Es obvio que, el señor Rubalcaba y su equipo de fracasados, no ha hecho otra cosa que seguir el libreto escrito de antemano de lo que va a ser, sin duda alguna, la futura línea de actuación del PSOE después de haber recibido el varapalo más sonado de toda su historia. Estoy convencido de que, antes de leerse el conjunto de medidas adoptadas por Rajoy y su gobierno el pasado viernes, él y su equipo de “viejas guardias”, ya tenía redactado lo que iba a ser la respuesta del PSOE a lo que iban a ser las primera medidas dedicadas a hacer frente a la crisis española. Es más, no me cabe la menor duda de que, aquellos que se consideran perjudicados por el veredicto de las urnas y esperaban que el PP no llegaría a alcanzar la mayoría absoluta, como el mismo señor Durán y Lleida; estaban dispuestos a rechazar cualquier medida de recorte del gasto cuando, fíjense ustedes la desvergüenza, el señor Mas, ha sido el primero en aplicar la tijera en su tierra natal, Catalunya, sin que parezca que al señor Durán le haya preocupado ni poco ni mucho el que, uno de los principales recortes, se haya practicado en la misma Sanidad, con el cierre de dispensarios y servicios; implantando el copago que va a afectar a todos los beneficiarios de la medicina pública, sean ricos o pobres.
El gran Victor Hugo ya se despachó a gusto con estos que esconden sus verdaderas intenciones y critican con furia las decisiones de los demás, sin acordarse de que la causa de que sea preciso e inevitable tomar medidas draconianas para levantar a España de su situación actual se debe, precisamente, al oscurantismo, las mentiras, los despilfarros, las malversaciones, los errores, la incapacidad y la desvergüenza del gobierno en el que tuvo un puesto relevante el mismo Pérez Rubalcaba. Decía, con toda razón, el ilustre literato francés: “El hipócrita es un hermafrodita espantoso del mal”. Lo curioso es que este dirigente del PSOE, que acaba de ser barrido del mapa político de España por el PP, quiere dar a entender que los que votaron al señor Rajoy no lo hubieran apoyado si hubieran sabido que iba a aumentar impuestos; incurriendo, una vez más y ya hemos perdido la cuenta del número de veces que ha insistido en la misma idea; de que los ciudadanos españoles somos tontos, que no sabemos lo que nos conviene y que no somos capaces de distinguir cuando se nos quiere llevar al huerto de cuando las circunstancias, los datos, los secretos ocultos de los anteriores gobernantes y la deslealtad de quienes no han tenido inconveniente en esconder lo que verdaderamente existía tras las cuentas de gastos de las autonomías, gobernadas hasta el mes de mayo del pasado año, por los mismos que ahora se erigen, indignados, en los adalides de la defensa de la ciudadanía.
Que ahora se nos salga el secretario interino del PSOE, calificando como “milonga” (quisiera saber a lo que se referirá con este término, que no tiene otro significado que el de ser una tonada argentina del Mar de Plata) o con “nos intentan colar gato por liebre” o que el nuevo plan del PP sólo son “medidas improvisadas” y centradas en la subida de impuestos que “todos sabíamos que había que hacer” ¿y si lo sabías por qué no lo hicisteis, en lugar de criticar a quienes las proponen ahora? Lo que no explica el señor Rubalcaba es el motivo que indujo a su compañera en el anterior equipo de gobierno, la vicepresidenta Salgado, a sostener durante los últimos meses del 2011 que, el déficit público se ajustaría este año a lo que se nos pedía desde Europa, es decir el 6%, rechazando, tajantemente, la posibilidad de que la cifra fuera mayor, como afirmaban la mayoría de economistas, que ya hablaban de un déficit superior al 7%. No hay nadie, medianamente inteligente, que no pueda comprender que, si el nuevo ejecutivo se encuentra con un 2% más de déficit del que mantenía que sería el anterior Ejecutivo, no se vea obligado, y más en las actuales circunstancias de crisis, a tener que tomar medidas adicionales para equilibrar las cuentas del Estado.
Comete un error el señor Rubalcaba pretendiendo sembrar cizaña cuando todavía está fresca en la mente de los españoles, la actuación del señor ZP, que retrasó la aplicación de medidas anticrisis por no querer admitir la existencia de la recesión hasta que, desde Europa, le obligaron a rectificar. No, señor mío, lo mismo hubiéramos votado al PP si se nos hubiera dicho que, a causa de desvíos de las cuentas públicas, ocultados a los nuevos inquilinos de la Moncloa; el señor Rajoy nos hubiera adelantado que tenía que rectificar sus planes. Es más, muchos estábamos convencidos de que, como sucedió en la comunidad de Castilla-La Mancha, iban a aparecer más números rojos de los que el PSOE estaba dispuesto a admitir. Y es que, hay que tener en poco la inteligencia de los ciudadanos, cuando Rubalcaba habla de que el déficit mayor del Estado procede de las autonomías que, después del mes de mayo del 2011, están regidas por el PP; como si les quisiera endosar, a los nuevos gobernante, el “marrón” de que, en sólo unos meses de ocupar sus nuevos puestos, hayan sido los responsables de lo que, en realidad, ha sido la mala gestión de dos legislaturas de los anteriores dirigentes, muchos de ellos del PSOE. No parece querer acordarse del tema de los ERE’s fraudulentos de Andalucía ni de los despilfarros del señor Barreda en Castilla La Mancha. Tampoco se acuerda de cómo dejó la comunidad catalana el famoso Tripartitito, a las órdenes del inefable señor Montilla, con un déficit de más de siete mil millones de euros.
Mejor haría, nuestro desbancado Rasputín de la política española, en intentar poner orden dentro de su propia formación política, convertida, a partir de la deblacle de las elecciones, en un avispero en el que, los avispones y la avispa ponedora, están a la greña para ver quien es el que acaba por obtener el poder. Lo que sucede es que, ni los unos ni la otra, parece que sean las mejores opciones de los socialistas, si es que quieren, de verdad, iniciar una regeneración del socialismo español, librándose del peso muerto representado por aquellos militantes que han sido, precisamente, los que con sus errores, su sectarismo ideológico y su olvido de lo que convenía que se hiciera en beneficio de todos los españoles, los verdaderos culpables del desprestigio de la formación de Pablo Iglesias y Julián Besteiro, convertida, al día de hoy, en un campo de Agramante donde nadie parece aclarase y todos intentan salvar sus propios muebles.
Ya puede Rubalcaba convocar “con urgencia” a su equipo económico, ¿dónde estaba cuando era necesario que actuase? Para, al fin y al cabo, acabar por decir que no van a aprobar, en el Parlamento, las reformas del nuevo gobierno. ¡Esto ya lo sabíamos sin necesidad de tanta parafernalia! Pero, señores, se da la circunstancia de que tampoco hace falta su aprobación porque, el PP, se basta por si solo, porque así lo han querido los españoles, para poder sacarlas adelante sin ayuda de nadie. Y esto, por mucho que les duela a algunos, se llama democracia, donde la alternancia en el poder es lo natural y donde el pueblo premia o castiga, cada cuatro años, a aquellos que han hecho méritos tanto para lo uno como para lo otro. 1Ah! se me olvidaba: señor Rubalcaba, yo que usted no mencionaría la palabra fraude porque, si alguien ha cometido fraude con los españoles, prometiendo pleno empleo y dejando 5.000.000 de parados; a los ciudadanos enfrentados los unos con los otros; al país endeudado y a la cola de Europa y con una prima de riesgo como nunca hubiéramos pensado tener; han sido ustedes, los socialistas, los de la paridad, los de la “honradez” y los de la lucha contra la religión católica y la implantación de la ley del aborto con sus 113.000 fetos sacrificados cada año. O esta es, señores, mi opinión al respecto.
Miguel Massanet Bosch
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