Se dice de los antiguos romanos que, a pesar de su avanzada civilización y de su amplia cultura eran, sin embargo, muy supersticiosos y, por ello, ante de emprender una empresa, solían consultar a los augures para que les informaran sobre las posibilidades de éxito o de fracaso de aquello que intentaban llevar a cabo. Uno de los procedimientos de adivinación del porvenir que usaban aquellos magos, era observar el vuelo de los pájaros, del que sacaban las conclusiones que los orientaban en su dictamen. De ahí salió la conocida frase de "pájaro de mal agüero", que con tanta frecuencia se aplica para calificar a aquellos que nos amargan la existencia con sus pronósticos pesimistas o con sus advertencias deprimentes a cerca de lo que nos espera en el futuro. Parece que, para España, resultan gafes, en aquellas ocasiones en las que aparece algún dato que pueda ayudarla a mejorar su situación, aquellas manifestaciones de los organismos reguladores que tienen relación con las finanzas mundiales, que dan la sensación de estar agazapados en espera de que algún factor nos sea favorable para saltarnos a la yugular, con nuevas malas noticias que saben que nos van a perjudicar de nuevo.
Si las agencias de calificación de la deuda ya han demostrado que pueden hacernos cisco, cuando lo estimen oportuno, atacando nuestra credibilidad ante los presuntos inversores en nuestra deuda; cosa que ya han llevado a cabo en varias ocasiones; no ha actuado con más diplomacia el BCE cuando, sin comerlo ni beberlo, se apresuró a desautorizar los acuerdos de Roma, que hacían presumir una relajación de la rigidez que venía manteniendo, negándose, categóricamente, a comprar deuda a través del mercado secundario. Su presidente, el señor Mario Draghi, cortaba por lo sano cualquier esperanza de refinanciación a través de dicha institución, al afirmar, al día siguiente del Congreso, que el "BCE no estaba para solucionar los problemas de las naciones"; unas imprudentes declaraciones que dieron por resultado el que, nuestra prima de riesgo, se situase por encima de los 650 puntos básicos, batiendo records y obligando a recompensar nuestra deuda con intereses que superaron el 7'53%, lo que nos colocó en una situación prácticamente insostenible, al borde de la bancarrota.
Pero es que, una vez más, cuando el propio señor Draghi parecía que, después de la actividad frenética de nuestro señor De Guindos, tanto en Bruselas como en Alemania y en Francia y las conversaciones telefónicas del señor Rajoy con sus homólogos europeos, se vislumbraba una salida al conflicto; cuando, el propio señor Mario Draghi, hace un par de días, abría una ventana a la esperanza afirmando que haría lo preciso para salvar al euro; una vez más, los hados de la desgracia se han vuelto a abatir sobre nuestro país; esta vez por medio de el FMI, de la señora Lagarde, que ha decidido volver a ponernos a prueba, con unas previsiones de desarrollo para España, que tiran para abajo las más pesimistas predicciones que, tanto el mismo fondo, como el BCE y Bruselas, habían dado a conocer sobre nuestras posibilidades futuras de crecimiento.
En este caso, uno que ha seguido un poco el desarrollo de los acontecimientos, no tiene más remedio que recordarle al FMI y a su presidenta la señora Lagarde, que fueron precisamente ellos ( algo que han tenido que admitir) los que, juntamente con las instituciones de la UE, nos "obligaron" a que se tomaran las duras medidas de ajuste que, en contra de su voluntad y obligado por las circunstancia y el enorme agujero que nos dejaron el señor Rodriguez Zapatero y los socialistas; tuvo que poner en práctica el señor Rajoy, precisamente para conseguir que Europa nos diera una mano. Deberemos pues, poner en cuestión los estudios realizados por el FMI, si nos atenemos a que, lo mismo que hace unos meses se nos recomendó hacer, cuando se ha puesto en funcionamiento resulta que, para ellos, está dando unos resultados contrarios a los que ellos mismo previeron. ¿Qué autoridad se les puede conceder, a unos presuntos técnicos en la materia, que hacen unas recomendaciones que, al par de meses de hacerlas, resultan estar equivocadas?, ¿ Cómo podemos fiarnos ahora de que, los estudios que nos pronostican tan endeble futuro no van a resultar, una vez más, fruto de un equipo de analistas que, no se sabe si intencionadamente o por incompetencia, es incapaz de acertar lo que ocurrirá en dos meses y pretende que nos creamos lo que prevé tendrá lugar el lejano año 2014?
Ya son demasiadas las veces que alguna de las instituciones relacionadas con la Eurozona o con las finanzas europeas aparece, en el momento más crítico, para asestarnos una puñalada trapera por medio de informes, previsiones o desmentidos emitidos y dados a la publicidad cuando parecía que, España, estaba en condiciones de experimentar un ligero alivio en su situación económica y financiera. Para el español de a pie, para el ciudadano que, cada día, se ve sometido a nuevos recortes, que se esfuerza en colaborar con el Gobierno aunque ello le suponga renunciar a una parte importante de su nivel de vida, no puede dejar de causarle estupor y rabia que, sin saber a quien atribuir esta falta de sincronización o, aún peor, esta posible coordinación de ir alternando malas noticias con buenas, para que así la especulación en las bolsas sea un negocio cada vez más rentable para quienes viven y se hacen ricos con estas prácticas, sin tener en cuenta que, con ello, con estas prácticas fraudulentas que parece que pasan inadvertidas por los organismos de control internacionales; lo único que se consigue es atentar contra el bienestar de los ciudadanos, aumentar la miseria de los menos favorecidos, prolongar y poner en cuestión las posibilidades de crecimiento del país y mantener e, incluso, aumentar a casi 5.7 millones de parados que, cada vez, tienen que sobrevivir en peores condiciones.
Europa debiera tener en cuenta que nada hay que más le pueda perjudicar que crear un foco de inestabilidad política en el sur de Europa. Ya lo están consiguiendo con Grecia
( un tema en el que, otra vez, han quedado a la vista las incongruencias de Bruselas y sus errores de bulto al valorar la situación de dicho país y la evidencia de que han sido incapaces de controlar los miles de millones que han invertido en su rescate). Si España cae o se le exige demasiado es muy posible que la situación social del país llegue a ser insostenible y ello, sin duda, va a favorecer a las izquierdas más radicales, que están esperando la ocasión de ocupar las calles y larvar una revolución que se podría incrementar, si Italia, como es muy posible que ocurriera, siguiera el mismo camino de España y no pudiera atender los vencimientos de deuda, importantes vencimientos a punto de producirse, que le sería imposible atender sin ayuda europea.
Grecia, España, Italia y, seguramente, Portugal, puede que fuera un alivio para Alemania, Holanda, Finlandia y otros países nórdicos si salieran del euro y se constituyeran en países de segundo orden, sometidos a las grande potencias pero, nadie debe olvidar que, un grupo de naciones en las que pudieran darse movimientos, como han tenido lugar en algunos países sudamericanos, con regímenes filocomunistas y regidos por posibles dictadores, al estilo del señor Hugo Chávez, es algo que, sin duda, no sería del agrado para Francia, Alemania y las otras potencias cuando, por otra parte, dentro de esos mismo países ya tienen el germen, en partidos que empiezan a cuestionar las medidas de sus gobiernos. O esa es, señores, mi visión de esta Europa en ebullición.
Miguel Massanet Bosch
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