(Publicado en La Vanguardia-Reggio´s, aquí)
Siempre que hay algún indicio que permita que las cosas pueden empezar a arreglarse hay expertos anónimos o no identificados dispuestos a afirmar lo contrario. Lo mismo se podría decir de los expertos con nombres y apellidos; si la medida sobre la que se pide opinión no ha sido informada, asesorada o propuesta por ellos, la opinión es crítica; muy crítica. Se dice que la medida es insuficiente, que ha de ir acompañada de otras, etcétera. ¡Todo menos decir o reconocer que la medida va en la buena dirección!
Se podría aventurar que experto es todo aquel que está contra lo que otro experto ha propuesto. En el bien entendido que el que ha hecho la propuesta antes la criticaba si eran otros quienes la sugerían. ¡Tenemos tantos expertos! Hay los que hoy recomiendan vender porque así mañana puedan comprar más barato. O lo contrario. O asesorar desde su mesa en sentido contradictorio a lo que dice su compañero de la misma firma sentado en la mesa de al lado.
¡No vamos bien! Y lo peor es que hay gente que no quiere que vayamos bien. Ellos se ganan la vida alargando la crisis, criticando las limitaciones europeas que, muy a menudo, ellos mismos han provocado. Pero aún resulta más preocupante que todo esto lo saben los responsables políticos, los supervisores, los medios de comunicación, los operadores del mercado. Es una situación conocida y contra la que no se quiere o no se sabe combatir. ¿Por qué?
El problema no era Grecia –decíamos la semana pasada–, era Europa. Y ahora podemos añadir que el combate es contra el euro, por quienes no quieren ni les interesa que se consolide el proyecto europeo. Es un combate a mordiscos salvajes, en el que a veces parece que todo vale. Pero, precisamente por esto, las posiciones están muy claras y la lucha por el euro no es una lucha financiera que sólo ha de interesar a los financieros; es una lucha política que ha de interesar a todos los europeos que quieran paz y libertad, progreso y bienestar, convivencia y tolerancia. ¡Salvar el euro es un acto de patriotismo europeo! Y es una tarea que no podemos dejar en manos de expertos anónimos o interesados, predicadores del desastre que sólo está justificado en su propio y exclusivo interés. Lo siento por estos expertos: la UE no tiene camino de retorno; sólo de futuro.
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