El impulsor de la “Reforma protestante” que lo separó de la Iglesia católica, Martín Lucero, definía la mentira “como una bola de nieve; cuantas más vueltas da, mayor se hace”. En España, siempre ocurrentes, nuestros paisanos nos han legado, en el refranero aquello de que: “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo” y, hete aquí que, cuando finaliza la época del socialismo intransigente y absolutista, que ha caído como plaga de langosta sobre nuestra nación, salen a relucir, con todas sus consecuencias y efectos perniciosos, lo que ha sido una política continuada de mantener engañado al pueblo español con pretendidas mejoras sociales, con infladas pretensiones de bienestar, con promesas, siempre incumplidas, de mejoras en el empleo y con alardes de la solidez de nuestro sistema económico, bancario y financiero. España ha estado sometida, durante el gobierno del señor Rodríguez Zapatero y sus ministros, al albur de lo que le impusieran los nacionalismos, al chantaje de los Sindicatos y al egocentrismo del mismo Presidente que, en su desvarío egocentrista, se llegó a creer que el solo era capaz de llevar a cuestas a todo el país. Y eso, señores, mal que no quieran reconocerlo quienes han sido culpables de la caída de España a unas cotas de endeudamiento, déficit público, recesión económica e inseguridad del sistema financiero, desconocidas en todo el periodo de la democracia, ha sido una traición al pueblo español.
Resulta chocante que, el inicio de campaña del señor Rubalcaba, uno de los copartícipes en el gobierno de la nación, durante toda las legislaturas de ZP; se haya basado, precisamente, en algo tan poco defendible como es volver a los orígenes de la lucha de clases, pretendiendo enfrentar a los supuestamente “ricos” con los supuestamente “pobres”, cuando sabemos que sin las industrias, sin empresarios y sin las grandes corporaciones financieras, no habría producción ni puestos de trabajo ni creación de riqueza, ni posibilidades de mantener un Estado de bienestar con unas mínimas posibilidades de conservar el estatus que, el progreso de los pueblos occidentales, ha conseguido gracias al trabajo, la formación, la ciencia, la invenciones y las mejoras sociales, que han ayudado a que se puedan sostener. En todo caso, la deriva hacia la izquierda más irracional, que ha adoptado el candidato socialista; la poca solidez de sus propuestas económicas y la infantilidad de algunos de sus postulados de cara a la galería, como pudiera ser este retorno al impuesto sobre el Patrimonio de las personas que, según él, permitiría la creación de muchos puestos de trabajo pero que, en realidad, apenas supone un par de miles de millones, con los que no hay ni para poner la primera piedra de la inyección de liquidez que hoy precisan las empresas, aparte de una buena dosis de confianza en el gobierno de la nación, algo que sólo un abundante chorro de millones conseguidos por medio de los créditos bancarios y unas mejores condiciones laborales que les permitieran la flexibilización de sus plantillas, unidos a una nueva regulación de la negociación colectiva, podrían causar el efecto de hacer renacer al tejido industria y comercial de nuestra patria.
Es obvio que, el señor Pérez Rubalcaba, se ha embarcado en una travesía en la que parece que quiere nadar a contracorriente de lo que han sido los recientes acontecimientos ocurridos en Europa y las decisiones que se han tomado en los foros de Bruselas; para salvar la unión monetaria. Por si fuéramos pocos, España e Italia, son los únicos países que han sido citados específicamente y a los que se les han dado unas consignas que se deben esmerar en seguir, si es que no queremos que se nos deje caer en la sima que se adivina si nos excluyera del euro. El candidato dijo que gravaría a los bancos para conseguir dinero para paliar el desempleo. Si el dinero es insuficiente o espera que sea el Estado quien cree los empleos, sólo puede ser aumentando el número de funcionarios, algo que, evidentemente, andamos más que sobrados. No está en manos del Gobierno el hacer que las empresas creen trabajo si, como ocurre en la actualidad, la mayoría de ellas lo que esperan es disminuir sus plantillas ante la grave situación a la que se enfrentan a consecuencia de la falta de créditos, el encarecimiento del IVA o los costes energéticos y la consecuente falta de competitividad..
Tampoco está de suerte, don Alfredo, cuando las noticias que le llegan de la encuesta de la EPA, no hacen más que confirmar que, ninguna de las supuestas medidas puestas en práctica por el Ejecutivo, han servido para nada más que para que siga aumentando la cifra de parados, al alcanzar el record de 4.978.300 desempleados. Y es que, el sistema que se nos pide que apliquemos desde Bruselas es el mismo que ya se nos recomendó en Mayo del 2010 y que, temerariamente, el gobierno socialista, por miedo a perder votos, dijo que lo haría pero, luego, no ha sido así y la reforma laboral que ahora se nos exige sólo se llevó a cabo en una ínfima parte, dejando la parte del león para más tarde debido a la gran presión que ejercieron los Sindicatos respecto a unas leyes que permitieran la flexibilización y movilidad de las plantillas, de acuerdo con las perspectivas de ventas y la situación económica de las empresas.
Aquellos bancos a los que, el candidato socialista, quería exprimir con más impuestos; son los mismo que, el FROP, ha tenido que ir rescatando y fusionando para que puedan subsistir y los mismos que ahora, Europa, ha tenido que obligar a una recapitalización que, como parece bastante evidente, va a comportar una reducción de sus posibilidades de dar créditos, lo que augura que ,el próximo año 2012,en lugar de que podamos salir de la crisis, nos vamos a encontrar con el problema insoluble de la carencia de créditos para incentivar las inversiones y contrataciones de las empresas; sin lo cual, toda esperanza de que se creen nuevos puestos de trabajo parece ilusoria. Cuando, de forma harto injusta, la CE ha decidido penalizar la confianza en nuestra deuda con un 2%; y nos impulsa, sin paliativos, a “aplicar rigurosamente el ajuste presupuestario tal y como fue previsto”; buscar medidas para reducir la “tasa de desempleo inaceptablemente alta”; aplicar “mayores cambios del mercado laboral para aumentar la flexibilidad a nivel de empresas y la capacidad de inserción de la población activa” amén de otras reformas “para mejorar la competitividad”; no es que nos de un consejo o una simple advertencia, sino que es una exigencia ya que, es evidente que la UE no está dispuesta a que ningún Zapatero, Rubalcaba o Berlusconi, pongan en peligro toda la economía comunitaria ni que una mala gestión de España e Italia, pongan en duda la estabilidad del euro.
Es posible que, la carta que el PP dirigió a Bruselas, asegurando que un gobierno de derechas se tomaría en serio el sacar a España del barranco al que la han lanzado los socialistas y que se tomarán todas las medidas de ajuste del gasto público que sean precisas, cueste lo que cueste y pese a quien pese; ha surtido sus efectos y lo que hubiera podido ser una penalización de un 20% sobre nuestra deuda, ha quedado reducido a un simple aviso (que puede tener graves consecuencia para la colocación de nuevas emisiones, en cuanto al coste y la prima de garantía); al sólo aplicarnos un 2%. Lo que ha quedado diáfano es que, para Europa, seguimos siendo una preocupación y que, cualquier equivocación de nuestros políticos, cualquier estupidez demagógica que salga de la boca de un aspirante a presidente del gobierno o cualquier cesión a la extrema izquierda, sin duda, puede comportar el disgusto de Europa y ponernos al borde del cataclismo. O esta es, señores, mi opinión.
Miguel Massanet Bosch
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