Cuesta trabajo a cualquier persona, medianamente pensante, el que, todavía, tengamos que escuchar, a cargo de alguno de los incondicionales del PSOE, que ninguno de los dos partidos nacionales con mayor implantación en España, ha pretendido sacar rédito político del comunicado de ETA anunciando el fin definitivo de sus matanzas. En estos tiempos en los que nos ha tocado vivir, un exceso de candidez o un atracón de buenismo puede ser considerado como un simple ramalazo de estupidez o un mero intento de vender gato por liebre a una audiencia que ya está cansada de que le tomen el pelo, la engañen o pretendan confundirla con historias de cenicientas o de caballeros andantes. Ni Rubalcaba es una Cenicienta ni mucho menos un Amadís de Gaula o un Cid Campeador, ni los de la banda ETA una pandilla de cretinos que así, de pronto, sin motivo alguno, hayan decidido dejar las armas simplemente por amor al arte o porque sus conciencias les hayan movido a ello. No creo en casualidades ni en arrepentimientos repentinos y, más bien, pienso que todo este espectáculo que estamos presenciando, incluido los llantos de los socialistas y el auto incienso que tanto se prodiga el señor candidato, hayan surgido de forma espontánea y no haya sido, como la mayoría de ciudadanos nos tememos, un plan muy bien preparado, una estrategia preconcebida por ambas partes y el efecto de un contrato donde haya prestaciones y contraprestaciones entre ambas partes.
El que haya quien diga que, los socialistas, no están explotando el rédito que les ha proporcionado la renuncia de ETA a seguir matando, es que no tiene ojos en la cara ni orejas para escuchar lo que, el señor Rubalcaba, está repitiendo, una y otra vez, en los mítines a los que acude dentro de su campaña de propaganda. A falta de mejores argumentos, desposeído de toda credibilidad por su participación de forma destacada en los gobiernos socialistas anteriores y escaso de ideas con las que intentar entusiasmar a sus seguidores; ahora intenta, faltando a la promesa que ambos partidos hicieron de no sacar el tema etarra en la campaña electoral; cargar las tintas en los méritos de su gestión, al frente del ministerio del Interior, en su lucha contra ETA. Omite voluntariamente, el señor candidato, toda referencia al señor Aznar y a su eficaz tratamiento de la lucha antiterrorista, en la que consiguió que, al final de su legislatura, lo que quedaba de la banda, estuviera al borde de la rendición, sin apenas fuerzas para reaccionar.
Y ¿quiénes fueron los que, tan pronto como subieron al gobierno de la nación, se ocuparon de preparar una estrategia secreta para negociar con los agonizantes restos de la banda terrorista, para intentar convenir con ellos un acuerdo que les permitiera apuntarse, el éxito del final de ETA, a su propia gestión?, ¿es que nadie recuerda el papel del señor Rubalcaba en aquella negociación y de cómo se ocultó al PP aquella infamia, a pesar de la existencia de un Pacto Antiterrorista y una Ley de Partidos, que suponía una colaboración de los dos partidos en su lucha contra los etarras? Sin duda, los socialistas pretenden valerse, una vez más, de la mala memoria de algunos ciudadanos o de esta inquina endémica de algunos fanáticos de los tiempos anteriores a la Guerra Civil, que están dispuestos a cualquier cosa antes de permitir que, la derecha, vuelva al poder. Yo no sé si, el PP, es consciente de la habilidad propagandística de esta izquierda, de manifiesta incompetencia en los temas económicos y financieros, de excesiva demagogia en sus postulados sociales, pero de una innata facilidad para vender a la gente el humo de la venganza, el odio y la intransigencia.
Resulta incomprensible que el señor Basagoiti, en el País Vasco, siga manteniendo con terca insistencia el pacto que suscribió con el señor Patxi López, después de las innumerables ocasiones en las que, el lehendakari, se ha mostrado partidario de entendimientos con Bildu y las veces que ha transigido, sin levantar un dedo para evitarlo, el que, el señor Eguiruren, un miembro díscolo del PSOE, se haya salido de madre y haya actuado como si fuera un miembro más de Batasuna o Bildu. Nadie, en su sano juicio, salvo los del Tribunal Constitucional, se puede tragar que, estas dos formaciones, no tengan nada que ver con el aparato político de los terroristas, gracias al cual, siguen consiguiendo financiación a cargo de las instituciones del Estado, y esto es, sin duda, lo más sangrante para cualquier español de bien.
No es que dudemos de la calidad de demócrata del señor Basagoiti y de su rechazo por los terroristas de ETA, pero mucho nos tememos que, su buen “rollo” con el señor López, en ocasiones, le lleva a perder la visión de lo que debe ser la labor del PP en tierras vascas y lo acerca, peligrosamente, a quedar enganchado en esta especial manera de actuar del lehendakari socialista, que juega los tiempos y utiliza los argumentos, según le convenga a su partido. Una postura que, a muchos, nos preocupa de cara a las próximas elecciones; donde parece que el partido del señor Rubalcaba no va a dar tregua a su adversario político y en el que, como es habitual a los partidos de izquierdas, van a usar munición de grueso calibre, con tal de minar la credibilidad del PP. Corre la noticia de que el señor Basagoiti es el que dicta las directrices a Génova, de lo que se debe hacer en el País Vasco y quien fija la política que debe seguirse, supuestamente, para obtener un buen resultado en los comicios. Este buen entendimiento con Patxi López nada más puede conducir a favorecer los intereses del PSOE, ya que muchos de los ciudadanos vascos pueden interpretar que, el PP vasco, está de acuerdo con negociar con ETA o con la existencia y legalización de Bildu, algo en lo que el lehendakari ha insistido, en numerosos ocasiones, demostrando su interés en que Bildu fuera legalizada por el TC.
Hay algo que, los de derechas, no debemos olvidar y es que no conviene vender la piel del oso antes de haberlo cazado. Queremos decir que, el hecho de que el PP ganara las próximas elecciones por una simple mayoría, equivaldría a una gran derrota ya que es de general conocimiento el que, si así sucediera, se volvería a repetir el pacto vigente hasta ahora de “todos contra el PP”; lo que haría imposible que gobernara en minoría. Se trata, como no se le escapa a cualquiera que siga la política nacional, de que el PP consiga un amplia mayoría absoluta en las cámaras, para que pueda implantar sus programas económico, financiero y social, sin que la oposición le pudiera segar la hierba debajo los pies; algo que, sin duda alguna, ya se encargarán de poner en práctica los Sindicatos, a la menor ocasión que se les presente, como ya han venido anunciando con estas absurdas “huelgas preventivas”, con las que están anticipando su postura ante un gobierno mayoritario del PP.
A mi entender, no caben políticas timoratas, mojigatas ni pusilánimes, que pudieran hacer pensar a los ciudadanos que desean que el PSOE abandone el gobierno y entre un nuevo Ejecutivo, capaz de ilusionar a los españoles, provisto de un claro programa económico, a largo plazo, y de dar seguridad, tanto empresarios como ciudadanos, para que tengan la tranquilidad de que, cada par de meses, el gobierno de la nación no les va a sorprender con una nueva “ocurrencia”, que tire por los suelos sus esperanzas de estabilidad y seguridad jurídica. O esta es, señores, mi visión de la actualidad.
Miguel Massanet Bosch
Últimos comentarios