ello hayan tenido que retirar del texto que propusieron todo lo referente a la independencia; con el solo objeto de que se consiga incluir el famoso "derecho a decidir" algo que, hasta el momento, el señor Navarro no parece dispuesto a aceptar, salvo en el caso de que se pueda hacer de forma legal. Y todo este tinglado, señores, en medio del peor barullo que le podría suceder a esta España, abandonada de la mano de Dios. Hasta en el momento de elegir la oportunidad de denunciar algo que pueda parecer ilegal algunos periodistas, fatuos, rencorosos y, evidentemente poco conscientes del mal que están haciendo al país, se dedican a enzarzar a unos partidos contra los otros, mientras el resto de países asisten estupefactos viendo como, una nación que está intentando salir del abismo en el que los políticos la dejaron, en lugar de unir fuerzas e intentar salvar lo posible de este naufragio, tiene unos gobernantes y unos partidos de la oposición incapaces de otra cosa que lanzarse con saña a la destrucción del otro.
Y en todo este maremagno, los ciudadanos de a pie asistimos impertérritos, con la boca abierta y el ceño fruncido, a este espectáculo denigrante, que acaba de convencernos de que, por mucha que sea la imaginación que pongamos en juego, la realidad, la tramposa, sucia, deleznable, corrupta y desvergonzada realidad, es capaz de superar con creces a cualquiera de las peores situación que pudiéramos idear. O así lo veo yo, señores.
Miguel Massanet Bosch
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